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miércoles, 30 de abril de 2014

Guerreros del Teclado



Por Luis Manuel Aguana

Dicen por allí que “el que se pica es porque ají come”. Y como yo me considero un guerrero, no solo del teclado, sino de la prensa, de la radio cuando me invitan y la televisión cuando la teníamos-y ahora también de los videos de EUTV o YouTube-, obviamente me siento picado y absolutamente aludido.

Hay una cosa terrible que se ha manifestado en nuestros dirigentes políticos opositores, en especial los de la nueva generación, y que precisamente lo son porque su existencia es producto de esos medios que critican, que nosotros-porque me incluyo-, somos los responsables de esa “matriz de opinión” según la cual la oposición tiene una alta responsabilidad en esto que nos está pasando.

Y yo me pregunto, ¿y es que esa manifestación antes de la existencia del “teclado” no se daba en los artículos en la prensa, o en los programas de radio y televisión? En su caso no recuerdo que los llamaran, por ejemplo, “los guerreros de la prensa” o “guerreros de tal o cual programa”. ¿Por qué nosotros sí, los llamados “guerreros del teclado”, tenemos ahora más responsabilidad que otros en épocas pasadas porque “criticamos a los partidos” sin “hacer nada”, a estos abnegados lideres que “lo han puesto todo para luchar por la democracia”, y no antes cuando los medios eran menos bidireccionales?

Es tan interesante esto que merece una reflexión acerca de esa crítica, porque revela un fondo muy profundo de cómo se hace la política en Venezuela y porque debe cambiar.

Desde la aparición de las redes sociales las comunicaciones entre las personas se dispararon exponencialmente. Un nuevo paradigma comunicacional entro a funcionar en el mundo al punto que ahora está cambiando la manera en que los seres humanos se relacionan y se toman decisiones en sociedad. ¡Se mueven y se convocan personas a través de las redes sociales!

Cualquiera en el mundo que tenga un teléfono celular le puede mandar un mensaje por twitter al mismísimo Presidente de los Estados Unidos. Ni hablar de mandárselo a cualquiera, independientemente de su posición o grupo social en cualquier parte del mundo. Basta que se tenga una cuenta en las redes sociales. Tal cual. Y lo mejor de todo es que, ¡llega instantáneamente!

Y si por la importancia del tema tratado los mensajes se hacen masivos, se pueden crear tendencias de opinión pública. Pero lo más importante, a mi modo de ver, es que ahora CUALQUIER persona puede provocar eso. Nada puede ser más democrático ni más terrible para aquellos que dicen representar algo-en especial los políticos-, porque las redes lo descubren. Una percepción acerca de un suceso puede cambiar completamente la realidad por ese solo hecho.

Por otro lado, y lo que hace más interesante el fenómeno, es la BIDIRECCIONALIDAD. Usted dice algo y alguien le contesta. Usted discute y si no tiene con qué responder pierde credibilidad. Y eso es muy malo para quienes viven de engañar gente. ¿Ustedes no se han dado cuenta que hay muy pocos políticos que contestan un mensaje de twitter? Incluso hay quienes creen que es buena idea desentenderse de eso poniendo a otros a contestarlos por ellos. No hay nada peor porque se descubre más rápido que no tienen nada en la bola que ofrecer y eso se evidencia muy concretamente a la vista de todos.

Por supuesto que también deben existir las reglas de urbanidad que rigen en las relaciones humanas. Nadie tiene que soportar insultos u ofensas electrónicas tanto como si fueran cara a cara, aunque en el lenguaje de las redes es lo mismo. Se debe discutir y argumentar con la altura debida, como en la vida misma. Hay gente que todavía no entiende eso.

Entonces, cuando escucho decir a alguien que por culpa de los “guerreros del teclado” se establece públicamente tal o cual opinión me sonrío de la ignorancia de fondo que conlleva esa crítica. Que si los partidos opositores son el blanco permanente de esos guerreros que critican “sin hacer nada”, no refleja más que la angustia de alguien que no entiende que esa crítica feroz no tiene nada que ver con la tecnología sino con el efecto que ésta tiene de demostrar a la velocidad de la luz lo que realmente piensa la gente y que anteriormente no se podía manifestar a través de ningún otro medio.

Y además ese “sin hacer nada” es cuestionable. El hecho de que la gente opine acerca de un tema del interés de todos es ALGO muy valioso y muy útil para todos. La gente está haciendo algo, opinando, ejerciendo su derecho humano democrático a expresar su pensamiento, como nunca antes había pasado. Y si esa opinión es tonta, estúpida, o inválida a los ojos de alguien eso será aceptado o rechazado por los demás de la manera correspondiente. Es exactamente el mismo efecto de alguien que se para en una asamblea y da su opinión acerca de un asunto. La gente lo toma o no lo toma. ¡De eso precisamente se trata la democracia! Y me llama mucho la atención que sea desestimado precisamente por quienes deben respetar eso.

En el pasado los políticos se preocupaban por la “línea editorial” de tal o cual medio, que no reflejaba más que lo que pensaban un puñado de analistas y/o periodistas que publicaban cosas de manera UNIDIRECCIONAL (prensa, radio o televisión). Ahora cualquier cristiano puede opinar y también ser rebatido “en línea” y en tiempo muy real. Y eso es peligroso para mucha gente. De hecho la naturaleza del medio actual es profundamente subversiva…para todo el mundo.

Con la aparición de este fenómeno tecnológico en Venezuela los dirigentes políticos deberían cambiar su modo de concebir y respetar a sus electores. Ya no es suficiente con pararse en un mitin y gritar bonito. Ahora hay que razonar con gente que contesta. Y eso es lo extraordinario de este fenómeno democratizador y es lo que no les gusta a nuestra dirigencia calificando de una forma que creen peyorativa a ese ser humano que se para en una red y dice cosas que no les agradan.

Lamento que no todo el mundo en Venezuela tenga acceso a estas herramientas por aquello de la penetración digital (de eso hablaremos en algún momento). Pero aquellas que participan en la creación de la opinión pública si tienen acceso, así como quienes toman las decisiones. Es responsabilidad entonces de quienes en algún momento están en el poder hacer que estas herramientas lleguen a todos en un futuro cercano, democratizando no solo la opinión sino la contraloría de lo que se hace bien y se hace mal en un gobierno y su oposición.

Y si aquellos que no entienden que ese es el mundo en donde vivimos ahora, mala suerte para ellos. Esos guerreros no son más que las personas empoderadas de un medio democrático y extremadamente eficiente y rápido para mover opinión pública y crear política. En otras palabras, estamos ante la verdadera presencia del ciudadano consciente de su poder frente a sus representantes. Ojalá que algún día todos los habitantes del país seamos “guerreros del teclado” porque cuando ese momento llegue tengan la seguridad que tendremos una mejor democracia.

Caracas, 30 de Abril de 2014

Twitter:@laguana


domingo, 3 de noviembre de 2013

Dejaron de ser chavistas



Por Luis Manuel Aguana

¿Por qué todavía la oposición designa “chavismo” a esto que nos enfrentamos? Incluso algunos más audaces lo llaman ahora “madurismo” después de la muerte de Chávez. Es interesante el lenguaje porque de ello nace esa realidad que a todas luces no es tal, creando vida donde no la hay de parte de quienes paradójicamente hemos luchado denodadamente porque desaparezca.

Nosotros le damos existencia a eso que denominamos “chavismo” en tanto y en cuanto lo designemos con el nombre de quien en vida fuera su creador. Es decir, el “chavismo” existe porque NOSOTROS lo designamos como tal. Nuestras palabras crean la realidad…

No, no es algo esotérico. La palabra crea: “Todo el razonamiento humano, nuestra manera de acercarnos y enfocar la realidad, está apoyado inequívocamente en la palabra, en el contenido que le asignamos, en la carga semántica que le otorgamos. Para manejar conceptos abstractos, conceptos que no tienen un reflejo material directo (“libertad”, “justicia”, “paz”…etc. frente a “mesa”, “zapato”, “cuchillo”…etc.), necesitamos de la palabra que se refiera a ese concepto, o ni siquiera podríamos razonar alrededor de ello. De hecho, muchos conceptos abstractos no existían hasta que la palabra para manejarlos no existió. En el campo de las ideas, de lo abstracto, la palabra crea” (tomado del blog La palabra crea http://blog.eldelweb.com/vp-17-150-0/La-Palabra-Crea.html).

Por otro lado el blog de Carmelo Urso lo reafirma: “La Palabra es extensión de lo que creamos en la mente, tanto lo “bueno” como lo “malo”, lo negativo y lo positivo. Todo surge en la mente y es proyectado en verbo para transformarse en nuestra realidad individual o colectiva, en nuestro sueño individual y colectivo” (ver El verbo que crea http://carmelourso.wordpress.com/2011/01/26/verbo-que-crea/).

