jueves, 11 de julio de 2019

Porque un Plebiscito SI y unas Elecciones NO en Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

Intervención en el Foro “Plebiscito, camino al cese de la usurpación”, Valencia, 11 de Julio de 2019

Agradezco a la sociedad civil valenciana esta importante oportunidad para compartir en sus espacios el debate de nuevas propuestas dirigidas a resolver la grave crisis por la que atraviesa Venezuela. En ANCO no hemos parado de hacerlo, y en esta oportunidad lo planteamos con una variante de nuestro desiderátum principista, que señala que el destino de Venezuela tiene que pasar irrevocablemente por una decisión del pueblo soberano. Esta variante es un Plebiscito para que el pueblo decida.

De un reciente informe publicado por el portal Primer Informe, firmado por James Dobbins, ex asesor para el Hemisferio Occidental del ex Presidente norteamericano Bill Clinton, y socio principal de la Corporación Rand, extraigo las siguientes palabras: “Si la administración Trump se toma en serio la preparación para una intervención militar… tendrían que generar apoyo regional, e idealmente, participación de otros países en la intervención; posicionar sus fuerzas para mostrar que va en serio; y crear una base legal para el uso de la fuerza, como una solicitud formal del gobierno internacionalmente reconocido de Juan Guaidó” (ver RAND Corporation: Estos son los escenarios de Trump para salir de Maduro y reconstruir a Venezuela, en https://primerinforme.com/index.php/2019/06/27/rand-corporation-estos-son-los-escenarios-de-trump-para-salir-de-maduro-y-reconstruir-venezuela/).

En ANCO pensamos que la creación de la base legal a la que se refiere el experto norteamericano para el uso de la fuerza exterior, solo debe nacer del Depositario de la Soberanía Popular. No es Juan Guaidó sino el pueblo venezolano el que debe decidir si autoriza o no el uso de la fuerza en nuestro país; ni siquiera el Parlamento, que se ha negado reiteradamente a autorizar la aplicación del Artículo 187, numeral 11, y cuyos diputados nunca estuvieron dispuestos a sacar a Maduro sino negociar con su régimen, como se demostró el 30 de Abril, por lo que es necesario concluir que la secuencia  que nos vendieron desde el principio no tuvo nunca validez alguna, y que lo que privó siempre fue un acuerdo negociado por elecciones, que es lo que históricamente han deseado los partidos opositores desde que se instaló la Asamblea Nacional el 5 de Enero de 2016.

A todos nos luce que los errores cometidos el 23F y 30A le han restado una importante credibilidad internacional al gobierno interino de Juan Guaidó, y en especial con el aliado que más nos ha respaldado, los Estados Unidos, por lo que los venezolanos no tendríamos otra alternativa que plegarnos a una negociación con el régimen y su oposición, que desean elecciones en los términos harto conocidos por los venezolanos, con una Comunidad Internacional que no desea intervenir militarmente en el país.

Está pues servida la mesa para que nos hagan creer que solo nos queda la vía electoral para resolver la crisis. Y esa solución, lejos de resolverla, la profundiza. Y la profundiza porque no se ha resuelto todavía uno de los pilares fundamentales del sostenimiento del régimen, y que siempre ha sido ignorado por quienes han cohabitado por años: el sistema electoral. Lo he afirmado antes muchas veces, y lo afirmaré hoy de nuevo: NO SE PUEDE SEGUIR UTILIZANDO EL SISTEMA AUTOMATIZADO DEL CNE DEL REGIMEN PARA CONTAR LOS VOTOS DE LOS VENEZOLANOS. Que no es suficiente cambiar los Rectores del CNE y actualizar el Registro Electoral. ¡Que hay que hacer una reingeniería completa del sistema electoral ANTES DE HACER OTRA ELECCION EN VENEZUELA! ¡Y eso no se puede hacer con ellos en Miraflores! El solo leer la Sentencia Expediente No. SE-2018-001 de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo en el exilio de fecha 13 de Junio de 2018, del cual tuve el honor de ser convocado como testigo técnico  (leer Sentencia en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/06/tribunal-supremo-de-justicia-declara.html) da cuenta de la gravedad de la situación del Poder Electoral venezolano al punto que ese Alto Tribunal declaró NULO el uso del Sistema de Voto Automatizado para elecciones en Venezuela, lo que amerita una completa reingeniería del Poder Electoral venezolano.

