Por
Luis Manuel Aguana
No
había que tener las habilidades de Reinaldo Dos Santos para prever los
resultados del 8D. Para el cambio inconstitucional del mapa local en todo el
país era indispensable meternos una mayoría aplastante (196 rojo vs 53 de la
oposición hasta la medianoche del 8D) de Alcaldías rojas y así dejar pasar sin
oposición la nueva geometría del Poder Comunal a partir de enero. Desinflar a
las Alcaldías formaba parte del Plan de desmantelamiento inconstitucional de la
descentralización, autoría del finado. Decir “te lo dije” resulta muy poco para
el tamaño de lo implicado aunque sea desagradable.
Ahora
resulta que ganaron el "plebiscito" por paliza en términos del número
de Alcaldías y a los ojos del mundo Venezuela votó por el socialismo, ¿Qué tal?
Como ya he mencionado muchas veces, esos resultados del CNE cubanizado no
representan la voluntad popular, con lo cual el acto de votación se convierte
en cómplice de la dictadura, precisamente porque envía una clara percepción de que
en Venezuela si hay democracia, y que “eso es lo que quiere el pueblo”, aunque
sea un producto del casino trampeado que tenemos como sistema electoral.
Pero la
oposición oficial no se iba quedar con esa, la culpa no es de ellos. Lo dijo
Capriles: “Hicimos todo lo humanamente posible, ahora todo está en manos de
ustedes”. Mayor desparpajo no se oía desde Poncio Pilatos. La culpa por supuesto, de acuerdo a la MUD, es
de los abstencionistas. Y la pregunta a seguidas la veo en las redes: “Ok, ganó
la abstención, ¿ahora qué?” Pues comenzar a enfrentar la realidad…
Cuando
era niño, en la escuela primaria, había un gordito abusivo que la tomaba
especialmente con aquellos más pequeños. Se imaginaron bien, yo era uno de esos
más pequeños. No pasaba el día en que me preguntaba cuando saldría mi numero. Pero,
¿cómo evitas lo inevitable? Una mañana me tocó y, a diferencia del resto de mis
compañeros pequeños, decidí entromparme con el gordito, a sabiendas de que tal
vez sería una pelea mal casada.
No les
diré que le propine una paliza pero fueron los mejores golpes de mi vida, al
punto que no salió bien parado. Luego de ese encuentro se siguió metiendo con
los demás pero no conmigo. Esa experiencia fue muy aleccionadora para mí, no
porque me terminara peleando con alguien sino porque en lugar de evadir tome la
decisión de enfrentar la realidad, y no les puedo describir la sensación de
libertad que sentí.
Y ese
es el síndrome de la “no confrontación” del venezolano que alguna vez expliqué
en una nota pasada, en relación con los estudios de Elena Granell (ver Palabreo
de la condición perdida http://ticsddhh.blogspot.com/2013/03/palabreo-de-la-condicion-perdida.html).
Decía en ese entonces que de acuerdo con esos estudios, el venezolano evita la
confrontación, tiene la tendencia a escurrir el bulto, a no entrarle de frente
a los problemas, a pensar que no hacer nada es una decisión. Y de hecho lo es.
No hacer nada frente a los problemas es en efecto una decisión. Sin embargo, la
experiencia indica que la mayoría de las veces resulta ser la peor decisión.
Ese
gordito era mi realidad y la evadí hasta que no pude evadirla más. Los
venezolanos seguimos pensando, porque lo queremos creer, que estamos viviendo
en una época de un mal gobierno y que ejerciendo recursos democráticos como el
voto podemos sustraernos de esa realidad, y así nos metemos en una burbuja de
evasión alejando ese molesto pensamiento de que no estamos en una dictadura.
Pues estamos en una dictadura, ya es hora que enfrentemos esa realidad.
La
manifestación silenciosa de un pueblo que está alejándose de esa evasión es un
primer síntoma de que se está asumiendo una realidad que no podemos seguir
evadiendo más. Es como el alcohólico que al final toma la decisión de ir a los
AA y admitir que tiene un problema con la bebida. Ese es el primer paso. Y los
que seguirán serán aun más duros antes de su curación.
Indicar
que lo que está pasando en Venezuela es culpa de los abstencionistas es no
haber interpretado a cabalidad lo que paso en el 2005 y ahora el 8D. Los
venezolanos opositores les estamos enviando un mensaje claro a nuestra
dirigencia política: lo están haciendo mal, este no es el camino. Llegó la hora
de enfrentar a la dictadura como se enfrentan las dictaduras, a través de una Lucha
sostenida, pacífica y No Violenta. Que dejen de pensar que si los venezolanos
no avalamos su circo electoral eso no significa que no queramos la ruta
democrática. Es que están tratando la enfermedad con la medicina equivocada.
Es por
eso que me causan risa los mensajes que he recibido: “Dejar de votar alegando
que te van a robar el voto, es como suicidarte por miedo a que te maten”. A lo
que respondido con igual lógica: “Y votar con un sistema que sabes
trampeado alegando que defenderás con eso la democracia es como acostarte con
una mujer que sabes que tiene SIDA y alegar después que con eso estas
defendiendo al mundo de ese mal”. En otras palabras te suicidas y dices que con
eso defendiste la democracia.
Pero alguien debe ser el culpable. Y lo más sorprendente es
que eso sigue la misma lógica del régimen cuando dice que son los comerciantes
los culpables de la inflación. Ergo, hay que invadir sus tiendas, cambiar los
precios de sus productos y someterlos al escarnio público. La solución es
simplista y superficial. No enfrentamos la realidad y buscamos un culpable.
Pues amigos de la MUD y escribidores tarifados, les informo
que los culpables no somos nosotros, quienes ejercimos igualmente nuestro
derecho de disentir y no participar en un sistema trampeado, manufacturado
fuera del país y parte de un plan de dominación continental.
La carga de esa culpa deberán buscarla en ustedes mismos. En
no exigir las condiciones mínimas de participación en un proceso electoral, en
seguir convenciendo a la gente que si continuamos tomando jarabe para la tos
nos curaremos de cáncer de pulmón. En haber convencido a la gente que debía
defender su voto y ser el primero en llamar a bailar salsa y tocar cacerolas. Gracias
a Dios ya muchos están despertando de eso y seremos más los que exigiremos un
cambio de rumbo en la conducción política para enfrentar este problema.
Un
porcentaje de abstención no es más que una medición en un termómetro que indica
que hay un fiebrón que hay que detener y bajar. Pues bien, hay que decidir qué
hacer antes que el paciente entre en convulsiones. El problema no es la
temperatura que mide el termómetro, ya que este mide un síntoma que es la
fiebre. La fiebre lo que dice es que el cuerpo está luchando contra un mal que
no se le ha encontrado cura. Despotricar en contra de quienes si vemos lo que
indica el termómetro es tan estúpido como aquel que vende el sofá donde durmió
la mujer con otro.
Buscando
las causas que hacen que ese termómetro mida lo que mide encontraremos la
solución del problema, no molestándose por lo alto de la medición. Y para ello
hay que determinar cuál es el mejor tratamiento. Ya por allí el grupo político Vente
Venezuela asomó públicamente el 7D que importantes dirigentes políticos están
llamando a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Por allí van
los tiros de una solución para el país. Es larga, llena de piedras y muy
difícil, pero así es la cura del alcohólico del anterior ejemplo, difícil pero
posible. Nunca es tarde para comenzar.
Sin
embargo, no deja de llamar la atención que su planteamiento haya sido justo el
día antes del 8D. ¿Olfato político? ¿Oportunismo? ¿Una manera de recoger los
pedazos de una oposición que sabían derrotada antes de las elecciones? No lo
sé. Lo que sí se puede deducir es que era indispensable para los partidos
llegar al 8D antes de un llamado Constituyente, lo cual dice mucho de cómo se
desenvolverán las cosas el próximo año. Y ya en ese camino, el termómetro
medirá lo que debe medir porque se le habrá dado el tratamiento correcto al
cáncer que nos aqueja.
Caracas, 9 de Diciembre de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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