Por Luis Manuel Aguana
A diferencia de lo que tal vez la mayoría piense, los partidos mayoritarios de la oposición oficial le dieron en esta Navidad su mejor regalo a los venezolanos: revelar sus verdaderas intenciones. Pero no lo hicieron adrede. Fue más bien el natural proceso de descomposición al que está sometido todo aquel se hace pasar por quien no es, y llega el punto estelar en que la única manera de lograr su cometido es desnudando las verdaderas intenciones. Es ese el momento clave de la trama de la película, donde el villano se enfrenta a su víctima frente a frente con el arma en la mano, en una clara disposición de quitarle la vida.
Pero ese momento no es malo en sí mismo. Es el momento de la revelación. Es el momento preciso donde los roles están claros para todo el mundo, dónde el villano se quita la máscara que había utilizado en toda la trama y le dice al mundo: ¡este soy yo!, mi verdadera esencia, y tengo la abierta intención de matar al protagonista, para quedarme con cualquier cosa que represente la continuación de la vida de quien está al frente de la historia.
Pero el tema central aquí, no es el preciso momento de la revelación, sino que pasará después, aunque este hito es obligatorio y crucial para el desenlace final, y constituye, a mi juicio, un regalo, ya que es un firme indicador del lugar en donde nos encontramos parados. Eso definitivamente nos sirve para decidir qué hacer en el futuro.
Y aunque no lo recordemos así, algo semejante paso el 4F-1992, cuando luego de años de encubrirse como demócratas, los militares felones y golpistas descubrieron a todos finalmente sus verdaderas intenciones y se mostraron al mundo tal cual eran, y con la excusa de “salvar al país” decidieron –gracias a Dios sin éxito- un golpe de Estado, que incluía matar al Presidente de la República y su familia en su residencia oficial. Al final lo lograron, luego de la muerte política de quien no pudieron derrocar con las armas. Y pudieron conseguirlo gracias a la pequeña ayuda de la misma clase política que ahora lleva al cadalso al Gobierno Interino de Juan Guaidó.
Chávez fue el producto directo e indirecto de quienes ahora dicen que no necesitan un Gobierno Encargado. Lamentablemente, cuando se descubrió la identidad de los responsables del 4F, la sociedad en su conjunto no los rechazó, así como su artero intento de acabar con las instituciones, sino que, por el contrario, los abrazó y elogió sin saber que estaban acogiendo un cuervo que nos sacaría los ojos. De allí la importancia de advertir en este nuevo golpe, quienes son los que lo llevan a cabo y qué propósito tienen sus protagonistas, de manera de no volver a cometer el mismo error. Es por eso que este momento es crucial, porque definirá la continuación de la historia de la lucha democrática en contra del régimen que ha acabado con Venezuela.
En 1998 la decepción política llevo a los venezolanos a votar mayoritariamente por un engendro que arruinó nuestra forma de vida. Nuestra decisión colectiva al votar por ese resentido social afectó por más de 20 años –y contando- el rumbo del país hacia un barranco del que no hemos podido salir. Pero las señales estaban allí cuando se presentaron en 1992 en ese histórico día cuando Venezuela amaneció de golpe.
En este momento, los partidos de la oposición oficial nos obsequian en esta Navidad nuevas señales, creando una Navidad de golpe, al acabar con la institucionalidad legítima que quedaba, asumiendo desde la Asamblea Nacional las funciones de un poder que no les corresponde, modificando un Estatuto que dejo de ser de transición.
Miremos con mucho cuidado y precisión quiénes son y porque lo hacen. Pero más allá de eso, lo que vendrá producto de esa decisión. Eso nunca lo analizamos después de votar por Chávez en 1998, como consecuencia de ese entusiasmo militarista de 1992.
La oposición oficial pretende negar con manotadas jurídicas la realidad de que Nicolás Maduro Moros es un usurpador del poder, y la necesidad que este país requiera de un gobierno de transición que nos lleve a unas elecciones libres, justas y verificables. Eso no se puede borrar así como así del ADN venezolano con un nuevo “Estatuto”. Y el hecho que Juan Guaidó y su Gobierno Encargado desde el 2019 haya fracasado en desplazar al régimen que usurpa el poder en Venezuela, no significa que eso no sea verdad. El rey está desnudo desde hace mucho tiempo.
Pero las razones que aducen los ciudadanos diputados de los partidos AD, PJ y UNT, es que el Gobierno Encargado -que ellos manejaron a su antojo- fracasó, y es necesaria una nueva estrategia que nos lleve a elecciones con el que sigue siendo usurpador y culpable de delitos de Lesa Humanidad. Y que en lugar de un necesario gobierno de transición luego de desplazado Maduro y sus delincuentes, vayamos a unas elecciones con él y su poder electoral corrupto e ilegítimo, manteniendo al tirano en el poder. Menudo cambio de estrategia…
Lamentablemente, el Presidente Encargado y su partido Voluntad Popular, nunca asumieron sus responsabilidades ejecutivas, poniendo por encima la Constitución a cualquier Estatuto que aprobara la Asamblea. Eso también los hace responsables ante los venezolanos de la situación que hoy se presenta en la Navidad de 2022, como un golpe jurídico del Parlamento, a la casi nula institucionalidad que existe en el país.
Pero, como señalé antes, lo importante es lo viene después. De lo que decidamos los venezolanos, y del cómo acojamos esas nuevas decisiones políticas, se determinará nuestro destino para los próximos 20 o 30 años. Recuerden, los errores en esos hitos históricos nos cuestan generaciones. Existe hoy, después de 1998, toda una generación de jóvenes que nunca han sabido lo que es comprar una vivienda propia con su trabajo, así como levantar normalmente una familia en su propio país.
Esta Navidad de 2022 les invito a reflexionar sobre esa realidad. Somos nosotros los que avalaremos con nuestra conducta los errores de quienes dicen representarnos. ¡Nos equivocamos como pueblo en 1998! ¡No podemos repetir ese error! El error de 1998 lo hemos pagado muy caro, con sangre en las calles, sudor del esfuerzo inhumano de poder sobrevivir en un país que han vuelto invivible, y las lágrimas por toda nuestra familia que se fue y no está ya con nosotros.
No podemos seguir respaldando partidos, grupos y estrategias que no pongan por delante la salida inmediata del régimen que ha acabado con Venezuela. Eso no es negociable, sin contar lo inmoral de tan siquiera plantearlo a los venezolanos En ANCO hemos propuesto la convocatoria del dueño de la soberanía a una indispensable Refundación de la Nación, planteamiento en el que acompañamos a la Iglesia Católica venezolana, a través de nuestra convicción de que solo el pueblo venezolano será capaz de resolver el daño causado por nuestro error de 1998.
La manera de hacer eso pasa por una elección arbitrada internacionalmente de una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario, donde todos los sectores políticos y no políticos, de todos los rincones del país, se encuentren representados y resuelvan qué hacer con Maduro y con el país. Lo demás es continuar avalando rutas y caminos que acepten a un régimen que todos los venezolanos rechazamos mayoritariamente por criminal. El golpe que nos acaba de hacer la oposición oficial en esta Navidad deja claro a todos en Venezuela, quienes desean descaradamente y a toda costa la continuidad del régimen de Maduro. ¡Rechacemos de ahora en adelante todas sus manifestaciones!
Luego de 27 años en el poder, el dictador Juan Vicente Gómez murió apaciblemente en su cama de Maracay, el 17 de diciembre de 1935. Mucha gente murió en las mazmorras de ese régimen implacable, y nunca nadie de esa oposición férrea de profundo amor venezolanista se planteó convivir con él. Se dejaron matar como relatan las historias que ya son parte de nuestro gentilicio. Nadie negoció para cohabitar con el tirano porque era un asunto de ética, de moral, de hombres y mujeres intachables que muy poco se ven en nuestra lamentable realidad política.
Pues bien, estamos ahora en esa misma situación como claramente nos ha revelado la oposición oficial. Nos encontramos con un régimen sin oposición política porque la que existe demostró estar comprada para convivir electoralmente con él. Queda la resistencia abierta y franca de la sociedad civil venezolana, que con esa fibra moral que no se ha extinguido, tiene clarísimo el camino que tiene por delante.
Y en la medida que seamos más quienes tengamos esa claridad, más cercana estará la Noche de las Hallacas lloronas para Venezuela, así bautizada la Navidad de 1935 por la familia de Oscar Yanes, extraordinario recordado periodista venezolano, cuando al morir el tirano resaltó en su obra un fenómeno hermosísimo: “Los presos que vienen de La Rotunda, del Castillo y de las carreteras y los desterrados, que retornan, algunos con hijos grandes, que jamás han visto las hallacas, lloran al contemplar el pastel, envuelto en hojas, que escurriendo agua en el plato, sirve la madre, la abuela, o la novia ya vieja”(1).
Muchos preferimos morirnos esperando la Noche de las Hallacas lloronas, como la vivieron las abuelas de mi generación, que traicionar las vidas de quienes se han sacrificado noblemente -y todavía se sacrifican perseguidos, presos y exiliados por el régimen- por alcanzar la libertad de Venezuela. A ellos, nuestra eterna gratitud y lealtad; y a todos ustedes, mis mayores deseos, porque esta Nochebuena de Navidad, el Niño Jesús les regale la fortaleza para esperar el momento supremo en que toda la familia venezolana unida llore alrededor de una hallaca, por el porvenir que con justicia nos merecemos. Amén y Dios los bendiga a todos…
Caracas, 24 de Diciembre de 2022
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(1) Oscar Yanes, Memorias de Armandito, Editorial Planeta
Venezolana, S.A., Tercera Edición, 1993. Pag. 341.
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