Solamente con esa sentencia del TSJ legítimo del 13 de Junio de 2018, cualquier solución electoral en los términos planteados por el régimen y la oposición oficial no constituye una salida a la crisis. Se debe entonces recurrir a la fuente misma de donde nacen las instituciones, que no es otra que la Soberanía Popular, donde se excluya totalmente ese cáncer institucional llamado CNE con todas sus maquinas y procedimientos, y volver al principio mismo de contar los votos uno por uno…

Si la Comunidad Internacional insiste en una solución electoral es porque reconoce sin lugar a dudas que hay que recurrir a la Soberanía Popular y contar los votos para resolver nuestras diferencias. Pero debemos entonces convencerlos que nosotros desde la Sociedad Civil también creemos en esa vía pero no en los términos planteados por el régimen y la oposición oficial. Convencerlos que un Plebiscito es también un mecanismo electoral pero con la diferencia de que puede poner en manos del pueblo la decisión trascendental de decidir la continuidad del régimen, pero por la vía de los votos, de una manera pacífica y constitucional, pero supervisada y sin la intervención de las instituciones secuestradas por Maduro.

Ir a unas elecciones con el régimen y su sistema implica que toleramos su existencia después de haberlo desconocido y le damos beligerancia política al aceptar los resultados electorales que salgan de esos comicios, con un sistema que de antemano sabemos está corrompido. Con un Plebiscito en los términos enunciados aquí no sería así. ¿Y por qué no? Porque de lo que se trata precisamente es de someter a la consideración de la Soberanía Popular Originaria la decisión trascendental acerca de la existencia misma del régimen –si lo queremos o no lo queremos-, con todo lo que ello implica, incluida su expulsión de la vida política del país. ¿Se dan cuenta de la diferencia?

Pero ustedes se preguntarán, ¿cómo llevar al régimen a ese juicio de la Soberanía del pueblo? Obviamente no es de ninguna manera fácil. Es claro que no deseará contarse voto a voto y de una manera abierta y supervisada por la Comunidad Internacional, a sabiendas que perderá el juicio popular. Es allí donde la presión externa de todos los países amigos, en especial la del Secretario General de la OEA Luis Almagro, del gobierno de los Estados Unidos, de los gobiernos de Colombia y Brasil, que deben comenzar a ejercerse con mayor profundidad para obligarlo a contarse en esos términos y no en otros. La Comunidad Internacional debe ser la primera convencida de esta solución, aumentando y profundizando las sanciones ya aplicadas, hasta que el régimen acepte ir a un Plebiscito.

En este momento los países que nos apoyan hacen presión con las sanciones pero solo para que el régimen regrese por su cuenta al respeto de la Constitución, cosa que no ha pasado, pero que indudablemente les ha afectado, con su consiguiente debilitamiento, mas no el quiebre de la dictadura. Con la solución plebiscitaria la presión de la Comunidad Internacional se concentraría en un único y solo propósito: que el régimen acepte contarse en un Plebiscito. Esto aumentaría la presión de manera determinante porque sería una presión focalizada y dirigida a un solo único y claro objetivo, y no a uno difuso y general como ocurre ahora, dando una dirección unificada a las protestas que ocurran en Venezuela con una exigencia clara al régimen: que se cuenten en términos plebiscitarios.

El Plebiscito se haría con la colaboración de la sociedad civil y los partidos políticos que así lo decidan, sin la intervención del CNE, no solo por estar corrompido hasta los cimientos sino porque además este instrumento no es de su competencia constitucional (Art. 70), por lo que su realización resultaría además mucho más ágil e inmediata que una elección –como se demostró el 16J-2017-, contando siempre con el apoyo y supervisión de organismos internacionales (OEA y UE). Al aumentar la presión ejercida desde afuera hacia adentro, y desde las mismas entrañas del país, el régimen comenzará a solicitar “negociar” los términos de su sometimiento a la voluntad del pueblo. Es allí donde comenzaría la única negociación posible con ellos: la de los términos de su salida.

Pero, ¿cómo se haría para que el régimen cumpla con el resultado de ese Plebiscito? La respuesta a esa pregunta va de la mano con la aceptación del instrumento: de no cumplir el mandato popular emanado de las urnas de ese Plebiscito, el pueblo le estaría dando la base legal necesaria al mundo para una intervención humanitaria que haga cumplir la decisión del Soberano, no teniendo la Comunidad Internacional manera alguna de evitar el cumplimento de la Responsabilidad de Proteger (R2P) a Venezuela de acuerdo a los términos concebidos en la Asamblea General de la ONU del año 2005. Y para lograrlo de la manera más expedita y con la colaboración del único poder legítimo en Venezuela, la Asamblea Nacional no tendría más excusas para negarse a aprobar la presencia de fuerzas extranjeras dentro del país para apoyar lo decidido por el pueblo en el plebiscito, a través de su atribución establecida en la Constitución en el Artículo 187, numeral 11.

Un Plebiscito es una solución que se contrapone a las negociaciones encubiertas con el régimen por parte de una oposición decidida a cohabitar para asegurar por la vía electoral su permanencia en las estructuras del poder. Daría continuidad a la promesa hecha a los venezolanos el 23E de terminar inmediatamente con la usurpación.

Sin embargo la solución plebiscitaria no es mágica. Conlleva trabajo y esfuerzo tanto nacional como internacionalmente, para convencer a mucha gente. Pero el Plebiscito propuesto es intrínsecamente mucho más que una mera consulta popular como se ha pretendido hacer ver para descalificarlo. Podría considerarse que es, en palabras de Luis Almagro, un “proceso de acumulación política” (ver entrevista a Luis Almagro, en https://es.panampost.com/orlando-avendano/2019/06/25/luis-almagro-los-dialogos-en-noruega-fortalecieron-a-maduro-y-debilitaron-a-guaido/), porque estaríamos planteando UN PROCEDIMIENTO claro, que al irse ejecutando por etapas reuniría todas las piezas de un complejo rompecabezas político que daría como resultado la recuperación de nuestra libertad. Les invitamos a acompañarnos a convencer al país para que decida armarlo…

Muchísimas gracias…

Valencia, 11 de Julio de 2019

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domingo, 30 de junio de 2019

Dos tipos de negociación

Por Luis Manuel Aguana

Siempre se termina uno enterando de las cosas en Venezuela. Desde que se iniciaron esos encuentros en Oslo, nadie nos ha dicho claramente que se ha dialogado allí (aunque ellos digan que no lo están haciendo) hasta que el Padre Ugalde nos lo informó (recuerden su cercanía a la MUD-FA) en su última entrega: “En el prediálogo de Noruega (no ha habido diálogo) ocurrió algo muy importante, los representantes de Guaidó expresaron de manera clara y firme que la salida de Maduro es condición irrenunciable para que se inicie la negociación, pues su permanencia usurpadora significa más muerte y violación de derechos humanos. Me imagino que del lado del  régimen se defendió como indispensable la permanencia de Maduro en el poder hasta el 2025.” (ver Ni quiere ni puede, en http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/quiere-puede_286728). La expresión “me imagino” de Ugalde es su manera de indicar que fue lo que dijo el régimen sin exponerse directamente (cuidado y si estaba allí cuando lo dijeron).

Es claro que el uso de la semántica de que como “no se vieron” (de acuerdo a ellos), luego entonces “no ha habido dialogo” no es más que un eufemismo necio para engañar pendejos. ¿Qué vaina es esa de un “prediálogo”? Eso existe tanto como un “pre-embarazo”. O está preñada o no está preñada. Pregúntenle a cualquier diplomático serio cuales son los métodos para realizar diálogos, encuentros y negociaciones entre dos partes en conflicto y encontrarán que lo que hicieron en Noruega es uno de los tantos métodos que existen para dialogar.

