Por Luis Manuel Aguana
Se me quedó en el tintero al escribir mi nota anterior (ver Interlocutor privilegiado, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/01/interlocutor-privilegiado.html) que además de extrañar la veracidad y seriedad que le imprimían los dueños y editores de los grandes periódicos a las noticias, así como la presencia de las grandes figuras que en esos medios escribían, existía además algo extraordinariamente fundamental y que está siendo cada vez mas necesario: la prensa era la contraloría ciudadana de los políticos, en especial de quienes detentaban el poder. Era tan importante esa función de la prensa que se le llegó a considerar y señalar comúnmente como el 4to Poder.
¿Y porque esto era así? Porque históricamente era la única manera de canalizar la opinión pública en una sola dirección y darle consistencia homogénea a la posición de quienes de alguna manera reflejaban la opinión del pueblo en los temas que a todos nos conciernen. Eso daba un balance a quienes detentaban poder que veían en la prensa un contrapoder que no se podía manipular, situación esta que impedía desmanes y malos manejos por parte de quienes utilizan de manera incorrecta el mandato que le confieren los ciudadanos en una democracia.
Por supuesto, todos los gobiernos siempre han intentado manipular la opinión pública a través de sus propios medios y destruir la prensa libre y no sumisa a su voluntad. Todas las constituciones en los países libres tienen un apartado o enmienda que protege la libertad de expresión y en específico la prensa libre. En principio el fondo del problema es que los ciudadanos que libremente se expresen sirvan de contención a los abusos del poder. De allí que históricamente se le haya asignado a la prensa libre esa altísima responsabilidad que con el pasar del tiempo se ha ido diluyendo peligrosamente con el advenimiento de las nuevas tecnologías y la disminución de la influencia de la gran prensa en las decisiones de quienes detentan el poder.
James Madison (1751-1836), considerado el Padre de la Constitución norteamericana, concibe un texto constitucional para PONER LIMITES a las autoridades, porque su preocupación es el abuso del poder. De acuerdo a José Piñera, Cochairman del Instituto Cato, “Madison se da cuenta muy tempranamente de que la esencia del gobierno es el poder y que todo hombre tiene dentro de sí mismo, al igual que muchas cualidades positivas, una tentación, una predisposición a abusar del poder…” (ver José Piñera, Lección Inaugural 2010 de la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala, 25 de Enero de 2010, video en https://newmedia.ufm.edu/video/leccion-inaugural-2010-los-padres-fundadores-de-los-estados-unidos-de-america-y-lecciones-para-america-latina/ y transcripción en https://ticsddhh.blogspot.com/2014/09/los-padres-fundadores-de-los-estados.html).
Madison desarrolló una teoría de equilibrios de poder, explicada en El Federalista (ver obra en http://goo.gl/LsgP8x), ensayos escritos conjuntamente con Alexander Hamilton (1755-1804) y John Jay (1745-1829), ambos igualmente considerados como Padres Fundadores norteamericanos, con la intención de defender el planteamiento federal de la Constitución propuesta a las 13 Provincias y convencerlas de su ratificación. Estos ensayos fueron publicados entre octubre de 1787 y mayo de 1788 en diferentes diarios de los Estados Unidos.
A juicio de Hamilton, en estos equilibrios de poder debe participar una sociedad civil fuerte, universidades independientes, grupos gremiales, así como una prensa libre y que “todo el mundo se controle unos a otros para que el poder sea mitigado, para que el abuso del poder sea contenido”, como indica Piñera en su conferencia. Este es un principio fundamental que desarrollaré en esta nota.
En 1971 el New York Times y el Washington Post publicaron un estudio confidencial titulado oficialmente “Relaciones Estados Unidos - Vietnam, 1945-1967: Un estudio elaborado por el Departamento de Defensa”, dirigido por el entonces Secretario de la Defensa Robert McNamara (1967) y conocido por el público como Los Papeles del Pentágono, “que acreditaba que durante más de dos décadas, y bajo los mandatos de cuatro presidentes, de Truman a Johnson, pasando por Eisenhower y Kennedy, el gobierno americano había mentido de manera sistemática sobre su participación en el avispero vietnamita…” (ver El hombre que hizo perder los papeles al Pentágono, en https://www.revistavanityfair.es/poder/articulos/daniel-ellsberg-papeles-pentagono/28553). Este hecho causó un escándalo de tal magnitud que el gobierno de Richard Nixon ordenó a través de la maquinaria jurídica del gobierno federal detener la publicación de los documentos. Sin embargo finalmente la Suprema Corte de los Estados Unidos decidió a favor de la prensa en los siguientes términos:
“El Tribunal dictaminó por 6-3 en el caso New York Times contra Estados Unidos que la restricción previa era inconstitucional. Aunque los jueces de la mayoría discreparon en algunas cuestiones importantes, estuvieron de acuerdo en que "sólo una prensa libre y sin restricciones puede exponer eficazmente el engaño en el gobierno... Al revelar el funcionamiento del gobierno que condujo a la guerra de Vietnam, los periódicos hicieron noblemente lo que los Fundadores esperaban y confiaban que harían". Desestimando la supuesta amenaza a la seguridad nacional, el Tribunal continuó: "La palabra 'seguridad' es una generalidad amplia y vaga cuyos contornos no deben invocarse para derogar la ley fundamental plasmada en la Primera Enmienda". El caso New York Times contra Estados Unidos sigue siendo uno de los más importantes de la historia de Estados Unidos en materia de libertad de prensa…” (ver Bill of Rights Institute, New York Times v. United States (1971), en https://billofrightsinstitute.org/e-lessons/new-york-times-v-united-states-1971) (resaltado nuestro). Recientemente (2017) se produjo una película dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hanks y Meryl Streep, titulada The Post, los oscuros secretos del Pentágono, relatando este histórico caso donde salió victoriosa la prensa libre. Es mi convicción que si esta información no hubiera sido del conocimiento ciudadano a través de la prensa a principios de los años 70, todavía los soldados norteamericanos estuvieran muriendo en Vietnam.
