martes, 28 de diciembre de 2021

El Estatuto no es el problema

Por Luis Manuel Aguana

English versión

“La política es una empresa humana infinita para encontrar las respuestas de todos los pesares que causa el Todopoderoso…”

Anónimo

Cualquiera que entienda la política como algo sublime, muy lejos de la ambición personal y las formas de enriquecimiento con lo que es de todos, no puede más que coincidir con esas palabras anónimas. Los que hicieron los mayores sacrificios en esa actividad son perfectamente identificables solo con ver como pasaron los días finales de sus vidas.

Sin embargo, tampoco podemos aspirar que los políticos sean santos que renuncien a todo a favor del bien de la humanidad así como tampoco no podemos esperar que no exista una dosis clara de ambición de poder en la conducción política. De hecho es sanamente necesaria para poder producir los cambios que toda sociedad necesita. Es por eso que el balance en la mezcla de los atributos es indispensable así como una fuerte dosis de propensión a servir a los demás.

Lo lamentable de toda esta historia es que los ciudadanos no disponemos de un medidor para conocer esa mezcla previo a escoger a quienes ocuparán las posiciones de responsabilidad y conducción política, dejándonos llevar por lo que nos empaquetan los constructores de imagen como candidatos. Un ejemplo reciente de eso es el Presidente Electo de Chile, Gabriel Boric, que pasó en vuelta de semanas de un radical incendiario mal vestido, corresponsable de la explosión terrorista de 2019 financiada por el régimen de Maduro, a un fresco y joven candidato Presidencial de una “izquierda moderada”. Ese cambio lo convirtió en Presidente de Chile. Solo Dios sabe lo que les espera a los chilenos en los próximos meses. ¿Se dan cuenta ustedes de la importancia de esto sobre el bienestar de los ciudadanos?

Y así podríamos citar más ejemplos de mezclas impuras con mas componente de ambición de poder y dominación, de agendas ocultas, que de verdaderos deseos de servir a los ciudadanos. Sin ir muy lejos, el ejemplo de la insistencia no resuelta del siguiente episodio de la serie de terror que bien podríamos titular “Estatuto de la Transición y Presidencia Interina”, que ha polarizado –de nuevo- a Venezuela entre quienes creen –con razón o sin ella- que no saldremos del régimen sin un Presidente Interino y una Asamblea Nacional de Diputados vencidos, y aquellos que creemos que Venezuela es mucho más que eso.

Al margen de toda esa discusión jurídica de lo inconstitucional –otra vez- del nuevo Estatuto, al que bauticé como reencauchado (ver Estatuto reencauchado en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/12/estatuto-reencauchado.html), los venezolanos tenemos que centrar nuestra discusión en otra pregunta: ¿son esos mismos políticos, dirigentes, o como los quieran llamar, los que resolverán el problema que nos ocasiona el régimen de Maduro, si no lo han podido resolver desde cuando fueron electos diputados aquel 6 de diciembre de 2015? ¿De verdad lo creen? ¿Les seguiremos dando otro año más de chance cuando la situación económica de todos nosotros se agrava cada día y cada minuto que pasa? ¿No sería más adecuado pensar en una mezcla diferente?

No pasare el resto de esta nota discutiendo si ese Estatuto para la Transición es inconstitucional o no, cosa que por cierto ya hice en notas pasadas, porque ese definitivamente no es el problema. Tal vez pueda ser la justificación de un argumento a favor o en contra de continuar arando con los mismos bueyes. ¡Pero es que ya los bueyes no sirven! ¡Se están muriendo o ya están muertos! Que es preferible que tomemos el azadón nosotros mismos y aremos la tierra porque alimentar a unos bueyes inservibles retrasa la siembra e impide avanzar para conseguir el alimento. ¡Ya es una cuestión de vida o muerte para todos!

Y aquí no me detengo a darle o no el apoyo a las propuestas que van en la dirección de la renovación del liderazgo político, que por cierto ya mencioné hace algunos días (ver Hacia una nueva representación opositora, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/11/hacia-una-nueva-representacion-opositora.html). Es absolutamente una verdad incontestable que debemos cambiar el liderazgo político –los bueyes- pero eso no puede ser el fin en sí mismo de esta lucha. Claro que deben existir conductores con la mezcla adecuada de atributos para servir a los ciudadanos, eso no se puede discutir. Pero la discusión objetiva debe ser como nos ponemos de acuerdo para lograrlo. Sin embargo, ¿cómo podremos llegar allí si ni siquiera estamos de acuerdo en que los bueyes que retrasan nuestra siembra no sirven? ¡Ese es el problema fundamental!

Es por eso que no es de ninguna manera hueca la expresión ¡Que el pueblo decida! de ANCO. Como los bandos en pugna política nunca se pondrán de acuerdo, entonces ¡Que el pueblo decida! Dejen que el pueblo decida el destino de Venezuela, como se lo escribió el Libertador a Santander en la carta de 1826 que reproducimos al final de cada comunicado de ANCO. Y no solo que decida representantes o liderazgos, sino que decida también en cual dirección esos líderes y representantes desarrollarán el país. Para eso es la previsión Constitucional de una Asamblea Nacional Constituyente Originaria. Nada puede ser más democrático que eso, y la respuesta ha estado allí todo el tiempo.

