martes, 8 de octubre de 2019

Malla de seguridad institucional

Por Luis Manuel Aguana

Muchos de ustedes conocen para qué se utiliza en los circos la malla para los trapecistas. Todo aquel que haya visto el espectáculo sobre los trapecios sabe de qué se trata. Es una medida de seguridad para que los trapecistas que realizan esos actos extraordinarios donde se combinan la precisión del movimiento y la destreza física de los ejecutantes, puedan realizar sus actos sin arriesgar su vida. Si algo sale mal, la malla siembre estará abajo para atajarlos en caso de una caída de muchos metros. Al estar la malla todos disfrutamos las proezas del espectáculo. Sin embargo cuando la malla se retira, el espectáculo cambia. Ya los espectadores no están allí para ver lo bien que lo hacen los trapecistas y disfrutar de un buen espectáculo, sino para contemplar a alguien arriesgando su vida. La malla cambia la perspectiva del espectador.

Alguien podría decirme que no es así. Que quitar la malla de protección le pone emoción al espectáculo. Y sería verdad. Los seres humanos son así desde tiempos inmemoriales como aquel en el cual los romanos echaban a los cristianos a los leones en el Coliseo de Roma. A la gente le gusta llevar las cosas al límite. Gracias a Dios la humanidad avanzó y se crearon las instituciones que funcionan como esas mallas de seguridad, para impedir que la gente se mate. En otras palabras, para establecer un límite de funcionamiento de la sociedad al margen de los deseos personales de la gente. Esa malla hace objetivo el comportamiento de las personas y establece el orden institucional.

Pero ¿qué pasa cuando no está la malla? No existen barreras y solo queda lo primitivo, la fascinación de contemplar el espectáculo donde alguien vivirá o morirá, sin percibir en realidad el verdadero fondo de la ejecución, como en el ejemplo del trapecista, porque al quitar la malla la gente olvida que es esto último lo que en realidad se persigue. Con la malla se espera que todo funcione bien y con tranquilidad, porque hay un mecanismo seguro por si algo no sale como se esperaba.

Cuando intentamos explicar que una Consulta Popular Plebiscitaria es esa malla de seguridad institucional que tendríamos los venezolanos al convocar la Soberanía Popular, la gente percibe que le estamos poniendo un “requisito” “una etapa más” a la opción de la fuerza que al parecer se ha decretado como la solución del problema venezolano, cuando en realidad lo que estamos proponiendo es que en el acto de trapecistas donde se está ejecutando el espectáculo de nuestra tragedia, se tenga la seguridad necesaria para que esa opción de fuerza tenga el respaldo formal del pueblo de Venezuela, si es que a eso tenemos que llegar.

Ni Juan Guaidó, ni la Asamblea Nacional, ni nadie, pueden comprometer a Venezuela para entregar nuestro futuro al castrocomunismo, y menos aún existiendo en nuestra Constitución los mecanismos para ejercer de manera directa nuestra Soberanía. De allí a que exijamos una Consulta Popular establecida en el Artículo 70 Constitucional, completamente arbitrada por la Sociedad Civil con la ayuda de los organismos internacionales, para que sea el pueblo quien decida. Este principio se denomina internacionalmente AUTODETERMINACION DE LOS PUEBLOS.

Cuando los Diputados de la Asamblea Nacional decidieron por nosotros el 1ro de Octubre cambiar la ruta que se estableció el 23 de Enero, y se reafirmó con la Ley del Estatuto para la Transición del 5 de Febrero, cambio completamente el juego político en Venezuela, y lo peor es que eso ha pasado por debajo de la mesa como un hecho intrascendente. Y eso es precisamente lo que quieren las partes que negociaron en Oslo-Barbados.

