lunes, 30 de junio de 2025

Venezuela, entre política y realidad

 

Imagen resumen de la nota cortesía de AI Google Gemini

Por Luis Manuel Aguana

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Es público, notorio y comunicacional que la base principal de la estrategia opositora venezolana frente al régimen de Nicolás Maduro Moros sea presentarlo frente al mundo como un gobierno de criminales y violadores de los derechos humanos, y últimamente como una amenaza cierta a la seguridad de los EEUU, debido a la asociación del régimen venezolano con Irán desde el principio de la era castro-chavista-madurista, y especialmente ahora cuando los EEUU se han involucrado directamente en la guerra en el Medio Oriente entre Irán e Israel.

De acuerdo a la lógica de esa línea estratégica de actuación, se le vende a los venezolanos que la ayuda externa, en especial de los EEUU, estaría muy cerca de llegar para liberar al país de los criminales que la gobiernan, dado que Venezuela puede y será utilizada para los fines ulteriores de Irán en esa guerra –si no se hace nada al respecto- donde los venezolanos estamos ya participando –y sufriendo mundialmente las consecuencias- sin tener nada que ver con ella, por obra y gracia del régimen.

Estaría muy lejos de lo que yo quisiera que pasara si no concuerdo con la mencionada  estrategia, pero como lo veremos más adelante, deberíamos ser más realistas en poner todos los huevos en esa sola canasta. Por supuesto que Venezuela constituye, en manos del sistema de relaciones criminales transnacional que la gobierna, y que se ha construido en 26 años, un peligro actual y potencial no solo para los EEUU, sino para toda la región, que debería ameritar que la crisis venezolana se encuentre en todos los planes y preocupaciones de todos los gobiernos y líderes políticos del continente.

Pero una cosa es lo que uno quisiera que pasara y otra muy diferente lo que pasa en la realidad. Una cosa es el ES y otra el debería ser. Tuvieron los EEUU, en palabras del vicesecretario de Estado Christopher Landau, en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, OEA, que amenazar con retirarse de la OEA, y dejarla de financiar para que los miembros entendieran su papel en el hemisferio (aunque aún no sabemos si tuvo éxito), tomando como pivote principal el caso venezolano:

“…El año pasado, el mundo entero fue testigo de una elección robada descaradamente en Venezuela. La oposición no solo ganó abrumadoramente, sino que tenía las pruebas para demostrarlo: las “actas”. El régimen ni siquiera se molestó en disputar seriamente la validez de las “actas” o el fraude electoral. En respuesta a ese descarado fraude electoral, ¿qué ha hecho esta organización? Por lo que podemos ver, nada sustancial. El régimen de Chávez/Maduro ha llevado a Venezuela de ser una de las naciones más prósperas de nuestro hemisferio a una de las más desdichadas, sometiendo a su pueblo a una pobreza lamentable y represión política, y dejando a millones con poca opción más que huir. Muchos, si no la mayoría de los países representados en esta mesa son hogar de cientos, miles, decenas de miles, cientos de miles o incluso millones de refugiados venezolanos. Tan recientemente como el mes pasado, el régimen venezolano llevó a cabo otra elección legislativa y regional falsa que careció de transparencia y legitimidad, e incluyó un controvertido voto que pretendía elegir representantes venezolanos para gobernar el estado de Esequibo en Guyana. Si esta organización no está dispuesta o no puede responder o remediar esta situación, donde un régimen desafía abiertamente las normas internacionales y amenaza la integridad territorial de su país vecino, entonces debemos preguntarnos cuál es el propósito de la organización…”.

Más adelante añadió algo que seguramente les dolió en los bolsillos a esos países: “El secretario Rubio y yo debemos poder decirle a nuestro Presidente y a nuestro pueblo que nuestra inversión sustancial en esta organización beneficia a nuestro país. No estoy seguro de que estemos en posición de hacer eso en este momento, y les pido de buena fe que me ayuden a presentar este argumento”, finalizando con un cierre que puede ser considerado histórico, en apoyo a lo que debería estar haciendo la OEA: “Colegas, este no es un momento para meras palabras y consignas sobre solidaridad hemisférica. Es hora de que la OEA muestre resultados. Apoyemos a los pueblos de Venezuela y Haití no solo con palabras, sino con hechos. Rechacemos los regímenes autoritarios y antidemocráticos y a aquellos que buscan perseguir venganzas políticas a través del proceso judicial. Afirmemos nuestro derecho soberano a asegurar nuestras fronteras, a defender normas democráticas y a fortalecer esta organización mediante la acción, no la retórica (ver Discurso del vicesecretario de Estado Christopher Landau en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, en https://www.state.gov/translations/spanish/discurso-del-vicesecretario-de-estado-christopher-landau-en-la-asamblea-general-de-la-organizacion-de-los-estados-americanos/) (resaltado nuestro).

El vicesecretario de Estado Christopher Landau y el Secretario de Estado de los EEUU, Marco Rubio, saben perfectamente que la nueva política de los EEUU bajo la administración de Trump NO ES DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS DE NADIE (salvo por supuesto los de los nacionales norteamericanos), y en ese escenario les ha solicitado directamente a los miembros de la OEA que asuman ese compromiso a cambio de su presupuesto, so pena de abandonarlos. Es duro decirlo, pero es así.

Y como ya lo señalé en una nota anterior (ver Venezuela y el giro estratégico de EEUU, en https://ticsddhh.blogspot.com/2025/04/venezuela-y-el-giro-estrategico-de-eeuu.html)  esta posición ya es un hecho reseñado internacionalmente por analistas relevantes de política exterior en los EEUU: “La política de "América Primero" de la administración Trump representa, posiblemente, un cambio estratégico significativo que se aleja de la búsqueda de los intereses estratégicos de Estados Unidos mediante el fomento del apoyo global a la democracia, los derechos universales y las instituciones. En cambio, Washington está adoptando un enfoque mucho más transaccional, buscando beneficios más concretos mediante una combinación de incentivos y castigos. Los expertos en relaciones internacionales debatirán durante mucho tiempo el impacto estratégico, la eficacia y la moralidad de este cambio” (ver R. Evan Ellis, La política exterior de Trump podría acelerar el avance de China en América Latina, en https://revanellis.com/trumps-foreign-policy-could-accelerate-chinas-advance-in-latin-america) (resaltado nuestro).

En sectores opositores de Venezuela fue aplaudida la posición de los EEUU expresada por el embajador Landau en la OEA, que nos recuerda a la antigua línea de política exterior  norteamericana previa al “America Primero” de Trump, pero la realidad nos indica que  terminará prevaleciendo la “realpolitik”, con la posición de la mayoría de los países que votan por sus posiciones ideológicas y presiones económicas: “La última Asamblea General de la OEA comenzó con el pie izquierdo y controlada por la izquierda. El nuevo Secretario General, Albert Ramdin, lo dijo claro: No va a llamar dictador a Nicolás Maduro aunque la propia CIDH reconoce que es responsable de terrorismo de Estado.”… “ Lo más triste de la OEA es que ya han determinado no llamar dictador a Maduro y por lo tanto no se atreven a exigir la liberación inmediata de casi mil presos políticos. No mencionan sus nombres, sus días de cárcel y tortura porque para la OEA no existe la tortura”… “La nueva OEA vive un verdadero terremoto. China ha entrado con más fuerza y quiere imponer su agenda, mientras, Estados Unidos, está a punto de patear la mesa y retirarse de una organización buena para nada. La democracia se cotiza a la baja y Pekín compra acciones  (ver PanamPost, La nueva OEA no quiere llamar dictadores a los criminales de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en https://panampost.com/arturo-mcgields/2025/06/28/la-nueva-oea-no-quiere-llamar-dictadores-a-los-criminales-de-cuba-nicaragua-y-venezuela/) (resaltado nuestro).