¿Por qué hacemos toda esta referencia? Porque la sociedad civil, en su conjunto, conforma, desde el principio de los tiempos constitucionales, comenzando por la Constitución norteamericana, el mayor contrapeso que cualquier poder debe tener para evitar los abusos que los gobernantes realizan, deliberadamente o no. Esta explicación nos lleva de ahora en adelante al rol de los nuevos medios y las redes sociales en la contraloría social que se le debe hacer a los gobernantes y que se desplazó principalmente de los grandes medios, a la sociedad civil que ahora está en control de las redes de información mundiales. Y aquí aterrizo en Venezuela.
El nuevo planteamiento del Presidente Encargado Juan Guaidó de conformar “una nueva plataforma unitaria para cumplir el mandato de la Consulta Popular” (ver noticia en ND, en https://www.noticierodigital.com/2021/02/guaido-planteo-nueva-plataforma-unitaria-para-cumplir-el-mandato-de-la-consulta-popular/) donde convoca a la sociedad civil, tiene un problema conceptual y estructural. ¿Cómo puede la sociedad civil, en cualquiera de sus expresiones “unirse” al Gobierno Encargado o a cualquier gobierno para hacer causa común a favor de cualquier objetivo, sin perder su esencia de contrapeso a las arbitrariedades que comete el poder? Juan Guaidó está llamando a una nueva “coalición” entre partidos y sociedad civil para hacer efectivo el mandato de la Consulta Popular. Me parece extraordinario que el Gobierno Encargado comience a reconocer que 6,4 millones de venezolanos nos expresamos para expulsar del poder a Nicolás Maduro Moros y su régimen. Pero primero es lo primero.
En esa Consulta Popular el pueblo exigió el Cese de la Usurpación del régimen antes de proceder a unas elecciones libres. Ese marco irreductible impide la realización de cualquier elección antes de que Maduro abandone el poder en Venezuela y ordena gestionar lo que sea necesario ante la Comunidad Internacional para que la usurpación cese a la brevedad. No hemos visto ni el primer paso del Gobierno Encargado en esa dirección. Después de este llamado a la sociedad civil, esperamos verlo, comenzando por informarles oficialmente a los representantes de todos los países del mundo de la decisión del pueblo venezolano realizada en la Consulta Popular.
De la misma manera, y como consecuencia inmediata de ese mandato, no es posible cualquier dialogo con el régimen de Nicolás Maduro Moros a través de ningún negociador que no implique que previamente Maduro y su régimen abandonen el poder antes de cualquier conversación. ¿Quién puede garantizar que el Gobierno Encargado cumpla con ese mandato del pueblo de Diciembre de 2020? ¡La Sociedad Civil en su rol de contralor de las acciones del Gobierno, en este caso el Gobierno Encargado, y sus principales funcionarios! Precisamente por esa razón no podemos “unirnos” con el Gobierno Encargado ni ser parte de esa estructura, sino actuar en coordinación con todos los entes participantes de la Comunidad Internacional a los fines de efectuar un proceso que lleve al país a una transición donde la justicia no quede pintada en la pared, porque este régimen tiene mucho que darle cuentas a la nación. De otra forma la sociedad civil se podría hacer cómplice de cualquier negociación oculta con el régimen para evitarse pagar por los delitos que han cometido.
No mis queridos amigos. Se acabó el tiempo de una sociedad civil que solo sirva de barra a los políticos en su afán de alcanzar el poder. Ya es hora de una sociedad civil que ejerza su papel de contrapeso del poder como corresponde, conforme a la tradición internacionalmente establecida. Eso se llama ejercer ciudadanía, y no significa que no apoyemos los esfuerzos que se realicen con la Comunidad Internacional con miras a la salida del régimen de una manera civilizada, pero evitando los engaños de los que hemos sido víctimas por parte de quienes conducen la oposición oficial y el régimen de Nicolás Maduro Moros. Una cosa es que nos unamos con quien ejerce el Gobierno Encargado para hacer cumplir la Consulta Popular y otra muy diferente es que coordinemos esfuerzos con cualquiera que desee hacerla cumplir de manera independiente. Solo en esta ultima forma podremos exigir su cumplimiento, en la primera seremos sus cómplices si no la cumplen. Ya es hora del reconocimiento ciudadano…
Caracas, 3 de Febrero de 2021
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