Por Luis Manuel Aguana
La respuesta del CNE a los partidos no se hizo esperar. Les dijeron que aún no se habían adquirido las máquinas. Lo asombroso de esto es que figuras destacadas de la oposición aun estén pensando que esto lo esta haciendo el CNE solo para retrasar el proceso de elecciones. Tienen que despertar. Como dice Súmate, hay que activarse frente a esta nueva invención. Quiero aclarar a todos los que me han indicado que lo que escribo mina la confianza del elector, que esto no es un ataque a la institución del voto, sino todo lo contrario.
Debemos y vamos a participar pero en conciencia que tenemos un árbitro que juega para un lado que no es el de la democracia y que no somos pendejos para no saber cuales son sus pretensiones. Para decir, como indicó el representante de la MUD ante el CNE, Enrique Naime, en declaraciones recientes a El Nacional a raíz de las quejas hechas publicas por todos los que hemos opinado del asunto, que el secreto del voto no está amenazado después de haberse reunido con los rectores, tiene que haber visto los programas de esas máquinas y el proyecto en cuestión y haber analizado a profundidad lo que nadie todavía ha visto porque el CNE no lo ha mostrado, como es su deber. No es de otra manera. Insisto que nuestra gente en la MUD y todos nosotros tenemos la obligación de seguir haciendo presión publica para que le CNE se abra y nos diga como se come eso de unas captahuellas pegadas a la maquina electoral y que se garantizará a la vez el secreto del voto.
Por otro lado, solo hay dos maneras que una captahuella identifique a un elector. La primera es que la información biométrica de este se encuentre en la máquina electoral o en una maquina que opere simultáneamente. La segunda es que se encuentre “en línea” con el CNE. El CNE no ha aclarado en donde residirán los datos biométricos de los electores de la mesa para que ocurra el proceso de identificación. En cualquier caso estamos ante una situación que desfavorece los derechos del elector. Si los datos de identificación están en la máquina de votación, nos encontramos ante un riesgo cierto al secreto del voto, que el CNE no ha explicado como garantizará; sin contar con lo que hemos advertido en este Blog en relación a la unicidad de la data. Me gustaría mucho conocer como el CNE garantizará a la población que no habrá electores cuya data biométrica no esté repetida en diferentes máquinas ubicadas en distintos centros electorales, originando lo que di en llamar los nuevos “multicedulados”.
Pero al parecer están pensando en repetir la experiencia exitosa del Revocatorio del 2004. Esto es, colocar la captahuella “en línea” con el CNE y esta dará el pase al elector a la máquina electoral, una vez que éste haya sido identificado. De esta manera el CNE monitoreará a nivel nacional quienes han votado o no. Pero con el agravante que ahora, a diferencia del 2004, todas las máquinas estarían “en línea” con el CNE para que el elector pueda ejercer su derecho a votar. En el 2004 solo algunas captahuellas de los centros mas importantes permanecieron “en línea” con el organismo electoral. Y si recuerdan, el CNE al conocer esta información segundo a segundo, alargó ilegalmente el horario de los centros, permitiendo que el oficialismo movilizara a su electorado a su antojo por todo el país. En otras palabras un Revocatorio Parte II, mas sofisticado. Esto originó que la oposición exigiera que las captahuellas estuvieran “fuera de línea” o desconectadas para los subsiguientes procesos electorales. Las colas serían, si se implementara este nuevo procedimiento, peores que en el 2004 en virtud de que habría la captahuella de la entrada al centro de votación (ellos no han anunciado que la eliminarán) y la captahuella de la maquina de votación, para que podamos votar. Falta aun saber si la maquina electoral también esta conectada al lector biométrico-y todo parece indicar que si porque si no duplicarían los costos-, para dar el pase a la votación porque esta puede “capturar” una copia de la imagen biométrica leída para ser enviada en línea, y esta copia luego ser almacenada con el voto del elector. ¡Cuidado con esto CNE!
