martes, 10 de marzo de 2015

Mujica, militares y Constituyente


Por Luis Manuel Aguana

“Este gobierno no sale con votos”. Esa es la consigna de aquellos quienes han abogado por la salida de fuerza del régimen. Así salió Isaías Medina Angarita en 1945, Rómulo Gallegos en 1948, Marcos Pérez Jimenez en 1958 y así también intentó salir Chávez del gobierno de CAP aquel funesto 4 de febrero de 1992.

Ciertamente la salida democrática para los cambios de gobierno basada en el voto como expresión de la voluntad popular y contada de una manera transparente ha sido relativamente escasa en nuestra historia republicana. Solo a partir de 1959 y hasta la última elección sin escrutinios automatizados se podría decir que fueron transparentes.

Algunos podrían indicar que hubo elecciones de resultados dudosos en ese período, como el caso de Rafael Caldera y Andres Velásquez en 1993, pero en general todos los participantes en encuentros electorales nunca levantaron el expediente del fraude haciendo dudar del árbitro electoral.

Sin embargo, a partir de 2004, con la instauración de la maquinaria electoral y el cambio de las reglas en relación a los escrutinios, cambiando el sistema de escrutinio manual por una verificación estadística, en Venezuela nunca más se contó con un organismo imparcial en el que todos los venezolanos pusiéramos nuestra confianza. El régimen cambió la ley electoral a su antojo y a su conveniencia y eso más que nada dividió definitivamente a la oposición en nuestro país.

Por un lado están aquellos que creen que con el sistema electoral del CNE (leyes, reglamentos, maquinas y sistema) pueden vencer al régimen. Y por otro lado, estamos aquellos que creemos que si todo el sistema institucional del país está podrido, ¿por qué razón no podría estarlo también el sistema electoral? ¿Simple, no? Y si esa parte de la llamada oposición democrática “lo cree” públicamente a sabiendas de la parcialidad del organismo electoral, entonces la lógica nos indica que están colaborando con el régimen para afianzar su permanencia en el poder.

Ahora bien, dentro de aquellos que NO CREEMOS en el sistema electoral se encuentran personas que no ven otra salida sin la intervención de los militares. Muchos han sido los videos, exposiciones públicas, foros  y artículos de opinión donde se exhorta a los militares a “cumplir con la Constitución” y regresar a Venezuela a un régimen de libertades, pero eso aún no ha ocurrido. Y hasta ahora pensaba que era igualmente improbable hasta que una importante figura aliada internacional del régimen sale en su defensa en medio de su descalabro, advirtiéndole de un posible “golpe” de unos “militares de izquierda”. Esa advertencia me llamó poderosamente la atención.

Si algo desmontó el Galáctico antes de morirse fue a las Fuerzas Armadas tal y como las conocíamos hasta el 2002. Hasta ahora siempre hemos pensado con el mapa mental equivocado, que unas Fuerzas Armadas “leales” a la democracia se alzarían para su reinstauración, cuando de hecho eso en el fondo no existe. Existe una sola Fuerza Armada que será leal al régimen hasta cuando se alce, en función al balance de poder que allí exista.

Es por eso que el ex Presidente José Mujica en unas recientes declaraciones teme que ese balance se desplace hacia unos “militares de izquierda” (ver entrevista a José Mujica por el País TV en http://youtu.be/j6eIo7Qe9G4) y con eso la “defensa democrática se va al carajo”. En otras palabras, el poder vaya a unos militares que de acuerdo a su criterio cometerían “un gravísimo error que se salieran de la Constitución”. Tal vez el ex Presidente desconoce-ingenuo yo quizás- que ya estamos de largo fuera de la Constitución, y en las manos de su aliado que nos desgobierna, no por ella, sino por un Plan de la Patria inconstitucional.

