Por Luis Manuel Aguana
Ciertamente es difícil fijar un
tema de análisis en este país. Comenzaba a escribir en relación al Carnet de la
Patria y la gasolina como la versión del siglo XXI de la tarjeta de
racionamiento cubano, cuando salieron corriendo los Guardias Nacionales en la
Avenida Bolívar por una explosión. Y no es que eso no sea parte de un mismo
todo, es que una ciudadanía en crispación pasa de un tema a otro sin pararse a
pensar que lo que pasa es parte de la misma obra del teatro macabro del régimen
pero en un acto diferente.
Inmediatamente la gente dejo de
hablar del debate del empadronamiento de los vehículos para comprar gasolina
con el Carnet de la Patria, esperanzados con un supuesto “atentado” en contra
de Nicolás Maduro, que lo único que dejo en claro fue la desbandada pública y
por televisión de aquellos que supuestamente “están con la revolución y la
defenderán hasta la muerte”. Más patético imposible.
No quiero especular aquí si lo que
ocurrió en ese acto de la Avenida Bolívar fue un atentado real o no. Deseo
centrar mi argumentación en algo diferente. A mi juicio Maduro no es el problema.
Aquí el problema es otro. Si Maduro sale de esa manera, se encargará otro peor
que él que se dedicará a perseguir a los supuestos responsables (que ellos ya
sabrán de antemano a quienes responsabilizar) y profundizar el modelo cubano.
El tema aquí es más profundo que atentar en contra de la figura visible sin
sustituir el sistema que lo sostiene.
Pudiera venir un loco y atentar en
contra de Maduro, y visto como vimos ayer, con unos guardias pegando la carrera
al oír la primera explosión, pareciera que eso pudiera no ser tan difícil. Si
alguien se hubiera verdaderamente propuesto a realmente matar al personaje alli
nadie hubiera tenido tiempo de nada.
Esta historia me hizo recordar las
palabras del Gral. (Ej.) Néstor González González en la interpelación que le
hicieron en Asamblea Nacional después de los sucesos de abril de 2002. A las
preguntas de Tarek William Saab contestó: “De
tal manera que yo no hice ninguna planificación, porque conociendo como soy si
yo hago una planificación usted no estuviese sentado en ese puesto señor
diputado con todo respeto.” (ver interpelación en http://www.urru.org/11A/Interpelaciones/NG2.htm).
Así pues, que si eso lo hubiera planificado alguien con la determinación y la
eficiencia para hacerlo, estuviéramos contando ahora otra historia.
¿Por qué digo que Maduro no es el
problema? Porque siempre he pensado que los enemigos de Nicolás no están en la
oposición, ni siquiera en la más radical -aquí o en el exilio-, están al lado
de él. Nicolás es el perfecto chivo expiatorio de absolutamente todo lo malo
que está pasando en Venezuela. Es posible que el se lleve una gran tajada pero
lo cierto es que la imposición del comunismo y el robo generalizado a la Nación,
no es tarea de una sola persona y menos de una mente como la suya. Aquí estamos
hablando de un equipo o equipos y fuerzas e intereses que van mucho más allá y
muy lejos de Miraflores. Maduro no es más que una marioneta de esas fuerzas e
intereses.
Si alguien de la oposición radical
se le ocurriera un atentado, más les valdría que tuvieran, no solo la fuerza
para tener éxito en ese cometido, sino también para manejar la arremetida que
vendría después. Y como creo que no la tienen concluyo que nunca existió tal
atentado, al menos desde el terreno opositor.
Ahora bien, ¿a quienes les
convendría que Maduro salga de una manera violenta? A aquellos que le
sustituirían de la misma manera. Pareciera de Perogrullo pero no lo es. Si a
alguien desde adentro viera que por las torpezas cada vez mayores de quien conduce
este circo, esta por perder todo lo que ha robado y la posibilidad de seguir
haciéndolo, se convierte en el enemigo número uno del jefe del circo.
Imagínense solo por eso cuántos de ellos tendrá. Cualquiera de ellos pudo haber
intentado la escena de la Avenida Bolívar –si es que de verdad esta ocurrió-
para hacerlo en serio después. Si no fue así, el régimen la aprovechó a su
favor, como efectivamente lo saben hacer, de una manera mediática, echándole como
siempre las culpas a “la ultraderecha” y al “imperio”. Ellos son especialistas
en hacer control de daños inmediato.
En este momento Maduro valdría (en
hipotético) más como mártir y como chivo expiatorio del desastre de Venezuela, que
como Presidente obrero. Así de simple están las cosas. El juicio en contra de
Maduro seguirá, y en el transcurso de la investigación que se lleva a cabo en
Bogotá, saldrán nombres tanto del régimen como de la oposición oficialista. Si
no se puede parar el juicio, entonces la maquinaria socialista que lo sostiene
pensará que no es tan mala idea convertirlo en mártir de la revolución, como
ocurrió con Allende en Chile, pero en este caso sin perderlo todo.
De esa manera comenzaría una nueva
fase de la revolución con un nuevo conductor que perseguiría ferozmente a los
“culpables”, con una nueva Constitución que ya se encuentra lista en el fogón
de la ilegitima Asamblea Constituyente del régimen. Ciertamente si usted o yo
estuviéramos en los zapatos de Maduro, deberíamos estar estudiando urgentemente
un plan de escape porque eso que pasó en la Avenida Bolívar puede ser una
campanada de aquello que le dijo Llovera Paez finalmente a Pérez Jiménez: “Mejor
vámonos, que el pescuezo no retoña mi general”.
¿Y quién sería el conductor de esa
hipotética nueva fase? No lo sé, pregúntenselo ustedes mismos como lo hacia el
Inspector Columbo: ¿Quién sale beneficiado? De repente esa respuesta si sale de
Perogrullo…
Caracas,
6 de Agosto de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana