Por
Luis Manuel Aguana
“Bienaventurados
los que tienen el valor de cambiar
porque de ellos será el reino de la libertad”
Carlos Alberto Montaner
Qué
difícil es hablar de cambio en Venezuela. Pareciera que somos un pueblo conservador
cuando hemos históricamente demostrado haber sido agentes de cambio para otras
naciones. La gente te dice: “mejor deja las cosas como están, ya resolveremos”.
Y así nos pasamos años y años en lo mismo, y por supuesto con los mismos
resultados. Esto tiene especial importancia cuando se trata de introducir
cambios políticos. La gente se acostumbra a una manera de ser en la política,
lo que hace que difícilmente al plantearse cambios fundamentales esta los
tienda a rechazar, por más que les expliques que no puedes continuar haciendo
lo mismo.
Tenía
que pasar un intento de golpe de Estado en 1992 para que la gente entendiera
que el camino que llevaba Venezuela no era el correcto y que era necesario
cambiar. Chávez tuvo ese efecto “renovador” en esa Venezuela acostumbrada en el
facilismo de una renta a darle el voto a uno de los dos partidos que se
repartían el poder, alternándolo cada 5 años. Eso cambió en 1993 cuando la
gente se cansó de esos dos partidos que a juicio de las mayorías no resolvían
sus problemas, y le dio su voto a un disidente de esos partidos, que reunió
unas “chiripas” (nombre dado a las minorías que se consideraban excluidas), y
luego en 1998 tampoco confió en esos dos partidos y caímos en las manos del
golpista de 1992, con las consecuencias que estamos sufriendo 18 años después.
Es
bueno hacer esos recordatorios, en especial para las nuevas generaciones que
ahora solo leen cosas en las redes sociales. No son particularmente meticulosos
en escarbar nuestra historia contemporánea. Mi sobrino treintañero me decía en
estos días: “tío para que guardar libros si todo está en Internet”, sentencia
que me aterrorizó particularmente porque esta lucha por el cambio no es para
nosotros los viejos sino para ellos.
¿Y que
se nos ofrece como solución a estos 18 años de tragedia? Ni más ni menos que volver
al mismo sistema que teníamos cuando la gente obstinada voto por Rafael Caldera
y sus “chiripas” en 1993 y por Chávez en 1998. No es cuento, es la realidad.
Eso es lo que nos están proponiendo. ¿Y quienes lo proponen? Pues aquellos que
no conocen otro sistema. El liderazgo rancio de la mayoría de partidos que
ustedes ya conocen de la MUD. Si volvemos a lo mismo de antes de 1998, y peor
aún, con los mismos actores, tendremos a otro Chávez en nuestro futuro próximo,
como el día sigue a la noche, así cambiemos mil veces a Nicolás Maduro. Y eso
es lo que hay que entender, y entenderlo bien.
Un
sistema que en 1998 boqueaba por corrupción, instituciones débiles, amiguismos,
nepotismo, negociaciones, pobreza, excluidos, etc., etc., etc., todo aquello
por lo que se le dio a Chávez el poder en 1998 y que el Galáctico ofreció
resolver con una Constituyente, se agravó exponencialmente porque un resentido
social llegó prometiendo venganza. Con razón a nosotros que ofrecemos una
medicina similar –una Constituyente-, pero con una aproximación completamente
diferente, no nos quieren ni oír. Y tienen razón, no solo por aquello del dicho
“quien es picado de culebra le tiene miedo al bejuco”, sino porque luego de esa
picada los venezolanos deben exigir las explicaciones que no le exigieron antes
a Chávez, acerca de una Constituyente como instrumento de cambio. Lo importante
es que nosotros si podemos explicarlo, a diferencia del Galáctico que engaño a
todo el mundo manipulando las aspiraciones de cambio de la sociedad venezolana.
Cuando
Chávez ofrece la salida constituyente en 1998, en el fondo lo que estaba
proponiendo era cambio. Cambiar toda la basura de lo que posteriormente
él mismo llamó 4ta República, e
instaurar un nuevo sistema. Y la gente lo compró sin más porque eso era lo que estaba
clamando. Y lo compró sin un papelito que dijera que significaba eso de
“Constituyente”. Las explicaciones vinieron después con una nueva Constitución
llena de errores, que desmontó la representación federal de los Estados, más
centralista que la anterior y dándole todo el Poder al Presidente de la
República, más aun del que ya se tenía en el texto de 1961. Una banda de
piratas rompió lo que estaba bien hecho y lo sustituyó por algo contrahecho. El
resultado, casi 20 años después, lo pueden ver en la mesa de comer de todos los
venezolanos. La solución no puede ser volver al pasado. Hay que volverlo a
hacer todo…
Partiendo
de la premisa anterior, surgen entonces muchas interrogantes. ¿Cómo empezamos? ¿Qué se hará? ¿Cómo se hará? ¿Quiénes lo
harán? ¿A partir de qué momento se hará? Comenzando por la última pregunta, el
momento es ahora. Si los venezolanos se dejan convencer que lo que
había antes de 1998 era mejor que esto, volverán a sufrirlo. No era mejor, era
de menor intensidad que es muy diferente. Había menos corrupción, pero la
había; había menos militarismo, pero lo había; había menos pobreza, pero la
había; había menos corrupción judicial, pero la había (incluso esto puede ser
discutible); había menos delincuencia y asesinatos, pero los había; la salud
pública funcionaba mejor que ahora pero igualmente no funcionaba; y así
sucesivamente. Y quienes detentaban el poder se aprovechaban menos de él, pero
se aprovechaban. Lo que hay ahora no es más que lo que había antes de 1998,
pero aumentado en un factor inimaginable.
Y
aunque antes de 1998 había más comida y producción, no era porque el sistema lo
permitiera, al contrario. Los empresarios se quejaron amargamente de la
suspensión de las garantías económicas secuestradas por todos los gobiernos
democráticos, lo que permitía que cada grupo político hiciera su propio negocio
estando en el gobierno. Lo que hizo Chávez fue “un quítate tú para ponerme yo”,
creando su propio circulo de riqueza –boliburguesía como la llaman-, y excluyendo
a quienes lo hacían tradicionalmente para los partidos del anterior estatus. Yo
no quiero volver a eso. Quiero algo muchísimo mejor que eso.
El
hecho que Chávez indicara en 1998, en su ignorancia del tema, que una
Constituyente era una salida a esos graves problemas que presentaba el país en
ese entonces, no significa que estuviera equivocado. Lo que significa es que
interpretó correctamente el sentimiento cambio expresado por la gran masa de
ese entonces, fabricando su propio sistema hasta que se murió. Solo que el
sistema que fabricó basado en una peor versión –si es que eso es posible- del
castrocomunismo cubano, es inviable en nuestro país.
Nos
resta a nosotros, los venezolanos que sobrevivimos a esta versión del infierno
en la tierra, cambiarlo a una completamente opuesta, entendiendo que lo que
funcionaba antes no es la respuesta, sino una cosa completamente nueva, con
nuevos actores y una nueva propuesta al país. De allí que debamos utilizar
nuestra máxima creatividad y disposición de cambio.
¿Cómo empezamos? Recogiendo un mínimo de 15% de
manifestaciones de voluntad establecido en el Artículo 348 constitucional para
convocar al Poder Constituyente Originario; ¿Qué se hará? Una Asamblea Nacional
Constituyente de carácter Originario que deberá discutir un nuevo Pacto Social
entre todos los venezolanos y producir un nuevo texto constitucional basado en
una Propuesta de País que proponga a los venezolanos una estructura política e
institucional completamente diferente a la que tenemos ahora y la que teníamos antes
de 1998 para reconstruir al país. Nosotros tenemos una y se llama Proyecto
País Venezuela Reconciliada vía Constituyente (verla en https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDR29KUFBDQ0JPa2c/edit?usp=gmail).
Esperamos ver que los factores políticos presenten la suya y la discutamos; ¿Cómo
se hará? Mediante la participación de todos los venezolanos de buena voluntad
que suscriban el documento “Bases Constituyentes, Propuesta de los Ciudadanos
para la Reconciliación y el Cambio” (ver http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html);
¿Quiénes lo harán? Los venezolanos. Nadie vendrá a hacerlo por nosotros...
Caracas, 29
de Noviembre
de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana