Por Luis Manuel Aguana
Primero, el desconocido cuento de Navidad
venezolano:
San
Nicolás con su espuerta llena de juguetes, su barba fluvial y rebosado su
corazón de ternura inocente entra en la casa del compañero Viriato. Toca
discretamente a la puerta:
-
¿Quién es?
- Yo,
San Nicolás, el Santo.
- Pase
anciano, ¿qué desea?
- Le
traigo al nene unos juguetes.
-
Imposible que se los reciba, el niño mío no cree en Ud.
- ¡Ah!
¿En el Niño Jesús, sin duda?
- ¡Qué
va! Mi hijo no cree en ni el pan de trigo, es un niño laico, es un ateísta
precoz.
El
excelente Santo se aflige.
- Yo le
traía una locomotora y un juego de boliches. Pero si a ese niño le sobra
malicia y le falta la fé, me parece inútil dejárselos.
- San
Nicolás, usted fue en vida un hombre simple y lejano a las sutilezas. Le da
usted demasiada importancia a la fé. Creer o no creer, la ilusión es todo. Mi
pobre hijito no ha perdido su inocencia. El es en el fondo tan inocente como
todos los hombres mayores que perdimos la fé pero siempre estamos esperando…Vea
Ud. al acostarse dejó sus zapataticos en la mitad del cuarto. El es un chico
muy inteligente, sabe que yo estoy sin trabajo, sin un centavo. Sabe que su
infeliz mamaíta murió, sabe que estamos abandonados de la suerte. ¿Por qué
coloca esos zapatos abiertos y desgarrados que parecen pedirme por sus muchas
bocas un regalo para su amo? ¿Qué espera ese pobre niño?
- En
que se cumpla el suave milagro,
La faz
del bondadoso Santo resplandece de piedad y de indulgencia:
- Vaya,
vaya, hijo de todos modos les dejo esos juguetes. No le digas que en realidad
me viste. No te creería, discutiría contigo, le entraría la duda, desconfianza
de ti. Saldrían a relucir todas esas frases de relumbrón, que tal vez tu mismo
le enseñaste, todas esas ideas que llamas racionalistas. ¡Cómo si lo
extraordinario no fuera razonable! En fin, deja más bien a su corazón que
interprete el sentido de este hallazgo.
-
Mañana simplemente creerá en usted porque mañana se despertaría feliz y los
felices, de necesidad, son ingenuos.
- Es
posible.
Y San
Nicolás algo aligerado de su alegre carga pero entristecido bajo el peso de
dolorosa incertidumbre, se adentra en la casa del opulento doctor Tal y Cual.
Toca el timbre, una doméstica abre:
- ¡Qué
susto! ¡Quién es usted?
- San
Nicolás; los niños me escribieron…
Sale la
señora.
-
¿También a usted? Esos niños son muy ambiciosos: ya le habían escrito al Niño
Jesús, lo mismo piensan hacer con los Reyes Magos. Generalmente ustedes son
demasiado generosos con ellos.
-
Señora, la fé de esos niños nos conmueve…
- ¡Um!
No creo mucho en esa fé.
- Sin
embargo usted decía…
- Hay
para desengañarse! La ilusión de la Noche Buena ha quedado para nosotros, los
padres. Ellos, los niños, han roto su encanto ellos mismos. No creen en Ud.
- No
obstante, me escribieron…
-
Precisamente al hacerlo, dicen de su poca fé y desconfianza: para pedirle algo
a los santos no se necesita otro testimonio que la conciencia.
- Así
es, señora, antes no se estilaba esto. Era más descansado y procuraba más
alegría y sorpresa; yo distribuía los juguetes a mi arbitrio: los niños no
sabían de antemano lo que le iba a dejar en sus zapatos. En cambio, ahora…ya no
soy el alegre Dictador, héme aquí convertido en un chico repartidor. Aquí está
la lista de los niños. A ver, señora…¿dónde pongo el pedido?
Autor:
Tony Manrique, 19 de Diciembre de 1936. Radio Crónicas Navideñas, Semanario
Fantoches, Pág. 5, Año XIV, No. 567.
Con gran cariño les obsequio este 24 de
Diciembre esta desconocida historia de la Navidad venezolana, publicada hace 83
años para la Nochebuena de un país a un año de haber salido de una dictadura,
con el objeto de hacer varias reflexiones que creo importantes como
acostumbramos en esta época. Esta historia navideña es hermosa pero muy dura,
como suelen ser a veces las enseñanzas. ¿A cuál de estas dos visitas creen
ustedes que corresponde la Navidad venezolana de hoy? ¿La de aquel niño que no
cree pero tiene fé, o la de aquellos niños que sin importarles la fé, saben de
cierto que recibirán regalos del “chico repartidor”? En ambos casos “no creen”
en San Nicolás pero por razones diferentes, pero el primero espera un milagro.
Y seguramente comenzará a creer en ellos al ver los juguetes el día de Navidad.
Los otros niños no creerán nunca pero siempre recibirán.
Venezuela tozudamente coloca hoy sus
zapaticos en el medio del cuarto esperando algo que su lógica irrebatible le
dice que no llegará. Pero los pone. ¿Por qué lo hace? ¿Qué espera? El Santo nos
da una respuesta: “En que se cumpla el
suave milagro”. ¿Cuál regalo será más apreciado? El que no se espera…
No dejo de comparar los otros niños con
aquellos que en Venezuela siempre recibieron sin importar lo que sucediera. Y están
tan seguros que recibirán que les pidieron a los dos, a San Nicolás y al Niño
Jesús, y se disponen también a pedirle también a los Reyes Magos. Sin duda
recibirán dentro y fuera de esta tragedia. Para ellos San Nicolás será un mero “chico
repartidor”, porque sin importar quien reparta ellos tendrán lo suyo. Este año
los repartidores que se alzaron después del 23E se ocuparon bien de eso.
Pero la gran mayoría es esa Venezuela de
corazón grande. La que sabe que su padre está sin trabajo y su mama se murió. Y
aquellos a quienes corresponde repartir “los regalos” de un mejor futuro para
la familia venezolana deberían sorprendernos a partir de esta Navidad 2019. Los
venezolanos dejamos de creer en ellos por cuatro años de desencantos, en
especial este último devastador de promesas incumplidas.
Pero ¿quién sabe? Puede ser que en el año
2020 se cumpla el “suave milagro” como el que un damnificado de Vargas,
devenido en “chico repartidor” de regalos para aquellos que siempre recibieron,
recuerde su propia condición, dándole de inmediato una sorpresa a esa Venezuela
que perdió la fé, y dejando que lo extraordinario se haga razonable, y brindando
felicidad a los que por tenerla son ingenuos. Solo así, muchos comenzaríamos a
creer…
Con el profundo deseo de que se cumpla para
Venezuela ese “suave milagro” de este desconocido cuento de Navidad venezolano,
reciban todos mis seguidores en TICs & Derechos Humanos, la más hermosa
Navidad posible este duro 2019, en la convicción y la fé de que el Hijo de Dios
que nace hoy no nos abandonará…
Caracas, 24 de Diciembre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana