jueves, 8 de agosto de 2013

País enfermo



Por Luis Manuel Aguana

“No es la Constitución la que está enferma en Venezuela, sino la sociedad”. La frase es del Padre Luis Ugalde (ver Refundación de la Republica en http://www.el-nacional.com/luis_ugalde/Refundacion-Republica_0_241176161.html) argumentando, como ya lo han hecho otras distinguidas personalidades, que Venezuela ha tenido muchas constituciones y ninguna ha resuelto ningún problema.

Refiero la frase porque me quedé con ella por lo de la enfermedad que refiere el artículo del Padre Ugalde y tiendo a estar de acuerdo con que la sociedad venezolana está gravemente enferma. En lo que no nos ponemos de acuerdo todos es en el tratamiento que hay que darle a esa enfermedad. Incluso hay que ponerse de acuerdo primero en la naturaleza misma del mal para poder poner el remedio adecuado.

Decir que en Venezuela ha habido muchas Constituciones y una mas no resolverá el problema es un lugar común simplista. Hay que mirar en detalle porqué las hubo y la naturaleza misma del país que fuimos y que somos para haberlas tenido. A los Estados Unidos le ha bastado con tener una sola Constitución fundamentada en sólidos principios para tener un gran país. Pero hay que ir al fondo de quiénes son ellos y su cultura. A Inglaterra le ha servido no tener Constitución para ser la roca sólida institucional que es dentro del concierto de naciones del planeta.

El problema entonces no es el número de Constituciones. Como pueblo a nosotros nos ha tocado ir en aproximaciones sucesivas para ir madurando institucionalmente. Eso no es malo ni es bueno. Simplemente es. Y si requerimos de media docena más de Constituciones para madurar institucionalmente porque así somos nosotros, bienvenidas sean.

Pero lo que definitivamente no es un llamado Constituyente, es una salida fácil para salir del problema. ¡Es todo lo contrario! Lo fácil es dejar las cosas así y que vayamos de elecciones en elecciones esperando que las cosas se resuelvan solas, con un sistema electoral completamente corrompido y un país invadido sin disparar un tiro.

Sin embargo muchos venezolanos, no estamos todavía de acuerdo en si se debe hacer eso. Y eso me lleva a plantearnos la naturaleza de la enfermedad señalada. Es diferente un tumor benigno que un cáncer. O peor aún, que el médico se equivoque en el tratamiento. El mejor ejemplo de eso fue Chávez yendo al peor sitio del mundo a tratarse la primera vez. De no haber ido a Cuba aun estuviera haciéndonos la vida imposible.

Detengámonos un poco en la enfermedad. ¿Cuál es la enfermedad de la sociedad venezolana? Hay que empezar por allí si planteamos el análisis por esa vía. ¿El liderazgo? ¿Los partidos políticos? ¿La forma de ser del venezolano? ¿El facilismo? Hay que preguntarse porque Venezuela quiso salir de los partidos políticos a finales de los años 90, que hasta incluso lo mejor de la elite intelectual venezolana apoyo el militarismo rampante de un golpista.

Hay analistas que lo miran desde lo económico indicando que una sociedad que vive de un tesoro petrolero encontrado, nunca sacará la cabeza de abajo. Siempre el gobierno será el botín que cobre el que llegue, hasta que el tesoro se le acabe como aquel que dilapida un Kino ganador.

Hay que fijar entonces una hipótesis de enfermedad para ensayar un tratamiento. Si no nos ponemos de acuerdo en la enfermedad, mucho menos en el tratamiento. Entonces desde este blog haré un enunciado hipotético de cuál es la enfermedad. Obviamente muchos estarán en desacuerdo con ese diagnostico. Pero para atreverse a proponer una Constituyente para resolver el problema hay que decir cual es primero la enfermedad que supongo que sufrimos.

Hipótesis: Venezuela vivió 40 años de paz en democracia porque los factores políticos prevalecientes luego de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez hicieron un Pacto para garantizar la gobernabilidad del país dentro del juego democrático. Hubo factores (la izquierda comunista) que no suscribieron ese Pacto e intentaron destruirlo aliándose con fuerzas extranjeras (la Cuba de Fidel Castro) para derrocarlo. No pudieron y se “plegaron” al juego democrático. Algunos lo hicieron de verdad y honestamente. Pero otros lo hicieron con reconcomio, esperando un mejor chance.

Ese Pacto no se remozó ni actualizó. La Constitución de 1961 no se cumplió a cabalidad y los herederos de aquellos firmantes que suscribieron inicialmente el Pacto no hicieron valer su oferta de democratizar al país pensando que ese era su coto privado de caza. Con el campanazo del Caracazo soltaron el proceso de descentralización como un caramelo chucuto, con la cabuya amarrada de los reales, dejando en mengua a las regiones. Se enriquecieron y la sociedad en su conjunto decretó la muerte del Pacto original, clamando por un Rey como las ranas del cuento. Y llegó ese Rey y lo demás es historia.

Pero lo fundamental es que no hubo más Pacto hasta que en 1999 se prometió uno nuevo con una nueva Constitución, apoyada principalmente por el golpista y aquellos factores reconcomiados que vieron en ese momento la venganza esperada de tantos años de oprobio bipartidista, olvidando que ese sistema que estaban enterrando les había garantizado una supervivencia digna como minorías. No se respetó en ese nuevo “Pacto” al 48% del electorado en esa Constituyente, dándole tan solo 6 escaños en esa Asamblea. A partir de ese momento la sociedad estuvo dividida en dos toletes.

Entonces nuestra hipótesis es que a consecuencia de un Pacto incumplido, una mitad del país pisa a la otra con una bandera que ni siquiera es venezolana sino cubana. Porque la manera que halló el golpista para perpetuar esa desgracia a costillas de nuestra economía, fue entregar nuestra soberanía a Cuba sin disparar un tiro. Y esto fue lamentablemente con la ayuda de todos aquellos resentidos que apoyaron invadir nuestro país durante los años 60’s y que esperaban otra oportunidad para hacerlo de nuevo.

Ahora bien, para volver a unir esas partes se requiere de otro Pacto, encontrarnos de nuevo, convocando al depositario de la soberanía y eso solo se puede hacer a través de una ANC. Decidir si eso que hizo Hugo Chávez es o no es lo que queremos como país. Y muchos estamos seguros que eso que llaman “Socialismo” NO ES lo que quiere el SOBERANO y es por eso el terror de convocarlo.

Una nueva Constitución no es más que el subproducto de ese Pacto Social que dice como éste se materializa en la práctica, pero no sustituye a la reconciliación que solo se logra en el acuerdo y en la visión de futuro del país que todos queremos y que se refleja en esos Constituyentes electos de una manera limpia.

Si se hace bajo el manto del reconcomio, el resentimiento y la trampa electoral, con unas Bases de Convocatoria amañadas “para ganar” como en 1999, cualquier Constitución que salga de allí NO SERVIRA PARA NADA y viviremos tan inestables como cualquier país africano, porque la verdadera enfermedad es el odio artificial impuesto, irresponsable y criminalmente, de una parte del país hacia la otra. Entonces el remedio será peor que la enfermedad.

Caracas, 8 de Agosto de 2013

Twitter:@laguana

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