Cuando uno oye a alguien de la experiencia política del ex Presidente Mujica decir de una manera maniquea que hay dos ramas de la oposición en Venezuela (ver los primeros dos minutos y medio de la segunda parte de la entrevista a Mujica de El Observador TV en http://youtu.be/wvCSrEYs8K8), una “democrática” (Capriles-MUD) y otra “golpista” (López, Ledezma y María Corina) y que hay “libertad de prensa” porque la prensa “dice cualquier cosa”, y que las condiciones en las que arrestaron al Alcalde Mayor no las sabe-“yo que sé”-, entonces uno se empieza a preguntar ¿será que de esos “militares de izquierda” surgirá la solución de la tragedia venezolana?  No dicho por mí, sino por uno de los más conspicuos amigos del régimen del Ilegitimo.

Lo lamentable de todo esto es que todavía hay a esos niveles quienes como Mujica le dicen al mundo (tal vez no porque en realidad lo piensen), que en Venezuela hay democracia y que para cambiar el gobierno “legítimamente electo” debe utilizarse el voto. Pero para nosotros que nos calamos esta dictadura, la lógica nos indica que eso no es posible. No hasta tanto no existan las condiciones electorales suficientes y nos contemos de una manera pacífica. Lo que podemos hacer mientras tanto los ciudadanos es resistir civilmente, insistiendo en las calles por un proceso que nos reunifique para reconstruir el país poniendo como condición indispensable que el voto para hacerlo sea transparente.

Nuestra propuesta es la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) como mecanismo de reencuentro real pero requiere que los votos sean contados de una manera tal que todos los venezolanos tengamos el convencimiento que el proceso fue limpio y transparente. ¿Pero cómo lograr un voto transparente? ¿Cómo lograr que un régimen de esta naturaleza se cuente?

Nadie puede negarnos la democracia. Ese es el estandarte del mundo civilizado. Si el Poder Originario del pueblo venezolano no se impone ahora debido a la fuerza de unos poderes constituidos corruptos, a la larga se terminará imponiendo en la misma medida que ese pueblo entienda quien es el verdadero dueño de la soberanía.

El régimen solo responde cuando la gente está en las calles oponiéndose, por encima de esa oposición “democrática” del ex Presidente Mujica, quien reconoce que una situación como la nuestra debe tener una salida de carácter constitucional y que el trabajará para que eso ocurra, porque “es lo que más nos convendría a todos”. Espero que cuando llamemos a esa Constituyente lo haga. Su palabra vaya adelante…

Caracas, 10 de Marzo de 2015

Twitter:@laguana

lunes, 2 de marzo de 2015

La Descentralización: crónica de un “autosuicidio” interminable


Por Luis Manuel Aguana

Difícilmente pueda encontrarse un documento más premonitorio de la muerte del sistema de partidos que el mensaje que dirigió al Congreso de la República el entonces  Ministro de Estado para la Descentralización, Dr. Allan Brewer Carías, en enero de 1994 (ver Mensaje al Congreso en Allan Brewer Carías, II, 2, 97. Informe sobre la Descentralización en Venezuela 1993 – Junio 1993-Febrero 1994 en http://goo.gl/5IFBcH). Los muchachos de las nuevas generaciones políticas harían bien en leer con cuidado ese Mensaje al extinto Congreso.

En un documento de más de mil páginas contentivo de las Memorias del entonces Ministro de Estado para la Descentralización, el Dr. Brewer Carías detalla los esfuerzos realizados por el Gobierno de Transición de Ramón J. Velázquez por salvar al sistema de partidos de su propia destrucción. Pero ya era tarde. En enero de 1994 los venezolanos ya habían elegido a Rafael Caldera en una elección insólita donde un hombre sin partido y sin maquinaria, había derrotado a las dos principales fuerzas politicas del país. Era un mensaje claro de los venezolanos a los partidos políticos de que las cosas no podían continuar de la manera como venían desarrollándose y que ese próximo gobierno debía continuar y profundizar, como lo sugería el entonces Ministro, el proceso de descentralización:

“Ahora bien, en mi criterio, la política de descentralización, definida como política nacional por el Gobierno del Presidente de la República, Dr. Ramón J. Velásquez, ha estado y está establecida y diseñada con ese objetivo. La descentralización es el instrumento para lograr la participación política; y la participación es actualmente la única vía para que nuestra democracia se perfeccione. / Por eso, la descentralización ha estado en estos últimos tiempos y estará en el futuro próximo, en el centro de la política de cambio. Por ello, hemos dicho que hasta cierto punto, con la descentralización nos estamos jugando la democracia (La Política de Descentralización, pág. 21, negritas y subrayado nuestro).