Realmente lo poderoso de las palabras es que ellas resultan de la materialización de las ideas que tenemos. Bien dicen que aquel que tiene las ideas claras las puede comunicar, aunque eso sea un arma de doble filo. Las palabras son peligrosas y pueden crear un “constructo” que deliberadamente pueda ir dirigido a engañar o a crear algo malo adrede (¿se acuerdan del autor de la palabra “fraudulero”?). Pero por otro lado pueden ser el mecanismo de creación de las ideas más excelsas: democracia, libertad, justicia.

En el caso que nos ocupa, los venezolanos acuñamos la palabra “chavismo” a la corriente política creada por el fallecido Hugo Chávez, que no tenía contenido alguno mas allá del aluvión de personas que siguieron a un caudillo en la búsqueda de sus reivindicaciones sociales que creyeron pisoteadas por 40 años de gobierno adeco-copeyano.

Ese “chavismo” fue escogido para conducir a Venezuela en las elecciones de 1998 y posteriormente para crear una nueva Constitución a partir de 1999. Y los venezolanos creamos alrededor de la figura de Chávez una entelequia que aun después de muerto su autor todavía le sobrevive. Chávez estaba tan consciente de esa condición aluvional de su grupo que creyó necesario darle un contenido diferente e ideológico para que perdurara. De allí su etiqueta posterior de “socialista”.

Sin embargo, muy a pesar de quienes le pusieron esa etiqueta, dense cuenta que los venezolanos no llamamos a la gente que se agrupa en el PSUV “socialistas” como podría hacerse en España o cualquier otro país. Los llamamos “chavistas”. Si ven ustedes el comportamiento de los socialistas de Brasil, España o cualquier otro lugar donde esa corriente existe, verán que eso no tiene nada que ver con lo que son o la esencia de estos individuos que se autocalifican como “chavistas”.

Así que si continuamos asignándole el nombre de “chavistas” a estas personas que nos desgobiernan, lo que realmente estamos haciendo es perdurar eso que no tiene una sino tres fechas de fallecimiento: la fecha en que no lo vimos más (8 de diciembre de 2012), la fecha en que realmente murió (29 de diciembre de 2012) y la fecha en que los “chavistas” dijeron que murió (5 de marzo de 2013).

He intentado buscar sin éxito como podríamos designar a esta claque ya que el nombre de “chavistas” no deberíamos usarlo más, al menos en la oposición democrática del país, so pena de seguir dándoles vida después de muerto su autor. Y eso me lleva a una pregunta que considero necesaria: si quienes luchamos por el regreso de la democracia en Venezuela nos llamamos demócratas ¿cómo podríamos llamar a aquellos que persisten en desconocernos, sin llamarlos “chavistas”?

¿Cómo se puede llamar a una gente que le quita el derecho de palabra a los parlamentarios en un lugar donde precisamente se “parlamenta” en democracia?  No pueden llamarse “socialistas” porque esa modalidad ideológica existe en el mundo y no se comporta de esa manera. ¿Cómo podríamos llamar a los seguidores de lo que tradicionalmente no se puede designar de otra manera sino como DIC-TA-DU-RA y no se puede seguir ignorando?

El uso de la palabra “chavismo” les ha servido muy bien de tapadera y creación de realidades a quienes les conviene que este régimen, al que consideramos una dictadura, se le siga designando-incluso en programas internacionales de TV-, como una “democracia con rasgos de autoritarismo” y consecuentemente “demócratas” a quienes día a día cercenan un pedazo adicional a nuestro sistema de libertades.

Es muy interesante la referencia que hace Ma. Lourdes Bueno Perez de la obra de Jorge Luis Borges acerca de la palabra (ver La palabra como fuerza generadora de la realidad en Borges http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/58918.pdf). De acuerdo a su criterio Borges vuelve una y otra vez sobre una constante: “…el tema de la palabra-o más específicamente del nombre- como elemento con capacidad para crear una realidad…Pues bien, si consideramos el acto creativo como la acción primigenia, original, de la que brotan luego el resto de las acciones, podríamos entender el concepto   como una fuerza poderosa que engendra la realidad tangible”

No pretendo indicar aquí que si dejamos de llamarlos “chavistas” el régimen caerá. Pero lo que sí es importante comprender es que mientras en el imaginario exista esa creación seguirá siendo realidad tangible porque nosotros mismos la seguimos alimentando y fortaleciendo día tras día. Debemos comprender que dejaron de ser “chavistas” al morir su autor, poniendo al descubierto una dictadura ramplona y peligrosa que estaba detrás de ese nombre y que mientras más se vista de democracia con nuestros votos será aun más difícil de exterminar.

Caracas, 3 de Noviembre de 2013

Twitter:@laguana