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miércoles, 8 de marzo de 2017

El riesgo de la Libertad

Por Luis Manuel Aguana

“La gente no se da cuenta de sus capacidades. El problema es una sociedad que se ve enfrentada, para mí, a la siguiente pregunta: ¿cuánto estoy dispuesto a pagar para rescatar mi libertad? Las sociedades se rescatan asumiendo el riesgo……Hay un problema de inspiración. Recuérdate, la palabra inspiración es fundamental. Entonces digo, si la palabra libertad no es suficiente para ti, no sé que será. Fíjate, la Constitución americana, que fue la primera de América, no habla de democracia, sino de libertad. Libertad, libertad, libertad. Nosotros nos la pasamos hablando de la Constitución… Evadimos el problema. Te sacan la constitución, ¡igualito que como lo hacía Chávez, por cierto! Entonces la sacan, y no te hablan libertad, porque la libertad es una ambición mayor…
…Y acarrea un riesgo mayor también…
…Exacto. Acarrea un riesgo mayor. Entonces es mejor hablar de la Constitución. Pero la libertad sí tiene un costo, que fue lo que pasó en Yugoslavia. Los jóvenes se dieron cuenta de que si querían libertad tenían que sacar a Milosevic. Y lo forzaron a salir. Pero no fue con bailoterapia. Y en Ucrania, y en Egipto fue igual…”.

Lo anterior es un breve extracto de la entrevista que le hiciera el portal PanamPost al Embajador Diego Arria hace pocos días y que creo que no ha circulado lo suficiente por las redes (ver “La Oposición venezolana es chavista light” en https://es.panampost.com/orlando-avendano/2017/03/01/diego-arria-la-oposicion-venezolana-chavista-light/).

Y digo que no ha circulado lo suficiente porque si los venezolanos desean conocer el porque aun nos encontramos entrampados en esta arena movediza que es la Venezuela actual tiene la obligación de leer esa entrevista. Siempre he coincidido con el Dr. Arria en algo que es fundamental para cualquier análisis político de Venezuela: la calidad de nuestra oposición es el principal obstáculo que existe para alcanzar nuestra libertad. En otras palabras, con lo que tenemos actualmente como oposición no saldremos de esta tragedia.

Pero en esta oportunidad dejaré en paz a la oposición oficial. Ya el Dr. Arria se encargó de describir con detalle esa historia de desaciertos mejor que nadie. Deseo concentrarme en algo sumamente importante que Arria expresó en relación con la Libertad y que me tome la licencia de copiar de su entrevista.

¿Estarán los venezolanos entendiendo a cabalidad la naturaleza del problema que tenemos? Si alguien no entiende un problema difícilmente podrá encontrarle una solución. Aquí no estamos hablando que el régimen “no le deja hacer elecciones a la oposición” sino a la violación del derecho que tenemos los venezolanos de elegir libremente (resaltado) a quienes deben conducir los destinos de la nación. No es una diferencia sutil. Es la negación de una libertad fundamental reseñada en todos los tratados internacionales de Derechos Humanos, comenzando por la Declaración Universal (Articulo 21).

Y aquí no estamos hablando que el régimen haya centralizado la comida y decida a su real saber y entender quien debe y quien no debe recibir alimentos en todo el país, es la negación de la libertad de tener “…un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…” como reza el Artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El régimen nos ha quitado la libertad de conseguir ese nivel de vida adecuado a todos los venezolanos.

Cuando el régimen cierra una estación de radio o televisión, o suprime la señal de un canal internacional de noticias, haciendo algo que llaman “hegemonía comunicacional”, no solo esta atropellando los derechos de esas personas jurídicas, está negando nuestra libertad de decidir que es verdad o es mentira, atribuyéndose un derecho que solo les corresponde a los ciudadanos de este país. El valor primario aquí es la libertad de los venezolanos. La lucha es entonces por recuperar nuestra libertad.