Es por esto que todo este nuevo sistema del CNE apesta a fraude por todos lados y a la fabricación de una nueva, actualizada y muchísimo más peligrosa Lista de Tascón. No es posible que nos quedemos de brazos cruzados con esto. ¿Cuales son las razones técnicas, económicas y políticas que justifican esta nueva adquisición del CNE, si no es el poner en marcha un mecanismo dirigido a garantizar la permanencia del régimen? ¿Por qué no se utiliza el mismo sistema que ha funcionado hasta ahora? Muchas interrogantes que deben ser respondidas para que los venezolanos no vayamos al matadero de la continuidad y al comunismo. Amanecerá y veremos.
sábado, 11 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
El Significado de las Masas Populares
Por Leoncio Martínez - Leo
Editorial del Sábado 26 de Septiembre de 1936
Semanario “Fantoches”, Año XIV, No. 55
La ideología política del momento sufre cada día nuevos desajustes. Recién muerto el dictador Gómez, Venezuela se convenció de que el poder de las masas populares habría de ser la fuente de toda la renovación necesaria; ese poder de las masas fue la causa determinante del maravilloso movimiento del 14 de Febrero y ese mismo poder ha sido el origen de muchas adquisiciones útiles y patrióticas. Pero, por desgracia tenemos el defecto de juzgar las cosas a través de la lente de intereses personales, ha llegado el momento de retractarnos de aquella primera manera de apreciar el valor de las masas, y ocurrimos ahora a la historia para comprobar que el valor de ese poder es relativo, cuando no nulo. Hemos comenzado a sentenciar al pueblo, sin pruebas, argumentando que las masas son inconcientes y guiables por el primero que grite más fuerte. SE ha culpado a los “agitadores” de todos los movimientos populares y se esgrime el argumento aquel de que las mismas masas que siguieron a Boves fueron las aliadas de Bolívar, esto como prueba de la irresponsabilidad de conciencia de las masas.
No se ha hecho un estudio conciente de la realidad, de la verdad sociológica del asunto, aun cuando los sucesos actuales comprueban todo lo contrario de lo que se ha dicho para desprestigiar el significado del poder de las masas populares. En vez de observar que las masas que siguieron a Boves tenían tanta razón como las que siguieron al Libertador, puesto que expresaban el descontento originado por el engaño de que habían sido victimas después de firmada el Acta de la Independencia, así como las que siguieron a Bolivar lo hacían persiguiendo las reivindicaciones que el Genio de America prometió y cumplió, cometemos el pecado de acusarlas de una inconciencia que en realidad no existe sino en los que tan peregrinamente hacen apreciaciones epidérmicas.
Alguien ha dicho que “los pueblos son como los niños que no saben lo que quieren”, y esta ha sido otra afirmación empleada para constatar la teoría que ahora interesa a algunos; pero con esta afirmación ocurre algo tan descabellado como con la anteriormente expuesta. Puede que los pueblos no sepan lo que quieren, pero sí conocen sus necesidades, y cuando hay alguien capaz de traducir en palabras ese sentimiento popular, alguien que redacte y relate esas necesidades, el pueblo le acompaña decididamente, como acompañó a Boves primero y a Bolívar después. No queremos decir con esto que el ideal de Boves es tan importante como el del Libertador, puesto que bien sabemos que el sanguinario español era simplemente un profesional de la guerra y del asalto, mientras que el plan de Simón Bolívar era toda la construcción de un pueblo fuerte y libre e invencible; pero sí queremos demostrar que la masa popular persiguió siempre el éxito de sus reivindicaciones sentidas, ya siguiendo a un bárbaro como a un genio.
Quien trate de negar el alto significado que tiene para la construcción de los pueblos el poder de las masas, es porque aspira a dominarlas, a oprimirlas, a esclavizarlas, para utilizar el silencio y la resignación que en ellas causa el desamparo en las dejan sus dirigentes abolidos.
Y más aún. Con frecuencia los dirigentes de masas son simplemente amanuenses de los dictados populares, instrumentos empleados por la conciencia pública, en quienes el pueblo aprovecha la cualidad técnica de saber hablar o de saber escribir o de saber proyectar. Diríase que muchas veces el líder es algo así como el eje de transmisión que moviliza todas la piezas de un taller, pero que no sería capar de animar todo aquel mecanismo si no estuviera motorizado por el impulso de un único generador de energías.
Cuando se dice que los agitadores son los únicos culpables de todo movimiento, se desconoce de hecho el significado del poder de las masas, del papel del pueblo en la política, puesto que se le considera incapaz, inconciente e irresponsable; y quien considera al pueblo como un elemento nulo en la política, desconoce totalmente el sentido de la democracia. Quien niegue el valor social de la masa, niega plenamente el valor sociológico de la doctrina democrática.
