Por Luis Manuel Aguana
Hace casi una década, en agosto de 2013, mi estimado
profesor y amigo, Agustín Blanco Muñoz, de la Cátedra Pío Tamayo de la UCV,
introdujo el concepto “Constituyente de calle”, tratando de significar la
necesaria participación popular que debía tener este instrumento, lo más
alejado posible de la institucionalidad corrupta del régimen a través de su
CNE, trasladando su ejecución a la sociedad civil organizada.
Lamentablemente, a pesar de las múltiples explicaciones que dimos posteriormente, que era el mismo pueblo soberano el que debía decidir sin intermediarios el destino de la Nación a través de un proceso Constituyente Originario, es todavía la hora que los venezolanos hemos quedado estacionados en la manera tradicional, seleccionando el candidato opositor a través de un sistema de primarias, para dirimir el poder en Venezuela en elecciones presidenciales, en contra de una tiranía que ha dicho un sinnúmero de veces que no abandonará el poder bajo ningún concepto, y menos en elecciones.
Y como el poder en Venezuela, desde su creación como Nación, lo define quien controla el Poder Ejecutivo, esto es, el Presidente de la República, cualquier solución alternativa para dirimir la situación política del país, y más sorprendente aún, aquella que invoca directamente a la Soberanía Popular a través de sus representantes legítimos, ha sido rechazada consistentemente por aquellos que se dicen demócratas.
Sin embargo, caracterización “de calle” de hace una década sigue sugiriendo que sea el mismo pueblo el que decida. Y eso es lo que terminará sucediendo en Venezuela, de una forma u otra, como lo veremos a continuación.
El embudo que se le está imponiendo a los venezolanos a través de unas primarias en las condiciones deplorables que presentan los partidos opositores, donde participará solo una pequeña minoría que todavía se siente representada por ellos, despreciados como están por el resto de los venezolanos debido al descalabro que han incurrido que incluye colaboracionismo abierto, traición a los intereses de los venezolanos y corrupción generalizada, generará un candidato “opositor” a semejanza de esa minoría y que dirá “representar” al resto del país que rechaza justificadamente a la llamada Plataforma Unitaria que organizó ese proceso. Eso es un despropósito que debemos rechazar todos aquellos que desde ya no nos sentimos representados por ninguno que participe en ese circo.
Y ustedes dirán, ¿y entonces? ¿Cómo encontraremos al abanderado que participe con el régimen en unas elecciones que con seguridad estarán arregladas a su favor? De nuevo, lo decidirá el pueblo venezolano. ¿Y por qué? Porque si los venezolanos participan en ese proceso de primarias, de allí saldría un candidato opositor que le dará a Nicolás Maduro Moros los argumentos necesarios para encarar a la Comunidad Internacional y afirmar públicamente que esa elección presidencial es legítima porque participó una representación auténtica de la oposición, a pesar de lo intrínsecamente minoritario de ese resultado. De allí que el pueblo decidiría el curso de los acontecimientos con su participación o no en las primarias.
Si, por el contrario, el pueblo venezolano NO participa en esas primarias, en concordancia con lo que efectivamente está sucediendo en Venezuela, en relación con la nula representación que esa oposición oficial ostenta de los venezolanos, el candidato que salga de esas primarias no tendría de hecho el respaldo necesario de la mayoría del pueblo opositor, y le haría un flaco servicio al país si insiste en contender en contra del régimen en una elección presidencial, que al ser efectivamente fraudulentas, no tendría el respaldo necesario para cobrar un eventual triunfo.
Entonces el pueblo si tiene algo que decir en lo que está por suceder en Venezuela, y de allí que desde aquí asome el concepto de “primarias de calle”, que así como en su momento lo esgrimimos para la Constituyente, aplica perfectamente a la situación política que actualmente vive el país.
Hasta ahora no existe en la realidad ninguna persona que en la práctica encarne el sentimiento mayoritario de los venezolanos para desplazar al régimen, incluyendo los candidatos a los que las encuestas atribuyen la mayoría en las primarias. Ese personaje, que todavía no aparece, deberá salir a la palestra pública lo antes posible e irse decantando con el resto de los participantes, en una suerte de “primarias de calle”, que definirán el respaldo mayoritario necesario del pueblo opositor y que se apreciará de manera inmediata. Y al notarse esa situación indiscutible, el resto de los contendores deberán deponer sus aspiraciones a favor de él.
Esa sería la verdadera primaria opositora que decidirá el contendor del régimen, al contar con el apoyo palpable de la población en las calles, y no una primaria de los cascarones vacíos que todavía pretenden representarnos.
Pero la historia no termina allí. El régimen no es mocho y todavía hace falta llegar. Un candidato de las características descritas debe tener la suficiente estatura específica y experiencia comprobada de vida ética, personal, profesional y de Estado, capaz de llamar la atención a la Comunidad Internacional, que ya que ha decidido que Venezuela debe salir de su problema político a través de un proceso electoral presidencial, deberá mostrarse en consecuencia a favor, no solo en palabras sino en hechos de que todos los venezolanos puedan participar sin las limitaciones que imponga el régimen de Nicolás Maduro Moros.
Ese candidato presidencial deberá competir a sabiendas de que el régimen trampeará los resultados, y tendrá la obligación de esbozar un plan de qué hacer cuando la evidencia de un fraude sea un hecho. En otras palabras, el candidato no competiría por los votos de los venezolanos -que de hecho ya los tiene desde antes de la campaña porque nadie quiere el continuismo del régimen- sino porque esos votos se hagan realmente efectivos. Nótese que aquí cambia radicalmente, y desde ahora, el perfil que ese candidato debe tener. Esto es, no puede ser cualquiera. Estamos buscando una persona cuyo perfil se define de acuerdo al objetivo que pretendemos alcanzar, de adelante hacia atrás, si queremos que esa campaña sea exitosa para los venezolanos.
Si los venezolanos logramos encontrar ese personaje, capaz de inspirar hasta el fondo los sentimientos de cambio y recuperación de esta Nación, no habrá fuerza posible que detenga a la mayoría de los venezolanos que deseamos un cambio en la situación del país, con la persona adecuada al frente. De esta manera equilibraríamos esta lucha desigual que ha traído la desgracia al noble pueblo de Venezuela…
Caracas, 15 de Marzo de 2023
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