viernes, 18 de mayo de 2018

Después del 20 de Mayo

Por Luis Manuel Aguana

Vuelvo al mismo tema que abordé el 13 de Octubre de 2017, a dos días de las elecciones de gobernadores del año pasado (ver Abstención en tiempos de colaboracionismo, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/10/abstencion-en-tiempos-de.html) porque creo que con diferentes escenarios se está presentando la misma circunstancia. Decía el año pasado: Colocar en contraposición a aquellos que desean votar con aquellos que no lo desean por las razones internacionales antes expuestas es por decir lo menos, un acto de miseria y de manipulación abyecta de una oposición colaboracionista que necesita de esos votos a como de lugar con unos propósitos que van en la misma dirección que los propósitos del régimen: la supervivencia.

Ahora a dos días de las elecciones del 20 de Mayo de 2018, ¿ha cambiado en algo el propósito de los actores políticos de enfrentar a los venezolanos por una falsa disyuntiva entre votar y no votar? Pareciera que no se ha aprendido nada de lo que paso después del 15 de Octubre de 2017. La gobernadora electa del Táchira que se arrodilló ante la ilegitima Constituyente de Maduro, tuvo en la práctica el mismo destino que el gobernador electo del Zulia que se negó a hacerlo: ambos en la práctica no están gobernando sus entidades federales.

¿Votar en dictadura? ¿Qué significa eso? Eso es lo que debe preguntarse realmente el venezolano. O lo resolvemos, o seguiremos engañándonos en la fantasía de que un régimen como el que hay en Venezuela “entregará” el poder porque los votos ordenaron. Poco a poco la dirigencia política ha ido comprendiendo eso que la comunidad internacional entendió después de cientos de muertos en las calles, y que los políticos de la MUD todavía no acaban de entender por más que ahora digan que no van a las elecciones del 20M “por falta de condiciones electorales”.

¡Qué condiciones electorales, por Dios! Hasta la Conferencia Episcopal Venezolana ha caído en esa trampa luego de una claridad meridiana acerca de la naturaleza del régimen. Exigirle elecciones auténticas a este régimen es como exigirle manzanas a una mata de mango. Y si las hubieran, lo que sería un completo absurdo por el carácter autoritario del régimen, todavía está sin resolver el problema de una Constituyente ilegitima que impedirá el cambio del poder. Toda una trampa sin salida.

Ustedes dirán: entonces lo que tú quieres es que nos coma el tigre. No, lo que yo quiero –y desde hace muchos años-, es que todos rememos en el mismo sentido y para el mismo lugar, aunque tengamos diferencias. No que unos venezolanos digan que van a votar porque los colaboracionistas pagados por el régimen les ofrecen la fantasía de Disney de la vuelta a la democracia por los votos, y otros digan que no votarán esperando que por alguna razón inexplicable el régimen se vaya solo. Ambas posturas son un engaño a la población. Y en esas posiciones irreconciliables el país se nos cae a pedazos, muriendo más gente que en una guerra.

Se preguntarán ustedes porque está ocurriendo esto. Podríamos aquí dar vueltas a muchas teorías que expliquen porque los venezolanos no hemos sabido unirnos alrededor de una solución común que expulse a estos delincuentes. Pero eso sería conducir mirando por el retrovisor. Veamos más bien hacia delante. Los colaboracionistas son parte de la existencia de los regímenes autoritarios. Ellos siempre tendrán una excusa para justificar su existencia. Así que si no hubiera existido Henri Falcón y todos los que lo acompañan a esa elección del 20M para el futuro sostenimiento del régimen, tengan la seguridad que hubiera sido otro el que se hubiera prestado a esa farsa. Ese no es el problema.

El verdadero problema es que todavía haya venezolanos que no hayan asumido el carácter autoritario de un régimen que pretende tutelar la vida de todos nosotros, utilizando los medios que dispone, incluido ahora el racionamiento de comida a través de una tarjeta, versión del siglo XXI del cartón de racionamiento cubano. El éxito del régimen no está en que se celebren esas elecciones ilegalmente convocadas. El éxito estará en que al menos un venezolano concurra a certificarles la farsa, para luego ellos proceder a reventar posteriormente lo que queda de institucionalidad.

El colaboracionismo de Falcón utilizando el chantaje del voto como única salida, le pide  a los venezolanos ir a votar el 20M, siendo el mismo chantaje que se utilizó cuando un grupo de técnicos pedíamos Elecciones Auténticas sin ser escuchados. Pero son tan colaboracionistas los que ahora no concurrirán a las elecciones el 20M, aduciendo que harán fraude, pero certificaron una y otra vez las trampas del CNE. No porque ahora no son cómplices para esta elección, no implica que no son responsables de lo que sucede.

