jueves, 11 de diciembre de 2014

Ciudadanos del mundo


Por Luis Manuel Aguana

Tal vez el 10 de Diciembre sea el día más importante para la Humanidad. Es el día cuando la Asamblea General de la ONU, en su Resolución 217A, aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Sin embargo, este reconocimiento fundamental de los Derechos del Hombre no fue casual, y vino precedido de una larga historia.

A juicio de mi ilustre profesor Antonio Rodríguez Yturbe “podríamos decir que, en un sentido general y no sólo para los nacionales de un país, comienzan a consagrarse(los Derechos Humanos) a partir del Siglo XVIII, con la Declaración de Derechos de Virginia, Estados Unidos, el 12 de Junio de 1776, primera colonia que emitió su Declaración. Esta reviste un particular significado: constituye la primera, en su tipo, de lo que podríamos llamar el moderno constitucionalismo…..La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, el 4 de Julio de 1776, en Filadelfia, en cuyo contenido está muy presente el pensamiento de Thomas Jefferson, constituye un siguiente paso de importante influencia. Aquí ya “se reconoce como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que a todos les confiere su creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que para garantizar esos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tiende a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o a abolirla, a instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en aquella forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y libertad”…” Subrayado nuestro (1)

Doce años después ocurre la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, piedra angular que llevó a la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa el 26 de Agosto de 1789, donde por vez primera se da “un sentido igualitario a las personas y se eliminan del trato oficial los reconocimientos a los títulos de nobleza….Es desde esa época de la Revolución Francesa, que cada vez más Estados van a contener dentro de sus constituciones referencias a los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.”(1)

Es por eso que los Derechos Humanos están íntima e históricamente relacionados a la manifestación de los ciudadanos de darse la forma de gobierno que ellos escojan ya que es un derecho inherente e inalienable a la persona humana. La Declaración Universal de los Derechos Humanos no hace sino formalizar el fondo de lo que en el devenir histórico de la humanidad los pueblos han buscado y conseguido afanosamente con sacrificio de vidas y sufrimientos. Estos valores sobrepasan el principio mismo de soberanía tradicional y ningún gobierno del mundo puede alegar soberanía si atropella los derechos humanos de su pueblo.

El cuadro que actualmente presenta Venezuela ante el mundo es el de un país cuyo régimen aborrece y niega esos principios elementales a sus ciudadanos. Las pruebas están a la vista de todos y ante ello no se puede alegar soberanía. De hecho, nosotros, los ciudadanos de este país llamado Venezuela, en el principio superior y universal del derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, desde aquí dentro tenemos el derecho y el deber responsable de organizarnos para conseguirlos, pasando por abolir una forma de gobierno contrario a los principios establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para comenzar, solamente el Artículo 2 de la Declaración Universal establece: “Toda persona tiene todos los Derechos y Libertades proclamados en esta Declaración….”.

Esa es la base universal sobre la cual descansa nuestro DERECHO a un llamado a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria. No tenían que existir artículos como el 5 o el 347, 348 y 349 en la Constitución venezolana. SON DERECHOS UNIVERSALES. El Pueblo es dueño de su destino como depositario de su soberanía y TIENE EL DERECHO de darse el gobierno que en justicia le de el máximo de felicidad posible, garantizándole su seguridad, libertad y demás Derechos Humanos establecidos en esa Declaración Universal, actualmente atropellados por un régimen que ha destruido los fines últimos de un gobierno para con sus gobernados.

Los venezolanos tenemos el deber de actuar en consecuencia de una manera civil y democrática, resguardando los principios universalmente reconocidos. NADIE puede poner en duda un proceso constituyente si se cumplen los extremos requeridos para todos aquellos que deseamos un cambio radical en la forma de gobierno. Ningún gobernante, léase Poder Constituido, puede imponernos una forma de gobierno írrita y no democrática, ni mucho menos reglamentar nuestro deseo hacia un cambio pacífico de gobierno.

Ya el mundo no es el coto cerrado de caza de los gobernantes de turno en los países. Ahora existe, con sus limitaciones, una comunidad de naciones a la cual le permea toda violación de derechos humanos en cualquier parte del mundo. Venezuela luce como una herida purulenta en el concierto de naciones civilizadas del planeta, exhibiendo torturas, persecución y encarcelamiento de líderes políticos y estudiantes, así como la restricción de libertades civiles y políticas. Y eso no cambiará por más groserías y basura que salgan por la boca de estos gobernantes ilegítimos.