La libertad es un valor fundamental del hombre. De allí parten todas las luchas que la humanidad ha tenido desde que existe la civilización. Los venezolanos somos herederos de una gesta libertadora de 5 naciones sin precedentes en el mundo. Con la frase “Libertad, igualdad, fraternidad” nació la Revolución Francesa, y en el “siglo XIX se convirtió en el grito de los republicanos y liberales a favor de la democracia y del derrocamiento de gobiernos opresores y tiránicos de todo tipo” (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Libert%C3%A9,_%C3%A9galit%C3%A9,_fraternit%C3%A9).

Entonces el problema venezolano se resume en una sola palabra: libertad. Y la solución pasa por responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo la recuperamos? Cuando a una persona la persiguen y la encierran, el castigo es quitarle la libertad. Cuando el régimen nos quiere tutelar e indicarnos que hacer y que dejar de hacer, como por ejemplo aquella reciente barbaridad de los billetes de 100 bolívares, se arroga una libertad que no le corresponde, que es nuestra y nos la ha secuestrado.
                            
La democracia es una consecuencia de vivir en libertad. Tiene que haber la segunda para que exista la primera. Pero vivir en libertad tiene un costo. O mejor dicho, quien ha perdido su libertad no sabe lo que ha tenido hasta que la pierde. Eso es lo que nos está pasando a todos en mayor o menor grado. Y recuperarla implica riesgos, riesgos que no todos están dispuestos a correr. Y allí precisamente está la clave de todo este enredo.

Tenemos que identificar quienes están dispuestos a correr riesgos por la libertad de Venezuela. De entrada identificamos a Leopoldo López, el resto de los presos políticos y aquellos que estando en el exilio elevan la fortaleza de sus convicciones por la libertad de Venezuela. Pero lamentablemente ellos continúan presos y exiliados. ¿Quiénes siguen? Basados en ese criterio, los venezolanos deberán hacer su propio ejercicio y ponderar con quienes podrán contar, desechando figurones de la política que han sido el principal obstáculo  para recuperar la libertad. Basándonos en ese criterio no será difícil hacer el ejercicio, separando la paja del trigo.

Pero no basta con identificar personajes, hay que medirlos en su oferta al país y en la inspiración que demuestren al presentarla, como indica Arria. Los jóvenes de Yugoslavia, Ucrania y Egipto se organizaron asumiendo los riesgos y tuvieron éxito. Fueron inspiradores de una gesta que condujo a la libertad. Pero es condición necesaria desear la libertad y trabajar por ella. No es un regalo, hay que ganárselo.

¿Estará Venezuela condenada a ser una “República aérea”, como sentenció el Libertador en 1812 en el Manifiesto de Cartagena?  ¿Será como indicó Bolívar, que “el pueblo venezolano no está preparado para el bien supremo de la libertad”? Eso pareciera corroborarlo el rosario de fracasos y traiciones opositoras, muchos de ellas producto del abierto colaboracionismo y torpezas combinadas.

Pero esos son fracasos de la dirigencia política, no del pueblo. Nosotros somos las victimas de todos esos desaciertos. El pueblo venezolano ha demostrado con muertos estar ya preparado para ese bien supremo. Creemos que Venezuela no está condenada a vivir sin libertad y por eso hay que dejar que crezca y se desarrolle ese deseo y sus hijos se hagan ciudadanos. De eso se trata precisamente el Proceso Constituyente de carácter Originario, del empoderamiento del pueblo en su Soberanía para recuperar su libertad y la respuesta a la pregunta del cómo hacerlo. Pero nadie podrá hacerlo por nosotros. Solo nosotros podremos asumir cabalmente el riesgo que conlleva disfrutar de un país en libertad.