Los pueblos no siguen a sus agitadores sino a quienes encarnen a una aspiración unánime de la mayoría. Los pueblos no conocen agitadores sino interpretes, por eso siguen a quien les promete alimento cuando tienen hambre, a quien les habla de justicia cuando se sienten oprimidos, y hasta a aquellos que les prometen venganza cuando se sienten victimas. Siguieron a Boves porque Boves les prometió vengar el engaño de que les hacían victima las incumplidas promesas de quienes firmaron el Acta de 1811, porque Boves les ofreció el saqueo y la batalla en represalia contra “el mantuano” y contra el “criollo blanco” que se había adueñado de todo lo que se suponía debiera pasar a manos del pueblo. Pero luego siguieron a Bolívar, porque el Libertador concretaba mucho mejor las aspiraciones, definiéndolas con palabras de una doctrina bien formulada y ya reinante en Europa, que se llamaba Democracia. Boves, como interprete, no tradujo sino la cuestión pasional, bárbara, casi animal, que se agitaba en el alma de la masa; Bolívar, llegó más a fondo, más a la raíz del espíritu público y, en vez de invitar para la intentona descabellada y sin horizonte, expuso programa total y concreto, fiel interprete de todo cuanto se deseaba.
Por eso nosotros pedimos una mejor interpretación del significado de masa y nos oponemos a esa falsa apreciación que trata de relegar el pueblo a la categoría de vehiculo inánime conducido por sus dirigentes agitadores. A nombre de ese pueblo que sabe lo que siente y sabe lo que quiere, a nombre de esa masa que es la misma que luchó y venció al lado del Libertador hasta lograr implantar las doctrinas de la democracia y la igualdad social, a nombre de ese conglomerado conciente que no ha servido de pedestal para la gloria de nadie sino para su propia gloria, ya que el Libertador era a la vez hombre y masa, porque dentro de él dormía el pueblo libre a que aspiraba, pedimos para Venezuela la legitima apreciación de la democracia, de esa democracia siempre reñida con quienes pretenden imponer sin oír, gobernar sin acatar.
Bien esta que disculpemos a quien juzgue sin contemplar el panorama de la República, pero no podemos aceptar que aquellos a quienes corresponde enfocar la cuestión desde todos los puntos de mira lógicos, consideren como fútil elemento de la razón de Estado nada menos que a la masa popular, única fuente de todo poder y de todo gobierno democrático, único origen de la Ley y única capacitada para sancionar lo que por principio de autoridad debe ser aceptado.
Editorial del Sábado 26 de Septiembre de 1936
Semanario “Fantoches”, Año XIV, No. 55
La ideología política del momento sufre cada día nuevos desajustes. Recién muerto el dictador Gómez, Venezuela se convenció de que el poder de las masas populares habría de ser la fuente de toda la renovación necesaria; ese poder de las masas fue la causa determinante del maravilloso movimiento del 14 de Febrero y ese mismo poder ha sido el origen de muchas adquisiciones útiles y patrióticas. Pero, por desgracia tenemos el defecto de juzgar las cosas a través de la lente de intereses personales, ha llegado el momento de retractarnos de aquella primera manera de apreciar el valor de las masas, y ocurrimos ahora a la historia para comprobar que el valor de ese poder es relativo, cuando no nulo. Hemos comenzado a sentenciar al pueblo, sin pruebas, argumentando que las masas son inconcientes y guiables por el primero que grite más fuerte. SE ha culpado a los “agitadores” de todos los movimientos populares y se esgrime el argumento aquel de que las mismas masas que siguieron a Boves fueron las aliadas de Bolívar, esto como prueba de la irresponsabilidad de conciencia de las masas.
No se ha hecho un estudio conciente de la realidad, de la verdad sociológica del asunto, aun cuando los sucesos actuales comprueban todo lo contrario de lo que se ha dicho para desprestigiar el significado del poder de las masas populares. En vez de observar que las masas que siguieron a Boves tenían tanta razón como las que siguieron al Libertador, puesto que expresaban el descontento originado por el engaño de que habían sido victimas después de firmada el Acta de la Independencia, así como las que siguieron a Bolivar lo hacían persiguiendo las reivindicaciones que el Genio de America prometió y cumplió, cometemos el pecado de acusarlas de una inconciencia que en realidad no existe sino en los que tan peregrinamente hacen apreciaciones epidérmicas.