Absolutamente todos los dirigentes políticos, aun los más radicales y que ahora se dan golpes de pecho indicando que las elecciones son un fraude, decían que lo que había que hacer era sacar más votos que el régimen. Lamentablemente el tiempo nos dio la razón y al final entendieron que no se le puede ganar a una ruleta arreglada (ver Crónica de un CNE anunciado, en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/09/cronica-de-un-cne-anunciado.html).

Después de eso, ¿cómo convencer a la gente de que no se debe ir a votar, en un discurso contrario? Esa es la verdadera contradicción y que de alguna manera pagaremos todos los venezolanos después del 20 de Mayo. Alguien saldrá a votar además del chavismo duro y los miles de venezolanos que acorralados por el hambre no les quedará de otra, so pena de que les quiten las cajas del CLAP. La gente del candidato Henri Falcón, de “El Tigre” Eduardo Fernández, del “Negro” Claudio Fermín irán a votar. Eso fue lo que consiguió toda la oposición oficial al darle la certificación electoral al régimen por más de 15 años. Y de eso son culpables. De esas lluvias vendrá el lodo del 20 de Mayo.

Pero después del 20 de Mayo ya no habrá más discurso electoral que valga. Todos los venezolanos estaremos de acuerdo al menos en eso. De hecho el régimen acabará por esa razón con las elecciones tal y como las conocemos, al promulgar una nueva Constitución comunista proveniente de los laboratorios constituyentes de Delcy Rodríguez y sus asesores cubanos.

Si Falcón, Fermín y Fernández creen que cogobernarán con Maduro como pago del acompañamiento electoral del 20M, que se bajen de esa nube. O peor aún, se caerán de ella si creen que serán la “nueva oposición”. El 20 de Mayo comenzará una nueva historia donde todos los venezolanos coincidiremos por la fuerza de los hechos en algo fundamental: si no nos convocamos todos como legítimos depositarios de la soberanía popular para decidir qué hacer para refundar a Venezuela, no saldremos de la tragedia. Después de muchos años y notas escribiendo cómo hacerlo, creo que sobran las palabras…

Caracas, 18 de Mayo de 2018

Twitter:@laguana

lunes, 14 de mayo de 2018

Gobierno de Emergencia Nacional

Por Luis Manuel Aguana

En un premonitorio editorial del 15 de febrero de 2016, Analitica.com titulaba “Se requiere un gobierno de emergencia nacional” (ver https://www.analitica.com/opinion/se-requiere-un-gobierno-de-emergencia-nacional/). A más de dos años, el editorial terminaba sentenciando: “De persistir el gobierno en el estéril enfrentamiento con la Asamblea, que en el fondo es también con la mayoría del pueblo venezolano, el desenlace puede ser trágico y nefasto para la recuperación del país y para el restablecimiento de la democracia en Venezuela.”. El editorial mostraba la preocupación de todos los venezolanos de la decisión del régimen de ignorar a pocos días de ser instalada la oposición en la Asamblea Nacional, la voluntad del pueblo soberano expresada en las urnas el 6D-2015.

Y fue trágico y todavía no toca fondo. El régimen todavía sigue ignorando la voluntad popular. Pero lo más trascendental de eso es que cuando todos hablábamos de la necesidad de un gobierno de transición, lo que en realidad se requería, ante el grado de destrucción de ese entonces, era un gobierno de emergencia, como lo sugería el editorial al comparar la destrucción de la Venezuela de hace dos años con Europa al concluir la II Guerra Mundial, con Plan Marshall incluido. Si en ese entonces se justificaba ese Gobierno de Emergencia Nacional, ni decirles que ahora es una necesidad perentoria.

¿En qué se diferencian ambos términos y porque debemos comenzar a pedir ese Gobierno de Emergencia Nacional y no un Gobierno de Transición? En que a raíz del comienzo del proceso de destitución por delitos de corrupción iniciado por el TSJ legítimo en contra de Nicolás Maduro Moros, lo que está constitucionalmente establecido es que una vez depuesto el ocupante ilegitimo de la Presidencia de la República y sustituido por alguien constitucionalmente válido (no incluido al actual ocupante de la Vicepresidencia de la República), debe procederse a concluir el período constitucional y llamar a elecciones legítimas.

Pero, ¿es realmente eso lo que es más conveniente para el país en el actual estado de cosas donde la gente se está muriendo en los hospitales y por hambre en las calles? ¿Llamar a un proceso electoral en un entorno completamente inhóspito, con un país y una burocracia gubernamental secuestrados por hambre a través de una tarjeta de alimentación? Algunos dirán, “bueno, es que ya en ese momento habremos cambiado a Maduro y esos detalles se corregirían antes del proceso”.

Nada más alejado de la realidad. Solamente si consideramos que el sistema electoral venezolano está completamente viciado y distorsionado a favor del régimen y su partido, no es posible realizar ni siquiera la elección de una reina de belleza sin que el resultado sea modificado. Y para comenzar a depurar técnica e institucionalmente todo el sistema se requiere de un tiempo importante que debería comenzar por la depuración del Registro Electoral. La intervención del CNE debería ser lo primero que tiene que acometer un Gobierno de Emergencia Nacional.

Por otro lado, la designación de un nuevo Gobierno, que debe asumir la Asamblea Nacional en una atribución que no pueden eludir porque forma parte de sus responsabilidades constitucionales, requiere de un acuerdo político que de suyo es complejo. Ya van tarde porque el mandato expresado contundentemente el 16J-2017 fue deliberadamente ignorado, con la intención expresa de negociar con el régimen en República Dominicana. Ahora teniendo una exhortación del TSJ legitimo designado por ellos para iniciar el procedimiento constitucional correspondiente, la Directiva de la Asamblea decidió de nuevo cometer el error de ignorar la designación de un nuevo gobierno. Están a tiempo de cambiar eso.

Una vez designado al sucesor de Maduro, ese sucesor debe conformar un gobierno que lejos de llamar a un proceso electoral debe acometer “la ciclópea tarea de corregir todo aquello que ha conducido a Venezuela a la peor crisis de su historia republicana” como lo indicaba el editorial citado, sin perder un segundo de tiempo. Es por eso que lo que Venezuela necesita es un Gobierno de Emergencia Nacional, no uno de transición para llamar a elecciones. ¡Estamos en emergencia! Pero voy más allá.

Ese Gobierno de Emergencia Nacional, en uso de sus atribuciones, tiene que tener la obligación de consultarles a los venezolanos acerca de su futuro, acerca de la refundación del país. Un país destruido y necesitado de un Plan Marshall, del que seguramente nos proveerá la comunidad internacional, debe plantearse una reforma institucional a fondo que arranque luego de concluido ese Gobierno de Emergencia, que debería estar en funciones al menos dos años, mientras se resuelven los ingentes problemas del corto plazo. Y esa consulta no es otra que el pueblo se pronuncie acerca de un proceso Constituyente de carácter Originario por iniciativa popular.

Lamentablemente tengo la sensación que ningún partido de la oposición oficial está viendo el problema de esta manera. Viven de las glorias del pasado. Creen que volverán al país de 1998 y están equivocados. Creen que será suficiente con ir a una transición y elegir a un nuevo gobierno sin cambiar las estructuras fundamentales del país, en una suerte de “quítate tú para ponerme yo”. Y eso es un error monumental porque el país debe cambiar para mejor y asegurar el futuro de las nuevas generaciones. No murieron cientos de jóvenes en estos años para jugar al “gatopardismo” de cambiar para que todo quede igual. Aquí deberemos convivir con una suerte de nuevo “peronismo democrático” (si es que eso posible) que quedará luego de esta debacle chavista-madurista. Y ese país nuevo deberemos diseñarlo y construirlo junto con ellos para que pueda haber estabilidad política, no es de otra manera. Es así que a todos nos conviene ese llamado al Constituyente.

Resulta paradójico que el frustrado Decreto No. 1 de los golpistas del 4F-1992 contemplara un Gobierno de Emergencia Nacional con la obligación del llamado a un proceso Constituyente durante su desarrollo (ver  Los decretos del 4F, http://quintodia.net/los-decretos-del-4f/): “Artículo 4.- Estas funciones legislativas asumidas por decreto por esta máxima instancia de poder público de la República de Venezuela, durarán el tiempo necesario hasta que una próxima Constituyente, tomando en cuenta los cambios políticos fundamentales que este corte histórico en la vida política nacional haya producido a partir de la acción victoriosa del Movimiento Cívico-militar, los plasme en una nueva Constitución bajo cuya referencia se convocará al país para que libérrimamente se pronuncie por la constitución de todos los poderes públicos fundamentales de la Nación.”.

Como pueden ver, nunca como ahora el país se reencuentra con sus propios fantasmas. Ojalá que esta vez no volvamos a equivocarnos y se entienda correctamente un Gobierno de Emergencia Nacional a favor de todos los venezolanos, que nos conduzca a salir de la crisis y a la refundación del país.

Caracas, 14 de Mayo de 2018

Twitter:@laguana