domingo, 9 de junio de 2019

Plebiscito SI, Dialogo NO

Por Luis Manuel Aguana

El comunicado publicado por la Alianza Nacional Constituyente Originaria (ANCO) (ver Comunicado ANCO: Que el Soberano decida el futuro de Venezuela: PLEBISCITO SI, DIALOGO NO http://ancoficial.blogspot.com/2019/06/comunicado-anco-que-el-soberano-decida.html) pone oficialmente en el debate público nacional e internacional la propuesta de una nueva ruta a discutir para resolver la crisis venezolana, ante la “nada” ofrecida al país por la oposición oficial, que la ha puesto a negociar -deliberadamente o no- elecciones con el régimen ilegitimo de Nicolás Maduro Moros.

Los venezolanos presenciamos asombrados que la solución que le dio finalmente la oposición oficial al llamado “cese de la usurpación” fue negociar con un dialogo en Noruega elecciones con Maduro y su banda de delincuentes. Esto ha resultado inaceptable por quienes consideramos inválido reconocer con un instrumento democrático el ilegitimo ejercicio del poder de Maduro, por lo que este debe abandonar primero el poder que detenta ilegalmente antes de proceder con cualquier nuevo estado, trancándose así inevitablemente el juego. Pero ¿cómo resolver esto?

Estamos en una situación de posiciones irreconciliables con el contrario, a la que los países de la Comunidad Internacional tratan de resolver mediando en la aplicación de un instrumento electoral solo válido en democracia, y dándole beligerancia política a un atajo de criminales que han asaltado el poder. Eso es intolerable para la gran mayoría de los venezolanos, pero no así para la dirigencia política que hasta ahora nos representa en los escenarios internacionales. Este curso de acción política no es aceptada por los venezolanos.

En una nota pasada, adelante como era posible destrancar el “abrazo mortal” en el que se encontraba Venezuela con esta situación (ver Un plebiscito, la solución al abrazo mortal de Venezuela, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/06/un-plebiscito-la-solucion-del-abrazo.html) que no es otra cosa que ubicarse en el plano objetivo del problema. A nuestro juicio el curso de acción de los venezolanos, al carecer de medios locales para desplazar a los criminales en el poder, debería ser solicitar esos medios a la Comunidad Internacional. Sin embargo no hay consenso de los países para aplicar una solución de fuerza, tratando de imponer una solución negociada con el régimen. Por otro lado la oposición oficial insiste en un supuesto “quiebre de las Fuerzas Armadas” cuya espera nos ha costado mas vidas y sufrimientos que la misma aplicación de la solución de fuerza desde el exterior que hemos solicitado.

Para conciliar ambas posiciones planteamos un justo medio: una solución que aun siendo electoral no implique la aceptación del régimen a través de unas elecciones sino del reconocimiento objetivo, para cualquier gobierno del mundo, de la legitimidad que tiene la Soberanía Popular de los venezolanos para decidir sobre el ejercicio del poder de quien lo esta detentando. Maduro y quienes lo sostienen en el poder no pueden ignorar que la única fuerza objetiva que se le reconoce afuera para sostenerlos en el poder es la voluntad legítima del pueblo venezolano, y solo su voluntad puede desplazarlos. Eso es válido para cualquier gobierno del mundo y por eso quieren que el problema se resuelva con elecciones.

En este sentido el régimen de Maduro no podría a negarse de cara al mundo a pasar por el escrutinio popular mediante un Plebiscito que decida sobre su continuidad en el poder. Negarse a eso implicaría por definición la aprobación general para su desalojo por medio de la fuerza. Y por otro lado, la Comunidad Internacional no podría esconderse para garantizar el clamor de los venezolanos de hacer que el veredicto de esa Soberanía se cumpla con la fuerza que sea necesaria. Esa es la columna vertebral del planteamiento plebiscitario. El resto son las garantías de las partes. Veamos:

Garantías del régimen: nadie del régimen aceptaría ir a un plebiscito -que sin duda alguna perderían- sin conocer antes que ganarían con eso. Allí existen un cúmulo de condiciones que estamos seguros que solicitarían quienes han cometido delitos de Lesa Humanidad, robo comprobado a la nación, corrupción, legitimación de capitales, narcotráfico, etc., y que en este momento manejan el poder. Estos criminales desearán saber que les darían a cambio de abandonar el poder en caso de perder el Plebiscito. Los Estados Unidos tienen sobrada experiencia en ese tipo de negociaciones con delincuentes. Saben que se les puede conceder o no habida cuenta de las sanciones que ya se han aplicado. El caso mas reciente es el del General Hugo “Pollo” Carvajal. Esa rueda de negociación tendría que realizarse bajo la amenaza creíble que el Plebiscito es el última alternativa que plantearía unida la Comunidad Internacional al problema de Venezuela, previo al agravamiento de las sanciones, e incluso la posibilidad de una intervención en caso de no aceptarlo.

Pero el aspecto criminal solo sería una parte del problema, también existe la dimensión política. Estamos seguros que los criminales pedirían también garantías acerca de la supervivencia política de su movimiento o el “legado” de su revolución. Un Plebiscito planteado en los términos mas objetivos y democráticos debería garantizarle al partido del régimen una participación porcentual equivalente a los votos que ellos consigan en esa contienda electoral plebiscitaria. Nadie, ni siquiera los socialistas europeos que tanto desean unas elecciones en Venezuela, podrían negarse a un Plebiscito que garantice eso.

Garantías de la oposición: no podríamos contar con que los opositores venezolanos concurran a un Plebiscito con un sistema electoral en manos del régimen. Y por otro lado el régimen negaría a contarse si no es con su CNE. Una propuesta intermedia sería entregarle a un tercero imparcial, por ejemplo la OEA y la Unión Europea, la administración electoral de los votos a través de un sistema de conteo 100% manual, con apoyo automatizado de totalización. Esto es, boletas que se cuenten una a una en cada mesa electoral, nacional e internacionalmente, y estas al cerrar con los testigos de ambas partes, envíen los totales de la mesa a una Sala de Totalización supervisada por todos. La contabilización será solo de cuantos SI o NO existen, por lo que un Plebiscito como ese debería organizarse y despacharse muy brevemente con la ayuda técnica internacional adecuada.

Otra garantía para la oposición venezolana sería el desmontaje previo al Plebiscito de la Asamblea Constituyente del régimen. No podríamos aceptar que luego de realizado el proceso y decidido una nueva situación política para el país, el régimen la cambie a cuenta de los “poderes supra constitucionales” de ese ente inconstitucional. Pero lo más importante para la oposición sería la garantía del cumplimento del resultado del Plebiscito. Nadie iría a votar si el régimen desconoce luego los resultados. En ese aparte la Comunidad Internacional deberá tener una presencia determinante para establecer las acciones a realizar para que se cumpla la voluntad del pueblo de Venezuela. Allí todos los países tendrán que coincidir de manera unánime que es solo la Soberanía Popular quien debe decidir el futuro del país y ayudarnos a hacer que se cumpla su mandato, sin excluir el uso de la fuerza.

Un punto determinante para que una solución como esta sea posible es su aceptación por parte de la oposición oficial y por supuesto del régimen. La respuesta a esto paradójicamente no se encuentra en Venezuela. Aun cuando algunos venezolanos podamos considerarla con simpatía, vemos con escepticismo que oposición oficial la compre por múltiples razones, entre ellas los marcados intereses políticos de la MUD/G4 que no han permitido hasta ahora tener una oposición unida para concertar la salida del régimen. De allí las declaraciones del Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo. Este es el tipo de soluciones que se le imponen desde afuera a las partes cuando nadie se pone de acuerdo y se acelera el deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos.

Para que se imponga una agenda como esta es necesario que la Comunidad Internacional se convenza que esta solución pacifica, constitucional y electoral es de muchísima mayor fuerza y calidad, con resultados en estabilidad de largo plazo, que la que está planteando el régimen y su oposición con un adelanto de elecciones parlamentarias y posiblemente presidenciales. Un plebiscito restituye de inmediato la legitimidad de las instituciones con una garantía de continuidad constitucional. Un plebiscito que garantice la finalización constitucional del régimen de Maduro, con una negociación previa de los términos de salida, le daría continuidad legítima a la presidencia interina de Juan Guaidó Márquez para conformar gobierno y convocar en su momento elecciones libres.

Es posible que surjan muchas dudas y preguntas acerca de este planteamiento al país, incluso que es igualmente una negociación, cuando hemos dicho infinidad de veces que no queremos negociar con el régimen. Y eso sería cierto. Pero la alternativa es sacarlos a la fuerza y eso es lo que no quieren hacer quienes nos pueden ayudar. Y créanme que es lo que he recomendado hacer desde el inicio. Esta alternativa representa reconocer que se requiere determinar con esos criminales los términos para que abandonen el secuestro que tienen de Venezuela. Esto es lo que hacen las autoridades antes de proceder a entrar cuando se presenta una situación de rehenes, que es la que ahora tenemos en el país.