Un Aniversario más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no hace sino afianzar lo que ya sabemos: este es un problema nuestro y que resolveremos nosotros. Sin embargo, resolverlo pasa por una comprensión cabal de esos Derechos que se reconocieron un 10 de Diciembre en la ONU. Si los venezolanos llegamos todos a comprenderlos en su debida profundidad y a convencernos de que es posible su aplicación porque tenemos las herramientas a nuestra disposición, no solo nos liberaremos de este régimen oprobioso sino que nos convertiremos en los ciudadanos del mundo que una vez fuimos, saliendo de nuestras fronteras a libertar a otros pueblos.

Caracas, 10 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana

(1)     Los Derechos Humanos y su inserción en el Derecho Internacional dentro del escenario geopolítico contemporáneo, Antonio Rodríguez Yturbe, Págs. 185-187, 60 Años de las Declaraciones Internacionales de los Derechos Humanos, Universidad Monteávila / Fundación Konrad Adenauer, 2008, ISBN 978-980-12-3530-9

sábado, 6 de diciembre de 2014

El verdadero reto


Por Luis Manuel Aguana

Vuelta a las explicaciones básicas. Me sigue llamando la atención que nos pregunten todavía: ¿Constituyente? ¿Con ese CNE? Eso significa que hay que volver al principio. Nuestro planteamiento en el Proyecto País Venezuela NO INCLUYE a los Poderes Constituidos. Es el llamado al pueblo venezolano a que pura y simplemente expresen su voluntad de ejercer su derecho a tener el gobierno que deseen, dentro de la mejor estructura institucional posible, rescatando para sí la soberanía que solo le pertenece a los venezolanos y que ha sido secuestrada por un régimen castrador de libertades. Parece sencillo pero la experiencia de estos meses nos ha demostrado que no lo es.

En efecto, y aunque no haya sido escrito en nuestra Carta Magna, el Pueblo como depositario de la Soberanía tiene el derecho a ejercerla. De eso se trató la famosa sentencia del la antigua Corte Suprema de Justicia que le dio paso al gobierno de Hugo Chávez para convocar a un proceso constituyente en 1999. Y luego esa sentencia se tradujo en el Articulo 347 de la Constitución vigente.

Si las encuestas indican que los venezolanos que desean un proceso Constituyente superan ya el 70%, entonces ¿por qué no se ha traducido eso en miles de firmas para el llamado constituyente de los amigos de Voluntad Popular (VP)? Porque la gente no es idiota y pregunta. Y el tema no es trivial. Aunque exista el dispositivo constitucional que nos permita ciertamente cambiar las estructuras institucionales del país y hacer “borrón y cuenta nueva” con un proceso así, ¿por qué no avanzamos más rápido en esa dirección? Hay entonces que ponerle una lupa a eso.

Ya habíamos explicado las razones para no apoyar la recolección de firmas para un proceso constituyente de acuerdo al planteamiento de VP (ver Réquiem para unas bases comiciales en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/09/requiem-para-unas-bases-comiciales.html). Sin embargo más allá de esa situación, el tema importante allí era que no se estaba tocando el fondo del problema. Si activamos este proceso no es para “pedirle el favor” al CNE para que chequee unas firmas o conduzca el proceso, sino para ordenarle al Poder Constituido Electoral que actúe de acuerdo a lo que indique el Depositario de la Soberanía, o simplemente descartarlo como órgano actuante en este proceso porque no creemos en absolutamente ninguno de los Poderes Constituidos, entre otras razones porque se encuentran contaminados por un gobierno extranjero. Es un problema de principios.

Somos NOSOTROS quienes debemos tener la certeza que tenemos las suficientes voluntades para activar el proceso Constituyente, de acuerdo a lo que dicta la Constitución, con el fin de demostrarles a todos los venezolanos y al mundo entero, que más de 3 millones de venezolanos deseamos contarnos de una manera transparente. ¿Qué plantea el Movimiento Constituyente que impulsa el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente? Organizar a la Sociedad Civil para eso en toda Venezuela.

En este sentido, hay dos importantes tareas que cumplir. La primera: si el Depositario de la Soberanía, ergo nosotros, nos vamos a empoderar de nuestra propia situación como Ciudadanos, entonces debemos explicarle al país y al mundo PARA QUE deseamos un proceso como este. Ese PARA QUE está contenido en el Proyecto que le estamos planteando al país desde hace más de 10 años y que se ha sintetizado en un Libro Resumen que ya estamos haciendo circular por Venezuela (ver Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente Libro Resumen, en http://goo.gl/s12exA); y la segunda: movilizarnos con el instrumento de recolección de firmas que hemos elaborado y el procedimiento para su empleo por todo el país, estableciendo en cada Estado la organización que seguiremos para acopiarlas. Y también en cada Estado, explicar los alcances de esto porque cada uno tiene sus propias particularidades.

Pero aquí no estamos pensando en un ejército de personas paradas en las plazas públicas deteniendo a la gente que pasa por allí para que firme. NO. Preferimos pensar en personas que entiendan muy bien EL PORQUE Y EL PARA QUE el país debe ir a un proceso constituyente, y el cambio hacia una forma federal del organización del Estado que planteamos para Venezuela y las razones que nos llevan a creer que esa es la solución.

Convencer en grupos cerrados a personas que se conviertan en facilitadores en toda Venezuela y que estos a su vez convenzan a otros y que las firmas se realicen en lugares de reunión y discusión ubicados en comunidades, y al final que  las personas se comprometan a defender esas firmas, no solo porque saben las razones por las cuales están firmando y para qué, sino porque es de todos nosotros el compromiso personal de salvar a Venezuela. Eso puede llevarse a cabo perfectamente en Asambleas de Ciudadanos, en las casas, en las comunidades, en pequeños grupos regados por todo el país.

Cada región decidirá cuál será su mejor momento para comenzar y nuestra labor es entregarles toda la información que requieran y contestar a todas sus inquietudes. Por eso estamos moviéndonos por toda Venezuela con grupos organizados de la Sociedad Civil en los Estados con la intención de hacer viral el planteamiento del Proyecto País. Aquí vamos lentos y con pie de plomo porque estamos muy apurados.

El plan, si es que se puede llamar de alguna manera, es llegarles a muchas personas y lograr que entiendan lo que deseamos hacer. Que internalicen la naturaleza de la profundidad del cambio que proponemos y que salgan a su vez a exponerla en sus propios niveles y con sus propias palabras. Si no logramos eso, no lograremos voluntades y en consecuencia tampoco esas firmas para un proceso constituyente como el que proponemos en el Proyecto. Si lo logramos, con solo informar organizadamente en todo el país el momento preciso, recogeremos esas firmas en muy corto tiempo.

Entonces se equivocan quienes piensan que el esfuerzo está en recoger unas firmas. El esfuerzo real está en convencer a la gente de la necesidad de cambiar de raíz un sistema  político disfuncional y que entiendan lo trascendental del planteamiento que hacemos desde el Proyecto País Venezuela, en especial en las regiones, explicándoles que pueden vivir mejor y cuál es la ruta para llegar a eso. El reto es convertir habitantes en ciudadanos, que se empoderen de una esperanza que puede convertirse en realidad, ejerciendo el poder que tiene un ciudadano consciente de sus derechos. Ese realmente es el verdadero reto.

Caracas, 6 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana

lunes, 1 de diciembre de 2014

Constructores de modelos


Por Luis Manuel Aguana

Esa frase del historiador Rafael Arraíz Lucca en la entrevista de Roberto Giusti el pasado domingo 30-11-2014 en El Universal (ver Horizontes, entrevista a Rafael Arraíz Lucca http://m.eluniversal.com/nacional-y-politica/141130/cuando-elegimos-al-presidente-lo-hacemos-por-un-emperador) me llamó poderosamente la atención. En efecto, nuestros Presidentes no han sido constructores de modelos sino luchadores políticos, y en consecuencia, no han estado allí para cambiar nada sino para acceder al Poder. Y en el caso de Caldera, como indica Arraíz Lucca, eso le sirvió a el como dirigente político pero no al país.

Esa frase toca el mero centro de nuestra discusión en el Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/). No estamos impulsando "un programa de gobierno" sino el cambio de las estructuras fundamentales sobre las cuales descansan las Instituciones del Estado, que de acuerdo a nuestro análisis y criterio no aguantan más, y generarán decepción y pobreza futura a los venezolanos si estas no son cambiadas, aun cuando los comunistas se vayan.

Paradójicamente Hugo Chávez si percibió el desmoronamiento del modelo imperante y lo aprovechó para comenzar a sentar las bases de un nuevo modelo, un Estado comunista donde él y su “nomenklatura” gobernarían para siempre. Eso hace al Comandante Eterno el último Constructor de Modelos de Venezuela, aunque eso no signifique que finalmente tenga éxito desde la tumba, así sus herederos hayan avanzado bastante en esa dirección.