Lo que sigue ahora es el nombramiento de un CNE arreglado entre el régimen y su oposición oficial para una convocatoria a elecciones, sin haber eliminado de Venezuela el cáncer del castro-chavismo-madurismo. El Plebiscito que se propone es precisamente para eso: que el pueblo decida la cesación en el poder de ese cáncer. Asimismo, el plebiscito propuesto ordenaría la constitución de un gobierno de transición y unas elecciones libres después de haber fumigado al CNE y reestructurado todo el sistema electoral. ¿Cómo se puede esperar que ocurra una intervención extranjera sin tener eso arreglado antes? ¿Es que eso lo hará la fuerza internacional por nosotros? ¿O será “como vaya viniendo vamos viendo” como nos hemos acostumbrado los venezolanos? Como le respondí a una estimada amiga que me planteaba esa inquietud: pedir una intervención sin la autorización del pueblo es dejar que el que está armado decida por nosotros. Y el que decide dispone. Es lo que ha pasado en el mundo en todos los momentos de la historia en que esa decisión la han  tomado los que tienen los fusiles. Yo también quiero salir de esto pero manejando los eventos que se desatarán, especialmente cuando los fusiles no los tienes tú. Miren solo la Europa después de la II Guerra Mundial y cómo y quiénes se repartieron el mundo.

Es claro que una consulta en estos términos no sería permitida por el régimen. Es por eso que DEBE SER IMPUESTA DESDE AFUERA, por ejemplo, como parte del abanico de soluciones que se están discutiendo en el seno del Órgano de Consulta del TIAR de la OEA, recientemente convocado, so pena de continuar estrangulándolos, y con la garantía de que se aplicaría la fuerza externa en caso del desconocimiento del mandato que emane de esa Consulta. Esa fue nuestra propuesta en la Carta Pública dirigida a nuestro Embajador en la OEA porque consideramos ese escenario completamente pertinente (ver Carta Pública a Gustavo Tarre Briceño, en http://ancoficial.blogspot.com/2019/10/comunicado-anco-carta-publica-al.html).

Es por eso que la misma Consulta deberá establecer la autorización del Soberano para que los países que decidan hacer cumplir el mandato del pueblo lo hagan con la plena autorización de los venezolanos. Ni siquiera el Consejo de Seguridad de la ONU, con los votos en contra de China y Rusia, podría con eso. No se puede ver esta consulta de otra manera sino como un mecanismo idóneo para llegar constitucionalmente al desalojo del poder del régimen castro-chavista-madurista -no solo de Maduro- por la vía de una decisión soberana del pueblo.

Es por eso que no podemos quitarle la malla de seguridad institucional a la única manera que existe para remover al cartel criminal transnacional que se ha apoderado de Venezuela. La solución que los venezolanos necesitamos viene de afuera, pero no por eso significa que esta es tierra de nadie donde los venezolanos nos quedemos en la cola de las decisiones que otros tomen. Debemos proteger con ella lo único que le queda a los venezolanos después del arrase que han hecho con nosotros: la dignidad y el derecho de decidir nuestro destino.

Caracas, 8 de Octubre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

sábado, 5 de octubre de 2019

Ruptura o Continuidad

Por Luis Manuel Aguana

Luego que la Asamblea Nacional oficializó la cohabitación con el régimen de Nicolás Maduro con la aprobación del Acuerdo del martes 1 de Octubre, el ex Embajador ante la ONU, Diego Arria, publicó en su cuenta de twitter el siguiente mensaje: “Esta realidad nos coloca a todos a escoger: Ruptura o continuidad” (ver https://twitter.com/Diego_Arria/statuses/1180212517672570881). Estoy seguro que el Dr. Arria estaba muy claro en la profundidad de la corta pero contundente expresión “Ruptura o Continuidad”. Pero de lo que estoy más seguro es que los venezolanos no han llegado a comprender todavía su profundo significado. Y lo digo no solo por el poco eco que recibió ese tuit, sino porque Arria lleva años diciendo lo mismo de los mismos actores, y todavía los venezolanos siguen dándose golpes con la misma pared, obteniendo los mismos resultados, Einstein dixit.

Durante las primarias del 2012, Diego Arria publica una cuña para el cierre de su campaña de precandidato presidencial con estas palabras: “Venezolanos, me siento obligado a hablarles con absoluta franqueza: tengo diferencias fundamentales con los que participan en el proceso de las primarias. Ellos piensan que es posible gobernar con los poderes secuestrados por el régimen. Yo no. Yo represento la ruptura. Es ahora o nunca. Vota por mí. En mis manos no se perderá la victoria.” (ver Diego Arria: La Ruptura, en https://youtu.be/W-y_9AfVoB0).

Pero la oposición venezolana no creyó en Arria ni en todos los que pensábamos en ese entonces que el régimen impediría un cambio, como en efecto lo logró, permaneciendo en el poder. Los venezolanos confiaron que Henrique Capriles defendería la victoria. No recordaré la triste expresión de Capriles de mandarnos a bailar salsa y permanecer en las casas “porque habría muertos”, cuando el pueblo le exigía defender los votos. Han pasado más de 7 larguísimos años de eso, con no solo mas muertos, sino con la hambruna y el éxodo que vinieron después. Si alguna lección debió aprenderse de aquel tiempo a esta parte es que no es posible tolerar al régimen, sino mucho menos gobernar con los poderes secuestrados por él, como lo dijo premonitoriamente Diego Arria en el año 2012.

¿Y quienes participaron en esas primarias que pensaban que era posible gobernar con los poderes secuestrados? ¡Sorpresa! Los mismos que aprobaron el acuerdo del 1ro de Octubre de 2019, donde se pretende establecer lo que acordaron en Barbados y continuaron en Caracas, y que va exactamente en la misma línea de cogobernar con los delincuentes que han destruido a Venezuela, a saber, entre otros: 1) Renuncia simultánea de Maduro y Guaidó a sus respectivos cargos de “Presidentes”; 2) Establecimiento de un Gobierno de Transición compartido con el régimen al 50%; 3) Incorporación de los diputados del PSUV a la Asamblea Nacional (que ya se cumplió), seguido del desmontaje de la Constituyente del régimen (que no ha ocurrido, ni creo que ocurra); 4) Acuerdo negociado de nuevos Rectores para el Consejo Nacional Electoral-CNE, que incluye una supuesta “depuración” del Registro Electoral como carnada atractiva para la población, en un intento de convencer a los venezolanos que el proceso será limpio.

Cuando ese Acuerdo de la Asamblea Nacional habla de Transición, ES DE ESA TRANSICION DE COGOBIERNO CON EL REGIMEN al que se refiere, no del Gobierno de Transición establecido en el mantra del 23 de Enero sin los delincuentes de Maduro. ¡Ojo con eso! Como me gustaría que Juan Guaidó desmintiera esto.

Es eso lo que se nos viene encima a los venezolanos. Y al ser ya un Acuerdo de la Asamblea Nacional, lo que cabe esperar entonces es elecciones. No les molestare de nuevo diciendo que la contra a esta barbaridad es convocar a una Consulta Popular Plebiscitaria porque ya lo he explicado en anteriores notas. Esta sería una propuesta que se puede aceptar o no. Lo que quiero significar es si los venezolanos seguiremos haciéndoles la comparsa a aquellos que siguen insistiendo en gobernar con criminales. Esa es mi preocupación.

Y el tema no se puede despachar con el lugar común de que la alternativa es una guerra civil o un golpe militar. No. La alternativa es si los venezolanos escogen o no la continuidad de esta basura gobernante o rompemos definitivamente con ella. Ruptura o Continuidad. Si decidimos seguir aceptando Acuerdos políticos con la tiranía o luchamos en contra de ella. Si nos agrupamos en torno a quienes quieren continuar cohabitando con el régimen o todos nos agrupamos en contra de quienes desean terminar con él. Así de simple.

Desde el año 2012 los venezolanos hemos venido dando tumbos porque no hubo nunca una conciencia clara de este problema. Diego Arria representaba, como lo dijo en esa cuña, la ruptura con esa realidad desde ese momento, y que se ha comprobado como nuestra realidad actual magnificada. Pocos venezolanos han sido tan claros en lo que iba a suceder en Venezuela como él. Ningún otro precandidato lo estableció tan claramente aún teniendo organizaciones políticas consolidadas que los respaldaban. Pero el discurso directo y verdadero de la experiencia no se vendió. Se prefirió la juventud y el “charming” de un candidato que doblo las patas a las primeras de cambio. Ese error de las primarias del 2012 lo hemos pagado y lo seguimos pagando muy caro los venezolanos.

Ahora de nuevo Venezuela se enfrenta como ayer a una realidad. ¿Qué haremos? ¿Dormiremos con los criminales en unas nuevas elecciones “para evitar más muertos”, Capriles dixit 2012? ¿O empezaremos a creer que habrá –todo lo contrario- muchísimos más muertos si permitimos que los criminales cogobiernen Venezuela? ¿En cuales liderazgos empezaremos a creer y seguir para salir definitivamente de la tiranía y recuperar la libertad? Yo no digo que eso será fácil y que se acabarán mañana nuestros graves problemas, pero les aseguro que será muchísimo mas difícil si lo hacemos con traidores y con gente que no haya demostrado que le habla claro al país. Por eso desde ahora me anoto, como me anoté en las primarias del 2012 por la Ruptura. Y creo que Venezuela deberá hacer en este momento lo mismo.

Caracas, 5 de Octubre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

viernes, 4 de octubre de 2019

La rana y el alacrán, o porqué más que nunca necesitamos una Consulta Popular Plebiscitaria

Por Luis Manuel Aguana

Tal vez los venezolanos han oído tanto que en Venezuela gobiernan unos delincuentes que esto se ha convertido en un lugar común. Siempre decimos que los políticos en el gobierno son unos ladrones y unos corruptos, que pareciera que eso es normal, cuando obviamente no lo es. Esperamos que quienes administran lo que es de todos lo hagan con un mínimo de decencia y pulcritud. De hecho, una de las principales banderas –sino la principal- que enarboló Hugo Chávez para hacerse con  la Presidencia de la República de Venezuela en 1998 fue la corrupción del binomio adeco-copeyano por 40 años.

Pero una cosa es la corrupción de unos administradores que le meten la mano al erario público cuando son gobierno en una cierta proporción y otra muy diferente es una corporación criminal multinacional con múltiples ramificaciones, entre las que se encuentran el narcotráfico, el terrorismo y la desestabilización regional. Fue por eso que en los Estados Unidos cuando las mafias de criminales crecieron durante los primeros años del siglo pasado, el gobierno federal se hizo cargo y se fortaleció, creando múltiples agencias dedicadas a perseguir hasta su liquidación, a esos grupos que se enquistaban en el seno de su sociedad al punto de ponerla al borde de su destrucción.

Este mismo fenómeno pasó en Venezuela pero a niveles extraordinarios. La corrupción llego hasta el punto de hacernos fracturar tanto como sociedad que es ahora el “gobierno” el que conduce la mafia regional. Nosotros lo llamamos “régimen” por designarlo de alguna manera, pero se trata de separar semánticamente lo que es en teoría un gobierno extremadamente malo de una corporación criminal.

Se ha repetido múltiples veces la comparación pero es igualmente válida: es como si el jefe del cartel de Sinaloa gobernara México o como si Pablo Escobar Gaviria hubiese llegado a gobernar Colombia, o si en la siguiente película de “El Padrino”, la familia Corleone le hubiera puesto la mano a la Casa Blanca. Como fenómeno planetario esto se encuentra todavía en estudio. El 2017 escribí sobre el tema en una nota titulada “Para un problema global una solución global” (ver http://ticsddhh.blogspot.com/2017/08/para-un-problema-global-una-solucion.html), donde decía cosas como esta: No es que haya funcionarios comprados por el delito, son ellos los dueños del negocio y que además manejan el poder. Desde el blanqueo de capitales a través de nuestra principal industria hasta la emisión de bonos públicos. Esto es un fenómeno nuevo a escala global y el desencadenante de una serie de mecanismos que afectarán a nuestro país en el cortísimo plazo.

Y lamentablemente lo afectó, con las consecuencias que estamos viendo a finales del 2019. Al escribir esa nota en agosto de 2017 nunca me imaginé la hambruna que medio se asomaba en nuestro país, así como el éxodo masivo de venezolanos nunca antes visto en las Américas. Ese es el contexto real en donde debemos analizar lo que hizo la oposición oficial al pactar con esa corporación criminal multinacional, unas “elecciones” a través de un Acuerdo en la Asamblea Nacional.

A los ojos del mundo civilizado y de todos los países que reconocen al gobierno encargado de Juan Guaidó Márquez, Maduro y su mafia deben desalojar el poder de raíz para que Venezuela pueda retomar el hilo constitucional y sacudir el sufrimiento económico de los venezolanos. Los criminales, comenzando por los jefes del cartel, deben estar donde están los criminales: en un penal, aquí o en el exterior, pagando condena por sus crímenes, en especial los de lesa humanidad. Eso deben entenderlo quienes se dicen gobierno legítimo encabezados por Juan Guaidó. Si no lo “entienden”, inmediatamente significará que son parte activa del problema, y se interpretará que fueron comprados o siempre pertenecieron a la mafia que reina en Venezuela.

A aquellos que ven como “normal” llegar a un acuerdo electoral con esa mafia porque somos civilizados y no queremos una matanza entre venezolanos, lamento echarles a perder su película de Walt Disney. No cesará el sufrimiento de los venezolanos porque el mal está en la raíz del problema. Me recuerda la anécdota del alacrán y la rana para cruzar el río. Después de un acuerdo como el de la Asamblea Nacional donde la rana se comprometía a llevar al alacrán en paz a la otra orilla sin que la agrediera, el alacrán pica a la rana en el medio de la corriente. Y mientras ambos se ahogaban, a la pregunta de la rana del porque lo había hecho ya que morirían los dos, el alacrán respondió que picarla estaba en su naturaleza. Ellos no pueden dejar de ser lo que son porque acepten ir a unas elecciones. De hecho las arreglarán como ya lo han hecho en 20 años porque son unos criminales. Ramos Allup dirá que prefiere eso a un golpe. ¿No será porque es parte de esa mafia? Pues yo no lo prefiero, así como el resto de los venezolanos, como lo han demostrado todos los estudios de opinión pública realizados hasta la fecha. Ese arreglo va a contravía de los deseos de la mayoría de los venezolanos.

La gran pregunta a los forjadores de ese Acuerdo es si se irán del país los 22 mil cubanos, o los rusos, chinos e iraníes que apuntalan al régimen, o si dejarán el negocio del narcotráfico, o desalojarán el territorio venezolano las bandas armadas del ELN y las FARC, o abandonarán el Plan de la Patria contentivo de los postulados comunistas de la revolución cubana.

Ahora bien, ese Acuerdo se da en el marco de la mayor operación de estrangulamiento selectivo que régimen alguno haya sufrido por parte de la Comunidad Internacional, en especial por los Estados Unidos, y que a la postre dará al traste con las aspiraciones del régimen de permanecer en el poder (ver el articulo de Casto Ocando “La Guerra silenciosa de los Estados Unidos y la “Paciencia Estratégica” en Primer Informe, https://primerinforme.com/index.php/2019/07/07/cuaderno-de-notas-la-guerra-silenciosa-de-estados-unidos-detras-la-paciencia-estrategica/). Es como una especie de radioterapia y quimioterapia juntas a este cáncer que carcome a Venezuela, y todos nosotros la estamos pasando muy mal por los efectos colaterales. ¿De verdad creen Guaidó (y su jefe López), Ramos, Borges y Rosales que la terapia se suspenderá porque ellos llegaron a un “acuerdo” con una mafia? ¡Por favor! Ellos saben que eso no resolverá el problema pero le venden a los venezolanos que Maduro irá a unas elecciones con ellos, aunque no sea candidato, que perderán, y ellos les entregarán el poder, y todos seremos felices para siempre como en los cuentos de hadas. ¿Ustedes que creen? ¿Qué son estúpidos inocentes o están metidos en el guiso? La experiencia vivida me indica que es mas lo segundo que lo primero…

Visto así, ¿cómo se entendería una Consulta Popular Plebiscitaria en este complejo contexto? Veamos.

En Venezuela se perdieron todos los referentes. Y cuando digo todos, son todos. Las instituciones, los partidos políticos, el sistema económico, la moneda, todo. Todo lo que a usted se le ocurra está comprometido por el comportamiento criminal del régimen y sus actuaciones. No es solo un tema ideológico, es ya de supervivencia. Ya estamos viviendo la ley del más fuerte de la selva en algunas regiones del país. El que esté armado que resuelva. A eso hemos llegado. Ya el tema no es que Maduro este o no esté en el poder, es que todo está comprometido, incluyendo quienes negocian por nosotros. Es por eso que ya esa representación no es creíble por nadie, por más que haya sido electa mayoritariamente por el pueblo el 6D-2015, que es como decir el siglo pasado. Estas razones hacen imperativa la convocatoria a la base sobre la que se construye todo país: su Pueblo Soberano.

Si la estrategia norteamericana de estrangulamiento sin intervención internacional está funcionando, ¿por qué no hacerla funcionar a nuestro favor? Si el G4 y los cómplices del régimen negociaron la supervivencia de Maduro y sus criminales, obligando a los venezolanos a una elección que sabemos alargará nuestro sufrimiento de una manera indefinida, todos estamos en el deber de asumir el restablecimiento de la Constitución que está descrito en el Artículo 333 Constitucional.

Y es con base a ese fundamento constitucional que le decimos a la Comunidad Internacional que la estructura participativa de nuestra Constitución nos empodera como colectivo y como sociedad civil para decidir qué hacer con nuestro país una vez que el régimen no se sostenga mas. De hecho, una vez que lo decidamos, el régimen indefectiblemente caerá. Pero para esto requerimos de su apoyo de fuerza institucional. Si la Comunidad Internacional comprende que imponiéndole a Nicolás Maduro un plebiscito sin la participación de ninguno de los poderes comprometidos del régimen, para que negocie las sanciones y su salida para el establecimiento de un Gobierno de Transición y unas elecciones libres, después de haber fumigado al CNE, el poder se transferirá institucionalmente a quien decida el pueblo en esa Consulta Popular Plebiscitaria. Sería la decisión de la Soberanía Popular. Es lo que ha dicho todo el mundo, desde la Comunidad Europea, pasando por el Grupo de Lima, Donald Trump y llegando a Vladimir Putín.

No sería con una negociación escondida extremadamente dudosa, ni con acuerdos que nadie entiende. Sería con una Consulta Popular Plebiscitaria organizada por los mismos venezolanos dolientes de este cáncer, con la ayuda de los países amigos, y para ser aplicada inmediatamente. Esa es nuestra propuesta, que se reafirma luego de la traición de quienes dijeron representar nuestros intereses pero que olvidaron que los venezolanos podemos ejercer directamente nuestra Soberanía. La Comunidad Internacional tiene la palabra.

Caracas, 4 de Octubre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
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