lunes, 18 de julio de 2016

Machurucuto Civil

Por Luis Manuel Aguana

Ya está claro para todo el mundo que Fidel Castro se salió con la suya en Venezuela. La derrota sufrida por Castro en Machurucuto en mayo de 1967 a manos del Ejército y la Guardia Nacional de Venezuela, en ese entonces definitivamente democráticas, institucionales y defensoras de la Constitución, marcaron lo que pensábamos iba a ser la expulsión definitiva del castrocomunismo de Venezuela. Pero Hugo Chávez nos demostró lo contrario, al meterlos después por la puerta grande, demostrando así la veracidad de aquello de que quien ríe al último ríe mejor.

Fidel, actuando la siguiente vez en una estrategia distinta de invadirnos militarmente, con la ayuda de comunistas venezolanos, entro por la puerta grande de Miraflores. Usó lo que ahora los extremistas islámicos están aplicando en Europa: “Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia” (http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/938/es-la-guerra-santa-idiotas/). Y la segunda vez le salió bien.

Es por esta razón que los demócratas no podemos caer en el engaño. Nuestra democracia está infectada. Es como si pretendiéramos usar la sangre de una persona con un virus maligno para curar a otra que no está infectada. Simplemente no se puede usar. El virus del castrocomunismo tiene enfermo el cuerpo institucional de Venezuela.

Entonces no podemos utilizar instrumentos contaminados del cuerpo institucional enfermo para resolver la enfermedad. No podemos usar instrumentos creados para una democracia sana, como el Referendo Revocatorio, porque están claramente contaminados del virus maligno.

He comentado muchas veces en esta modesta tribuna, muro que me he construido para aportar en la lucha contra este virus, que para resolver la grave situación que padecemos, debemos salir de los 9 puntos del cuadro y unirlos todos desde afuera, aludiendo a ese viejo acertijo que se resuelve solo viendo las cosas desde una perspectiva amplia. En otras palabras, para resolverlo tienes que salirte del cuadro para poder ver la solución (ver http://pensamientocreativo.org/unir-nueve-puntos/).

Pues bien, eso no es otra cosa que ir a la raíz de los orígenes mismos del Poder: la soberanía del pueblo venezolano. ¿Y cómo se come eso? diría cualquier Miquelena que este leyendo. Que el pueblo le pregunte al mismo pueblo, de un modo organizado, si desea convocarse para decidir qué hacer con la enfermedad y aplicar el tratamiento correspondiente, claramente fuera de los mecanismos y las instituciones que se encuentran enfermas. Eso es pensar fuera del cuadro. Eso es lo que en la Alianza Nacional Constituyente llamamos la convocatoria del Poder Constituyente Originario a una Asamblea Nacional Constituyente sin los poderes constituidos.

Esto pasaría obviamente por explicar extensamente esta solución a todos los venezolanos y que no es fácil de digerir, en especial para aquellos que han pasado toda su vida dentro de los 9 puntos. Aquí no estamos hablando de cambiar al gobernante que mala hora nos cayó encima y a su inepto sucesor, que dejaron infectar el cuerpo institucional del país con el virus maligno del castrocomunismo, sino curar la enfermedad en su raíz. Y mucho más importante aún, recomponer los anticuerpos de todas las instituciones para que la enfermedad no vuelva a aparecer mas nunca, garantizando desarrollo sustentado y estable para el país. ¡Menuda tarea!

Pero la solución no debería ir conducida esta vez de la mano de los militares, como ocurrió en el pasado, cuando ellos controlaron en democracia la invasión del virus por Machurucuto y el resto del país. Esto se debe a que esa es quizás la institución más  infectada, aunque puedan existir lagunas sanas obviamente escondidas. Esas lagunas tendrán que intervenir en su momento, ya que de hacerlo a destiempo o mal, conduciría a su infección o aniquilamiento por parte de la enfermedad.

Por alguna razón Dios nos ha puesto a los venezolanos a tener que conducir las acciones necesarias para controlar el virus y a repeler de nuevo con éxito la más representativa de las incursiones del castrocomunismo en Venezuela: la invasión encabezada por Hugo Chávez, y que supera con creces la de Machurucuto, donde Fidel sufrió la derrota más contundente en nuestra tierra.

Ahora los venezolanos  nos aprestamos para repetir y superar esa victoria, pero esta vez conducida por el soberano pueblo de Venezuela, asumiendo el Poder Originario que nos pertenece, para una confrontación mucho mayor y significativa que la de 1967: con un Machurucuto Civil, vía Constituyente.

Pero para que este Machurucuto -ahora civil- sea exitoso, debe ser cuidadosamente planificado y organizado, aun mejor que su homónimo militar del pasado, para poder dar al traste con los planes de este régimen de perpetuarse en el Poder en Venezuela y establecer las bases de una nueva institucionalidad basada en un país regionalmente autónomo y descentralizado, a través de un Proceso Constituyente de carácter Originario. Ese es nuestro objetivo en la Alianza Nacional Constituyente, al convocar a todos los venezolanos a trabajar por ese sueño (http://ancoficial.blogspot.com/).

Creemos que la convocatoria del soberano pueblo de Venezuela, no solo para establecer cual tipo de gobierno desea darse, muy lejos del castrocomunismo derrotado en Machurucuto el siglo pasado por unas Fuerzas Armadas democráticas, sino para lo más importante y lo más trascendental, construir las bases de una nueva Venezuela donde quepamos todos en democracia, justicia y libertad, y que desarrolle el Proyecto de un nuevo país en la estructura de un nuevo texto constitucional. Invitamos a todos los venezolanos a construirlo juntos.

Caracas, 18 de Julio de 2016

Twitter:@laguana

martes, 12 de julio de 2016

Las 3 acepciones de un diálogo sin sentido

Por Luis Manuel Aguana

Cualquiera creerá al leer el título de esta nota que quien lo escribe está en contra de la institución del diálogo. Parece, pero no es así. Se dialoga cuando dos partes en disputa acuerdan llegar a un cese de hostilidades. Eso ha pasado en la historia del mundo un sinnúmero de veces en conflictos bélicos con miles de muertos. Entonces nadie podría estar en desacuerdo con el diálogo como mecanismo para hallar caminos de entendimiento y de paz entre grupos en conflicto. Pero en Venezuela ese “diálogo” que auspicia el régimen no es tal diálogo en el sentido que todos conocemos; o peor aún, cada parte, incluyendo la OEA, tiene una interpretación diferente de esa institución para que esta pueda ser aplicada con éxito a la situación que vivimos los venezolanos. Veamos esto en detalle.

Visto desde la perspectiva de la OEA, institución que discutió el problema venezolano en su Consejo Permanente con un detalle inusitado nunca antes visto allí (ver ¿Y qué hacemos con ese Informe?, en  http://ticsddhh.blogspot.com/2016/06/y-que-hacemos-con-ese-informe.html) luego de un informe demoledor para el régimen que desgobierna este país, la organización se pronuncia por un “dialogo efectivo entre el gobierno y la oposición con el fin de encontrar alternativas para favorecer la estabilidad política, el desarrollo social y la recuperación económica de la República Bolivariana de Venezuela...”, pero dando su respaldo a la iniciativa de los mediadores puestos por el régimen (ver Esta es la Resolución de la OEA sobre Venezuela

Entonces, cualquier observador incauto fuera de Venezuela, que no conozca lo que pasa aquí diría: ¿y cuál es el problema en que se sienten a negociar?, viéndolo como un “conflicto” en donde la oposición por alguna razón “no deja gobernar al gobierno” y lo que hay es que ver es cuales son los problemas y negociar esos conflictos con mediadores de buena fe.

Visto así, desde la perspectiva de la OEA, este es un conflicto, en el que independientemente de los mediadores –así sea pagados por el régimen-, “dialogando” se llegaría a conformar la estabilidad política del país. Como se verá, esta perspectiva es aséptica y como tal alejada remotamente de la realidad política del país. Nuestro conflicto con el régimen no es de un “estándar” que pueda ser encuadrado en una solución de “diálogo” de acuerdo a la semántica diplomática usual utilizada para cualquier otro conflicto, como pudiera ser el de Colombia. Entonces desde la OEA se promueve una solución que no es la adecuada al problema que tenemos. En otras palabras, el diálogo que proponen no tiene nada que ver con lo que pasa aquí.

Ahora bien, desde la perspectiva del régimen, una solución de “diálogo” no es más que el instrumento que busca “negociar” para ganar tiempo y no realizar el Referendo Revocatorio en el 2016, o bien para retrasarlo hasta el año entrante con la finalidad de quedarse en el poder, al menos hasta el 2019. En esto le acompañan ciertos factores de la oposición oficial que lo han promovido conjuntamente (esto es, aquellos que negociaron en primera instancia en Republica Dominicana) y han aceptado ya a sus mediadores y condiciones.

Es de hacer notar aquí que si de diálogo se trata, y se toma en cuenta la definición internacionalmente reconocida de mediador, este debe ser escogido por las dos partes, no por una sola. Y en todo caso, de existir mediadores de cada parte, como lo son ya del régimen los ex Presidentes Zapatero, Fernández y Torrijos, faltarían los mediadores de la oposición, habiendo luego claramente que escoger al menos uno de común acuerdo, si es el caso de que ambas partes los tengan. Es por eso que algunos opositores rechazamos categóricamente los facilitadores escogidos por el régimen de Maduro como únicos facilitadores del conflicto y lo expresamos públicamente (ver La oposición rechazó a los mediadores elegidos por Maduro

Entonces, lo que el régimen llama “diálogo” no es lo mismo que la OEA llama “diálogo”, y menos aun lo puede ser si quienes lo “facilitan” y son respaldados por la Resolución de la OEA, ya tienen posiciones adelantadas en relación al verdadero conflicto que tenemos en Venezuela. Pareciera que la OEA entonces fue engañada en su buena fe al llegar a la conclusión que si luego de un informe que señala a un régimen violador de Derechos Humanos y toda normativa civilizada, este se vaya a subrogar a un “diálogo” en los términos generalmente aceptados por la comunidad internacional.

Pero lo más interesante, por no decir más grave, es la acepción de “diálogo” que tiene la oposición oficial venezolana. Para ellos al parecer el “dialogo” es….¡nada! ¿Y porque digo esto? Porque las condiciones que exige para sentarse a “dialogar” es que en Venezuela exista Estado de Derecho, esto es: 1) que el régimen cumpla la Constitución y permita el Referendo Revocatorio; 2) libere a los Presos Políticos; y 3) respete las decisiones de la Asamblea Nacional. Todo esto sumado a que existan mediadores de la oposición y se hagan las negociaciones en Venezuela (ver Sumarium, “Si el gobierno no acepta las condiciones, MUD solo se reunirá con mediadores”, en http://sumarium.com/mud-se-reunira-solo-con-los-mediadores-mientras-el-gobierno-no-acepte-sus-condiciones/).

En otras palabras, para sentarse a “negociar” le están pidiendo al régimen algo que el castro-chavismo-madurismo no tiene en su naturaleza cumplir, porque si lo hicieran de entrada no estaríamos hablando de esto ni tendríamos que ir a ningún diálogo. Están pidiendo un contrasentido. Al menos el régimen quiere negociar algo: ¡el Referendo Revocatorio! Y eso en estricta lógica no puede ser negociable porque es una obligación constitucional que debe ser acatada por todos los venezolanos y en especial por un poder “independiente” como el CNE. Pero como este es un régimen de delincuentes que tiene bajo secuestro una población entera, es lógico que pidan rescate por los rehenes –todos nosotros-, y su pago se lo exijan a quienes nos “representan” bajo la especie de entregar el Revocatorio. ¡Los delincuentes si lo tienen claro! Quienes no lo tienen tan claro son nuestros “representantes”…

Por alguna razón, interesada o no, no tienen claro cuál es la situación real de los venezolanos para aplicar las soluciones correctas, entrabando a nuestros aliados naturales en el exterior, como lo demostró ser el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, al presentarse como el principal defensor de los venezolanos a escala hemisférica. No se puede confundir diálogo y negociación con delincuentes en situación de rehenes.

Entonces, ¿que “diálogo” puede haber aquí? No se puede dialogar con delincuentes. Cuando hay una situación de rehenes lo primero que hace la policía es poner a hablar a un negociador. Y cuando ya la cosa entra en crisis –como generalmente pasa porque los delincuentes no suelen entregarse-, entonces entra el escuadrón “SWAT” (en inglés: Special Weapons and Tactics, en español Armas y Tácticas Especiales) o la policía especializada en estos menesteres, para sacarlos y resolver la crisis. Eso es lo más parecido a lo que pasa en Venezuela para todo el que nos vea desde el exterior. Entonces, no hay conflicto que amerite diálogo entre dos partes, sino un secuestro de quienes gobiernan en contra de una población indefensa y que amerita otra solución.

