Por Luis Manuel Aguana
Mis disculpas por no
encontrar la frase adecuada en español que defina nuestra circunstancia. A
veces el inglés viene en auxilio cuando resume mejor lo que se quiere decir. El
titulo la nota refiere a un estado de conducta normal de los negocios, que se
asume sin importar las circunstancias o eventos especialmente difíciles, y que
tienen un impacto potencialmente negativo. La frase también puede significar
mantener el “status quo” (ver original en inglés en http://www.businessdictionary.com/definition/business-as-usual.html).
Volver al “business as
usual”, en la actual circunstancia política entre el gobierno y la oposición
formal, está empezando a desesperar a ciertos liderazgos de ambos lados, lo
cuales están comenzando a dar muestras concretas de que “esto del fraude de
Capriles” empieza a ser incomodo para “los negocios”.
El país se encuentra en
una calma chicha. Una calma que por pesada nos arropa a todos. Una calma que
mantiene a la población a la espera de algo que no llega. No termina de morir
lo viejo y lo nuevo no acaba de nacer. Estamos en esa calma del medio donde hay
factores que aun insisten en que lo viejo no muera, porque en ello se les va la
vida. Necesitan volver al “business as usual”.
Lo viejo, por un lado, representado
por un gobierno buscando afuera la legitimidad que no encuentra adentro, y que
se desmorona en cámara lenta, continúa boqueando buscando ese oxigeno necesario
para sobrevivir. Y por el otro lado, representado por las rémoras opositoras
que aun sobreviven del pasado que produjo a Hugo Chávez, se niegan a aceptar
que una nueva realidad política es necesaria para el país, tratándonos a los
venezolanos como imbéciles, incapaces de entender la dinámica de los tiempos.
Y en el medio de la calma
que producen esas fuerzas, estamos todos. No es posible la gobernabilidad sin
ese oxigeno vital. Y este siempre había aparecido. Chávez antes de cada
elección se aseguraba de tener varias bombonas de ese oxigeno que,
paradójicamente, solo podía proveerle la oposición. Tenía la fórmula para
conservar el poder a pesar de la trampa. El la inventó.
Un sistema electrónico de
votaciones le aseguraba los votos, pero eso no era suficiente. Se necesitaba que
la oposición aceptara los resultados. Y eso era un asunto muy diferente. Ese
era el secreto del verdadero triunfo, porque sellaba con legitimidad los
fraudes continuados cometidos en contra de los venezolanos. Mucha gente de
“nuestro lado” operando en complicidad para continuar un “status quo”
conveniente para todo el mundo, menos para todos nosotros, que permitiera
continuar “business as usual”.
Una oposición formal, que
ahora “dialoga” con el gobierno y que más temprano que tarde aceptará a Maduro
como legítimo, porque ya los mecanismos están en marcha, le proveerá al
gobierno de ese oxígeno que necesita para su sobrevivencia. Si no se negoció
antes como lo hacía Chávez, lo están negociando ahora. Hay que entender que
Maduro no es Chávez…
Todos los indicios
públicos están a la orden del día. Ya los partidos de la oposición comenzaron
con la rutina pre-electoral para las elecciones Municipales. Ya líderes de la oposición
formal están empezando a deslizar que esta pelea de “fraude” ya comienza a ser
cansona y hay que volver al “business as usual” con el gobierno.
Pero, ¿estaremos
condenados, generación tras generación, a esta trampa macabra, que nos condena a ser esclavos de
una claque política que no se quiere morir? ¿Es que no han sido suficientes 54
años (40+14) para acabar de madurar y entender lo que han aprendido a fuerza de
golpes otros países del continente? ¿Sera que los muertos que pusieron Chile,
Argentina, El Salvador y Colombia no sirvieron de nada? Quienes no han
entendido, no somos nosotros. Quienes no han entendido son quienes han visto el
poder en Venezuela como el botín de asalto de una guerra en la que los muertos
los ponemos nosotros.
Ya es hora que esta
relación cambie. Pero no que cambie para que vengan "los vencedores"
como en 1999 a “conquistar” e imponer el país como ellos lo deseen. Llegó la
hora en que la sociedad canalice su deseo de cambio de una manera civilizada y
democrática. Que se piense al país más allá de sus gobiernos y de sus liderazgos.
¿Caerá la oposición en la
contradicción de haber cantado fraude y aceptar de nuevo al CNE como institución legitima para contar
los votos de los venezolanos en unas elecciones Municipales previamente
negociadas? Estamos a un paso de que eso suceda. Estamos a un paso que volvamos
al "business as usual" entre el gobierno y la oposición formal,
quedando Capriles fuera del juego como un “fraudulero” fastidioso y paria de su
propio partido.
Se robaron los votos y
sentenciarán que no pasó nada porque las Rectoras hicieron una auto-auditoria
que tomará el mismo TSJ gobiernero y corrupto como excusa para que no le quede
dudas a nadie que ellos son los que definen qué es la verdad y qué es la
mentira.
¿Desconocerá Capriles el
fallo del TSJ? ¿Habrá sido su causa juzgada por un tribunal imparcial? Después
de que quede firme una sentencia en el máximo Tribunal de la República, no le
quedará al mundo sino aceptar lo inaceptable para todos nosotros. Y la
comunidad internacional lo aceptará en la medida de que nosotros lo aceptemos.
Algunos tienen la
peregrina idea que este gobierno se cae solo. ¿Por qué creen que el gobiernito
de Maduro ha sido frágil hasta ahora, tanto nacional como internacionalmente?
Pues porque su legitimidad está en entredicho hasta que las vías
institucionales lo bendigan. Al ocurrir eso, la oposición formal de la MUD lo
bendecirá y sanseacabó. Después de eso olvídense de cambios o que el gobierno
implosionará. Volverán al “business as usual”. Ya deberíamos saber eso después
de 14 años del peor gobierno de la historia de Venezuela.
¿Hasta cuándo negociarán
los sueños de un país mejor? ¿Hasta cuando ese juego perverso de la oposición
dándole oxigeno al gobierno? Parece mentira, pero la llave para que este
gobierno malo se acabe y pensemos de nuevo al país, la tenemos nosotros mismos.
Si la oposición formal legitima a Maduro, nosotros, la mayoría de los
venezolanos que votamos por un cambio, no la acompañaremos. Y para evitar que
ambos puedan continuar “business as usual” no solo hay que desenchufarlos sino
cortarles el cable. Tenemos las vías constitucionales y legitimas para aplicar
ese alicate.
Caracas, 12 de Mayo de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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