El régimen les dijo claramente en Oslo que Maduro se queda hasta el 2025. ¿Qué parte de ese NO, no entendió la oposición oficial? En consecuencia Ugalde-MUD-FA nos pretende ahora vender que debemos presionar “la salida negociada de Maduro” con un  “Gobierno (¿Junta de Gobierno?) de transición con claras y definidas líneas para el cambio inmediato del suicida modelo económico social y la inmediata preparación de las condiciones para unas elecciones libres y justas”. ¿Y que será para el Padre Ugalde “la salida negociada de Maduro”? Maduro dijo que no se iba, punto.

Entonces esa salida no puede de ninguna manera ser negociada sino obligada por factores que están fuera de la esfera de control de la oposición oficial. Porque “una salida negociada” implica que Maduro estaría de acuerdo en irse si se dan ciertas condiciones establecidas en una negociación entre las partes, como por ejemplo un gobierno de transición con enclaves del régimen. Pero eso no pasó en Oslo. Ese es un tipo de negociación, llamémosla negociación Tipo A. La otra negociación, llamémosla Tipo B, es cuando a Maduro no le queda otra alternativa que irse porque la fuerza para su salida es tan contundente que lo que le restaría es pedir por su vida (como lo que le ocurrió a Chávez en el 2002). La negociación Tipo B debería ser la negociación que busque la oposición oficial y los venezolanos en general. ¿De cuál de los dos tipos de negociación estamos hablando aquí?

Al irse corriendo a Oslo con el régimen la oposición oficial demostró clara desventaja. Se había fallado en el intento del 30 de Abril, por lo que era lógico esperar del régimen esa posición de negativa contundente a ceder un milímetro ante unos perdedores. ¿Entonces que fueron a hacer allá? La respuesta obvia es que fueron a negociar en Tipo A lo que no se logró el 30 de Abril con Padrino y Moreno, pero con tanta desventaja que el régimen los mando al carajo (perdonen mi mal ingles pero no cabe otra expresión).

Que Ugalde diga “una salida negociada de Maduro” debe encendernos a todos las alarmas porque lo que nos está diciendo la MUD-FA a través de uno de sus voceros mas autorizados es que como el régimen ganó en esa primera ronda de negociaciones en Oslo, nosotros debemos generar la suficiente “presión para la salida negociada de Maduro” en una negociación Tipo A con unos criminales, porque hay algunos “…“políticos” tan ingenuos que crean que Trump va a enviar sus marines para salvarnos o que la ONU va a enviar a su Comisionado de Derechos Humanos para plantarse ante Maduro, llamarle usurpador y criminal y exigir su renuncia inmediata. Lamentablemente hay quienes parecen apostar a este imposible y tachan de vendido al presidente encargado Guaidó si no entra en ese juego.”. Mayor manipulación imposible.

¿Y cómo será esa presión? ¿Más jóvenes muertos en las calles? ¿Mas llamados a los militares para un quiebre imposible de las Fuerzas Armadas? Pareciera que no bastan las muertes y las torturas de los militares serios que imposibilitados de poder hacer algo por su país al haber hecho un juramento que no pueden cumplir, se están inmolando al conspirar contra un régimen cuyo sistema paga por sapearlos y matarlos. Miren solamente el último caso, el Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo. Después de eso nadie puede llamar cobardes a quienes como él han dado su vida por cumplir su juramento. No existe forma de conspirar en Venezuela porque hay un sapo potencial en cada nivel de las Fuerzas Armadas que cobra duro en dólares por sapear. Eso es eminentemente cubano. La solución entonces esta por arriba. ¿Qué parte de eso no entienden Ugalde-MUD-FA?

Y cuando un grupo de venezolanos insistimos que la solución no está dentro del país porque las condiciones reales no están dadas para ella, entonces la MUD-FA nos hace llegar el epíteto de “ingenuos” apostando “a este imposible” de solicitar la Responsabilidad de Proteger (R2P) a los venezolanos que tienen las naciones del planeta porque el régimen nos está masacrando. Me gustaría que los venezolanos evaluaran quienes son realmente los “ingenuos”, si quienes han conducido la oposición con errores que han costado vidas, o quienes persistentemente hemos sostenido que es esa oposición la que con sus errores, colaboracionismo y negociaciones, lo han mantenido hasta el presente.

Hay que negociar, si, pero en una situación de negociación Tipo B. Y para eso no hay Noruega, ni Suecia que valga. Y la manera de hacerlo ya la he expuesto y se llama Plebiscito (ver Plebiscito versus Elecciones, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/06/plebiscito-versus-elecciones.html). La solución es que sea el pueblo el que decida…

Caracas, 30 de Junio de 2019

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martes, 25 de junio de 2019

Venezuela sin dolientes

Por Luis Manuel Aguana

Una cosa es elecciones con el régimen de Nicolás Maduro Moros en el poder y otra muy diferente es con un Gobierno de Transición mandando en Miraflores que organice unas elecciones libres luego de una reingeniería absolutamente necesaria del Poder Electoral. Si eso lo comprende hasta el último de los venezolanos, ¿por qué entonces quienes nos representan como oposición oficial no lo hacen? Esta reflexión la hago en ocasión de las palabras del ex Presidente del Gobierno español, Felipe González, durante el XII Foro Atlántico “Iberoamérica de cara al futuro”, que le recuerdan a la dirigencia política opositora oficial algo que hemos repetido en Venezuela desde la sociedad civil hasta el cansancio: con delincuentes no se negocia.

Mucha vergüenza debería darle a esta dirigencia, que sea Felipe González una aquilatada voz de experiencia política iberoamericana, diga cosas como estas: “Si algo está claro es que allí no va a haber elecciones democráticas si la transición la dirige Maduro” (ver “La Asamblea Nacional “Prostituyente” de Maduro no debería tener ningún tipo de legitimidad”, en https://www.libertaddigital.com/internacional/latinoamerica/2019-06-24/felipe-gonzalez-mario-vargas-llosa-xii-foro-atlantico-iberoamerica-de-cara-al-futuro-maduro-venezuela-1276640822/). Pero, ¡por favor! ¿Es que tendría que haberlo dicho Felipe González para que esta gente entienda que NO SE PUEDE HACER NINGUNA ELECCIÓN MAS EN VENEZUELA CON EL REGIMEN MANDANDO EN MIRAFLORES? Que han repetido infinidad de veces que ellos no perderían ninguna elección? Pues bien, se los dijo Felipe González, para la dolorosa pena ajena de los venezolanos.

Pero para asombro de todos, así se los dijera el mismísimo Libertador si pudiera regresar de su sepulcro al cual todavía no ha podido bajar tranquilo porque aun no se ha consolidado la Unión, seguirán por la ruta para ellos inmodificable de pactar elecciones con el régimen. Lo que no alcanzan a entender González ni el mundo, es que tal barbaridad solo es posible si consideras a quienes negocian no como una verdadera oposición al régimen, sino como una extensión de él. Lo que pone al problema en una dimensión completamente diferente.

En una nota anterior indicábamos que vistos los descubrimientos del 23F y del 30A, la oposición oficial nunca estuvo dispuesta a sacar a Maduro sino negociar con su régimen, por lo que era necesario concluir que el mantra que nos vendieron desde el principio no tuvo nunca validez alguna, y lo que privó siempre fue un acuerdo negociado por elecciones con el régimen, que es lo que históricamente desearon los partidos del G4 desde que se instaló la Asamblea Nacional el 5 de Enero de 2016 (ver La muerte de un mantra, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/06/la-muerte-de-un-mantra.html).

Si se parte de ese hecho que considero fundamental para este análisis, mal podríamos esperar que vayan a rectificar esa ruta por más que personajes de la talla de Felipe González les enmienden la plana. De allí que digamos que el problema es mucho más grave de lo que los venezolanos piensan, que son “errores” que deben ser corregidos porque este problema tiene más de estructural que de coyuntural.

Entender las razones por las cuales la oposición oficial insiste en ese camino suicida para Venezuela como país, para este momento lo considero irrelevante. Puede ser por una mezcla de afinidades ideológicas –son socialistas todos en mayor o menor radicalidad-, corrupción conjunta, cuidar el botín de lo que ambos se han robado en 20 años de desmantelamiento del país, o por la imposición de la cubazuela de los Castro con la ayuda de sus aliados internacionales, o una mezcla de todo ese minestrone tóxico. El resultado es el mismo: el régimen se queda, mutando en el cuero por la vía electoral usando la ruleta cargada del CNE. Pueden cambiar a Maduro y poner otro, o incluso alguien “conveniente” como sus candidatos tanto de la oposición oficial como del régimen que mantenga vivo el “status quo”. Todo eso puede ser parte de un plan que nos están preparando y que todavía no dan a conocer.

El problema mis queridos amigos, es que Venezuela se quedó sin dolientes. Que nos traicionaron quienes dijeron que nos defenderían y que en este momento limbo en que nada está sucediendo, como no sea el agravamiento de las condiciones de vida de los venezolanos, lo que se está preparando en Noruega y Suecia es el brebaje que nos intentarán vender, para convencernos de que “ahora sí”, que el régimen se irá y habrá “cese de la usurpación” porque hicieron un cambio cosmético de Rectores en el CNE y el régimen “soltará” algunos presos políticos, aún sabiendo que en Venezuela existe la famosa puerta giratoria en las mazmorras del régimen, donde salen unos y entran otros. Confían en que los venezolanos estamos hastiados de la situación y que compraremos cualquier “solución” porque no hay otra cosa que hacer. Y eso no es verdad.

¿Y porque no es verdad? Porque esa solución no es sustentable en el tiempo por el simple hecho que la libertad no se encuentra en ninguna ecuación donde esté incluido un régimen como el de Nicolás Maduro Moros y sus asociados. Que el Estado de Derecho y el restablecimiento de la vigencia constitucional contemplada en el Artículo 333 no se ven por ningún lado, así como el desmantelamiento de la inconstitucional Asamblea Constituyente de Maduro. ¿Qué nos están ofreciendo entonces? Otro engaño disfrazado de elecciones. Y no solamente un engaño a los venezolanos, es a toda la Comunidad Internacional.

¿Quiénes entonces son los dolientes del país? Solo quedó la Sociedad Civil que de una u otra forma ha demostrado en los hechos y con sangre, su verdadero deseo de acabar con esta pesadilla, no desde ahora sino desde los tiempos de la masacre de la Av. Baralt en el 2002. Esto es, todos los que todavía vivimos en este país –y que no nos iremos- y aquellos que por una u otra causa lo han abandonado, y aún permanecen dispuestos a recuperarlo. De allí deberá salir la nueva dirigencia política que sustituya a quienes oficialmente se les entregó la responsabilidad de representarnos y que ahora negocian con Nicolás Maduro Moros. Me pregunto si los diputados que armaron el tinglado de Noruega creerán que sus electores les dieron el mandato el 6D-2015 para eso.

En este sentido la sociedad civil en sus diferentes manifestaciones deberá prepararse para asumir responsabilidades que nunca pensaron el 6D-2015 y participar en una renovación completa de los cuadros políticos del país, ya bien sea si la solución de esta pesadilla se encuentra a la vuelta de la esquina o no. Ya no es una cuestión de pensar que otro resolverá por usted. Las propuestas y las alternativas deben y tienen que salir de los ciudadanos.

Y no es que estemos hablando aquí de “anti política”. Todo lo contrario. Tan hacen falta los políticos y la política seria, que estamos sufriendo esta tragedia por su carencia en este momento crítico de la vida del país. La descomposición ética, moral y política llegó desde hace rato hasta esa clase y ya se hace urgente e indispensable una nueva dirigencia surgida de las entrañas mismas de Venezuela en todos los órdenes, sin importar la edad o género. Solo así, dejaremos de pasar el bochorno de escuchar de verdaderos políticos en el exterior lo que cualquier político principiante en Venezuela debería saber.

Caracas, 25 de Junio de 2019

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miércoles, 19 de junio de 2019

Plebiscito versus Elecciones

Por Luis Manuel Aguana

Una vez realizada la propuesta general para la realización de un Plebiscito a Nicolás Maduro Moros para definir su permanencia en el poder en Venezuela (ver Comunicado ANCO: Que el Soberano decida el futuro de Venezuela, PLEBISCITO SI, DIALOGO NO, en http://ancoficial.blogspot.com/2019/06/comunicado-anco-que-el-soberano-decida.html), nos hemos enfrentado a una lluvia de inquietudes, muchas de ellas descalificantes, acerca de la pertinencia o no de un instrumento como ese versus al planteamiento electoral que en  la actualidad negocia con el régimen la oposición oficial de la Asamblea Nacional. Y es razonable que la gente se pregunte porqué nace esa propuesta en contraposición a otras que ya habíamos realizado, favoreciendo la intervención humanitaria en Venezuela por la vía de la Responsabilidad de Proteger (R2P), e incluso la aprobación del Artículo 187#11 Constitucional. Y en realidad la propuesta plebiscitaria no excluye esos escenarios. Veamos porqué.

En Venezuela hemos llegado a un punto de no retorno de posiciones irreconciliables con el régimen y su oposición oficial. De hecho no existen puntos de convergencia que hagan que los venezolanos nos convenzan de tragarnos el régimen de Maduro de ninguna manera posible. Ha habido demasiada muerte, persecución  y destrucción de nuestro país para que el venezolano medio acepte otra cosa que no sea la expulsión de quienes nos han hecho tanto daño.

Por otro lado, quienes debieron seguir por una ruta que suponía la expulsión de la tiranía primero, para proseguir con un gobierno de transición y unas elecciones libres después, decidieron sin consultarnos que negociarían con el régimen para “cesar la usurpación”. ¿A quien pretenden hacerle tragar semejante cosa? De allí que la maquinaria comunicacional de la oposición oficial se este aprestando con sus anclas periodísticas conocidas para comenzar una campaña que intentará convencernos que si vamos a elecciones con el régimen los “arrasaremos”. ¿Les parece conocido ese discurso?

El discurso electoral esta fuertemente respaldado por importantes factores de toda la batería socialista europea y quienes en Latinoamérica aun creen que lo que sucede en Venezuela es solo un problema de orden político y no criminal. Si a esto le sumamos que los intentos fallidos del 23E y 30A le han restado una importante credibilidad internacional (léase Estados Unidos) al gobierno interino de Juan Guaidó, a este no le quedaría otra alternativa que plegarse a una negociación con un régimen que desea elecciones y una Comunidad Internacional que no ve otra manera de hacer que en Venezuela las aguas vuelvan a su cauce.

El único problema aquí es como se hace para convencer a un país entero que aun espera el “cese de la usurpación” prometido y que ahora se cocinan brebajes para transformarlo en un “cese de la usurpación por elecciones”.

Si el problema fundamental del país es un régimen de corte castrocomunista, que ha pretendido en 20 años someter a su población utilizando los inmensos recursos de la nación, arruinando y destruyendo todo a su paso, y todavía no ha logrado someterla completamente a pesar del éxodo y la crisis humanitaria, ¿de que manera cabria pensar que podamos convencerla que nos podemos deshacer de él por la vía de negociar “espacios de convivencia” a través de mecanismos electorales que solo funcionan cuando existe democracia? En otras palabras la solución electoral es un completo contrasentido cuando se realiza con quienes de suyo no creen en esa vía salvo cuando son ellos quienes cuentan los votos utilizando un sistema construido para favorecerlos. Es por eso que algunos creemos que la salida definitiva pasa por una solución de fuerza, pero que de la cual no tenemos la aprobación de la Comunidad Internacional en su conjunto.