Por otro lado estamos seguros que existirán muchas opiniones diferentes acerca de como se deben establecer las garantías. Sin conocerlas, todas son válidas. Arriba solo mencionamos algunas obvias, pero se debe dejar a quienes sean los designados para negociar, el margen necesario para moverse con los detalles para que esto pueda funcionar. Lo mas importante es que avancemos hacia una solución que ponga a todos los venezolanos a decidir su futuro, y que nuestro destino no sea determinado en un dialogo a espaldas de la nación, para que la solución pueda ser duradera y estable.

Caracas, 9 de Junio de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

sábado, 8 de junio de 2019

La muerte de un mantra

Por Luis Manuel Aguana

Por más libros que intenten explicar el comportamiento de los venezolanos, nunca las sociedades de otros países entenderán lo enrevesado de nuestra manera de ser y de actuar. Recuerdo a un profesor de inglés de origen trinitario que nos repetía mucho que un gringo jamás entendería a profundidad nuestra manera de comunicarnos, y si el castellano era difícil para ellos, el “venezolano” era doblemente difícil. Somos verdaderamente un caso de estudio. Por eso no me extrañaron las declaraciones del Secretario de Estado Mike Pompeo al referirse a la oposición venezolana. Por años los norteamericanos han buscado intérpretes para entender a los políticos venezolanos, sin tener lamentablemente algún éxito. Y al juzgar por lo que dijo Pompeo pareciera que ya tiraron la toalla.

Porque ¿quién puede, por todos los santos, explicarse que usted fije un camino para “salir de la usurpación” y se lo venda a todo el mundo, e inmediatamente se voltee para hacer algo completamente opuesto y pretenda de paso que la gente se lo compre, en especial en países donde la racionalidad es regla de vida? Porque vamos a estar claros, el mantra que todos compramos, compuesto por una trilogía de secuencia lógica, “cese de la usurpación-gobierno de transición-elecciones libres” solo es posible de mantener si se hacía efectiva la expulsión del régimen, no la convivencia con él. En otras palabras, ambas cosas son mutuamente excluyentes. ¡O sacas al régimen, o no lo sacas y duermes con él! ¡Por eso compramos el mantra! Porque este implicaba que habiendo expulsado a Maduro y su régimen, se procedería a arreglar el país mediante un gobierno de transición que terminaría organizando unas elecciones libres.

Entonces aquí están ocurriendo dos cosas contrapuestas: 1) Si la oposición oficial estaba convencida que no era posible la expulsión de Maduro de la manera ofrecida, entonces nos engañaron. Y 2) si por el contrario estaba resuelta a sacarlo para proceder con el mantra, entonces no se puede explicar porque han entrabado de todas las maneras posibles la aplicación del Artículo 187#11 Constitucional y la solicitud internacional para que se honre la Responsabilidad de Proteger (R2P) que tienen todos los países en un Acuerdo de la ONU que hasta la misma Venezuela firmó en el año 2005.

De acuerdo a los acontecimientos demostrados del 23F y 30A, la oposición oficial nunca estuvo dispuesta a sacar a Maduro sino negociar con su régimen, por lo que es necesario concluir que el mantra no tuvo nunca validez alguna, y lo que siempre privó fue un acuerdo negociado por elecciones con el régimen, que es lo que siempre desearon los partidos del G4 desde que se instaló la Asamblea Nacional el 5 de Enero de 2016.

Sin embargo esa lógica opositora absurda que no es entendida por nadie en el exterior, choca de frente con la realidad de los venezolanos, que indica que para que las cosas cambien efectivamente en Venezuela ES NECESARIO que el régimen de Nicolás Maduro Moros termine cuanto antes. Lo que nos coloca de nuevo en el comienzo de toda la historia. Nos plantearon una ruta de imposible realización y ahora pretenden vendernos ante el fracaso obtenido un carnaval electoral que ofrezca que las cosas irán mejor después de unas elecciones con Maduro y su régimen. A otro perro con ese hueso…

Así las cosas, el venezolano ahora se encuentra completamente huérfano de salidas, y eso lo están aprovechando tanto el régimen como su oposición porque nos pusieron a todos a aceptar lo inaceptable: la continuidad de Maduro.

El mantra nació muerto y no lo sabíamos. No era posible plantearlo si el gobierno interino de Juan Guaidó no estaba en la disposición de solicitar ayuda internacional para desalojar el régimen. Nos vendieron una solución de imposible materialización si no estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. De allí que comiencen los socialistas europeos a salvarle el trasero al régimen de Maduro intermediando en un nuevo dialogo en Oslo pero con una oposición en posición perdedora porque no tuvieron éxito en sus intentonas del 23F y 30A.

Al habernos engañado, la oposición oficial tendría que aceptar los términos electorales del régimen. De allí que ustedes vean a los norteamericanos cambiar el posicionamiento duro que tenían hace pocos días por uno blandengue ahora, en contra del régimen. Vean con cuidado las declaraciones de Elliott Abrams aconsejando la reincorporación de los diputados oficialistas a la Asamblea Nacional (ver Elliott Abrams: Oposición y chavismo son esenciales para una transición en Venezuela, en https://elpitazo.net/internacional/elliott-abrams-tanto-la-oposicion-como-los-chavistas-son-esenciales-para-una-transicion-en-venezuela/).

¿Qué está pasando aquí? Que la oposición oficial con una ejecución política mediocre en la Asamblea Nacional se equivocó al manejar este gravísimo problema y quienes nos apoyaban para sacar de raíz al régimen nos están abandonando. De allí que los partidos del G4 se estén aprestando para concurrir con el régimen de Maduro a un adelanto de elecciones parlamentarias tal y como lo anunciara el convicto de Bogotá hace pocos días, porque se les agotaron las ideas para salir del régimen, esa es la verdad.

¿Está toda la oposición de la Asamblea Nacional, incluido Juan Guaidó, en esa jugada para montar en la olla al pueblo venezolano? Me gustaría saberlo. A Venezuela le interesaría saberlo. Que no nos hablen de resolver el “cese de la usurpación” con elecciones. Ese “cese” no existe porque si alguna vez vivió en la mente de alguien ya murió sin haber nacido. Entiéndase que a partir de ahora no existe tal cosa como “cese de la usurpación” porque el mantra esta muerto. Si Maduro esta usurpando la Presidencia de la República, entonces mal podría la oposición oficial aceptar ir a ningún proceso electoral con un delincuente en Miraflores.

La existencia del mantra, así como la Ley del Estatuto para la Transición que lo sustenta, solo tiene sentido si se extirpa de raíz la causa de la tiranía: la expulsión de Maduro, su régimen y todas las fuerzas invasoras que lo acompañan. Lo demás es un miserable engaño que tendrá un elevadísimo costo político para quienes se empeñen en seguir estafando al pueblo venezolano con espejitos electorales.

Caracas, 8 de Junio de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

miércoles, 5 de junio de 2019

Un plebiscito, la solución del abrazo mortal de Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

En este momento de la historia del país me atrevería a afirmar que es difícil encontrar a algún venezolano que no tenga un criterio claramente formado en relación a lo que sucede, quien o quienes son los responsables de la crisis y cuáles pueden ser las soluciones para salir del problema. El 23 de enero de 2019 todos los venezolanos creímos coincidir cuando la oposición oficial encabezada por el Presidente Encargado Juan Guaidó Márquez, al recitar el famoso mantra “Cese de la Usurpación-Gobierno de Transición-Elecciones Libres”, resumía para el país en pocas palabras una ruta clara que nos llevaría a terminar con años de desgobierno. Ese fue realmente el éxito del 23E.

Pero si a eso le sumamos que para oficializar ese mantra la Asamblea Nacional aprueba por unanimidad la Ley del Estatuto para la Transición donde se pone en blanco y negro esa ruta, estableciendo los términos de un gobierno de transición y las pautas para la celebración de elecciones después de un máximo de 12 meses, nos encontrábamos entonces –o creímos encontrarnos- ante una unanimidad de criterios en el país: salimos de los delincuentes primero, para luego establecer un gobierno de transición (por supuesto enteramente opositor) que nos llevaría a un proceso electoral libre de trampas en un máximo de tiempo establecido en la citada ley.

Con eso en la mano, la oposición se lanzó a las calles a exigir ese “cese de la usurpación” sin percatarse que al igual que en años anteriores estábamos pidiendo lo mismo: que el gobierno cediera y se fuera sin más fuerza que la razón de su ilegitimidad. Y eso, como en años anteriores, volvió a costar lo mismo en violencia, detenciones, torturas y muertes. La dirigencia opositora desde el mismo 23E no tenia de nuevo idea de cómo resolver ese “cese de la usurpación” más allá de dormir con el enemigo, cosa que se descubrió amargamente el pasado 30 de Abril, y posteriormente con las negociaciones llevadas a cabo en Noruega.

Por otro lado, otro grupo de venezolanos hemos insistido que la única manera de cesar la usurpación es dejar de considerar al régimen como un grupo con beligerancia política con el que se puede negociar sino como bandas de criminales a las que se debe desalojar por la via de la fuerza internacional, argumentando la Responsabilidad que tienen los Estados de salir en la protección de los ciudadanos venezolanos (R2P) victimas como somos de delitos de Lesa Humanidad por parte del régimen, y que se apruebe a la brevedad la autorización contenida en el 187#11 Constitucional que da luz verde a misiones militares extranjeras de paz para el acompañamiento de ayuda humanitaria. A esa posibilidad se ha negado persistentemente el Presidente Encargado Juan Guaidó y prácticamente la mayoría de partidos representados en la Asamblea Nacional.

No ha sido posible conciliar una acción acordada entre ambos grupos opositores. La Directiva de la Asamblea Nacional es la que conduce constitucionalmente las estrategias para conseguir ese “Cese de la Usurpación” y la única que reconoce la Comunidad Internacional como la que dirige las acciones para salir del régimen a través de los métodos que juzguen convenientes. Por eso no desean abrir el juego a otros actores de la oposición para que unidos se busque una solución acordada, aunque eso sea para bien de los venezolanos.

Ya se cumplirán 6 meses de aquel 23E y la decepción y el desconcierto del país no puede ser mayor así como su deterioro mas profundo. Estamos en una situación que los especialistas en tecnología llamamos “deadlock”, bloqueo mutuo, interbloqueo o abrazo mortal. Esta es una condición técnica en la cual se cae cuando para resolver su misión dos o más actores (procesos) se quedan en una espera circular por un recurso que el otro tiene. Se ejemplifica de una manera sencilla con dos actores: “dos niños que intentan jugar al arco y flecha, uno toma el arco, el otro la flecha. Ninguno puede jugar hasta que alguno libere lo que tomó” (ver Wikipedia, Bloqueo Mutuo, en  https://es.wikipedia.org/wiki/Bloqueo_mutuo).

Aplicando el ejemplo, la oposición oficial aún siendo legitima no puede ejercer el gobierno porque la fuerza la tiene el régimen y el régimen aun con su fuerza no puede obligar a la oposición oficial –ni al resto de los venezolanos- a reconocerlo, y de allí que se impida por todos los medios su desempeño y profundizar las sanciones a sus integrantes. El resultado neto es que todos los venezolanos estamos siendo víctimas de la situación de ambos actores. Por otro lado la oposición oficial se niega a solicitar la aplicación de la fuerza internacional para destrancar el juego que ella misma inició al plantearse una vía que no llevaba otra solución posible que la de la exclusión del contrario, vía en la que todos estábamos de acuerdo pero que no tenía una solución posible si no se contaba con la fuerza de las armas para aplicarla, ni la disposición para solicitarla fuera del país.

¿Cuál es entonces la solución de este bloqueo mutuo? Si la oposición oficial no desea una salida de fuerza, ni la Comunidad Internacional está dispuesta a ello, no es posible la solución del mantra sin hacer ajustes. ¿Cuál es entonces el planteamiento? Lejos de renunciar a nuestra primera opción, la fuerza internacional (porque estamos tratando con delincuentes), creo que es posible una solución alternativa que sin olvidar las ventajas de la solución de fuerza le ofrezca garantías a todas las partes a soltar los recursos que ambos tienen en beneficio de los venezolanos. ¿Y cuál es esta posible solución? Un plebiscito negociado. Veamos:

La Comunidad Internacional ha insistido hasta la saciedad en una solución “electoral” a nuestro problema. Si ustedes son mayoría entonces “mídanse con Maduro”, es lo que dice la Unión Europea. Pero los venezolanos no reconocemos la presidencia actual de Maduro por ser ilegitimo el proceso electoral del 20 de Mayo de 2018, ni al mismo Maduro, al ser este un convicto sentenciado por corrupto y legitimador de capitales, e ilegitimo desde el mismo comienzo porque no podía ni siquiera ser candidato en el 2013, al ocupar para ese entonces la Vicepresidencia de la República. Pero es un hecho que ahora detenta de facto el poder y las armas.

Sin embargo la Comunidad Internacional NO LO RECONOCE TAMPOCO y la Unión Europea y el Grupo de Lima presionan por un proceso electoral, en especial porque este último se constituyó a raíz del desconocimiento de la espuria Asamblea Nacional Constituyente que convocó a las elecciones del 20 de Mayo de 2018. Si convertimos ese deseo de la Comunidad Internacional por elecciones en un Plebiscito que decida con un SI o un NO la continuidad de Maduro en el Poder estaríamos satisfaciendo ese requisito del mundo que en el fondo no dice otra cosa que lo mismo que nosotros: que el pueblo venezolano decida qué hacer con Maduro. En el fondo también se estaría restituyendo el derecho de los venezolanos que fue conculcado por el régimen al impedir el Referendo Revocatorio de Maduro en el año 2016.

¿Por qué digo que el plebiscito debe ser negociado? Porque en el mantra no hay negociación posible, con lo cual es un contrasentido lógico que Guaidó se haya ido a Noruega a “negociar” que Maduro se fuera. ¿Qué gobernante usurpador acude a una mesa de negociación a negociar su cabeza? ¿Qué estupidez es esa? Si desean negociar, negocien algo que se pueda negociar. Y allí entro a la siguiente parte de esta propuesta: el gobierno de transición. Nótese aquí que se requiere desmontar la Ley del Estatuto para la Transición como requisito previo para que la propuesta plebiscitaria tenga sentido.

En la trilogía del mantra no está planteada la presencia del régimen ni ninguno de sus representantes. No podía estar. Y esto es porque la naturaleza del mantra mismo no lo permitía, que era sacar de raíz el régimen, constituir un gobierno de transición opositor que nos llevaría a unas elecciones libres. En esta propuesta plebiscitaria se ofrecería negociar antes la composición de ese gobierno de transición con el régimen. ¿Les parece escandaloso? Pues así es. Nadie se sentará a esperar que lo descabece un plebiscito sin negociar antes los términos de su salida. Y eso solo lo podría garantizar que es lo que pasará al minuto siguiente de dejar el poder por el plebiscito. La propuesta sería ofrecer una participación al resultado porcentual que saque la oposición versus al porcentaje que saque el régimen en ese plebiscito, solicitando al mismo tiempo el desmontaje de la Asamblea Nacional Constituyente espuria, y por supuesto negociar lo que pedirían los delincuentes para irse (que ya lo han dicho, que levanten sus sanciones). No creo que Guaidó y el G4 tengan prurito con esto si estaban dispuestos el 30 de Abril a tener a Padrino López como Ministro de la Defensa y a Maikel Moreno como Presidente del TSJ.

Lo último y más importante serían las garantías de cumplimiento. ¿Cómo se le vende al venezolano ir a un plebiscito si al cerrar el régimen no cumple con el resultado? ¿Con que sistema de contar votos se implementaría? Allí está el detalle, Cantinflas, dixit. De esta solución debe estar convencida previamente TODA la Comunidad Internacional, y en especial los EEUU. ¿Por qué? Porque entonces allí, antes siquiera de proceder con la idea, se tendría que contar con la amenaza cierta y creíble de una intervención extranjera multinacional para hacer cumplir el resultado de ese plebiscito. Los votos tendrían que ser contados uno a uno con la intervención técnica de la OEA, abriendo las entrañas del CNE. Eso no sería negociable.

Algunos me dirán ¿y si el régimen se niega? Entonces que proceda la fuerza porque este es el llegadero. Otros preguntarán ¿y cuál sería la pregunta del plebiscito? Ninguna. La boleta numerada del plebiscito chileno solo decía “Plebiscito-Presidente de la República, Augusto Pinochet Ugarte, SI NO” para marcar con una X encima de cada opción (ver https://ciperchile.cl/wp-content/uploads/Voto_1988_plebiscito_1-900x600-e1537908281498.jpg). Solo cambiaríamos el nombre. Si la oposición oficial quiere negociar, pues que negocie abiertamente y de cara a todos los venezolanos un plebiscito para que nosotros definamos que hacer con este país. El resto es seguir por un curso indefinido de abrazo mortal irreconciliable, con la muerte como único desbloqueo…

Caracas, 5 de Junio de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana