viernes, 26 de junio de 2020

Dos propuestas para la crisis venezolana

Por Luis Manuel Aguana

Conferencia dictada en la red por invitación de la Asociación de Venezolanos Egresados de la República Federal de Alemania

Estimados amigos,

Antes que nada deseo agradecer a la Asociación de Venezolanos Egresados de la República Federal de Alemania, AVERFA, y su anfitrión, el Ing. Carlos Granados, por esta invitación. Soy especialmente sensible a las Asociaciones de Egresados al haber formado parte de la Directiva de Egresados del Programa Avanzado de Gerencia- PAG en el IESA por muchos años y haberla representado en una oportunidad como su Presidente. Es por eso que se de lo difícil que resulta ser mantener a los egresados interesados en temas de relevancia para su Alma Mater y para ellos, y en especial en el caso de ustedes, alrededor de temas de importancia del país en conexión con sus respectivas universidades de origen.

Hoy nos toca intercambiar acerca de un tema de especial relevancia: las opciones que tiene Venezuela para salir de la crisis política. Intentaré abordar este tema de la manera más ejecutiva, esto es, no preguntarme cómo llegamos a la situación que vivimos sino plantearnos las alternativas para resolver el problema. Podríamos pasar muchas horas aquí especulando como llegamos a este estado de destrucción masiva cuyo resultado es exactamente el mismo de un país que padece una guerra: gente escapando por las fronteras, hiperinflación, persecución política, hambre, incertidumbre, solo por contar unas pocas.

A mi juicio, la dirigencia política opositora ha tratado de aplicar remedios ordinarios y simples a un problema extraordinario y complejo, y en la medida que se ha agravado en el transcurso de los años, se ha puesto aun más lejos de su alcance poder resolverlo, al punto que ya la solución esta fuera de su alcance y no lo puede resolver. Hubo particularmente un momento en la historia política del país en toda esta tragedia donde fue posible abordarlo con la solución política ordinaria electoral, luego de la muerte de Hugo Chávez en las elecciones Capriles-Maduro en Abril de 2013, al presentarse el fraude de Maduro con la diferencia de 200.000 votos. Ese fue un momento en esencia equiparable a la gesta boliviana donde el pueblo se sacudió a Evo Morales porque hizo fraude. Lamentablemente Henrique Capriles paralizó al país en un momento crucial y no sacó a la gente a la calle como si hicieron los bolivianos. No era posible para el CNE esconder ese fraude pero los políticos venezolanos no lo entendieron. Y no ha sido la primera vez, ni antes ni después. Pero como dije, no miremos atrás.

¿Qué tenemos ahora mismo? Existen dos propuestas básicas sometidas al debate. La primera de ellas puede decirse que está liderada por María Corina Machado, que fundamentalmente propone una coalición internacional de países que intervengan en la situación de Venezuela. Esta propuesta no es nueva. Ya Machado había publicado esa posición en un artículo en El Mundo de España en el mismo sentido, donde planteó una “Coalición Internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela” (ver Venezuela: el desafío ineludible para Occidente, en https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/06/08/5ede1f2cfdddff85af8b45e5.html).

Sin embargo esta propuesta se oficializó a través de un comunicado encabezado por María Corina Machado en su condición de Coordinadora de Vente Venezuela, Antonio Ledezma, Diego Arria, Humberto Calderón Berti, Carlos Ortega, Enrique Aristeguieta Gramcko y Asdrúbal Aguiar, donde luego de una amplia exposición de motivos, lanzan un mensaje de auxilio a la Comunidad Internacional:

Urge de la comunidad internacional una nueva y precisa condena de la farsa electoral en la que avanza su régimen despótico en esta hora, en complicidad con falsos actores de oposición democrática. Ella cuenta con mecanismos políticos y jurídicos a su alcance. Los conoce a cabalidad, pero reclaman de voluntad política, como el principio universal de Responsabilidad de Proteger (R2P), las obligaciones que impone la Convención de Palermo contra la Delincuencia Organizada Transnacional, y en lo regional, el apoyo que a la acción colectiva multilateral facilita el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). No pueden permanecer más como letras muertas. Una acción internacional que le devuelva la paz y su identidad a Venezuela es impostergable.” (resaltado nuestro)(ver Comunicado completo en  http://www.ventevenezuela.org/2020/06/17/comunicado-maria-corina-ledezma-arria-calderon-berti-aguiar-aristeguieta-gramcko-y-carlos-ortega-piden-accion-internacional-que-le-devuelva-la-paz-a-venezuela/).

Esta solicitud supone una acción proveniente en su totalidad del exterior, asumiendo que no se han intentado todas las opciones en Venezuela, en especial la militar. Y aunque esta acción no fue específicamente nombrada en esa comunicación quedo implícita en el imaginario popular. Volveremos sobre eso más adelante.

La segunda propuesta proviene de actores de un amplio sector de la sociedad civil venezolana, planteando una acción desde el marco de la Organización de Estados Americanos, solicitando lo que se llamó una Solución Humanitaria de carácter Electoral al Secretario General de la OEA en el seno del Consejo Permanente:

“Dicha Solución puede expresarse mediante la realización de: a) un acto electoral que obligue al régimen que usurpa el poder en Venezuela a aceptar el mandato del pueblo en una Consulta Popular vinculante, establecida en nuestra Constitución, que permita al pueblo en ejercicio de la soberanía popular decidir sobre el Cese de la Usurpación, la conformación de un Gobierno de Transición que garantice condiciones básicas e institucionales, de convivencia social, que permitan proceder a la celebración de elecciones libres y democráticas; o b) por una Elección Presidencial que reponga el ejercicio legítimo de la Presidencia de la República usurpada. En cualquiera de los dos casos (a-b), el apoyo efectivo, organizativo y disuasivo de la Comunidad Internacional, es imprescindible para garantizar su plena realización y cumplimiento; privilegiando lo político sobre el uso de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. En esta solución reiteramos: la OEA sería la encargada de organizar, realizar y supervisar directamente el proceso electoral, conforme con las previsiones establecidas en la Carta Democrática Interamericana.” (ver Carta al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, que puede ser suscrita por cualquier venezolano, en https://www.gopetition.com/petitions/apoyo-la-solicitud-de-la-sociedad-civil-venezolana-al-secretario-general-de-la-oea-para-la-aplicaci%C3%B3n-de-una-soluci%C3%B3n-humanitaria-de-caracter-electoral.html).

En esta propuesta, es la Soberanía Popular quien decidiría el destino del país dentro de un marco institucional, solicitando a los países hermanos del continente su apoyo para conformarse en árbitro confiable para la realización de un proceso electoral libre y transparente.

Creemos que si la Comunidad Internacional se moviera en el sentido de una intervención extranjera, esta ya se hubiera materializado. Todo apunta a que esa solución no está en la mente de los Gobiernos de los 13 países firmantes del Tratado de Río (TIAR), tal y como lo indica nuestro Embajador en la OEA, Gustavo Tarre Briceño en entrevista el 18 de Junio en EVTV en Miami (ver EVTV, Ma. Corina sabe que los países TIAR no quieren intervenir…, en  https://youtu.be/w_ri8pR09LI y https://youtu.be/zZVNCxONw-k), por lo que definitivamente la primera opción solo tendría posibilidades de éxito si el Gobierno Interino de Juan Guaidó se moviera internacionalmente para su ejecución, cosa que vemos muy difícil, más aun cuando los partidos de su coalición, el G4, han rechazado la intervención militar como una solución para Venezuela, privilegiando elecciones con el régimen de Nicolás Maduro Moros y su CNE. Aunque esta propuesta luce muy atractiva para el común de los venezolanos, debemos reconocer que es muy poco posible en la práctica, y seguir insistiendo en ella retarda la llegada de una solución con mayores probabilidades de éxito.

La propuesta realizada a la OEA está alineada con la solución electoral que han sugerido todos los países para Venezuela, en especial aquellos que apoyan a Maduro, como la Federación Rusa, pero pasa por la aceptación del régimen para su implementación. De allí que el planteamiento requiera que la Comunidad Internacional se convenza previamente que cualquier presión que se realice de ahora en adelante a quienes detentan el poder sea para que éste acepte contarse de manera arbitrada por la Comunidad Internacional, específicamente a través de la OEA, de acuerdo a la solicitud formulada, basándonos principalmente en que en el país no existe un árbitro que sea de la confianza general de los venezolanos. De allí que la presión de los países deba continuar, pero a partir de ahora focalizada al logro del objetivo fundamental de conseguir que la OEA sea ese árbitro y el régimen lo acepte.

El régimen no aceptará una imposición de este tipo si esta no es acompañada por los países que lo sostienen desde el exterior, principalmente Rusia y China. De allí que el rol que jueguen los Estados Unidos y el resto de los países acompañantes de esta solución es crucial para el éxito de esta propuesta. De conseguirse ese primer paso indispensable, el pueblo venezolano se expresaría dentro y fuera de Venezuela, o bien en una Consulta Popular, estableciendo las bases de un Gobierno de Transición o una Elección Presidencial.

Ahora bien, ambas propuestas no son necesariamente excluyentes, todo lo contrario, creo que son complementarias. Porque el hecho de que un grupo de venezolanos empujen en el sentido de lograr que el régimen se cuente con un árbitro internacional confiable, no quiere decir que si esta gestión fracasa como último bastión de lograr un cambio por la vía pacifica y electoral, no exista un plan que se desarrolle en paralelo que genere una amenaza creíble que obligue al régimen a una solución pacífica. En otras palabras, ESTA SOLUCION PACÍFICA. Sin embargo, no nos corresponde, como parte de una propuesta pacífica, indicar como o quienes desarrollarían ese plan. Eso queda para quienes lo están defendiendo y dicen que los estamos saboteando. Cuando Henry Kissinger negociaba la paz de Vietnam en una mesa en Paris, la guerra seguía su curso, sin perder de vista que siempre era más probable conseguir la paz mucho más rápido por la vía pacífica, cualquiera fuese tiempo que se llevara, que continuar indefinidamente una guerra. Esa es la enseñanza de una solución como la planteada a la OEA, pero fundamentada en una estrategia dirigida a presionar un árbitro confiable entre las partes. La solución de la OEA es la vía institucional, la otra es la vía de la continuación de la guerra, como lo explique en mi último artículo (ver Entre lo institucional y lo político, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/06/entre-lo-institucional-y-lo-politico.html).

Sin embargo, increíblemente hemos polarizado hasta las soluciones. Han atacado la propuesta sin conocerla desde que salió con el nombre de Solución Humanitaria de carácter Electoral, solo por llevar el nombre “electoral”. ¡Increíble hasta donde ha llegado la intolerancia entre nosotros mismos! A las personas les cuesta leer más allá de los 240 caracteres de Twitter. Y es por eso nos encontramos aquí. Creo que a la oposición le conviene altamente comenzar a construir esta solución con la OEA, en especial al Presidente Encargado. Está a unos meses de unas elecciones convocadas por un CNE ilegitimo, al que concurrirán los partidos que le apoyan en la Asamblea Nacional – secuestrados o no- pero sin Voluntad Popular. Y creo que su desaparición política se concretaría después de esas elecciones.

De allí que el Presidente Encargado deba actuar muy rápido. Sin embargo, sin un gabinete de crisis o grupo que seriamente se dedique a construir una solución política o militar, si es del caso, con nuestros aliados internacionales, no tendremos ciertamente una salida al problema. Nadie moverá un dedo afuera por nosotros si nosotros no nos movemos antes, porque las respuestas no caen del cielo, hay que trabajarlas. Es por eso que la sociedad civil deberá mantenerse permanentemente generando ideas para llevarlas al ruedo político, en la esperanza de que sean aprovechadas por aquellos que tienen la responsabilidad de hacerlas realidad. Y creo firmemente que esta es una de ellas.

Muchísimas gracias.

Caracas, 26 de Junio de 2020

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

sábado, 20 de junio de 2020

Entre lo institucional y lo político


Por Luis Manuel Aguana

Hace muchos años hice una comparación sencilla para dar a entender la diferencia entre lo Institucional y lo Político: ¿Cual debe ser la salida de este país ante esta vergonzosa anomia de estos pseudo líderes opositores? ¿Esperar que este liderazgo "madure" para comenzar a resolver realmente-y de manera estructural-, los problemas de la gente? ¿O quedarnos todos tranquilos mirándonos el ombligo? Es como si un carro (lo institucional) se quedara accidentado en una carretera oscura por una falla mecánica y la solución sugerida a los pasajeros para continuar es cambiar al chofer (lo político). Obviamente otro chofer no moverá el carro…” (ver Doce Ejes y un Destino, en https://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/doce-ejes-y-un-destino.html).

Pues bien, el enfrentamiento de los partidos políticos en Venezuela en los 40 años previos a 1998, y más de los 20 que llevamos de esta tragedia “socialista” –¡más de 60 años!- ha sido fundamentalmente por tener la oportunidad de manejar el carro o el autobús que mencionaba, y por supuesto quien debería ser el chofer. NADIE se planteó nunca que el autobús –lo institucional- estaba en ruinas y en pésimas condiciones para continuar, ni mucho menos someterlo a urgentes reparaciones (aunque hubo voces que lo gritaron sin ser oídas). Lamentablemente en 1998 los venezolanos intentaron cambiar el chofer –lo político- creyéndose el cuento de un “mecánico” de carretera estafador que envenenó el autobús y lo fundió pocos kilómetros más adelante. Ahora estamos en peores condiciones que antes, con un autobús irreparable y los venezolanos siendo todavía engañados con la ilusión de volver a poner en marcha el autobús si cambiamos el chofer.

El autobús representa las Instituciones del Estado venezolano. De acuerdo al modelo clásico de Instituciones, Sectores y Sistemas,La acción de gobierno no es función administrativa, sino intrínsecamente política, en el sentido más vulgar del arte de lo posible y en el más técnico de asignación autoritaria de prioridades, de acuerdo a la captación por el gobernante de las demandas del grupo gobernado. Se administran Instituciones y se gobiernan sectores…” (1).

¿Qué significa lo anterior? Ya lo mencionaba en el 2012: Hay una frontera bien definida entre administración y gobierno. En otras palabras, que las Instituciones son las responsables de una sana administración de los recursos, constituyendo las células primarias y por tanto, la columna vertebral de la administración del Estado. Son ellas las que realizan la acción del gobierno, es decir, son las que HACEN QUE LAS COSAS PASEN. El trabajo de los políticos es la asignación de prioridades en el marco de una institucionalidad existente. Pero con una institucionalidad carcomida y destruida por la corrupción y dominada por criterios políticos y no técnicos, es imposible, léase bien, imposible, dar servicios o bienes de calidad en el largo plazo (ver La Institucionalidad: ¿Cómo se come eso?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/la-institucionalidad-como-se-come-eso.html).

Es claro que en este momento al no existir Instituciones (porque fueron destruidas completamente por la plaga que nos cayó encima desde 1998), las soluciones que deben plantearse primero deben ser de carácter INSTITUCIONAL para hacer regresar al Estado a un mínimo gobernable. ¿Cuál es el papel de lo político en estas circunstancias? Determinar las prioridades de acuerdo a un modelo Institucional establecido, y al no haberlo, la política venezolana se ha reducido al terreno básico del “quítate tú para ponerme yo”, a como de lugar. Y las soluciones que salen de los políticos abordan el problema de la sustitución del poder desde ese terreno, habida cuenta de la destrucción Institucional del Estado. De allí que las soluciones políticas que presentan traten de imponer rutas de acción fáctica sin asidero institucional alguno. Ese abordaje no es bueno ni malo, es simplemente diferente, y no necesariamente contradictorio, y presenta a nuestro juicio un rechazo internacional que dificulta y alarga la solución del grave problema de los venezolanos.

Desde ANCO hemos apoyado una solución propuesta por un grupo de ciudadanos honorables de la sociedad civil venezolana para el rescate del Estado dentro de los mecanismos establecidos en la Carta de la OEA desde la perspectiva INSTITUCIONAL (ver Respaldo de la solicitud de la Sociedad Civil venezolana a la OEA por una Solución Humanitaria Electoral, en http://ancoficial.blogspot.com/2020/06/comunicado-anco-respaldo-la-solicitud.html) a través de un auxilio humanitario que se imponga por la vía pacífica, constitucional y electoral, que restablezca una mínima institucionalidad al país para poder arrancar acto seguido con la esfera de lo político, por la vía de un Gobierno de Transición o una elección Presidencial.  

No voy a señalar aquí de nuevo el grado de destrucción de la Institución electoral venezolana mejor conocida como CNE. Simplemente diré que no es posible usarla para resolver la crisis, como ya es del conocimiento de todo el mundo, y es por eso que solicitamos que se logre imponer la sustitución de sus funciones a través de los Estados miembros de la OEA, y que estos funcionen de manera ad-hoc como árbitros para realizar lo que no se puede garantizar en Venezuela: un proceso electoral limpio, autentico y transparente, ya bien sea para consultarle al pueblo acerca del camino a seguir  a través de una transición o simplemente la elección inmediata de la conducción política que comenzaría a reconstruir toda la Institucionalidad destruida.

No voy tampoco a explicar de nuevo cómo se logra eso con un régimen delincuente que se negaría a permitirlo (ya lo expuse en mi nota anterior, Solución Humanitaria de carácter Electoral, en  https://ticsddhh.blogspot.com/2020/06/solucion-humanitaria-de-caracter.html), pero si señalaré que este camino no es de ninguna manera excluyente a cualquier fórmula que la dirigencia política opositora desee aplicar, porque ambas –la institucional y la política- irían dirigidas exactamente al mismo objetivo: el cambio de la situación política que azota a los venezolanos.

Sin embargo, el hecho de que algunos venezolanos no creamos que NADIE fuera de Venezuela moverá un solo dedo para ayudarnos militarmente si antes no ven que lo hacemos nosotros, no significa que los demás nos quedemos sentados esperando a que algún país se conmueva de nuestra situación, advirtiéndoles al mismo tiempo que el agravamiento de la misma tendrá consecuencias para sus países. Es tremendamente fácil decirles a otros países que hagan lo que tú no puedes o no quieres hacer. Si quienes creen que una acción armada internacional es la solución (que ciertamente lo es si estuvieran trabajando por eso) entonces lo menos que podemos esperar de ellos es que actúen en consecuencia para que los venezolanos podamos evaluar si vale la pena esperar el éxito de esa salida. Cuando Carlos Delgado Chalbaud decidió la vía armada para acabar con la tiranía de Juan Vicente Gómez, se fue a Europa, fletó un barco con armas y tripulación, el famoso “Falke”, y lo hizo. Fracasó en el intento pero lo hizo, no se puso a hablar pendejadas en los diarios de la época, gritando que esa era la solución para salir de Gómez. Esas cosas no se dicen, se hacen. Mientras tanto el resto de nosotros, civiles que no podemos intentar otra cosa que soluciones civiles, no nos podemos quedar esperando porque alguien se anime a empuñar un fusil. Cuando eso ocurra, entonces actualizaremos el cuadro y veremos donde nos ubicamos cada uno ante esa nueva realidad.

Mientras eso no ocurra decidimos no esperar un segundo más y movernos con las herramientas que los ciudadanos poseen porque no tenemos otra cosa. Esta propuesta no es la panacea pero si da un espacio de maniobra a los países de la OEA para decidir por su cuenta sobre el caso venezolano, dado el hecho que la oposición oficial no da señales de dar un paso para resolver el problema de ninguna manera, y no hacer nada agrava aún más la situación.

La respuesta que dio el Presidente del TSJ Legítimo, Miguel Ángel Martin Tortabú a la comunicación que enviamos al Secretario General de la OEA, se circunscribe en esa ruta institucional que buscamos para rescatar el país (ver Presidencia TSJ, Oficio No. TSJ/SP-005-2020, del 18 de Junio de 2020, en https://twitter.com/miguelmartint1/status/1273286422959730688), brindando su pleno respaldo, al solicitar los buenos oficios de la OEA para movilizarse a plantear el asunto solicitado al Consejo Permanente de la OEA, teniendo “en cuenta la legitimidad constitucional de los ciudadanos venezolanos que dirigen esta petición”. En otras palabras, los firmantes somos perfectamente hábiles constitucionalmente para dirigirnos a la Organización de Estados Americanos-OEA y esperar una respuesta.

Este es solo el primer paso de una ruta institucional larga que alude a la participación de todos los venezolanos en la resolución del grave problema del país, en contraposición a una ruta política que se vende como corta pero nadie se anima a concretarla, haciéndose en la desgarradora realidad tremendamente larga. El que crea en eso que siga esperando o se anime a empuñar un fusil. Solo el balance entre lo institucional y lo político definirá que pasará en Venezuela los próximos meses. Mi presentimiento es que los venezolanos terminaremos empujando el autobús porque ya dejamos de creer en que alguno de los choferes que se anuncian lo pondrá en marcha. Si ese es el caso, bien por nosotros…

Caracas, 20 de Junio de 2020

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

[1] Juan Ignacio Jiménez, Política y Administración, Cap. 2. Modelo Tridimensional: Instituciones, Sectores y Sistemas, 1970.