En consecuencia, Venezuela no necesita “diálogo”, necesita que la Constitución se cumpla, tan sencillo como eso. La Constitución es ahora un yunque atado con una cadena al cuello de un régimen que se está hundiendo. Por eso echa mano de cualquier artimaña para perpetuarse. Lo que necesitamos es la ayuda y la presión de nuestros aliados fuera del país para que se cumpla el mandato constitucional, porque la población ya está clara en lo que tiene que hacer. Es un tema de la supervivencia de un pueblo. Si la oposición oficial se sienta a negociar algo con estos delincuentes, tengan la seguridad que no será nada bueno para los venezolanos, y tendremos que rechazarlo con todas nuestras fuerzas, porque ese diálogo sin sentido no sería un diálogo entre dos partes en conflicto. Sería una negociación entre delincuentes.

Caracas, 12 de Julio de 2016

Twitter:@laguana

viernes, 8 de julio de 2016

Guerra civil y cambio político en Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

Un viejo dicho que la experiencia ha comprobado como cierto, indica que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. En el devenir del tiempo histórico de esta Tierra de Gracia, como llamó Cristóbal Colon a este espacio del mundo donde habitamos, han pasado muchas cosas, algunas que bien podrían considerarse más terribles de las que ahora vivimos.

En esta época de convulsión política, muchos han indicado no sin cierta razón, que los venezolanos nos hallamos a las puertas de un conflicto civil de impredecibles consecuencias como producto de las decisiones de un desgobierno que no quiere acceder a darle cauce al deseo de cambio de un pueblo que se ha manifestado claramente a través del voto del 6D/2015.

No es la primera vez que el pueblo venezolano ha reaccionado producto de las decisiones de un gobierno, en especial en épocas consideradas muy sensibles y que han sido precursoras de cambios muy importantes y decisivos en nuestra historia republicana.

Es posible que el común de la gente no conozca que Venezuela estuvo a punto de un conflicto civil luego de la Guerra de Independencia, como consecuencia de un decreto del Senado del Congreso de la Gran Colombia, radicado en Santa Fe de Bogotá, que produjo una orden del Poder Ejecutivo para suspender del mando militar al General José Antonio Páez de la Comandancia del Ejército venezolano.

Esa suspensión acatada en primera instancia por este prócer de la Independencia venezolana, no logro cristalizarse por varias razones que el mismo General Páez expone en su carta del 1ro de Mayo de 1826, dirigida al Intendente del Departamento de  Venezuela el Dr. Cristóbal Mendoza, y redactada por el Dr. Miguel Peña de Valencia (que reproducimos íntegramente en este blog en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-del-general-jose-antonio-paez-al.html).

Como se verá, Páez indica que obedeció las órdenes y dio las instrucciones para el reconocimiento del nuevo jefe, pero “el pueblo por su parte no estaba tranquilo, se había reunido dos veces en la Municipalidad (de Valencia) manifestando que yo era la única persona en quien tenía confianza para la defensa exterior, orden y tranquilidad interior… Y más adelante continúa: “La Municipalidad disolvió mis dudas; y después de haber el señor Gobernador manifestado cuanto le fue posible en aquel acto, votó manifestando que el impulso general de un pueblo era irresistible, que las calamidades eran ciertas, que no había tranquilidad ni seguridad, y que yo debía ceder a las súplicas y demostraciones de un pueblo que daba la prueba más sincera y espontánea de su elección y que buscaba por este medio su propia conservación: solo faltaba yo para completar esta escena ¿Qué podía hacer? Dígamelo Ud. desde el fondo de su corazón. El pueblo me carga y me impulsa, me representa males que yo he visto y me encarga de su bienestar” (subrayado nuestro).

De acuerdo a su propia declaración, se le planteó a Páez la disyuntiva de ponerse al frente o no de un movimiento que terminaría separando a Venezuela de la Gran Colombia, o que la guerra civil incendiara a Venezuela: “El hombre público no es suyo, ni nada es cierto en revoluciones sino lo que ya está hecho. En las manos de Ud. está cortar los males de una guerra civil que puede originarse. Bogotá nos ha mandado una revolución envuelta en un pedazo de papel…”.

Páez escribe a seguidas otra carta con argumentación similar a Doña María Antonia de Clemente, al día siguiente de la anterior (2 de Mayo de 1826), indicándole como a Mendoza la situación de una inminente insurrección de las tropas del Apure: “Asegúreles Vmd. esto, y infórmeles que en su mano, prudencia y medidas está evitar los horrores de una guerra civil, y la desolación entera de Venezuela que quedaría sepultada en sus ruinas” (ver carta completa en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-del-general-jose-antonio-paez.html). Es posible que esta haya sido su manera de informarle indirectamente de su decisión al Libertador.

