Por Luis Manuel Aguana
Debo explicar mi insistencia en notas y entrevistas acerca de la posibilidad de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, ante la preocupación de la gente argumentando que igualmente el régimen “no la permitiría”, así como no permitieron la inscripción de la persona designada por María Corina Machado (MCM) para sustituirla en las elecciones del 28J. He respondido a cada una de esas inquietudes, pero considero aún más importante profundizar en este tema y explicarlo con mayor detalle para todos y así poder enviar este texto para mejor referencia.
Antes de comenzar, debo señalar para quienes puedan tener una idea equivocada, una Asamblea Nacional Constituyente NO DEBE convocarse para destituir un gobierno, ni es su principal propósito. Una Asamblea Nacional Constituyente, a diferencia de lo que piensan algunos liderazgos latinoamericanos, es el instrumento por excelencia para REFUNDAR UNA NACIÓN y reconstruirla sobre bases nuevas. En Venezuela, el pueblo venezolano como depositario del Poder Originario PUEDE convocar al Constituyente “con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución” (Artículo 347 Constitucional).
Entonces, si esto es así, ¿por qué insistimos, particularmente en este momento histórico del país, en la convocatoria de una Constituyente? Porque desde el 25 de marzo, en Venezuela, llegamos al final. Y no me refiero el final del que habla persistentemente MCM en su discurso. Es el final de la lucha pacífica, electoral y constitucional por los medios que los venezolanos consideramos tradicionales: unas elecciones. Las acciones del Poder Electoral del régimen de Nicolás Maduro Moros al negar sin ninguna razón la postulación de la Dra. Corina Yoris Villasana en el CNE han echado al traste toda posibilidad que los venezolanos confíen de nuevo en la capacidad e idoneidad de ese ente para elegir y asignar cargos de representación popular.
Después de eso, ¿quién puede dudar de que no es necesario en la Venezuela de hoy “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución” luego de la desviación sistemática del Estado hacia el totalitarismo y la destrucción institucional de los poderes públicos, al punto que se ignore olímpicamente en el Poder Electoral la decisión de un pueblo por el voto, de postular una candidata con un respaldo de 2,4 millones de voluntades? ¿Quién puede dudar ahora que los venezolanos necesitamos URGENTEMENTE reunirnos bajo nuestra legítima representación para debatir el país que deseamos para las nuevas generaciones, redefiniendo el Pacto entre gobernados y gobernantes establecido en la Constitución?
La destrucción institucional ha llegado a tales extremos que no es posible aceptar las reglas de una democracia que se deformó, tanto que es imposible que podamos llamar elecciones de cualquier tipo, porque el Poder Electoral perdió completamente su credibilidad. El 25 de marzo, se terminó de destruir la regla democrática fundamental y a partir de ese momento, no le queda otra cosa por hacer a los verdaderos demócratas que prepararse para convocar al Constituyente y rehacer la República, quedando para el final solo esgrimir los últimos 4 artículos de la Constitución: 347, 348, 349 y 350.
Hecha esta justificación institucional y aclaratoria, ante una realidad de la que no podemos escapar, pasamos entonces a explicar el significado que tendría para los venezolanos y el nuevo liderazgo opositor, encabezado por MCM, la convocatoria del Poder Originario.
En el año 2003, cuando por primera vez surgió la posibilidad constitucional de revocar a Hugo Chávez Frías de su cargo como Presidente de la República, no nos paramos en pensar que no podríamos hacerlo frente a un régimen con miles de veces más recursos del que heredó Nicolás Maduro Moros. Pasamos por todas las pruebas que nos pusieron y LOGRAMOS convocarle el revocatorio al arañero de Sabaneta. Si en aquel entonces pudimos hacerlo con un régimen con una popularidad y el dinero que ya desearía tener Nicolás Maduro Moros, ¿creen ustedes que ahora no podríamos a pesar de ese CNE? Pero el tema no solo sería convocarla, sino lograr que esa Asamblea se elija con Constituyentes electos de cada parte de Venezuela de una manera transparente. Eso tendríamos que hacerlo con la ayuda de la Comunidad Internacional, de la misma manera que con la consulta Constituyente, así como con las condiciones, o Bases Comiciales, para convocar a ese proceso.
Una Asamblea Constituyente electa de manera transparente con una mayoría opositora procedería al cambio inmediato de los Poderes Públicos, estableciendo un Gobierno de Transición hasta la promulgación de la nueva Constitución. Ese gobierno podría ser o no encabezado por MCM por decisión de los Constituyentes.
Estoy consciente que este régimen criminal haría lo imposible para impedir esa convocatoria que es Constitucional, pero de lo que se trata aquí es mantener en movimiento un proceso que se inicia objetivamente con la elección de MCM el 22 de octubre de 2023 como candidata y principal líder opositora, y que no debe y puede detenerse solo porque a través de una estratagema combinada con traición, cerraron la posibilidad resolver el problema político de Venezuela a través de unas elecciones presidenciales.
Esta es una línea de lucha posible, constitucional, pacífica y electoral, como siempre han insistido en la Comunidad Internacional. Si igualmente MCM iba a medirse con Maduro con ese CNE por una presidencia en las condiciones del régimen, ¿por qué igualmente no podrían los constituyentes opositores medirse en condiciones negociadas y con la ayuda del mundo democrático? Y esta vez la negociación de esas condiciones no sería por quienes nos “representaron” en Barbados, sino por una representación legítima designada por quien tiene la legitimidad de origen desde el 22 de octubre.
Debo responsablemente recordar que una Constituyente no es un proceso que se realizaría al margen del régimen. Se haría A PESAR DEL RÉGIMEN. En el año 2002 se entregaron al CNE unas firmas para consultarle al pueblo venezolano si queríamos que Hugo Chávez Frías se fuera con una “renuncia voluntaria”. Se recogieron 1.574.233 firmas y un CNE serio aprobó ese referendo para el 2 de febrero de 2003. El régimen deshizo esa solicitud descabezando a los Rectores y nombrando un nuevo CNE ajustado a sus intereses.
Entonces, los opositores venezolanos enfrentando eso, ese mismo día, hace ya poco más de 20 años, el 2 de febrero del año 2003, arrancamos un proceso revocatorio constitucional de Hugo Chávez Frías en un evento denominado El Firmazo. Recogimos allí 3.236.320 firmas, de las cuales 2.789.385 resultaron válidas, muchas más de las requeridas para ese momento de acuerdo al RE de entonces. El CNE del régimen decidió en respuesta declarar extemporánea la solicitud. Entonces los ciudadanos hicimos otro Firmazo, El Reafirmazo, pero el CNE se reservó la producción de las planillas, con múltiples trancas y trampas para evitar nuestro ejercicio de participación constitucional. A pesar de eso, pasamos por ese camino de tierra.
Entonces comenzaron con el amedrentamiento y la persecución. Fabricaron una lista de discriminación política con nuestros nombres, La Lista de Tascón. Persiguieron a los miembros de Súmate, la organización que realizo el proceso a nivel nacional. Nos llevaron a un proceso de “reparos” de firmas y amenazas a los funcionarios públicos que se habían manifestado para que se retiraran sus firmas. Con todo y eso, el número final recolectado y duro para salir de Chávez fue de 2.436.083 firmas, que rebasó el mínimo requerido de 2.399.213. Al CNE no le quedó otra opción que convocar al Revocatorio y lo hizo para el 15 de agosto de 2004.
En otras palabras, un proceso que se inició con una simple recolección de firmas para un Consultivo en el año 2002 terminó con el tesón y la consistencia ciudadana en una fecha para un Referendo Revocatorio para agosto de 2004. El resto es la historia de un fraude con máquinas controladas por un CNE conducido por Jorge Rodríguez.
Tuvieron que sudar la gota gorda para neutralizar la voz ciudadana y finalmente la oposición política se dobló frente al régimen. No creo que esa sea ahora la disposición del nuevo liderazgo conducido por MCM. Este resumen histórico, mejor detallado para la historia por Ana Julia Jatar en su libro Apartheid del Siglo XXI, da cuenta que podemos convocarle al régimen una Constituyente, con una verdadera oposición política al frente, esta vez con la experiencia de 20 años y el respaldo de una Comunidad Internacional mejor enterada de lo que ocurre en Venezuela y su plena y mayor disposición de recuperar la democracia secuestrada por una mafia criminal (ver Ana Julia Jatar, Apartheid del Siglo XXI, Capítulo 2, Listas, miedo y discriminación, en https://www.sumate.org/documentos/ApartheidSigloXXI/Apartheid%20del%20Siglo%20XXI%20Capitulo2.pdf).
Tendrán que permitir la Constituyente como antes tuvieron que permitir el Revocatorio de Chávez. La diferencia estará en que no se enfrentarán a una oposición que se “dobla para no partirse” y la plena disposición de la mayoría de los venezolanos –los de adentro y los de afuera- para reencontrarse por encima de cualquier dificultad. El resto será defender unas condiciones de convocatoria justas o Bases Comiciales, así como los votos de todos los constituyentes, nada que no tuviéramos que hacer si MCM hubiese estado habilitada para competir en la elección del 28J.
Lograr la convocatoria Constituyente por iniciativa popular, con un liderazgo firme al frente, puede hacerse en cualquier momento, y en un corto período de tiempo, independientemente del lugar donde se encuentre el ciudadano. Solo requeriría de la voluntad de hacerlo del 15% del padrón electoral, a diferencia del 20% necesario para revocar a un funcionario de elección popular. Hasta en eso tendremos que revisar el texto fundamental cuando debata la representación del pueblo en una Asamblea Nacional Constituyente, el final de un camino que inició con una Constituyente y deberá terminar inexorablemente de la misma manera…
Caracas, 31 de Marzo de 2024
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