Si quienes estamos de alguna manera metidos en política, no alcanzamos a entender que esta “es una empresa humana infinita para encontrar las respuestas”, entonces ¿qué estamos haciendo aquí? Si yo estuviera en la situación de esos bueyes cansados pero enriquecidos de poder –y algunos de dinero- deseosos de continuar, estuviera muy asustado porque nos sacrifiquen. Pero no les tocará otro destino si ellos mismos no se paran y dejan que los sembradores decidan si viven o mueren. Al menos así tendrían algún chance de sobrevivir…

Caracas, 28 de Diciembre de 2021

Blog: https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

Instagram: @laguana01

Telegram: https://t.me/TICsDDHH

viernes, 24 de diciembre de 2021

La Navidad de una cárcel llamada Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Hoy hace 10 años me referí a las Navidades venezolanas con presos políticos, haciendo alusión a que prefería por razones obvias llamarlas sin presos políticos (ver Navidades Con Presos Políticos, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/12/navidad-con-presos-politicos.html). No me sentí alegre en ese entonces porque existieran los pocos presos que había en ese momento, encerrados de manera injusta por la masacre que el mismo régimen había causado el año 2002. Pero ahora no solo sigo sin estarlo sino que ahora sumo la preocupación del continente porque el régimen ha ampliado la cárcel a todo el país donde los venezolanos nos encontramos encerrados, aumentando a cientos los presos políticos, civiles y militares, dentro de sus mazmorras. Y eso no es cualquier cosa para el mundo.

Como consecuencia de lo anterior, ¿qué están haciendo los venezolanos? Los que pueden hacerlo están huyendo. 6,03 millones de personas refugiadas y migrantes en el mundo, mas de 850 mil solicitantes de asilo de Venezuela en el mundo, más de 4,99 millones de venezolanos viviendo en América Latina y el Caribe, de los cuales aproximadamente 1,84 millones residen en territorio colombiano para Noviembre de 2021 (ver cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en https://www.acnur.org/situacion-en-venezuela.html y Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, en https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes).

Ahora la cárcel se amplió a toda Venezuela y los que en el 2011 pedíamos desde afuera de las cárceles que soltaran en Navidad a los que estaban presos, estamos todos de una manera u otra encerrados en nuestro propio país tratando desesperadamente de salir. Los que por alguna razón nos encontramos todavía en esta gran cárcel en que el régimen ha convertido a nuestro país intentamos sin éxito reproducir de alguna manera la calidad de vida que se nos ha escapado en todos estos años. Año tras año conservamos la esperanza que el año siguiente las cosas serán diferentes, confiando en quienes conducen políticamente de un lado y de otro este barco que se hunde llamado Venezuela.

Y aquí no me coloco en la tradicional posición opositora al régimen, sino como aquel venezolano que simplemente vive en este país maltratado que espera pacientemente como todo el mundo que las cosas sean mejores. Y aunque trato de no odiar o tener algún rencor en contra de quienes causaron esta tragedia que vivimos, es imposible no meter en el análisis la disputa de los bandos en pugna por el poder en Venezuela, que de una u otra manera nos han puesto de lado a todos para satisfacer los egos y las ambiciones políticas.

La Navidad es sinónimo de tiempos de paz y tregua. Los ejércitos en el medio de las guerras han hecho un alto para no matarse unas horas para conmemorar la venida del Hijo de Dios que dio su vida por todos nosotros sin más aspiración de que la humanidad fuera mejor a los ojos de Dios. Pero una tregua en el medio de un país desolado es sumamente difícil. ¿Qué decirle a una madre que ha perdido a su familia por enfermedad, desidia o destierro por la irresponsabilidad de un Estado cuya obligación es lograr la mayor suma de felicidad posible para su pueblo? ¿Qué decirle a un padre que no puede llevar alimento a su familia en esta Navidad con el salario mínimo más bajo del mundo, y que todos los días lo ve desvanecerse por la hiperinflación más alta registrada en la historia de todos los países? ¿Cómo decirle a un joven que se quede si aquí no tiene futuro? ¿Quién tiene futuro en una cárcel?

Es difícil en esta hora de una de las Navidades más oscuras y difíciles que hayamos vivido, pedirles a los venezolanos que abramos nuestros corazones para hacer un alto al fuego a quienes nos han causado semejante daño. Ni siquiera en una guerra pudo destruirse más a Venezuela. Lo que nos queda es compartir lo poco que nos han dejado con aquellos que están peor que nosotros, en un gesto de solidaridad y caridad cristiana para salir adelante juntos. Si somos realistas, pasarán muchos años antes que exista una verdadera justicia para aplicarle a aquellos que han destruido física y moralmente a Venezuela, aunque sigamos trabajando consistentemente para que ese tiempo sea lo más corto posible y podamos reconciliar plenamente a este sufrido pueblo.

José Rafael Pocaterra lo describió extraordinariamente cuando a principios del siglo pasado (1922) nos obsequió en sus Cuentos Grotescos, su hermoso relato “De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Jesús” (ningún venezolano puede dejar de leerlo: https://www.ciudadvalencia.com.ve/nuestros-cuentos-de-navidad-panchito-mandefua-de-jose-rafael-pocaterra/). Ese conmovedor relato muestra la esencia de quienes somos en realidad los venezolanos, describiendo la historia de un niño de la calle de la época, quien no teniendo nada en Navidad, compartió antes de morir lo poco que tenía en sus bolsillos para evitar el castigo de una niña. Ese carácter vivaz, respondón, de enfrentarse a la vida con personalidad, y sobre todo de ayudar a quien lo necesita sin tener cómo, nos describe como pueblo. Ese gesto desprendido y profundo de Panchito fue lo que en realidad le ganó la Cena con el Niño Dios, el más grande honor concedido a cualquier cristiano.

Y los venezolanos somos así, lo hemos demostrado muchísimas veces en nuestra historia, en especial al recibir con los brazos abiertos a los cientos que huían de una Europa destruida por la guerra, a quienes huían de una Latinoamérica llena de tiranos y pobreza, a nuestros vecinos que huían de la violencia de una guerrilla interminable. Teníamos para repartir y lo compartimos a manos llenas con ellos, sin pensarlo dos veces. De todas las nacionalidades llegaron a nuestro país para hacer de él su hogar, y ahora sus gobiernos nos devuelven de sus aeropuertos y nos persiguen y discriminan en sus países.

No me cabe en el pecho el orgullo de ser venezolano y no me arrepentiré nunca de luchar por y ser parte de un pueblo que no hizo otra cosa que haber ayudado a otros en su necesidad sin esperar nada a cambio. Creo que los venezolanos de tener como hacerlo lo haríamos de nuevo como lo hizo Panchito Mandefuá porque dentro de nuestro desconsuelo sentiríamos como él “una especie de loca alegría interior…”. Y eso solo se siente cuando ayudas a otro ser humano con desinterés. Algunos dirán como se dijo Panchito a sí mismo el día de su muerte: “¡Era un botarate! No le quedaban sino veintiséis centavos, día de Noche Buena… Quien lo mandaba a estar protegiendo a nadie…”. Pues los protegimos sin pensarlo como él mismo lo hizo con la niña Margarita. Esa es la gran diferencia que tenemos orgullosamente como sociedad de aquellos que ahora se sienten mejores que nosotros.

Ese cuento navideño de Pocaterra tiene una mezcla de tristeza y esperanza. Eso es lo que siento que ahora tenemos que llevar a la Cena de Navidad de este año 2021 –más esperanza que tristeza- por todo lo que nos está pasando como país y que estamos sufriendo nuestros compatriotas en Venezuela y en el resto el mundo, porque nos culpemos duramente de esta desgracia somos un pueblo extraordinario a pesar de haber cometido tantos errores. “¡Qué diablos! El día de gastar se gasta “archipetaquiremandefuá…” como sentenció un Panchito retador ante el futuro, convencido que si hoy no hay porque hicimos lo que hicimos, mañana si habrá porque así somos los venezolanos, del tamaño del compromiso que se nos presenta.

Y como presos que somos de este régimen en esta Navidad en una cárcel llamada Venezuela, no puedo menos que después de 10 años volver a terminar esta nota navideña con la oración del mismo autor de Panchito Mandefuá, y que ahora cumple 100 años, dedicada en 1921 a los presos de La Rotunda, y que solo Dios sabe porque aparece de nuevo justo hoy, dedicada a todo aquel compatriota que sea vejado en Venezuela y cualquier parte del mundo. Esta oración en su vigencia al cumplir un siglo, debemos recitarla de nuevo para que, con el favor de Dios Todopoderoso, tenga el poder para cambiar para bien de todos a la brevedad posible, las cosas en nuestra cárcel Venezuela:

“Padre nuestro Libertador que estas en la Gloria!

Desagraviado sea tu nombre

Vénganos el tu genio

Hágase, señor, tu libertad, así sea en mi Patria como en la América

El decoro nuestro, el de otros días, dánoslo hoy

Y perdónanos nuestras infamias así como nosotros, perdonamos a nuestros infames,

Y no nos dejes perecer en la decadencia, mas líbranos señor,

De toda esta brutalidad siniestra.

Amén”[1]

¡Que así sea!

Mis mayores deseos para todos ustedes por que pasen la mejor Feliz Navidad del mundo posible, a quienes he tenido el honor de contar como mis lectores durante este duro Año del Señor 2021. Dios me los bendiga…Amén…

Caracas, 24 de Diciembre de 2021

Blog: https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

Instagram: @laguana01

Telegram: https://t.me/TICsDDHH

[1] José Rafael Pocaterra, Memorias de Un Venezolano en la Decadencia, Caracas, 1936.