viernes, 23 de marzo de 2012

Agua politizada o la “Pilita de Agua” de Rómulo Betancourt

Por Luis Manuel Aguana

Todo el mundo se que quedó frío ante ese pronunciamiento de la Fiscal General de la República acerca de que nadie puede hablar mal del agua sin tener un estudio científico. Daría risa si no fuera patético. En otras palabras, la gente que depende del agua del Lago de Valencia y que debe ser potabilizada por responsabilidad del gobierno, no tiene permiso a protestar si no la avala un “estudio científico” del liquido que la está envenenando. Esa es una nueva del gobierno del comandantepresidente, nunca nos dejan de sorprender! Están notando que eso les está dando durísimo en los sectores populares, principalmente en poblaciones del interior y sale el primer enfermo a emplazar a todos los poderes para evitar que se hable mal del agua. Por otro lado, ese tema esta causándole graves dolores de cabeza al gobierno en el Estado Monagas, al haberse montado “El Gato” a la batea y no se quiere bajar. Como saben, esa controversia de abrir o no abrir el chorro con las aguas que contaminó Rafael Ramirez en Maturín y sus alrededores, es un tema que pasó de ambiental a político en un santiamén. Y no solo porque este gobierno ha ensuciado todo, hasta el agua, sino porque ahora el vital liquido se convirtió, de acuerdo a los analistas, en un tema político.

Algunos sectores de la oposición democrática han salido a reclamarle al gobierno que no se “politice” el tema del agua porque este es un tema que nos concierne a todos, no solo a los rojo rojitos o azulitos, amarillitos y pare usted de contar, sino a todos los seres humanos que vivimos en este país. Como saben, el agua es un derecho humano y todas las convenciones y tratados internacionales ya ven venir su escasez en las próximas décadas. Incluso ya se está hablando de las “Guerras del Agua” para los años por venir. Pero al gobierno no le interesa eso. En su desesperación de ver cada vez declinar sus aspiraciones continuistas en las encuestas y en las preferencias electorales, este asunto del agua se convirtió en un tema fundamental.

Para aquellos que hayan recorrido el interior del país, en especial los Estados orientales de Monagas, Anzoátegui y Nueva Esparta, el agua, aparte de su condición de vital líquido para la vida, ha sido históricamente escasa. Ningún gobierno, ni este ni los anteriores, le han provisto a los ciudadanos de esos Estados de un servicio decente y continuo de agua. Todavía en el Siglo XXI la gente de Puerto Píritu, Estado Anzoátegui, depende de cisternas y perolitas para bañarse como se debe. En Maturín, Estado Monagas, todavía hay muchísimos lugares que se suplen de agua a través de pozos subterráneos y las aguas servidas caen en pozos sépticos. Sí, eso aun ocurre en la Venezuela del Siglo XXI, con un gobierno que regala nuestros recursos a otros países.

Entonces, ¿cómo no va a ser político el tema del agua? Cuando llega la PDVSA rojo rojita y ensucia el agua del Rio Guarapiche, uno de los pocos rios limpios y que surte a la principal red de agua potable de la ciudad, y que por lo demás no llega a todas partes, ¿cómo no se va a arrechar la gente con el comandantepresidente y su títere rojo rojito Ramirez? Entonces aquí el agua se vuelve política.

Y de hecho el agua siempre fue política. Recuerdo que Rómulo Betancourt decía que lo primero que debía hacer un gobernante al llegar a un pueblo era garantizar “la pilita de agua”. Después vendrían los acueductos y las redes sanitarias de disposición de aguas servidas. Pero lo primero era “la pilita de agua”. Eso se le tenía que meter en la cabeza a cualquier dirigente político que se preciara de tal. Con eso AD ganó elecciones y penetró en los confines más recónditos de este país. Todavía al pasear por algunos pueblos del interior aun veo esas pilitas de agua. Lo que pasa es que la gente de este país olvidadizo vuelve otra vez a tropezar con la misma piedra. El agua ES política.

Por eso es que el Presidente sale en cadena de radio y televisión a ver como detiene esa avalancha, o mejor dicho tsunami de agua, que se le viene encima y emplaza a sus sigüises para perseguir a todos quienes hablemos mal del agua sin certificado competente. Y véase que rescato el término “sigüi” como aquel que más le cabe a la Fiscal de acuerdo a la definición que referenció Armando Scannone en un artículo del mismo nombre en El Universal (http://www.eluniversal.com/2005/09/25/imp_opi_art_25491C.shtml), como persona adulante y servil, que no vale nada y mediocre. Y tiene razón Don Armando, deberíamos utilizarla más con este régimen lleno de sigüises que saltan cuando el jefe les dice que lo hagan, al estar “siempre a la orden para cumplir una orden”.

Como país novedoso que somos, comenzamos las Guerras del Agua que predicen los futurólogos antes de tiempo. Y siento que nuestros dirigentes de la oposición deben recoger las enseñanzas de Rómulo Betancourt y cuando estén en el poder volver al principio de la “pilita de agua”. El tema de la distribución del agua potable y servida está lejísimo de haber sido resuelto en toda la extensión del país. Es claro que este gobierno ha agravado el problema, no solo contaminándola (caso Monagas) sino permitiendo que se mezclen aguas potables y servidas (caso Carabobo). En ambos casos debido a una inaudita ineficiencia en el mantenimiento de sistemas complejos que son los que particularmente requieren de gente capaz, que es de la que lamentablemente el gobierno carece en todos los niveles.

Y aun cuando dar agua es muy diferente- y extraordinariamente más difícil- que pedirla, esta será una tarea que deberá acometer de inmediato la oposición al llegar a Miraflores. Ni se crean que este gobierno vaya a resolver el problema del Lago de Valencia o ni siquiera la contaminación del Rio Guarapiche y sus alrededores. Esos son temas largos de resolver. Ya es hora que nuestros gobernantes empiecen a pensar que hay cosas que son como el Titanic, tardan en arrancar y también tardan en pararse cuando se les quiere cambiar el rumbo o frenarlas, precisamente porque son muy grandes.

Lo que ha sucedido en este país no es poca cosa y no solo se corresponde a un gobierno depredador que como el “barbarazo”, acabó con todo, hasta con el agua. Luego de esto deberemos volver a los principios fundamentales, como aquella “pilita de agua” de Rómulo. Ese será el primer paso para la reconstrucción del país.

Caracas, 23 de Marzo de 2012

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domingo, 18 de marzo de 2012

Familiametro: Un Legado

Por Luis Manuel Aguana

Hoy se cumplen 9 años de cuando escribí por primera vez acerca de Familiametro (ver http://acfamiliametro.blogspot.com/2011/07/ac-familiametro.html) en ocasión de su fundación. Es difícil para mí hacerlo de una manera objetiva. Largos años han pasado desde que comenzamos esta cruzada por el rescate institucional del Metro de Caracas. Mucho ha ocurrido desde entonces. Escribía hace nueve años que en el tiempo cuando conocí profesionalmente por primera vez al personal de Metro, sentí la urgencia de muchos de sus trabajadores de una conducción honesta y consustanciada con los valores originarios de la empresa, recordando la visión y el desinterés de su fundador en hacer una empresa grande y digna para sus trabajadores y sus usuarios. Y eso esencialmente sigue siendo así, aun cuando el gobierno se haya dedicado a politizar una empresa esencialmente técnica. Un puñado de trabajadores valientes inoculados con el valor que da la nobleza de un hacer honesto de largos años en una compañía de excelencia, se aprestaron para enfrentar las perversiones del gobierno en el 2002, y no tuvieron miedo en aparecer públicamente para defender una institucionalidad que conocían muy bien. Solo tuve el honor de acompañarles. Así nació Familiametro.

En aquellos días de turbulencia política, muchas organizaciones movidas por diferentes intereses se acercaron a Familiametro. Era fácil caer en tentaciones políticas. Creían que la Asociación se prestaría para sabotear la operación del Metro de Caracas, por su conocimiento técnico de la empresa. ¡Qué equivocados estaban! Familiametro no se fundó como una organización de resentidos. Nació para realizar su mejor esfuerzo para rescatar lo que una vez conoció el país como la mejor empresa de servicio público de Venezuela. ¡Imagínense tamaño reto para unos trabajadores despedidos sin medio en el bolsillo porque la empresa ignoró sus derechos laborales! Lo único de lo que disponían era sus ganas de luchar por una mejor empresa y un mejor país.

Al escribir esta nota tengo que hacer un ejercicio de separación natural y ver a mis compañeros de lucha desde afuera. Todos ellos, ninguno con menos de 18 y 20 años de experiencia técnica en la empresa, han permanecido fieles a la misión original. No ha sido fácil para ninguno de ellos en estos años de estrechez laboral y moral, mantenerse fieles a ese compromiso. En el camino hemos ganado experiencia. No somos aquellos técnicos ingenuos del comienzo. Los golpes enseñan. Y lo que se ha ganado en el camino ha sido grandioso: el respeto de la comunidad a la cual hemos dedicado nuestros esfuerzos de contraloría social en defensa de un servicio que debe revestir la seguridad mínima para que nuestras familias se transporten con seguridad hasta sus hogares y trabajos.

Y si hace nueve años escribí de la empresa que conocí cuando trabajé allí y la cual creo que vale la pena rescatar por los valores morales y técnicos que la hicieron grande, hoy deseo escribir acerca de la gente que formó parte de ella y aun continúa, desde afuera, intentando recuperarla para sus trabajadores y principalmente sus usuarios. Y precisamente la razón por la cual aun continúan estos ex trabajadores, que bien pudieron haberse dedicado a cualquier otra cosa y no exponerse a las retaliaciones políticas de los factores violentos del gobierno, tiene que ver con la valiosa escuela que recibieron al iniciarse en el Metro de Caracas en su fundación. La vocación de servicio público y la responsabilidad con el usuario realmente marcan la diferencia.

Siempre digo que analizo a Familiametro desde un ángulo distinto, porque de todos sus integrantes soy el único que no nació con la empresa. De hecho, todos solo tuvieron ese único empleo. Y espero que me dispensen la expresión en primera persona, pero de nuestra Asociación nadie puede comparar, como me ha tocado hacerlo, lo que ha pasado en el Metro de Caracas en estos años, y escribir con cierto grado de objetividad lo que realmente ha hecho el gobierno con una empresa formada por grupo de profesionales bien capacitados para no dar otra cosa que un servicio de calidad de primer mundo, y convertirlo en una cosa maltrecha y en uno de los peores servicios públicos de la ciudad. Es por esa razón que la gente de Familiametro no ha decaído en su firme propósito de regresarle al Metro de Caracas el valor y el orgullo de sus primeros años y lo que sus fundadores le dieron al país.

Sin desmeritar otras empresas públicas de mucha importancia en su sector que han sufrido mutilaciones importantes de sus cuadros técnicos durante todos estos años, creemos no es lo mismo haber sido entrenado para prestar un servicio eficiente y seguro a personas reales todos los días, manteniendo el mismo nivel de servicio. No es lo mismo ser responsable de miles de vidas todos los días y no dolerte lo que les podría suceder por una administración ineficiente y corrupta. En alguno de esos trenes podrían viajar tus hijos, tu familia. Tiene necesariamente que haber personas tanto de adentro como de afuera que les duela la administración y la eficiencia de un servicio tan vital como ese. Es por eso que si no existiera Familiametro habría que inventarla, como lo hemos expresado más de una vez a los medios de comunicación.

Siempre indicamos y hacemos prevalecer nuestra condición de ONG técnica y no politica. Esto significa que aunque muchos de nuestros integrantes pertenezcan en lo personal a partidos y otras corrientes políticas, Familiametro siempre se encontrará del lado de la prestación de un servicio eficiente y seguro. Y si el gobierno nos ha encontrado de frente en la denuncia es porque ese sentimiento existe todavía en los trabajadores activos de la compañía que aun se encuentran vigilantes, y que en muchos casos nos han hecho saber de las corruptelas e ineficiencias a las que el gobierno ha sometido la administración del Metro de Caracas y que pueden poner en peligro las vidas de los usuarios.

En estos tiempos de cambio Familiametro es una referencia para el futuro. La componen todos los trabajadores en cualquier situación, jubilados y activos, y en especial aquellos despedidos por razones políticas del Metro de Caracas. Solo unos pocos somos sus voceros en resguardo de aquellos que no pueden hablar directamente. La única condición que realmente los une es su gran vocación de servicio, tan solida, que les ha hecho sobrevivir todos estos años a esta tragedia destructiva de su empresa, no tomando una posición cómoda sino proactiva en la defensa de los intereses de los usuarios. Tal vez no me corresponda a mí decirlo ya que soy parte integrante de esta Asociación de la que me siento muy orgulloso de pertenecer: Familiametro, a través de una denuncia persistente y constante, ha contribuido a evitar que el Metro de Caracas se deteriore más aceleradamente.

El solo hecho de la existencia de técnicos conocedores de la operación del Metro, conscientes de su responsabilidad, y permanentes vigilantes de la condición del servicio, ha permitido que no haya habido tragedias que lamentar en el sistema de transporte masivo. Se le ha obligado al gobierno a tomar medidas y dedicar recursos al sistema, a través de una incesante y persistente contraloría de sus actividades. Eso ha sido porque los trabajadores que aún siendo despedidos del Metro, aun sienten a esa empresa como suya, conscientes de su responsabilidad para con los usuarios. Y volviendo a esa mirada desde afuera, nunca había visto semejante actitud en ningún trabajador despedido de una empresa pública. Una vocación de servicio así, llevada más allá de los límites de su organización, es la herencia palpable de José Gonzalez Lander. Y aunque el Metro de Caracas sea la obra que lo distingue como fundador, no son las edificaciones, ni los túneles ni los trenes del subterráneo lo que hacen grande a esa empresa. Es su gente y los valores de lucha que han demostrado tener para rescatarla de la peor crisis institucional de toda su historia. Familiametro es realmente su mejor legado.

Caracas, 18 de Marzo de 2012

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