Es por eso que aunque no nos guste, Chávez si entendió la necesidad de cambiar de raíz el modelo y, de acuerdo con algunas investigaciones realizadas, ya tenía perfectamente concebido a cual. Nos mintió llamándolo al inicio "la tercera vía", semejante a la del ex Primer Ministro británico Tony Blair, incluso indicando que nunca seria comunista. Pero todos vimos al final cual era la realidad de sus intenciones.

Todavía los demócratas no les ha caído la locha el concepto del cambio del modelo. Creen ingenuamente (o tal vez los ingenuos somos nosotros) que el problema es de "gerencia", de "mala administración", o “no aplicación” de la Constitución vigente, afirmando que cambiando al administrador se resuelve el problema, sin ver que el edificio se les está cayendo encima. Nadie nota- o quiere notar-, que el edificio esta inhabitable, las cañerías están abiertas, con la porquería rodando por la sala y las escaleras, con las paredes destruidas y el techo cayendo sobre nuestras cabezas, pero insisten que cambiando al administrador viviremos mejor. Incluso buscan al que más simpatía genera y habla más bonito frente a las cámaras.

Cuando en 1811 el primer constructor de modelos venezolano, Francisco de Miranda, establece, junto con otros pioneros, el modelo federal de gobierno en nuestra primera Constitución, siguiendo el mismo esquema establecido en la Carta Magna de los Estados Unidos de América, cometieron el error de creer que podía ser aplicable en ese momento histórico a un país como el nuestro.

Y como era de esperar, las cabras, que siempre tiran para el monte, terminaron imponiéndose en una ola de interminables gobiernos militares fuertemente centralizados. Miranda y el resto de nuestros fundadores sabían cual era el mejor modelo y lo escribieron en nuestra primera Constitución. Incluso el Libertador así lo confesó en el Manifiesto de Cartagena de diciembre de 1812 cuando indicó “El sistema federal, bien sea el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros recientes estados…”, ratificando de esa manera no una oposición hacia el sistema en sí, sino a su aplicación a nuestros Estados de reciente creación en ese entonces.

Pero han pasado más de 200 años, y el sistema federal ha evolucionado en los países donde se ha aplicado, proporcionando calidades de vida muchísimo mayores de las que jamás hayamos tenido nosotros. Sin embargo, no somos ingenuos al pensar que desterraremos con el cambio de un papel dos siglos de caudillismo y presidencialismo, pero es imperativo comenzar. Por eso bien decía el historiador Arraíz Lucca que cuando elegimos al Presidente lo hacemos por un emperador. Y desde 1999 con la nueva Constitución, no solo lo hacemos por un Emperador, sino por un Rey, un Dictador, un Mandamás, todo mezclado, siendo esto lo más alejado de la expresión civilizada de un gobernante que debe ser controlado por los ciudadanos que lo eligen.

Se hace un imperativo histórico romper ese paradigma centralizador y realizar un cambio hacia un sistema donde efectivamente el poder se acerque al ciudadano, repartiéndolo a cada nivel del Estado, haciendo un viraje de 180 grados del poder de uno hacia el poder de muchos. Eso trae como consecuencia un sistema de controles diferente y la limitación drástica de lo que pueden hacer nuestros gobernantes con los recursos que son de todos.

Y dentro de ese imperativo nos encontramos también en una encrucijada histórica. “O inventamos o erramos”, indicaba el Maestro Simón Rodríguez. Nunca antes esas palabras cobraron más significado que ahora. Aquellos que nos indican que es una locura cambiar el modelo porque en nuestra sangre corren 200 años de caudillismo civil y militar, es la misma expresión, conservando las distancias ,de aquellos que decían que era imposible que una persona de color llegara a la Presidencia de Suráfrica y Mandela lo logró. Las cosas pueden cambiar aunque se vean muy difíciles…

Nos toca parir nuevos Constructores de Modelos. No es solamente sugerir sino construir e implementar un nuevo modelo político para el país porque el que tenemos ya falleció antes que apareciera por primera vez el Comandante Eterno. Desde el Proyecto País Venezuela estamos planteando uno y eso es solo el comienzo. Y para discutirlo proponemos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Y aquellos que crean que todo termina allí, están muy equivocados. Será más bien el comienzo de una nueva etapa donde todos los venezolanos aprenderemos de la nada a ser los nuevos constructores de un mejor país. La vida nos enseña que esa es la única manera en que las personas y los países se hacen adultos y desarrollados.

Caracas, 1 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana