Por Luis Manuel Aguana
La
crónica del homenaje realizado a Andrés Eloy Blanco con motivo de su partida
circunstancial de Venezuela en 1936, pudiera ser una reflexión para aquellos
venezolanos que han decidido emigrar de nuestro país. Deseo dejar sentado que
no hago de ningún juicio acerca la decisión que están tomando cada vez más
venezolanos de buscar nuevos horizontes para ellos y para sus familias por el
profundo estado de deterioro de nuestra Patria, pero eso no es la primera vez
que ocurre en nuestra historia.
Sería
interesante pasearse por el texto completo de la crónica del homenaje al poeta
de Venezuela realizado por el semanario Fantoches en su edición del 14 de
Agosto de 1936 (ver Homenaje a Andrés Eloy Blanco en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/08/homenaje-andres-eloy-blanco.html)
no solo para regalarnos un pedacito de la historia de nuestro país, sino para
reflexionar, a la luz de la creciente emigración de nuestra gente, como se tomó
la Venezuela pensante de ese entonces la partida de un personaje de la talla
del poeta.
En
efecto, “a la muerte de Juan Vicente Gómez, Blanco fue nombrado por el presidente
Eleazar López Contreras jefe del Servicio de Gabinete en el Ministerio de Obras
Públicas. Sin embargo, su postura fuertemente crítica frente a la represión de
las manifestaciones del 14 de febrero de 1936 y su pertenencia a la
Organización Revolucionaria Venezolana llevan a la decisión de apartarlo de la
política local” (ver Andrés Eloy Blanco en http://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9s_Eloy_Blanco).
Al
decir de la crónica de Fantoches el acto organizado por ORVE (Organización
Revolucionaria Venezolana), partido en el que militaba Andrés Eloy para ese
entonces, fue un homenaje de mucha significación, al punto de realizarlo en el
Teatro Municipal a casa llena, con oradores de la talla de Miguel Otero Silva,
Antonio Arráiz e Inocente Carreño y el acompañamiento musical de Pedro Antonio Ríos
Reyna y Evencio Castellanos. De acuerdo a ese homenaje difícilmente pensaríamos
que el ilustre venezolano regresaría, al menos en bastante tiempo, aunque la
crónica esperaba lo contrario.
Andrés
Eloy había popularizado al personaje de Juan Bimba, oriundo de la tradición de
su tierra, Cumaná, como el prototipo de hombre humilde del pueblo venezolano “en diversas composiciones y en forma humorística desde la revista
Fantoches, en la década de 1930.” (ver Juan Bimba en http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Bimba).
Juan Bimba es de su hechura intelectual, la caracterización más elaborada del
venezolano de a pié, sufridor de todas las desgracias de sus gobiernos. ¿Cómo
era posible que él, su “taita”, como bien le dice, lo deje?
Imagino la emoción del momento: Juan Bimba se despide en los
versos de Leoncio Martínez (ver Despedida de Juan Bimba a Andrés Eloy Blanco por
Leoncio Martínez en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/08/homenaje-andres-eloy-blanco.html),
que expresan claramente el significado de esa partida, que bien podría
extenderse para todo aquel que abandone nuestra tierra. Juan se expresa en los
matices que aún perduran en nuestro país: soy el pueblo que está allí, del que
se han aprovechado, y que aún siendo solo esclavo, conseguí la libertad para toda
Venezuela:
Guardan las minas de Aroa / huellas de mi ley
esclava, / de Guayana en la socava / llené de oro la canoa, / Sin más temor que
la proa / remé cantando mis cuitas; / luego, en jornadas benditas, / vino el
desquite con creces / y cargué catorce veces / con mi lanza en Mucuritas.
Juan Bimba le recuerda a Andrés Eloy que él no sufrió solo,
lo acompañó en los calabozos del régimen y que al final del camino aún habiendo
derramado el sudor de su trabajo y su sangre continúa al pié de la lucha:
Juntos vamos en el gozo / como en dolor
juntos fuimos; / uno y otro conocimos / los grillos y el calabozo. / La carne
supo el destrozo / del látigo y no mi fé; / con sangre y sudor regué / carreteras
al cretino, / pero, al cabo del camino, / Juan Bimba estaba de pié.
También
le resalta que lo acompañó con el corazón tras sus éxitos fuera, recordándonos
a todos que Venezuela es tierra de laureles que florecen, pero fuera de nuestro
país. Sólo que él sí regresó en ese entonces, y aún estando el país en ruinas,
alzó su voz de ilusión, encausando la razón, desde un afanoso encierro:
También anduve con él / cuando su triunfo de
España; / aquí sembraron la hazaña / y allá floreció el laurel. / A la Patria
vino, fiel; / La Patria estaba en la escoria, / Alzó su voz ilusoria / y, en el
fatídico encierro, / acuñó en barras de hierro / el oro real de victoria.
Pero lo
más hermoso viene al final: libres de nuevo, ambos, despiertan con el sueño de
una Patria verdadera, libre, hermosa y altanera, en los cuatro costados del
país, coloreada por el tricolor de su bandera. Esos sueños estaban muertos pero
resurgen de nuevo:
Otra vez, libres y juntos, / Juan Bimba y su
taita están; / un esplendoroso afán / anima sueños difuntos / Despierta en los
cuatro puntos / una Patria verdadera, / linda, sin mancha, altanera; / nuestro
cielo se colora / con triple fulgor de aurora: / el iris de una bandera.
Pero
Juan Bimba expresa que esperará, y él seguirá siendo el mismo de siempre:
…Porque sé que volverás / Y otra vez me
encontrarás, / con mi cuatro y mi marimba, / con mi chamarra y mi tumba, / con
mi caballo y mi Juana, / porque, ayer, hoy y / mañana, / yo soy el mismo Juan
Bimba.
Y
promete que crecerá como pueblo para ser mucho mejor de lo que ha sido. Quiere
ser ese “palo de hombre”, pero mucho mejor, como cualquier padre espera de su
hijo:
A orgullo tengo y honor / el que tú me dieras
nombre; / quiero ser “un palo de hombre” / mucho mejor que el mejor. / Tengo
conciencia y valor / y, dejando la herramienta, / cuando al regreso te sienta,
/ con júbilo de aleluya / le pondré una copla tuya / a mi guitarra contenta.
El
pueblo se queda aquí, no se va. Lucha y muere. Eso es lo que en esencia le dice
el pueblo, representado en ese Juan Bimba que siempre le ha tocado sufrir, al
que se va. Pero más aún, que lo quiere y que esperará con júbilo su regreso, en
la manifestación más hermosa de una verdadera lección para quien se va, dada
por un pueblo que todavía desde hace muchísimos años tiene la esperanza que los
más ilustrados lo rediman y acompañen. De nuevo, Juan Bimba se despide de los
hijos de una Patria hermosa. Al igual que el cronista decimos: nosotros sabemos
que tú te vas…..pero no te vas. Y si Andrés Eloy Blanco no decepcionó antes a
Juan Bimba, tampoco nosotros lo haremos ahora…
Caracas,
30 de Agosto de 2014
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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