Sin embargo, y aunque se diera un paso fundamental con la promulgación de la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público en 1989, y la adopción por parte del Presidente Velásquez de una política de Estado para el logro de ese fin, muy poco entendieron los partidos políticos que en ello se les iba la vida a partir de 1994, bloqueando políticamente cualquier intento de profundizar el proceso iniciado, cayendo estrangulados con la elección de Hugo Chávez en 1998. En realidad, visto desde esa perspectiva, los partidos del status se “autosuicidaron”, y nos asesinaron la democracia en el camino.

Y aunque las decisiones que se tomaron en ese breve periodo pudieron comprometer al naciente gobierno de Caldera, como lo indicó el Ministro, ni ese gobierno ni su oposición política advirtieron que estaban sepultando la democracia, haciendo poco o nada para profundizar el proceso descentralizador: “Por eso, siempre dije que las decisiones que estábamos tomando en materia de descentralización, en este corto período de transición, eran decisiones que iban a comprometer al nuevo Gobierno, el cual, en mi criterio, tiene que continuar el proceso, porque entiendo que es un proceso de sobrevivencia de la propia democracia (La Política de Descentralización, pág. 22, negritas y subrayado nuestro).

Es poco lo que se puede agregar. Caldera no pudo levantar el proceso de descomposición política que ya se había iniciado con su elección, y los resultados no se hicieron esperar. Los venezolanos votaron en 1998 por algo completamente diferente, como ya lo habían hecho en diciembre de 1993, aceptando las promesas de un golpista que decía tener todas las respuestas. Visto desde esa perspectiva, fuimos entonces nosotros los venezolanos quienes nos “autosuicidamos”.

Pero lo más increíble es que todavía no se haya aprendido la lección. Luego de todo lo que ha pasado en estos 16 años luego de 1998, los partidos insisten en volver por la senda de algo que es de suyo irreversible. Insisten en mantener un modelo que ya agonizaba en 1993 y muere en 1998. Como lo afirmó Brewer Carías en su Mensaje, finalizaba el ciclo del Estado Democrático Centralizado.

Hay que hacer notar que el Mensaje de Brewer Carías se da en un momento donde comenzaba el último periodo de la democracia conocida. Las advertencias  eran procedentes y había todavía chance de desmontar un país altamente centralizado política y económicamente. Y fueron desoídas.

La Constitución de 1961 daba la  oportunidad de montar un sistema federal de gobierno hasta donde fuera posible, en los "términos” de esa misma Constitución. Sin embargo, ese tiempo político se perdió en la incomprensión de los liderazgos partidistas.

El planteamiento era claro. Dada una Constitución vigente, se pretendía desmontar todo el andamiaje de competencias administrativas y políticas, creando un proceso indetenible que enraizara la democracia. Pero ni se quiso soltar el poder político ni tampoco darle sustento económico a un nuevo modelo. Se coartó la participación directa de los Estados y Municipios en el IVA que ellos mismo producían, dejando de paso ese dinero en manos del Poder Ejecutivo que lo repartiría a su conveniencia a través de la figura de un pote que denominaron Fondo Intergubernamental para la Descentralización, desembolso que estaría atado a las competencias efectivamente transferidas. Una descentralización de papel y otro engaño para el pueblo.

Y entonces llego Chávez, haciendo caída y mesa limpia a ese proceso que había comenzado de manera incipiente, destruyendo el proceso de descentralización, y generando una Constitución más centralista que la anterior. Y para colmo inicia un proceso de cambios en el sistema político (Plan de la Patria) para quedarse eternamente en el poder. Esa es la guinda de la torta autoritaria.

Entonces, ¿cual debiera ser la respuesta de aquella dirigencia política opositora, que aun esta vivita y coleando, que luego de haber oído a Brewer Carías en aquel Congreso de 1994, desoyeron o no entendieron el mensaje? ¿Volver a lo mismo-o peor- pero con otra Constitución y otro ordenamiento jurídico que se ha montado durante 16 años? ¿Volver a ese "sistema de partidos" del Estado Democrático Centralizado que moría en 1993 y enterramos en 1998? Pues eso es lo que nos están planteando los partidos políticos actuales con el espejismo de sacar a este régimen a punta de votos controlados.

Si en algo el Mensaje al Congreso del Ministro para la Descentralización fue premonitorio era que el proceso descentralizador era irreversible y no profundizarlo implicaba la muerte de la democracia. Entonces, la pregunta fundamental radica en si seguiremos insistiendo en el error o le damos un vuelco al sistema, haciendo por la vía Constituyente lo que debió haber hecho la dirigencia política por la vía del desmontaje de un sistema inviable para evitar la muerte de la democracia.

Pues bien, ese vuelco ahora se llama Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) cuya ejecución solo puede concretarse llamando al pueblo depositario de la soberanía a activar un proceso constituyente en los términos que este se dé y estableciendo en una nueva Asamblea Nacional Constituyente un país verdaderamente Descentralizado y Federal. Eso o terminar de enterrar la democracia. El resto son engaños de aquellos que en su mal morir y en su permanente escape hacia delante nos están llevando a todos por el medio. Depende de nosotros seguir “autosuicidandonos” en una crónica que se ha hecho interminable…

Caracas, 2 de Marzo de 2015

Twitter:@laguana

lunes, 23 de febrero de 2015

La hora de la verdad de un Acuerdo para la Transición


Por Luis Manuel Aguana

“Los liquidarán uno por uno. Muchos piensan que será a otros pero no a ustedes,
y eso se lo dicen porque no ven que el número de ejecución
lo tiene cada uno de ustedes en la espalda”
Diego Arria, “La hora de la verdad”

“Cambiar un régimen implica una transición, una modificación en el sistema de reglas sobre el que se sustenta. Y ese cambio de reglas no puede confundirse con un simple cambio de gobierno, cuestión que no implica más que alternabilidad. Por ello cuando sostengo que necesitamos una transición, me refiero a que es necesario desmontar todo el aparataje que se encuentra al servicio de Hugo Chávez. No simplemente sustituir a Chávez, sino derrumbar el sistema que le ha permitido actuar impunemente”. Esto lo publicó Diego Arria, así como la cita que encabeza esta nota, en su libro “Venezuela. La Hora de la verdad” (1). Sin embargo Arria, antes de la publicación de su libro, ya venía insistiendo en el tema de la transición desde hacía mucho tiempo, al punto de haberlo hecho público a la nación en el debate de los precandidatos de la Unidad en Noviembre de 2011 en la UCAB (Diego Arria – Debate de Precandidatos http://youtu.be/-232d0eHJ7A. Ver Debate completo en http://youtu.be/gJji8xoXEAI).  Lamentablemente ni la oposición, ni el liderazgo opositor entendieron el concepto sino luego de más de dos años-casi tres-, un montón de muertos y una economía devastada.

Por eso le damos la bienvenida al llamado a los venezolanos a un Acuerdo Nacional para la Transición firmado por María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma (http://www.ventevenezuela.org/comunicado/).  Pero lamentablemente llega tarde, demasiados muertos tarde, y además incompleto. Algunos dirán que me volví loco al decir estas cosas de un documento al que prácticamente está apoyando hoy toda la oposición, y que entre otras cosas le ha costado la cárcel a uno de sus líderes más importantes, Antonio Ledezma, habiendo arreciado la persecución a María Corina Machado. Pero a veces es necesario ir a contracorriente cuando por convicción honesta creemos que se está cometiendo un error. Por eso a esas personas les digo que el llamado a un Acuerdo Nacional para la Transición, además de llegar tarde, carece de una pieza fundamental, sin la cual solo es una lista de deseos que pueden convertirse en una frustración más en esta historia lamentable de la oposición: la vía constitucional para llegar a ella.

En efecto, al Acuerdo le faltó lo que el régimen ahora le imputa a Ledezma: ¿cómo se llega a una Transición sin antes haber cambiado el gobierno? De acuerdo al régimen, Ledezma, María Corina y Leopoldo “conspiraban” para dar un golpe de Estado para realizar lo que indican los tres puntos del Acuerdo.

Si bien es cierto hay una percepción nacional, como indica el Acuerdo, que “el gobierno de Maduro ya entró en una fase terminal” por todas las barbaridades que a diario vemos los venezolanos, no menos cierto es que nadie tiene la certeza de ese “ineludible derrumbe” que todos queremos que se haga realidad, pero que tenemos meses, y años esperando-salvo que estemos conspirando, como dice el régimen. Por eso es que se adelantan y señalan a los firmantes como que ellos tenían esa certeza porque estaban urdiendo un golpe de Estado, y en una jugada de laboratorio descabezan a la oposición de uno de sus líderes fundamentales. Cualquiera diría que son novatos los que están conduciendo la estrategia opositora (¿o lo son?).

En Venezuela es necesaria una transición. Hace justo un año, el 17 de febrero de 2014 un importante grupo de venezolanos, entre los que me honré estar, hicimos público un documento titulado “Urge una transición para rescatar la democracia en Venezuela” a través del portal de Venezuela Soberana (http://venezuelasoberana.com/urge-una-transicion-para-rescatar-la-democracia-en-venezuela/), donde se expusieron “las razones por las cuales es inevitable que en Venezuela se produzca cuanto antes una transición amparada en la Constitución, con el fin de evitar una catástrofe humanitaria, rescatar la democracia y reconstruir la República” (negritas y subrayado nuestro).

¿Cuál es la diferencia fundamental de este comunicado de hace un año con ese Acuerdo publicado por María Corina, Leopoldo y Ledezma? Que allí establecimos clara y explícitamente que la transición debía llegar por medios constitucionales. La omisión de ese detalle tan significativo le dio pié al régimen a interpretar como le dio la gana ese Acuerdo, utilizándolo como excusa y prueba abierta de un golpe, aún sin tener la más mínima evidencia en contra del Alcalde Metropolitano ni el resto de los firmantes.

Ahora bien, Diego Arria indicaba en su libro “La transición que propongo consiste en sustituir el régimen totalitario vigente en Venezuela por un Estado Democrático y de Derecho, y así garantizar la gobernabilidad y la vigencia de un sistema de libertades y de respeto a los derechos humanos. El medio para lograr tal cometido es la Asamblea Nacional Constituyente. Si algunos han sostenido que ya experimentamos recientemente (1999) un proceso constituyente y que otro sería contraproducente, se me hace necesario recordar que mi propuesta no implica ruptura constitucional alguna(negritas y subrayado nuestro). Simple, claro y diáfano como el cristal, dicho años antes de que nuestros líderes opositores entendieran tarde que eso era necesario. Esto es lo que buscamos en el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/).

Sin embargo, deseo que no se entienda mal el planteamiento que hago aquí en relación al llamado a un Acuerdo para la Transición realizado por estos importantes lideres de la oposición. ¡Por supuesto que es necesario un Acuerdo! pero nuestra oposición sigue insistiendo en seguir dando bandazos sin confeccionar una estrategia clara y única para lidiar con este régimen que cada día está cobrando más espacios, razón por la cual el Acuerdo luce descolgado de un marco estratégico global, cayendo en errores que cuestan muchísimo a la oposición democrática.

Diego Arria no formuló estas advertencias en 2011 porque tenía una bola de cristal, ni porque era el Nostradamus de la política venezolana. La formuló porque de ese podio en la UCAB era el que tenía más kilometraje político nacional e internacional, y veía el problema que se nos venía encima con la claridad de quien ha manejado asuntos de Estado, diciéndoles a los venezolanos y a esos muchachos que competían con él, que era necesaria una transición constitucional para arreglar institucionalmente al país ANTES de poder pensar en la alternabilidad política. Lamentablemente tanto a Leopoldo López como a María Corina Machado, presentes en ese encuentro, no les cayó la locha en ese momento sino hasta ahora.

Ese programa de tres puntos del Acuerdo es absolutamente necesario, pero para que este sea realmente efectivo para los fines que persigue, ANTES hay que CONSTITUCIONALMENTE LLEGAR A ESA TRANSICION. No es algo a lo que podamos llegar por generación espontánea, ni por deseos que no preñan. Hay que trabajar por eso, convenciendo a los venezolanos que es necesario cambiar el sistema político, y explicando para qué es necesaria una profunda reingeniería al Estado y a la Constitución. Y eso no se logra por otro camino diferente que trabajar por la convocatoria en Elecciones Auténticas del pueblo depositario de la soberanía a una Asamblea Nacional Constituyente, sin trampas, bloqueos o cortapisas de un CNE entregado al régimen.

Creemos que esto es posible pero convocando a los que más experiencia tienen, sin mezquindades, ni facturas, ni odios del pasado. Diego Arria hubiera sido un excelente candidato para los dos o tres años que propuso para esa transición que indicó en el debate de la UCAB, trabajando para abrirles el camino futuro a esos jóvenes que se encontraban con él en esa contienda. Pero lamentablemente la oposición venezolana no asimiló el mensaje que Arria advirtió en ese momento, con todas las consecuencias que ahora estamos viviendo. Pero lo más grave es que hasta ahora todavía no lo asimila.

La solución de los problemas de la complejidad y la magnitud de los que ahora padecemos requiere de mucho más que un enfoque electoralista. Requiere de una unidad efectiva que convoque a todos los venezolanos, en especial a los que más experiencia política tienen, para evitar que nos liquiden “uno por uno” con un numero de ejecución pegado en la espalda, entendiendo que ir a unas elecciones Parlamentarias no puede estar por encima del país, trabajando unidos para acordar una estrategia común que nos lleve a establecer un camino Constitucional a esa transición. Arria llamó a esa unión la Gran Alianza Nacional. Ojala esta vez le hagan el caso que no le hicieron en el 2012, porque sin duda, y parafraseando a Diego, esta es la hora de la verdad. Y vistas las circunstancias, creo que también lo es para ese Acuerdo para la Transición…

Caracas, 23 de Febrero de 2015

Twitter:@laguana

(1)     Diego Arria,Venezuela, La hora de la Verdad, Caracas Agosto 2012, ISBN 978-980-12-6002-8, Editorial EX LIBRIS

viernes, 20 de febrero de 2015

La hora de las definiciones


Por Luis Manuel Aguana

“¿Lo llamamos ya dictadura o todavía no?” rezaba un cartel en una foto de un enmascarado anonymous del twitter (https://pbs.twimg.com/media/B-PfyISIEAIck9v.jpg:large), pidiendo definiciones. La oposición llevaba años en ese manguareo hasta que el 23 de Enero de 2014, Leopoldo López y María Corina Machado caracterizaron al régimen como una dictadura y llamaron a una “salida” constitucional de este régimen. A este acto se sumó Antonio Ledezma en la Asamblea de la Plaza Brión de Chacaíto el 2 de Febrero de 2014. Muchos dijeron-y todavía dicen- que eso fue un error que alborotó las calles y produjo 43 muertes de jóvenes venezolanos. Ya se cumplió un año que el régimen encerró a Leopoldo López en Ramo Verde responsabilizándolo por eso.

Pero ninguno de esos líderes fueron responsables de lo que pasó en las calles, ni aunque lo hubieran querido. La situación de violencia generada por el régimen producto de unos sucesos ocurridos con unos estudiantes en el Táchira, y cuya responsabilidad corresponde a esa Gobernación, como bien se supo posteriormente, desbordaron la ira incontenible de una población que no encuentra respuestas, ni en el gobierno ni en la oposición. Ya los venezolanos conocemos bien lo sucedido con “La Salida”. Posteriormente la historia juzgará si ese llamado estuvo o no justificado.

Pero lo que sí es cierto es que una oposición que no hace más que perder elecciones desde el año 2004, con un árbitro parcializado y con unas maquinitas que amenazan al elector, cuando a todas luces el CNE se negó a revisar Acta por Acta con los Cuadernos Electorales en una elección presidencial a todas luces dudosa, hace que los venezolanos no podamos sino poner en tela de juicio aquellos que nos representan en el campo opositor. ¿Será que de verdad creen que las cosas cambiaran pero sin hacer nada para que cambien? O peor aún, ¿será que no les interesa que cambien? Sería el colmo de la aberración.

Esto es como el típico caso de la mujer a quien le pega el marido y ésta se niega insistentemente a denunciarlo por aquello de que “me quiere pero a su manera”. Todo el mundo ve que el tipo es un desquiciado pero menos su mujer. Hasta que el marido hace algo verdaderamente horrible que a la mujer no le queda otra que reconocer que es un bicho al que hay que encerrar y botar la llave.

Pues bien, parece ser que a eso estamos llegando con la persecución desatada ayer en contra de líderes de la oposición. Luego del secuestro a tiros hecho al Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, agrediéndolo y sacándolo de su oficina sin ninguna orden judicial por funcionarios del SEBIN, en una muestra abierta de autoritarismo dictatorial; y la persecución abierta desatada en contra opositores oficiales como Julio Borges, y las amenazas reforzadas en contra de María Corina Machado, al parecer la mujer está empezando a entender la clase de bicho que resulto ser el marido.

No era suficiente para la oposición oficial considerar una dictadura al gobierno por las torturas hechas en la nueva Rotunda que llaman “La Tumba” de la Plaza Venezuela ni las violaciones a los Derechos Humanos en contra de Leopoldo López, Daniel Ceballos y Raúl Isaías Baduel en Ramo Verde; ni las decenas de estudiantes y manifestantes en régimen de presentación a los Tribunales a quienes permanentemente les están violando sus Derechos Humanos. No. Era necesario que el régimen los persiguiera a todos, los de “La Salida” y a los conchupantes también.

Y voy a decirles algo que les parecerá chocante: esa es la verdadera UNIDAD. Nos comienzan a perseguir a todos, comenzando por las cabezas más visibles. Y allí no hay colaboracionismo que valga. El régimen arrebata porque se siente arrinconado. No resuelven ni el más mínimo problema de la gente, simplemente porque no pueden, se lo comieron o se lo robaron todo. Ya no necesitan de ningún colaboracionista al que sobornar para convencer a nadie, entre otras cosas porque ese presupuesto también se acabó. Están jodidos y punto. Y para sostenerse en el poder necesitan arrebatar y atropellar a quien consideren peligroso, encasquetándole el remoquete de “golpista”, lo que en el fondo son ellos mismos. Toda una macabra ironía.

Llegó entonces la hora de las definiciones. “O eres molusco o eres marisco” como decía el cómico Joselo. Ahora sí, o “Todos somos Leopoldo”, o estamos con el régimen. No hay nada en medio. Lo que está pasando obliga a la oposición a definirse. Hasta ahora la habíamos llamado “oficial”, “colaboracionista”, “vendida” y pare usted de contar. Ahora o corre o se encarama. “¿Lo llamamos ya dictadura o todavía no?” como decía el cartel mencionado. ¿Optará por convertirse en resistencia o simplemente callarán y bajarán la cabeza, aceptando el próximo fraude electoral del régimen en las Parlamentarias? Si hacen eso morirán con él cuando le toque.

En caso que decidan convertirse en una oposición verdadera o resistencia, eso conlleva a una serie de posturas nunca antes vistas en la oposición que hemos conocido hasta ahora. Aquí no mencionaré cuales podrían ser pero imagino que ya se dan una idea. Nos une ahora el hecho cierto que todos estamos en el mismo barco. Todos somos candidatos a los calabozos de los sótanos de “La Tumba” o de Ramo Verde, a todos nos pueden allanar y llevarnos a rastras como a Ledezma cuando al régimen le de la gana, utilizando un Patriota Cooperante tarifado, a todos nos necesitan callados en una cola de Mercal o Bicentenario. Si arrastraron al Alcalde Mayor, ¿qué puede esperar cualquiera?

¿Estarán los líderes de esa oposición oficial, aquellos que en su oportunidad dijeron que Leopoldo se había “metido preso solo”, en disposición de tomarse una fotografía con un cartel al frente que diga “Todos somos Leopoldo”? Pues más les vale, porque ahora el régimen obliga a una unidad forzada por la persecución. En ello tal vez se nos vaya la vida democrática de Venezuela.

Caracas, 20 de Febrero de 2015

Twitter:@laguana