Alguien ha dicho que “los pueblos son como los niños que no saben lo que quieren”, y esta ha sido otra afirmación empleada para constatar la teoría que ahora interesa a algunos; pero con esta afirmación ocurre algo tan descabellado como con la anteriormente expuesta. Puede que los pueblos no sepan lo que quieren, pero sí conocen sus necesidades, y cuando hay alguien capaz de traducir en palabras ese sentimiento popular, alguien que redacte y relate esas necesidades, el pueblo le acompaña decididamente, como acompañó a Boves primero y a Bolívar después. No queremos decir con esto que el ideal de Boves es tan importante como el del Libertador, puesto que bien sabemos que el sanguinario español era simplemente un profesional de la guerra y del asalto, mientras que el plan de Simón Bolívar era toda la construcción de un pueblo fuerte y libre e invencible; pero sí queremos demostrar que la masa popular persiguió siempre el éxito de sus reivindicaciones sentidas, ya siguiendo a un bárbaro como a un genio.
Quien trate de negar el alto significado que tiene para la construcción de los pueblos el poder de las masas, es porque aspira a dominarlas, a oprimirlas, a esclavizarlas, para utilizar el silencio y la resignación que en ellas causa el desamparo en las dejan sus dirigentes abolidos.
Y más aún. Con frecuencia los dirigentes de masas son simplemente amanuenses de los dictados populares, instrumentos empleados por la conciencia pública, en quienes el pueblo aprovecha la cualidad técnica de saber hablar o de saber escribir o de saber proyectar. Diríase que muchas veces el líder es algo así como el eje de transmisión que moviliza todas la piezas de un taller, pero que no sería capar de animar todo aquel mecanismo si no estuviera motorizado por el impulso de un único generador de energías.
Cuando se dice que los agitadores son los únicos culpables de todo movimiento, se desconoce de hecho el significado del poder de las masas, del papel del pueblo en la política, puesto que se le considera incapaz, inconciente e irresponsable; y quien considera al pueblo como un elemento nulo en la política, desconoce totalmente el sentido de la democracia. Quien niegue el valor social de la masa, niega plenamente el valor sociológico de la doctrina democrática.
Los pueblos no siguen a sus agitadores sino a quienes encarnen a una aspiración unánime de la mayoría. Los pueblos no conocen agitadores sino interpretes, por eso siguen a quien les promete alimento cuando tienen hambre, a quien les habla de justicia cuando se sienten oprimidos, y hasta a aquellos que les prometen venganza cuando se sienten victimas. Siguieron a Boves porque Boves les prometió vengar el engaño de que les hacían victima las incumplidas promesas de quienes firmaron el Acta de 1811, porque Boves les ofreció el saqueo y la batalla en represalia contra “el mantuano” y contra el “criollo blanco” que se había adueñado de todo lo que se suponía debiera pasar a manos del pueblo. Pero luego siguieron a Bolívar, porque el Libertador concretaba mucho mejor las aspiraciones, definiéndolas con palabras de una doctrina bien formulada y ya reinante en Europa, que se llamaba Democracia. Boves, como interprete, no tradujo sino la cuestión pasional, bárbara, casi animal, que se agitaba en el alma de la masa; Bolívar, llegó más a fondo, más a la raíz del espíritu público y, en vez de invitar para la intentona descabellada y sin horizonte, expuso programa total y concreto, fiel interprete de todo cuanto se deseaba.
Por eso nosotros pedimos una mejor interpretación del significado de masa y nos oponemos a esa falsa apreciación que trata de relegar el pueblo a la categoría de vehiculo inánime conducido por sus dirigentes agitadores. A nombre de ese pueblo que sabe lo que siente y sabe lo que quiere, a nombre de esa masa que es la misma que luchó y venció al lado del Libertador hasta lograr implantar las doctrinas de la democracia y la igualdad social, a nombre de ese conglomerado conciente que no ha servido de pedestal para la gloria de nadie sino para su propia gloria, ya que el Libertador era a la vez hombre y masa, porque dentro de él dormía el pueblo libre a que aspiraba, pedimos para Venezuela la legitima apreciación de la democracia, de esa democracia siempre reñida con quienes pretenden imponer sin oír, gobernar sin acatar.
Bien esta que disculpemos a quien juzgue sin contemplar el panorama de la República, pero no podemos aceptar que aquellos a quienes corresponde enfocar la cuestión desde todos los puntos de mira lógicos, consideren como fútil elemento de la razón de Estado nada menos que a la masa popular, única fuente de todo poder y de todo gobierno democrático, único origen de la Ley y única capacitada para sancionar lo que por principio de autoridad debe ser aceptado.
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