En efecto, es la hermana del Libertador, Doña María Antonia Clemente (esposa del General Lino de Clemente) quien informa de urgencia a su hermano en relación a esta grave situación en carta del 4 de Mayo de 1826 (ver carta reproducida completamente en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-de-dona-maria-antonia-de-clemente.html): “Esta impolítica de Bogotá nos ha puesto en estado de anarquía; pues esta medida, como otras muchas, han puesto al pueblo de Valencia y al ejército en disposición de pedir separación de Bogotá; cosa a mi parecer perjudicial. Caracas tiene que adoptar esta medida para no verse envuelta en una guerra civil, pues ya sabes que las fuerzas de este país están en los llanos. Dios sabe qué pasará si tu no vuelas a sacarnos de este inminente peligro”.

La hermana del Libertador sabía dónde estaba y sigue estando la fuerza para cambiar el curso de la historia, cuando las decisiones que se toman no están sintonizadas con la voluntad de un pueblo. Y la historia está allí para constatar que poco pudo hacer el gobierno en Bogotá para cambiarla.

¿Y ustedes dirán, de donde viene este recordatorio de la historia de Venezuela? Los venezolanos debemos percatarnos que lo que ya pasó está pasando de nuevo: 1) Un gobierno toma decisiones sin tomar en cuenta que el significado para la población de los actores involucrados podría cambiar el balance del poder; 2) Se está ignorando que los pueblos –y sus ejércitos- siguen a sus líderes naturales, más aun en un país con gente que se anota con caudillos, y no con gobiernos; 3) La gente en esencia no cambia, quieren siempre lo mismo, que los liderazgos les resuelvan las necesidades básicas de tranquilidad, seguridad y propia conservación, desconociendo a cualquiera que no se las garantice. Lo que está faltando ahora para iniciar el cambio es quien complete la escena, como en su momento la completó Páez, al asumir el mando militar y político de Venezuela (“faltaba yo para completar esta escena”). Es posible que ese quién ya exista, y solo este esperando que el pueblo y su ejército lo vaya a buscar como buscaron a Páez…

Pero lo más importante que está por venir es el cambio drástico en las circunstancias políticas del país a raíz de la repetición de los mismos errores del pasado. Y así como ese terremoto, cuyo epicentro fue Bogotá en 1826, que produjo la separación de Venezuela de la Gran Colombia algunos años después, este próximo sismo que se está gestando como consecuencia de lo mismo, traerá una recomposición política que se traducirá en un cambio de magnitudes semejantes a la creación de un nuevo país en 1830.

Y esos cambios no pueden salir de otra cosa que no sea de una Asamblea Nacional Constituyente como conclusión natural de este nuevo ciclo histórico, que como hemos visto desde esa época en Venezuela, comienzan siempre con la amenaza de una guerra civil provocada por las decisiones de quienes están en el poder. Habrá que asumirlos como antes lo asumieron nuestros ancestros. El resultado positivo o negativo de eso que se nos viene encima como condena de una historia repetida, solo dependerá de nosotros…

Caracas, 8 de Julio de 2016

Twitter:@laguana

Carta del General José Antonio Páez al Dr. Cristóbal Mendoza, Intendente del Departamento de Venezuela. 1826

Valencia, 1ro. de Mayo de 1826 (1)

Mi muy estimado amigo:

Véame marchando impelido de las circunstancias y siguiendo el raro destino que la suerte me ha preparado: hasta el día de ayer fui el hombre más obediente del gobierno de Bogotá; recibí el decreto en que el Senado admitió la acusación contra mí; y la Orden del Poder Ejecutivo para entregar el mando al General Escalona: todo lo obedecí, se comunicaron las órdenes para el reconocimiento del nuevo Jefe y yo quedé entregado a mis negocios privados, tratando de arreglar mi viaje a Bogotá y preparar las piezas justificativas de mi defensa que en concepto de algunos letrados podría hacer brillante y convincente.

Este era yo; el pueblo por su parte no estaba tranquilo, se había reunido dos veces en la Municipalidad manifestando que yo era la única persona en quien tenía confianza para la defensa exterior, orden y tranquilidad interior; sus tentativas se habían frustrado y dentro de la población parecía haberse serenado toda idea de conmoción; sin  embargo la noche del 29 se presentaron varias partidas por los montes e inmediaciones de esta ciudad que hicieron algunos robos, mataron dos hombres e hirieron a uno: todos tres fueron traídos a la plaza; ante este espectáculo horroroso, cada ciudadano creyó que su cabeza estaba amenazada y sus bienes iban a ser arrancados de sus manos, que había faltado a la seguridad pública; entonces se reunió de nuevo un pueblo numeroso en la Municipalidad con resolución de no volver a sus casas mientras yo no estuviese repuesto en el mando militar.

La Municipalidad, reunida, convocó al Sr. Gobernador, quien impuesto de la solicitud del pueblo, protestó, y cada palabra era sofocada por los vivas y aclamaciones de mi nombre; a que se agregó que una partida de más de 200 paisanos vino a mi casa, me tomaron en los hombros, me llevaron a la Sala Capitular y me pidieron que tomase el mando de las armas; mi corazón conmovido vacilaba algunos instantes entre la obediencia y la gratitud.

La Municipalidad disolvió mis dudas; y después de haber el señor Gobernador manifestado cuanto le fue posible en aquel acto, votó manifestando que el impulso general de un pueblo era irresistible, que las calamidades eran ciertas, que no había tranquilidad ni seguridad, y que yo debía ceder a las súplicas y demostraciones de un pueblo que daba la prueba más sincera y espontánea de su elección y que buscaba por este medio su propia conservación: solo faltaba yo para completar esta escena ¿Qué podía hacer? Dígamelo Ud. desde el fondo de su corazón. El pueblo me carga y me impulsa, me representa males que yo he visto y me encarga de su bienestar.

El hombre no es dueño de sí mismo en estos instantes y consideré que por un deber mal entendido iba a exponer a estos pueblos a calamidades todavía mayores que las que podían resultar con mi deferencia a su voluntad; acepté el mando, y al aceptarlo juré sostenerlo hasta que un mejor arreglo de cosas nos prepare instituciones más ventajosas; juré que ninguno ofenderá al pueblo de Valencia, que así me arrancaba de las manos de mis enemigos, sin que antes pasase sobre mi cadáver; desenvainé la espada y véame Ud. desobediente con violencia de mis sentimientos.

El hombre público no es suyo, ni nada es cierto en revoluciones sino lo que ya está hecho. En las manos de Ud. está cortar los males de una guerra civil que puede originarse. Bogotá nos ha mandado una revolución envuelta en un pedazo de papel, y Ud. sabe baxo de quantos colores y pretextos puede hacerse en Venezuela; -con su sabiduría, prudencia y discreción, puede remediarse todo; este es el lance más crítico, y Ud. puede ser Aurora de la Paz; si Ud. cede yo me pondré inmediatamente en comunicación: Ud. será mi padre, mi consultor, mi Director, y, sobre todo, mi mejor amigo; yo le ofrezco mi corazón en prenda de esta oferta sincera, le protesto seguir el plan que forme una reunión de Uds. que sea capaz de conciliar nuestros derechos y garantías; no es la ambición de César, ni la venganza de Coriolano lo que ha puesto la espada en mi mano, sino el impulso de una voluntad común, o más bien, el conocimiento en que todos están de la negra política y de los grandes defectos de la administración.

 Haga Ud. por su parte que no comience a derramarse la sangre de Venezuela. Tales son mis votos sinceros; pero también le aseguro que he hecho la resolución más firme de que mis enemigos me encuentren en el campo de batalla. Puerto Cabello y el Castillo han seguido la misma empresa que esta ciudad. Los Valles de Aragua y todos los pueblos vecinos están ya en movimiento y en armas; sería para mí lo más doloroso si llegara el momento extremo en que me viera en la necesidad de hacer uso de ellas. Yo no lo quiero ni lo deseo; en las manos de Ud., de mis amigos de esa ciudad, de los prudentes y de los sabios pongo su suerte; pero yo creo que el partido que deba tomarse no es dudoso. Ayúdeme Ud., Señor, a promover el bien y perfeccionar esta obra con el menos costo posible.

Soy sinceramente de Ud., su af.mo amigo
Q.B.S.M.
José Ant.o Páez

Al Intendente Cristóval Mendoza
Etc., etc., etc.

Anotaciones en la carta:

(1)     Carta tomada del libro de Carlos A. Villanueva, La Monarquía en América, El Imperio de los Andes, Págs. 22-25, Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas, Librería Paul Ollendorff, 50, Chaussée D’antin, 50, Paris 1913. Transcrita de los Archivos del Gobierno inglés, Foreign Office, Colombia, 1826, No. 35 – Copia transmitida por el Consul Ker Porter a Mr. Canning. La inserción que se hace en la colección de O’leary- Documentos, XXIV, 135, - tiene algunas variantes con la copia de Ken Porter, quien debió tenerla del mismo Mendoza.