Por Luis Manuel Aguana
Intervención en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV del 9 de Marzo de 2020
De nuevo agradezco a la Cátedra Pío Tamayo y
al Prof. Agustín Blanco Muñoz la invitación para debatir los temas que gravitan
sobre el país. En esta oportunidad discutir uno de la magnitud del planteado en
esta oportunidad no es de ninguna manera fácil. Responder a una pregunta como
esta, “¿NEGOCIACIÓN ELECTORAL PARA
MANTENER O PARA DERROTAR “LA USURPACIÓN”? implica de entrada haber asumido
un posicionamiento en relación a lo que está realizando la oposición oficial
venezolana con el mandato que se le entregó a Juan Guaidó Márquez el 23 de
Enero de 2019.
Y en eso mi posición ha sido diáfana desde el
mismo momento en que decidieron abandonar el mantra del Cese de la Usurpación en
la Asamblea Nacional para ir a elecciones con el régimen, el 1ro de Octubre de
2019, con la
aprobación de la famosa Ruta Integral, denominada eufemísticamente “Acuerdo
para la ruta política integral planteada al país que permita elecciones libres
y transparentes como salida a la crisis que viven los venezolanos y la
reinstitucionalización del país” (ver
Acuerdo en https://twitter.com/AsambleaVE/status/1179138987086286848?s=08).
Pueden leer mi nota del 2 de Octubre en mi blog TICs y Derechos Humanos
titulada “Última parada, el ejercicio directo de la Soberanía” (ver https://ticsddhh.blogspot.com/2019/10/ultima-parada-el-ejercicio-directo-de.html).
Ese nuevo Acuerdo llevó a la basura el
Estatuto que rige la Transición aprobado el 5 de Febrero de 2019, razón por la
cual aun me extraña que los venezolanos aun se pregunten si Guaidó y la
MUD-Frente Amplio irán o no a elecciones con el régimen. ¡Claro que irán! Eso
YA FUE DECIDIDO el 1ro de Octubre de 2019. Ese nuevo Acuerdo que permite
elecciones con Maduro en el poder marcó una ruta distinta a la decidida el 23 de
Enero de manera oficial. Los partidos mayoritarios de la Asamblea Nacional
decidieron ir a elecciones este año con el régimen.
Entonces la pregunta no es si la “negociación
electoral es para mantener o para derrotar “la usurpación”. No se derrota “la
usurpación” yendo a elecciones con el régimen bajo sus condiciones, como
efectivamente está sucediendo desde que montaron la Comisión Preliminar de 11
diputados, integrándola con diputados del PSUV que habían perdido su condición de
tales por abandonar sus cargos. La sucesión de eventos posteriores demuestra
que la negociación está en pie, continuando con la designación paritaria del
Comité de Postulaciones Electorales encargado de nombrar los nuevos Rectores
del CNE. Nadie entiende ese 50-50 si la oposición oficial es mayoría en la
Asamblea Nacional. La guinda de esa torta la pondrán ambas “Asambleas
Nacionales”, la de Parra y la de Guaidó, para designar esos Rectores ya
negociados con el régimen de Maduro, con el visto bueno del Presidente
Encargado, aunque él siga insistiendo extrañamente que “no irá a elecciones
hasta que Maduro se vaya”. No ha negado ni uno solo de los pasos para la
conformación de ese CNE negociado por su segundo Vicepresidente, Stalin
González.
Creo que algunos en Venezuela nos vemos como
la agente Clarice Starling en la extraordinaria película “El silencio de los
corderos”, mejor conocida como el “El silencio de los inocentes” en
Hispanoamérica, protagonizada por Anthony Hopkins y Jodie Foster (original en
inglés “The silence of de lambs”). Para los que recuerden esa extraordinaria
película de 1991, el personaje protagonizado por Foster, la Agente Starling, relata
que de niña oye a los corderos de la granja de su tío llorar y al acercarse
nota que los están sacrificando. En un intento de salvarlos le abrió las
puertas para que escaparan y ellos no se movieron, y continuaron llorando, congelados
llenos de miedo. Ella en su desesperación decide al menos salvar uno y sale
corriendo con él hasta que la atrapan. Eso es exactamente lo que está pasando
con los venezolanos hasta el día de hoy. Vamos una y otra vez al matadero
electoral, y aunque alguien nos abra la puerta nos quedamos allí esperando que
nos degüellen. Y hasta que la manada se mueva, seguiremos oyendo llorar a los
corderos hasta que esta pesadilla se acabe.
En estos términos la respuesta de la Cátedra
es obvia: la negociación es para mantener la famosa usurpación del mantra. Pero
eso no nos resuelve el problema. La pregunta debería ser porque los
venezolanos, y los políticos como consecuencia, continúan pensando que una
negociación electorera con el régimen cambiará el gravísimo estado de cosas del
país, en el que todo el planeta coincide que existe un régimen narco-criminal
en el poder que ha corrompido los espacios opositores al punto que algunos
pensamos que hay que convocar a la soberanía popular para que se decida lo que
hay que hacer con él.
Los venezolanos rechazamos la confrontación. Y
recordando un análisis que realicé después de las elecciones regionales de Diciembre de 2013,
ese síndrome de la “no
confrontación” que alguna vez expliqué, en relación con los estudios de Elena
Granell en el IESA (ver Palabreo de la condición perdida http://ticsddhh.blogspot.com/2013/03/palabreo-de-la-condicion-perdida.html),
el venezolano evitaba a todo evento la confrontación, con la tendencia a
escurrir el bulto, a no entrarle de frente a los problemas, a pensar que no
hacer nada es una decisión. Y de hecho lo es. No hacer nada frente a los
problemas es en efecto una decisión. Sin embargo, la experiencia indica que la
mayoría de las veces resulta ser la peor decisión.
Efectivamente
no nos gusta confrontar. Citando a Granell, “Nuestra
cultura tiende a no enseñar ni reforzar la asertividad, es decir el derecho que
tiene y debe ejercer la gente para exponer su punto de vista, sin irrespetar el
del oponente. Ser asertivo significa decir lo que se piensa con seguridad, sin
agresividad y con gran respeto por la opinión de otro que pueda ser contraria,
y no inhibirse de dar la respuesta apropiada aún cuando creamos que ella no va
a ser bien recibida”.[1]
En una
cultura donde los liderazgos hacen uso de esa condición de la población para su
beneficio, es claro que el país entero se comportará como los corderos de la
agente Starling. Me llamó mucho la atención que de eso también se dio cuenta la
ex senadora colombiana, Piedad Córdova en un controvertido programa de
televisión en su país, y que reseñe en una nota que publiqué hace pocos días,
donde ella confiesa lo siguiente: “Ese es un equipo muy sólido (refiriéndose a Maduro y su gente),
muy venezolano siento que están muy contentos trabajando con la oposición. La
oposición tiene una gran oportunidad. ¿Sabes que es lo más importante? Que no
se matan. Es muy distinto a lo de nosotros…” (ver Entrevista a Piedad
Córdoba, en https://youtu.be/lLLkyKOADxY,
min 14:30)”. En esa confesión de la colaboradora del régimen se expone con
crudeza la realidad de los que nos pasa. Un régimen delincuente muy contento
con trabajar con sus colaboracionistas y una oposición oficial muy contenta que
se le de la oportunidad para hacerlo. Cualquier otro pueblo se estuviera
matando con las barbaridades que están sucediendo en Venezuela.
Pero asumiendo que esa condición del
venezolano es positiva, y que creemos en la solución de los conflictos de una
manera pacífica, yo me preguntaría ¿por qué no usar más bien eso a nuestro
favor y no para coincidir con quien nos somete por la fuerza? ¿Porqué entrar en
un terreno en el que el régimen, no solo nos lleva una ventaja porque están armados
y ellos si están dispuestos a usar esas armas en nuestra contra, sino porque
siendo mayoría podríamos lograr cambiar el curso de los eventos políticos a
nuestro favor.
Y eso me lleva a las otras preguntas de la
Cátedra: “¿Qué se busca con este posible
proyecto de medición de fuerzas? ¿Una marcha de las oposiciones por el centro
de Caracas en plena dictadura-usurpación?” Respuesta: Buscan lo mismo que
el 2014 en un nuevo intento de desatar “algo” en un pueblo que estructuralmente
no confronta, cuando esa solución, que se dio el 2002 sin confrontar, ellos
mismos no supieron que hacer con eso cuando los militares si tuvieron la
decencia de expulsar del poder a un asesino. No ocurrirá con esas Fuerzas Armadas
que ya no son lo mismo y manejadas por extranjeros, y menos aún con 5 millones
de personas ausentes en nuestro haber.
Si la oposición oficial en realidad buscara
desalojar a Maduro del poder y no convivir con su régimen, las acciones serían
otras. Tengo la desagradable impresión que Guaidó le oculta algo al país con su
llamado a ciegas a las calles. Y ese llamado es exactamente el mismo caso de
llevar corderos a un matadero sin decirles que pasará. Está jugando con la
línea dura de la confrontación, confiando en que tal vez eso desate eventos que
lleven al régimen a su salida abrupta del poder. Me gustaría creer que tiene
las garantías para eso, pero en política esas garantías no existen. Vuelve a lo
mismo del 2014 cuando Leopoldo López y María Corina Machado llamaron a “La
Salida” pero ahora con menos fuerza en las calles. López y Guaidó aun siguen
creyendo en ese cuento que nos sigue costando vidas.
Hace falta que los políticos que están a
cargo sean políticos de verdad. Lamentablemente no aprendieron nada más después
de dejar el Movimiento Estudiantil, cuando cayeron en las manos de lo más
rancio y descompuesto de la oposición oficial tradicional, acostumbrados a hacer
un uso irresponsable de la responsabilidad que tienen. Necesitamos
desesperadamente Estadistas, con “E” mayúscula, conductores de pueblos, que
puedan utilizar ese músculo político de una sociedad hastiada de tanta
corrupción opositora y vejámenes del régimen, combinada con la fuerza formal que
se le pueda sacar a la Comunidad Internacional. Existe un condicionamiento para
utilizar la fuerza de las naciones para desalojar un régimen como el que oprime
a Venezuela. ¿Se ha recorrido ese camino? ¿Se se ha reunido Juan Guaido y su
gobierno interino en una Fórmula Arria para discutir el uso probable de una
fuerza multinacional en Venezuela con el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas? Obviamente que no, aun habiéndoselo propuesto el mismo inventor de esa Fórmula,
el ex embajador Diego Arria, en su reciente visita a los Estados Unidos.
Desde ANCO hemos propuesto usar la voz del
pueblo de Venezuela en Consulta como detonante para recorrer ese camino del uso
formal de la fuerza en contra de estos delincuentes que azotan nuestro país.
Eso no puede considerarse una “invasión militar” como se etiqueta
incorrectamente esa acción, es el uso de una prerrogativa que tenemos los
venezolanos y que internacionalmente se llama Autodeterminación de los Pueblos.
Y no es “una esperanza” como reza una de la preguntas para el día de hoy de
esta Cátedra. Sería una realidad si se trabajara seriamente por eso, no sacando
a la gente a la calle para que la sigan matando. Los políticos en Venezuela
tienen la realidad histórica cambiada. No fue que el pueblo salió a las calles
para sacar al dictador Pérez Jiménez. El pueblo salió a celebrar las calles después
–no antes- y luego que quienes tenían que hacer su trabajo efectivamente lo
hicieran. Les corresponde a los políticos esa responsabilidad y nosotros a
apoyarlos, no al revés.
A las preguntas de la Cátedra: “¿Se impondrá entonces y en definitiva, la
vía “pacífico-electoral’ o seguirá con vida la línea de acabar con la
usurpación por la vía de la fuerza como se vio el 2019? ¿Se aplicará el mismo
esquema 2019 de la “guerra humanitaria”, el intento de golpe, la utilización de
miembros de las FANB para fines subversivos?”, hay una respuesta: La vía
electoral o el intento de utilización golpista de las FANB se impondrán
mientras la sociedad civil siga su plan de corderos en el matadero y no le
imponga cívicamente una nueva ruta a quienes conducen el proceso. No puede
seguir en el plan de simple espectadora. Seguiremos en lo mismo mientras los
corderos sigan en silencio porque ya los mataron…
Muchas gracias…
Caracas, 9 de Marzo de 2020
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
[1] “Éxito Gerencial y
Cultura: Retos y oportunidades para Venezuela”, Granell, Garaway y Malpica,
Ediciones IESA 1997, Págs. 86-87.
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