Entonces, vista esta lamentable realidad donde los venezolanos estamos abandonados a nuestra suerte hemisférica, insistir en una sola estrategia que nos presente frente a los EEUU y el mundo solamente como un caso criminal y humanitario que debe ser resuelto por otro, tendrá necesariamente que cambiar y ser modificada por una menos pasiva y más proactiva, y que genere la atención, no solo de una OEA en manos de la izquierda y de actores extra hemisféricos como China, sino de los propios venezolanos que esperan de su oposición el cumplimiento de su promesa fundamental de llegar “hasta el final”. Y esto nunca se logrará si lo que esperamos que pase en Venezuela no depende de los venezolanos. Ya es hora de aterrizar la política a la realidad. Es momento de comenzar a pensar fuera de la caja…

Caracas, 30 de Junio de 2025

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana


martes, 24 de junio de 2025

Un mundo en guerra y el declive de EEUU

Por Luis Manuel Aguana (*)

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Documento base de la intervención en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV del 23 de junio de 2025 - Tema: ¿Hacia dónde va este mundo muerto?

Buenas tardes,

Antes que nada, de nuevo mi agradecimiento a la Cátedra Pío Tamayo y al Profesor Agustín Blanco Muñoz por la invitación a reflexionar temas que son parte del sentido crítico de una universidad como la nuestra. Echaba mucho de menos encontrarme aquí, en la Sala E, donde nació esta Cátedra que es un orgullo para nuestra Universidad y el país.

De nuevo, la interrogante planteada para hoy es retadora. A la pregunta ¿Hacia dónde va este mundo muerto?, yo me conformaría solo con poder contestar para dónde va nuestro propio país. De hecho, creo que es pesimista decir que ya el mundo está “muerto” a pesar de todos los esfuerzos de fuerzas que día a día no descansan en su interés de llevarlo a la guerra, habida cuenta de que ese es el mejor negocio del mundo, históricamente hablando. Se han forjado fortunas en muchos países para aprovisionar a los participantes de las guerras de la humanidad. Pero si ahora se trata de una guerra de aniquilación total, veo difícil que tengan la oportunidad de disfrutar los beneficios que puedan lograr.

Pero más allá de la discusión de la guerra como negocio y de los intereses enfrentados que giran en torno a ella, ya sean políticos, culturales o económicos, creo que la situación actual de confrontación mundial de la que somos testigos, no es el simple choque entre la civilización judeo-cristiana de occidente y la civilización oriental, del cual nos inundan en las redes sociales. Es la resultante de muchos procesos y variables que están coincidiendo y que nadie creyó que podrían combinarse para provocar lo que está sucediendo hoy. Trataré en estos pocos minutos de esbozar algunos que creo pueden ser las claves principales.

EEUU dejo de ser lo que era

EEUU fue el único país que no quedó arrasado después de la II Guerra Mundial. Japón y toda Europa estaban destruidos y China no era más que un país pobre con una economía rural. Después del conflicto en 1945, EEUU emergió como la principal potencia económica mundial, con una economía fuerte y estable. La guerra impulsó la producción industrial y tecnológica, y muchas industrias se expandieron para satisfacer la demanda bélica, lo que dejó una base sólida para la economía de paz que siguió.

Además, EEUU experimentó un período de prosperidad conocido como el "Milagro Económico de los años 50", caracterizado por un aumento en el consumo, la creación de empleos y el crecimiento de la clase media. Aunque el país también enfrentó desafíos como la transición de una economía de guerra a una economía civil, finalmente la recuperación fue rápida y exitosa, y EEUU se consolidó como una potencia económica global.

Esa situación no hizo más que mejorar para la segunda mitad del siglo XX, provocando rivalidades ideológicas entre EEUU y la otra potencia que sobrevivió de la II Guerra Mundial y que luchaba por la supremacía, la antigua Unión Soviética. Ese conflicto de baja intensidad se dio en llamar la Guerra Fría, que enfrentó ideologías, política, economía y poder. La diferencia entre el capitalismo, que defendía EEUU, y el comunismo, que promovía la Unión Soviética, generó tensiones y desconfianza durante muchos años. Cada uno buscaba expandir su influencia en diferentes partes del mundo, lo que llevó a una carrera armamentista, alianzas militares como la OTAN y el Pacto de Varsovia, y varias crisis internacionales. La Guerra Fría ocurrió por la lucha por la hegemonía global y las diferencias ideológicas entre estas dos potencias.

