Por Luis Manuel Aguana
No quisiera caer en el lugar común de hacer
recuentos de fin de año. Esos de alguna manera ya los hice en mi pasada
intervención a principios de mes en la Cátedra Pío Tamayo (ver 2019, ¿un año
perdido? en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/12/2019-un-ano-perdido.html).
Aquellos que deseen ver recuentos les recomiendo especialmente el programa
especial de “Agárrate” con Patricia Poleo y Jovel Álvarez (ver Agárrate, Así
Transcurrió 2019 en Venezuela, en https://youtu.be/u17DqRHti-s,
y siguientes) que es una película bien documentada de lo que hicieron (o
deshicieron) los políticos con Venezuela este año que termina hoy.
Creo que lo mejor que puedo hacer es dedicar
estas líneas para comentar el futuro previsible que nos dejaron como un hecho
los errores cometidos –con y sin intención- por quienes en mala hora todavía
conducen la oposición oficial, para de alguna manera intentar responder la
misma pregunta que nos hemos hecho durante todos estos años, en especial este
último 2019 que resultó especialmente infernal: ¿Qué vamos a hacer? Y como
todos tenemos la percepción cierta de haber perdido un año, tenemos que volver
a comenzar…
Del año que termina hoy me quedan dos cosas
claras, considerando lo que sucedió el 2019: a) el 2020 será un año electoral,
quiéralo o no la oposición –especialmente la radical- del país; y b) el curso
de los acontecimientos políticos estará signado por lo que ocurra el venidero
domingo 5 de enero de 2020, cuando se anuncie quien dirigirá la Asamblea
Nacional. Eso decidirá si ocurrirá o no el famoso “cese de la usurpación” que
no se ha conseguido hasta hoy.
Lo primero estará condicionado por lo
segundo. Si repiten Juan Guaidó y el G4/FA en la Dirección de la Asamblea
Nacional, lo que tendremos en el 2020 será la segunda parte corregida y
aumentada de la película de terror del 2019. Mientras insistan en la misma
política, Guaidó seguirá perdiendo el respaldo de la gente, y salvo que haga
algo nuevo muy audaz (que no creo que le nazca si no le salió el 2019),
difícilmente recupere lo que empezó a perder aceleradamente el 2019, que no es
otra cosa que la confianza de los venezolanos. Seguirán los nombramientos
mediocres ajustados a los deseos del clientelismo de los partidos mayoritarios
de la Asamblea y continuarán los casos de corrupción, con los recursos que
siguen sin ser controlados de ese Ejecutivo interino. Eso les mejorará la
cuenta electoral a los delincuentes de Miraflores.
Por otro lado si el régimen se sale con la
suya y les arrebatan la legislatura por los votos comprados con maletas verdes
a los diputados opositores inescrupulosos (que no sabremos cuantos serán hasta
esa fecha), podría eventualmente surgir un cambio en el panorama. Guaidó se
tendrá que exiliar o lo pondrán preso al perder su condición presidencial. No
creo que el régimen pierda la oportunidad para asestarle ese golpe, pero en
todo caso la oposición oficial se vería obligada a reaccionar. Estando fuera
del control de la Asamblea Nacional, todo lo logrado hasta este momento por la
oposición oficial se habrá perdido, entre los que se cuenta el Acuerdo que rige
la Transición.
Nótese aquí que todo eso es completamente
transparente a los venezolanos. El régimen narcoterrorista seguirá en el
control del país como hasta ahora, y los venezolanos habremos visto pasar –otra
vez- la mayor de las oportunidades para recuperar las libertades, al haber contado
cuatro años con una Asamblea Nacional de mayoría opositora sin haber hecho
absolutamente nada que incidiera en nuestro bienestar como pueblo. Más
imperdonable imposible.
Pero yo me preguntaría, ¿de qué nos vale
tener el control de una Asamblea Nacional, que quiere hacer exactamente lo
mismo que hace el régimen? Esto es, poner y quitar funcionarios “encargados” y
administrar unos reales que se terminarán robando a costillas de votos de los
venezolanos, y de paso sin tomar las decisiones que puedan determinar la salida
de Maduro y sus delincuentes del poder. Eso es lo que se preguntaría la
población al momento de plantearse otro evento electoral. De allí la
importancia de la credibilidad pública de quienes conducen el barco opositor.
A este punto ustedes me preguntarán: ¿y
entonces? ¡Usted lo que quiere es que nos coma el tigre! ¡Cualquiera de las dos
salidas terminan mal! Pero una es más mala que la otra y no es precisamente, a
mi juicio, la opción opositora. Si el régimen asalta la Asamblea Nacional a
punta de corrupción (que de alguna manera ya lo han hecho con el solo regreso a
la Cámara de los diputados ilegales del PSUV con la anuencia de Guaidó-G4/FA),
a la oposición oficial no le quedaría otro camino formal que reaccionar de
manera contundente y trancar la partida en la defensa del único poder legitimo
del país, so pena de desaparecer como cuerpo colegiado.
El acto provocaría una crisis institucional que
debería terminar con una declaración de cierre de esa Asamblea Nacional tal y como
la conocemos, dando paso a una verdadera resistencia opositora, con decisiones
inmediatas que le den un vuelco al rumbo del país. Eso es lo que debería pasar,
en ese caso, si de verdad piensan en el futuro de los venezolanos y en el fondo
desean cambiar las cosas…pero no olviden que tratamos con una oposición que
quiere cohabitar, y no sería extraño que volvieran a perder otra oportunidad
para accionar todo lo que se les pidió y no hicieron el año 2019.
Volviendo al caso que Guiadó-G4/FA continúen
dirigiendo la Asamblea Nacional, seríamos testigos de la negociación por los
Rectores del CNE para las elecciones parlamentarias de Diciembre de 2020. De
llegarse a un acuerdo por los Rectores del CNE –cosa de no extrañar- a los
venezolanos nos quedará el grave problema de decidir si participamos o no en
esa nueva farsa, con una oposición entregada sin haber llegado al “cese de la
usurpación”.
De no llegarse a ese acuerdo por diferencias
entre delincuentes que no se ponen de acuerdo al repartirse un botín, el
régimen botará tierrita y no jugará más, nombrando a juro otro CNE desde el TSJ
del ex convicto de la Av. Baralt. Allí entonces la oposición oficial o corre o
se encarama. Creo que lo más decente sería no participar en ese juego, pero de
nuevo, no creo que lo hagan. Participaran con las reglas del régimen para
seguir cohabitando. Si pasa eso solo espero estar equivocado y nos sorprendan.
Si los principales partidos de la oposición
oficial llegan a un acuerdo electoral con el régimen tendremos a los ojos del
mundo unas elecciones parlamentarias “válidas” como las del 2015, y eso mis
queridos amigos le pondría una losa de concreto a la fosa que nos cavarán. El
mundo nos mirará como gallina que ve sal y dirá “son venezolanos y se
entienden” y nos dejará solos. Deseo que antes de que eso ocurra, la caída por inviabilidad
de la mezcla del castro comunismo, narcotráfico y terrorismo, con
agavillamiento continuado del régimen y su oposición, se los trague a ambos
dándole paso a la decencia política y en consecuencia a la libertad de
Venezuela.
Y con este ferviente deseo despido el año
2019 agradeciendo a todos mis seguidores la amistad y lealtad al blog de este
modesto escribidor durante uno de los años más duros de la historia
contemporánea de Venezuela. Dios nos bendiga a todos en el año 2020, lo vamos a
necesitar…
Caracas, 31 de Diciembre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(*)
(*) Nota: Intentaron hackear mi cuenta @laguana
de Twitter y el sistema la suspendió temporalmente por movimientos “extraños”. Lamento
el inconveniente. Estoy tratando de recuperarla. Si no lo logro les informaré
por esta vía cual será la nueva cuenta en esa red social. Al parecer a alguien
no le gusto ni nota del Día de los Inocentes. Trataré de hacer llegar esta nota
de fin de año a través de cuentas amigas y les agradezco, si están de acuerdo
con su contenido, reenviarla por sus respectivas cuentas de Twitter a sus
contactos. Mi agradecimiento adelantado.
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