Caracas, 8 de Marzo de 2017

Twitter:@laguana

lunes, 6 de marzo de 2017

Mercadeo constituyente

Por Luis Manuel Aguana

Una de los obstáculos más importantes que hemos tenido en posicionar el tema constituyente en la opinión pública en nuestro país no es precisamente la resistencia de la clase política de aceptar un cambio de magnitudes en el sistema político venezolano que hace aguas desde hace décadas. Es la comunicación simple y clara del porqué de esa idea, así como todo cuanto ella conlleva para la población. En esencia, es un problema de mercadeo a las grandes multitudes.

Sin embargo, desde el secuestro de los grandes medios de comunicación - impresos, radio y televisión- por parte del régimen que domina a los venezolanos, quien imponiendo su hegemonía comunicacional se terminó saliendo con la suya, debemos entonces usar nuestra máxima creatividad para utilizar eficientemente la herramienta que nos queda, las redes sociales, y en particular los espacios en portales, blogs, artículos, audios y videos, para comunicar nuestras propuestas y expresar nuestras opiniones en el ejercicio de nuestra libre libertad de expresión.

El espacio de este blog nació hace 7 años en la red (ver ¿Por qué un Blog venezolano para comentar acerca de las TICs y los Derechos Humanos?, en http://ticsddhh.blogspot.com/2010/02/porque-un-blog-venezolano-para-comentar.html) como una respuesta a la utilización indebida de la tecnología de información y comunicaciones y su impacto en los derechos humanos. El tiempo ha hecho evolucionar los temas que se han tratado,  haciendo que TICs y Derechos Humanos haya ido buscando su propio espacio de actuación, convirtiéndose en una tribuna especial para impulsar el cambio político fundamental que requiere una Venezuela convulsa y llena de necesidades.

Nuestra propuesta desde la Alianza Nacional Constituyente se traduce en poner en funcionamiento un nuevo estado de cosas, contenido en un proceso de reingeniería del Estado venezolano, explicado ampliamente en un proyecto denominado Proyecto País Venezuela reconciliada vía Constituyente (http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html). Lo que está escrito en ese Proyecto solo es posible convocando a una Asamblea Nacional Constituyente.

Es ese Proyecto lo que debemos explicar. Y solo hay una manera de hacerlo: escribiendo profusamente de él y todos los ejes que lo componen, haciéndolo posicionar adecuadamente en la red. He investigado detenidamente el tema a los fines de hacer lo más amplio posible la penetración de los contenidos del Proyecto País Venezuela, buscando ideas que nos puedan ayudar en esa labor sumamente técnica.

La red ha sido generosa en ubicar una amplia gama de alternativas para esta labor, como por ejemplo aquella conocida técnicamente como SEO (Search Engine Optimization): El posicionamiento en buscadores, optimización en motores de búsqueda u optimización web es el proceso técnico mediante el cual se realizan cambios en la estructura e información de una página web, con el objetivo de mejorar la visibilidad de un sitio web en los resultados orgánicos de los diferentes buscadores. (https://es.wikipedia.org/wiki/Posicionamiento_en_buscadores).  

He encontrado algunas alternativas de sencilla aplicación para aquellos que deseen comenzar a utilizar la optimización de contenidos a los fines de darle penetración a nuestro mensaje. De todas las exploradas recomiendo particularmente una en nuestro idioma que me pareció muy interesante por lo refrescante y directa (ver Romuald Fons en Cómo Optimizar Contenidos, https://romualdfons.com/como-optimizar-contenidos/) con videos y textos explicativos. Siguiendo los pasos descritos allí se pueden efectivamente ubicar contenidos de una manera relevante en la red para ser localizados y leídos por la mayor cantidad posible de personas. Ese es el tipo de estrategias que deberemos estar utilizando para poder evitar la hegemonía comunicacional que nos están imponiendo en el resto de los medios de comunicación y hacer más eficiente el único medio que nos queda en el país.

Esta confrontación solo la ganará quien este mejor preparado para ejecutarla. Solo con inteligencia y un mensaje claro y preciso a la población, con un método visiblemente explicado, lo lograremos. Venezuela está pidiendo a gritos una solución, y si nosotros estamos convencidos de que la tenemos, solo nos hace falta hacerla llegar inteligentemente a la población. El resto dependerá de ella…

Caracas, 6 de Marzo de 2017

Twitter:@laguana

martes, 28 de febrero de 2017

El Comandante

Por Luis Manuel Aguana

Han pasado 25 años y la gente olvidó. En 1992 el país discurría en una dinámica diferente cuando unos militares alzados irrumpieron en la vida de todos nosotros. Moisés Naim hizo un extraordinario trabajo al recordarnos esos días con la nueva serie de Sony, “El Comandante”, inspirada en la vida de Hugo Chávez, que transmite en la actualidad RCN en Colombia (ver entrevista a Moisés Naim en NTN24 en https://youtu.be/ftCh9tLYv9c).

Me sorprendió conocer que Naim había sido el creador de la serie y uno de sus principales productores, porque comencé a ver los capítulos de “El Comandante” antes de saberlo y ahora entiendo porque esta historia me enganchó desde el primer capítulo. Nadie como Naim podría contextualizar tan bien la Venezuela de esos días, no solo por haberse desempeñado como ministro de CAP II, particularmente en una cartera como la que el él tuvo en el Ministerio de Fomento, sino por el extraordinario analista político que es. Ese conocimiento transformado en novela política es lo verdaderamente valioso de esa producción.

Al ser una serie de ficción en un género que particularmente me fascina, que es la historia fabulada, los productores pueden darse unas licencias bien sabrosas basándose en la realidad vivida en la Venezuela de ese entonces, que aunque pasaron ya hace 25 años y algunos recordamos muy bien esos días, no dejan de reflejar el por qué razón Chávez resultó el fenómeno telúrico que fue en esa Venezuela y porque aun sigue teniendo la aceptación que tiene su causa en una gruesa capa de la población. Hay que entender ese fenómeno si se quiere lograr sobrevivir con éxito a esta pesadilla que representa ahora los antivalores más despreciables, lo más alejado de aquella idea de cambio que movió a muchos venezolanos a votar por él en 1998.

De la serie resaltan de inicio dos cosas muy importantes que todavía no se resuelven. Lo primero, el derrumbe del entonces sistema político y la percepción generalizada de los venezolanos que los políticos estaban tan distanciados de los problemas de la gente llana que vieron con muchísima simpatía que alguien irrumpiera haciendo algo para sacarlos. Naim me recordó lo que todos decíamos de los adecos y los copeyanos. La gente los mimetizó, eran a los ojos de todos la misma vaina corrupta. Caldera, al alejarse de su partido y aglutinar sin una base militante a una población descontenta logró ganar las elecciones presidenciales en 1993. Pero aún así, no tomo las decisiones necesarias para salvar un sistema que ya estaba condenado.

Lo segundo es que recordé algo que yo mismo había olvidado: “¡por fin llegó alguien que se responsabiliza por algo en Venezuela!”, al ver a Chávez con su “por ahora” en televisión. Todos los venezolanos queríamos, deseábamos esa irrupción. Para mí significaba una cosa, pero para la mayoría de los venezolanos se traducía en otra muy diferente. Yo era –y sigo siendo, aunque disminuido- de la clase media. Me eduqué en un estrato social diferente de esa gran mayoría de personas que sintieron al golpista como una suerte de héroe que venía a su rescate, y en consecuencia tenía una percepción distinta.

Uno de los personajes populares de la serie ya lo ponía el un altar con la Virgen para que nada le pasara en Yare. Y ese detalle es muy significativo. Allí empezó a gestarse un mito, una cercanía popular muy difícilmente igualada por otro dirigente político en Venezuela. Eso será tal vez lo más difícil de resolver en el futuro, aun cuando Chávez haya muerto. Es el mismo mito de los “descamisados” peronistas que todavía llevó hasta anteayer a Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia de Argentina.

Otro aspecto muy importante de la historia y que para pocos era conocido en ese entonces, es que Chávez no era solo un golpista cualquiera, era un conspirador ideologizado desde hacía muchísimo tiempo, proveniente de las mismas Fuerzas Armadas. Con el disfraz “bolivariano” escondía en el fondo la misma idea de transformación de la izquierda comunista que mueve a los movimientos guerrilleros en el continente, particularmente en Colombia.

¿Pero de donde vino eso? Del mismo lugar de siempre, de la pobreza en la que han vivido –o mejor aún, sobrevivido- nuestros países producto precisamente del olvido de la dirigencia política de gobernar para disminuir progresivamente ese cordón de miseria que nos ha rodeado históricamente. Chávez y sus sucesores se encargaron de usar esa mayoría en pobreza estructural para afianzar su poder y seguir generando más pobreza.

Llama particularmente la atención la importancia que le dio la producción de la serie a la pobreza que rodeó el origen del protagonista en el interior de Venezuela, donde sabemos que la necesidad es mucho mayor de la que se vive en Caracas. Las vicisitudes pasadas por ese niño pobre dan lugar a un resentimiento que persiste en su vida adulta y que se tradujo en una “viveza” que concibe el éxito de una manera distorsionada. Como dicen los expertos, la pobreza se lleva en la mente, pero aun cuando muchos se deslastran de ella, la mayoría sucumbe. Y Chávez encarnó ese sentimiento de venganza resentida de esa mayoría…

Pero ahora hay más pobreza y más resentimiento, que el régimen se está encargando de desviar muy astutamente desde ellos, que son los responsables, hacia donde siempre lo han hecho los comunistas (“el imperio” o “la derecha entreguista”), afianzando ese círculo vicioso que fue el origen del mal que nos acompaña. Se han agravado entonces esas dos cosas presentes en la Venezuela de 1992: a) la percepción generalizada que los políticos siguen aprovechándose de sus posiciones de poder para negociar y enriquecerse, y; b) esperan a que otro alguien aparezca para que los rescate.

¿Cómo enfrentamos eso? Es claro que no será fácil. Debemos volcarnos hacia nosotros mismos y entender que no podemos seguir haciendo lo mismo. Que la cosa no es simplemente decir que Chávez fue el malo de la partida –que lo fue- sino que el mal que lo creó sigue allí presente, vivito y coleando, exponenciado en muchos órdenes de magnitud, y que la cosa no es regresar a lo que había antes, porque eso fue precisamente lo que el venezolano despreció, abrazando a Chávez como su salvador.

El proceso constituyente tal vez no sea la panacea para resolver un problema de hondas raíces humanas, culturales y políticas, pero si ofrece la oportunidad de volver a empezar. Discutir con qué país debemos comenzar de nuevo. De allí debería salir una nueva clase política. Una muy diferente, no la que había antes ni mucho menos la que hay ahora. Nos debe permitir darles la oportunidad a voces que nunca han sido oídas, de todos los rincones del país, y provenientes de todos los sectores, no solo del político, que exigirán la reivindicación de sus luchas más sentidas.

Por otro lado, de esa discusión constituyente deberá salir una propuesta estructural y política que determine el comienzo de la solución de la pobreza, con una nueva manera de concebir al país. Nosotros proponemos una, la autonomía de las regiones y darle a cada venezolano a lo largo y ancho del país la oportunidad de explorar sus alternativas de desarrollo desde la entidad territorial más básica, el Municipio. El Proyecto País Venezuela es nuestra propuesta para sacar al país de la pobreza. Nos gustaría oír otras que no sean volver al pasado, a lo mismo que gestó a un fenómeno como Chávez. Tal vez esa sea la manera de evitar que otro muchacho, incapaz de deslastrarse de la pobreza de su mente y resentido de espíritu, recorra la historia de El Comandante convirtiéndose en Presidente de la República para desgracia de todos los venezolanos.

Caracas, 28 de Febrero de 2017

Twitter:@laguana