Por Luis Manuel Aguana
Las réplicas locales de la
declaración de Elliott Abrams en Colombia, reprochando la “equivocación” de la
población venezolana de solicitar la aplicación de la normativa constitucional
establecida en el Artículo 187, numeral 11, porque a su juicio es “prematura”, me
hicieron recordar la razón por la cual fundamenté mis estudios universitarios en
las ciencias exactas.
En las ciencias exactas dos más
dos son siempre cuatro –antes y después- aunque tú no lo quieras. La Ley de
Gravedad siempre funcionara de acuerdo con una ecuación universal así como
cualquiera de las leyes de la física. Lo que paso antes, siempre pasará después
porque es una ley. Y porque es una ley de una ciencia exacta las cosas siempre
ocurrirán de esa misma manera en cualquier lugar y momento del tiempo. Nadie
pondría en duda que si usted tiene una piedra en las manos y la suelta, esta
caerá. Y no solo podemos predecir que caerá, sino también calcular la velocidad
exacta con la cual impactará sobre la tierra. Lamentablemente eso no ocurre así
cuando se trata de disciplinas como la política o cualquier otra donde el ser
humano sea el protagonista.
Por eso me asombra ver a analistas
insignes de la oposición oficial argumentando acerca de lo que hará, o dejará
de hacer el gobierno norteamericano en relación al problema venezolano, basados
en la historia de lo que han hecho, y que eso se traducirá automáticamente en
la verdad de lo que ellos harán en el futuro, como si eso se tratara de una ley
de una ciencia exacta. Craso error.
Todos los artículos y mensajes de
opinión negando la posible intervención militar norteamericana en Venezuela dan
por un hecho que esta no pasará (dando como cierto ahora un comportamiento
futuro determinado de los Estados Unidos como lo es la No Intervención Militar)
utilizando como soporte lo que ese país hizo o dejo de hacer en el pasado. Nada
más alejado de la realidad y para muestra un botón: los Estados Unidos nunca
pensaron un día antes del 11 de Septiembre de 2001 que desatarían una
persecución mundial en contra de alguien llamado Osama bin Laden, e incluso una
invasión en Afganistán en contra del terrorismo, de proporciones nunca antes vistas
hasta este momento. De hecho, eso cambio el modelo de relaciones norteamericano
con el resto del mundo hasta el día de hoy.
¿Y entonces? ¿De qué estamos
hablando? ¿De qué tamaño es la estupidez que insiste en que no podría haber una
intervención militar extranjera en Venezuela? Se los diré: del tamaño de la
estupidez de aquellos que, convencidos y convenciendo a los venezolanos de que “no
habrá intervención militar extranjera” en Venezuela, entonces debemos negociar elecciones
con un régimen de delincuentes, corruptos, asesinos y violadores de Derechos
Humanos.
Estamos
planteando a los venezolanos una Consulta Popular, no para que se autorice el
Artículo 187#11 Constitucional (que al fin y al cabo es una prerrogativa de la
Asamblea Nacional) sino para que los venezolanos ordenen el “cese de la
usurpación” y exijan, en ejercicio pleno y directo de la Soberanía Popular, a
los países de la Comunidad Internacional, el cumplimiento del Principio de
Responsabilidad de Proteger (R2P) al que se comprometieron en la Cumbre de la
ONU del año 2005, para que se concrete la liberación de Venezuela por la vía de
la fuerza, impidiendo que se sigan perpetrando delitos en contra de los
Derechos Humanos, porque el que está cometiendo esos delitos es precisamente quien
ejerce el poder en Venezuela.
El
187#11 sale como una consecuencia de esa decisión, ya que aun sin ser
autorizado por la Asamblea Nacional, el pueblo le estaría dando su visto bueno
en ejercicio directo de su Soberanía. Nótese muy bien aquí la diferencia. Así
que el R2P es el fundamento de nuestra propuesta, NO el 187#11. Si se llegara a
realizar esa Consulta y por alguna razón el Consejo de Seguridad de la ONU
decide a favor de la decisión que tomen en ella los venezolanos –aquí y en el
exterior-, poco será lo que tenga que decir el Sr. Elliott Abrams, o el mismo
Sr. Mike Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos, mas allá de las
declaraciones preliminares para organizar una intervención militar en Venezuela
como parte de la Misión Militar de los Cascos Azules de la ONU. Así que
difícilmente nadie puede meterse a adivino a predecir lo que puede ocurrir, ni
afuera ni adentro del país
También
es posible que aun haciendo esa Consulta y saliendo positiva, la Comunidad
Internacional, y en especial los Estados Unidos sean reticentes, como lo
demuestran las declaraciones de sus voceros diplomáticos, a dar ese paso
trascendental. Y eso es porque ahora nuestro problema no les toca a ellos ni de
lejos. ¿Por qué iban a sacrificar soldados norteamericanos por un problema que
nos buscamos nosotros? Eso ocurrirá cuando nuestro problema estalle de verdad
para ellos: esto es, la explosión de la droga y el terrorismo desde Venezuela. Entonces los venezolanos deberán comprender
que tarde o temprano esa intervención tendrá que tener lugar. ¿Por qué? Porque
el problema se agravará de tal manera que será imposible esconderlo. Entonces
mi pregunta es, ¿qué es más conveniente? ¿Hacerla ahora o después cuando
costará más sangre? Porque aquí habrá un régimen fuertemente armado y consumado
al servicio del delito internacional. Eso deberán preguntárselo ellos, no
nosotros…
Hasta
ahora es un problema nuestro y de nuestros vecinos, que soportan directamente
el éxodo masivo de nuestra población y los problemas concomitantes que generan.
Pero sin intervención militar, y como consecuencia de la consolidación del
control de los grupos irregulares en nuestro territorio, con la desaparición
progresiva de nuestras Fuerzas Armadas a favor del crecimiento de una milicia
comunista, altamente entrenada por Rusia, Cuba y el resto de los socios del
régimen, Venezuela será el paraíso terrenal de exportación de la droga y el
terrorismo en el mundo, en especial hacia los Estados Unidos y Europa. Ese es
el panorama que les espera a los Estados Unidos y a Europa, no a nosotros que
ya lo sufrimos en incipiente progresión, sino a quienes en el exterior se
niegan a aceptar la situación de Derechos Humanos de los venezolanos,
escabulléndose de una obligación moral y política impuesta en una Cumbre de la
ONU en el año 2005.
Si la
clase política no lo quiere ver ahora, bien; lo tendrán que ver más tarde
cuando el problema escale y se ponga más grande, tanto que sea imposible de
ocultar. Pero lo más grave de todo eso es que como consecuencia de la paralización
de la amenaza creíble que significaba una posible intervención
militar internacional con fines humanitarios, el castro-chavismo-madurismo se afianza,
y ahora amenaza con la detención del Presidente Encargado Juan Guaidó,
despachando de un plumazo la esperanza de millones de venezolanos de comenzar a
ver el fin de la pesadilla que significa este régimen de muerte.
Y aunado a lo anterior el avance
de los sectores en la oposición oficial que claman por “elecciones” con el
régimen, alcahueteando a parte de la Comunidad Internacional que todavía cree
en soluciones electorales con mafias criminales, y que quieren desesperadamente
mirar para otro lado cuando violan Derechos Humanos porque les incomoda,
tapando de esa manera los millones que le han robado a los venezolanos, tanto
el régimen como su oposición cohabitante. No se horroricen, eso ya paso cuando
cremaban a los judíos en Europa.
Cuando los venezolanos veamos evidente que le cambiaron el orden al
mantra, desapareciendo el “cese de la usurpación” como primer postulado
obligatorio para salir de esta pesadilla, sabremos que allí comenzará la fase
más sangrienta de nuestra lucha por la libertad…
Caracas,
5 de Abril de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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