La caída del Muro de Berlín en 1989, junto con el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991, le dio a los EEUU un sitial tecnológico, económico y militar indiscutible para la última parte del siglo XX. Pero los años no pasaron en vano y ese mismo crecimiento de los EEUU les jugó en contra en el largo plazo.

Pocos somos testigos de esa transformación, A principios de la década de los 80, los EEUU se dieron cuenta de que su economía se estaba transformando inusitadamente, debido a un sinfín de razones en el campo tecnológico producto de su mismo crecimiento, en una economía de servicios y dieron un paso inesperado en el marco del GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio, sustituida posteriormente por la Organización Mundial del Comercio, OMC) para que se incluyera a los servicios, en las negociaciones de comercio de bienes, cosa que nunca había sido estudiada en profundidad en las economías de los países en desarrollo.

Después los países se enteraron del porqué de ese paso. EEUU estaba moviéndose a pasos agigantados hacia una economía basada en la producción de servicios, soportada cada vez más en la aplicación de las nuevas tecnologías de información y comunicaciones (TICs), dejándole a los países de más bajo índice de desarrollo (como China), la producción de bienes en un futuro previsible. Las empresas de alcance mundial comenzaron a relocalizar su producción industrial a países como China y Taiwan, en especial las empresas de tecnología.

EEUU, consecuencias de una tendencia natural

Lo anterior no fue más que el producto natural de las tendencias del momento y el aprovechamiento político y práctico de lo que dictaba la teoría clásica, que indica que: “…respecto a la función de los servicios en la economía ha tendido a sugerir que el crecimiento del sector de los servicios ha sido consecuencia del proceso de desarrollo. Según esta opinión, en los países industrializados el proceso de desarrollo ha supuesto tres etapas principales; a) la etapa “preindustrial”, en la que la economía es fundamentalmente extractiva; b) la atapa “industrial”, en la que las manufacturas tienen una función dominante; y c) la etapa “postindustrial” en la que la economía se convierte fundamentalmente en una economía de servicios” (ver UNCTAD, TD/B/1008/Rev.1, Los servicios y el proceso de desarrollo, Naciones Unidas, Pag. viii).

Después de medio siglo, se demostró que los EEUU no estaban equivocados en su apreciación de crecimiento. Sacaron el mayor provecho y ventajas derivadas de la acción de la política económica llevada a cabo por la administración del entonces Presidente Ronald Reagan, después de firmar la Ley sobre Tarifas y Comercio de 1984 que le daba al Presidente de los EEUU amplios poderes para “…estimular la expansión de: i) el comercio internacional de servicios a través de la negociación de acuerdos (tanto bilaterales como multilaterales) que reduzcan o eliminen las barreras al comercio internacional de servicios; y ii) las empresas internacionales de servicios en el comercio externo” (ver Acuerdo de Cartagena, JUN/SEM.SERV/VE/di 107, de julio de 1986, “La internacionalización del sector servicios: Opciones y riesgos para América Latina y el Caribe, Pág. 4).

Debido a lo anterior, los EEUU son hoy por hoy la mayor potencia del mundo en el sector terciario de la economía: De acuerdo a un informe reciente del Grupo Santander, “La economía estadounidense se basa esencialmente en los servicios: el sector terciario representa más de tres cuartas partes del PIB (76,4%) y emplea al 79% de la mano de obra del país (Banco Mundial). Estados Unidos alberga los mercados financieros más grandes y líquidos del mundo. En 2023, el sector de las finanzas y los seguros representaba el 7,3% del PIB (U.S. Trade Dept.). Al final del mismo periodo, el sistema bancario estadounidense contaba con 23,7 billones de dólares en activos y unos ingresos netos trimestrales de 38.400 millones de dólares” (ver Santander Trade Markets, Estados Unidos: Política y economía, en https://santandertrade.com/es/portal/analizar-mercados/estados-unidos/politica-y-economia).

Sin embargo, esa política desindustrializó a los EEUU durante medio siglo, fortaleciendo especialmente a China quien localizó la producción de bienes en su territorio, y creciendo económicamente con ayuda las empresas y del mercado norteamericano y su tecnología, generando un polo de indiscutible desarrollo, inesperado para los EEUU como potencia. El resto mundo ha hecho uso en más 80 años de todo el “know-how” de universidades y empresas norteamericanas para competirle en todos los sectores a los EEUU en sus propios mercados e irle paso a paso quitando hegemonía en áreas consideradas clave que representan el sustento de su poderío económico y militar.

La administración de Trump ha detonado la realidad del declive de los EEUU

EEUU ha ido pagando las cuentas de los bienes que dejaron de producir desde hace 50 años con deuda pública, al punto que los acreedores principales de los EEUU son Japón y la República Popular China (ver Statista Major foreign holders of United States treasury securities as of December 2024, in billion U.S. dollars, en https://www.statista.com/statistics/246420/major-foreign-holders-of-us-treasury-debt/).

El monto de la deuda pública nacional de los EEUU proyectada a 2029 es del 133,88% del PIB (ver Statista National debt in the United States in relation to gross domestic product (GDP) from 2019 to 2022, with a forecast to 2029, en https://www.statista.com/statistics/269960/national-debt-in-the-us-in-relation-to-gross-domestic-product-gdp/). Esta situación ha hecho que los EEUU se conviertan en un gigante económico con los pies de barro, pero todavía manteniendo la supremacía militar.

La nueva política económica y arancelaria de la Administración Trump no podrá revertir la política iniciada en los años 80 porque el resto del mundo ha avanzado precisamente a la globalización iniciada por los EEUU, haciendo que la RPC y Japón, las dos economías industriales productoras de bienes más importantes del mundo, le saquen el piso a los EEUU, vendiendo en retaliación sus papeles de deuda estadounidense, provocando la caída del dólar norteamericano.

Y aunque el dólar siga siendo la moneda de reserva de la mayoría de los países del mundo, la tendencia es a dejar de serlo, ya que el mundo está tomando posiciones en otras monedas y activos ante su probable devaluación. En todos los aspectos, el mundo está provocando que para prevalecer, el gigante norteamericano utilice lo único en lo que es más poderoso que el resto de los países, para responder al desafío de su hegemonía: su poderío militar. ¿Y qué mejor oportunidad para hacerlo que la guerra interminable entre Israel y el mundo árabe?

Este es el mejor momento para iniciar una guerra mundial

Para aquellos interesados en que se produzca otra guerra mundial, este es el mejor momento. Unos EEUU con graves problemas de desunión social interna debido a la grave crisis económica y política,  desempleo y deuda,  no podrán encontrar solución de corto plazo a esa situación. Si a eso se le suma un Presidente con perfil autoritario, se comienza a justificar la intervención de su poderío militar para crear una economía para la guerra, como ocurriera en el pasado. Con esa confluencia de factores, no es de extrañar que la orden de atacar a Irán la hubiera tomado, no solo Trump, sino cualquier Presidente norteamericano en funciones, más temprano que tarde.

Aquí no se trata de si alguien está a favor de Israel o de Irán por la razón que sea. El tema no es tan simple. Se trata de que las condiciones políticas y económicas del mundo y de sus principales actores, especialmente los EEUU, están llevando al mundo a una conflagración planetaria para el reordenamiento de las posiciones de poder político, económico y militar después de ese conflicto.

A la pregunta final de la Cátedra de si ¿Seremos capaces de sembrar huellas en un porvenir de la verdadera vida y no de la muerte, o seguiremos en las sendas que nos impusieron los mecanismos del capital, sus ganancias y valores?”. Creo que ni lo uno ni lo otro, en principio porque esas decisiones no dependen de una persona en particular o ni siquiera de un grupo de ellas, sino de todo un devenir histórico de procesos que ya nos están llevando a una guerra como un hecho inevitable, en la que será imposible no tomar partido…

Muchísimas gracias….

Caracas, 23 de Junio de 2025

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(*) El autor es Analista político, MSc en Economía Internacional y Doctor en Estudios en Desarrollo