Nos encontramos entonces atascados en la creencia de que solo nos queda la vía electoral para resolver el problema. Y esa solución, lejos de resolverlo, lo agrava. Es como ponerle un parche a un gran tanque de gasolina que gotea porque esta podrido por el oxido y si no se le pone remedio a la causa estructural del derrame, en algún momento y por alguna razón saltara el chispazo que lo hará explotar mas temprano que tarde. Es por eso que hay que ir a  resolver la causa estructural del problema, ya que el régimen ha distorsionado y destruido absolutamente toda la institucionalidad del país. Esto es, recurrir a la fuente donde nacen las instituciones, que no es otra cosa que la Soberanía Popular.

La Comunidad Internacional reconoce sin duda alguna que en Venezuela hay que recurrir a la Soberanía Popular para resolver nuestras diferencias. De allí que su instrumento sea el electoral. Sin embargo un Plebiscito es también un mecanismo electoral pero que pone en manos del pueblo una decisión trascendental. Y ese es precisamente nuestro caso en Venezuela, pero con una diferencia: con unas elecciones toleramos la existencia del régimen, con un Plebiscito no. ¿Y porque no? Porque de lo que se trata precisamente es de someter a la consideración de la Soberanía Popular la decisión acerca de la existencia misma de ese régimen, con todo lo que ello implica. ¿Se dan cuenta de la diferencia?

Pero, ¿como llevar al régimen a ese juicio de la Soberanía del pueblo? No será fácil de ninguna manera. Es claro que no deseará contarse con los mecanismos abiertos de la Comunidad Internacional, a sabiendas que el pueblo no lo quiere. Es allí donde la presión de todos los países debe comenzar a funcionar. Los países que nos respaldan deben ser los primeros convencidos de esta solución. Pudieran por ejemplo continuar con las mismas, o nuevas y peores sanciones hasta que el régimen acepte un Plebiscito.

La diferencia con el estado actual de las cosas es que habría entonces un lugar adonde llegar con esas presiones y sanciones: a que el régimen acepte contarse en un Plebiscito. Este se haría con la colaboración de la sociedad civil y sin la intervención del CNE, por no ser este instrumento de su competencia constitucional (Art. 70), por lo que su realización resultaría más ágil e inmediata que una elección, y contando siempre con el apoyo y supervisión de organismos internacionales (OEA y UE). Dependiendo de la presión que se ejerza de afuera hacia adentro, y desde las mismas entrañas del país, el régimen comenzará a solicitar “negociar” los términos de su sometimiento a la voluntad del pueblo. Es ESA la única negociación posible con ellos: la de los términos de su salida.

Pero, ¿cómo se haría para que el régimen cumpla con el resultado de ese Plebiscito? Esa pregunta va de la mano con la aceptación del instrumento: de no cumplir el mandato popular emanado de las urnas en ese Plebiscito, las puertas quedan abiertas para una intervención humanitaria que haga cumplir la decisión del Soberano, no teniendo la Comunidad Internacional manera alguna de evitar la Responsabilidad de Proteger (R2P) a Venezuela de acuerdo a los términos concebidos en la Asamblea General de la ONU del año 2005. Y para lograrlo de la manera mas expedita y con la colaboración del único poder legítimo en Venezuela, la Asamblea Nacional no tendría mas excusas para negarse a aprobar la presencia de fuerzas extranjeras dentro del país para apoyar lo decidido por el pueblo en las urnas, a través de su atribución establecida en la Constitución en el Artículo 187#11.

Como verán, un Plebiscito es una solución expedita versus las negociaciones encubiertas de la oposición con el régimen para asegurar su permanencia en las estructuras de poder en Venezuela por la vía electoral. Le daría continuidad a la promesa hecha a los venezolanos el 23E de terminar inmediatamente con la usurpación y continuar en la vía de la conformación definitiva de un gobierno de transición que nos lleve a elecciones libres, SIN EL RÉGIMEN O ALGUNA DE SUS ESTRUCTURAS. Y demuestra que si es posible un próximo gobierno sin cohabitar con Maduro, como nos ha pretendido vender como obligante la oposición oficial. Es una solución que le planteamos a Venezuela y al mundo para abandonar el limbo en que nos encontramos, que profundiza y alarga la muerte y la desesperanza del pueblo venezolano.

Caracas, 19 de Junio de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
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