Por Luis Manuel
Aguana
De nuevo volví a
escuchar de un sobresaliente catedrático universitario del Derecho las razones
formales que tiene para pensar que es innecesario ir a un proceso constituyente
porque con la Constitución que ya tenemos, de acuerdo con su razonamiento
formal, es mas que suficiente para resolver los graves problemas que tiene el
país. Y los voy a sorprender con lo que esta vez concluí: ¡tiene razón! Y
tienen razón todos aquellos que defienden, dentro del estricto sentido del
Derecho, que si se siguiera el "librito", Venezuela no tendría
problemas, pero ¡los tiene!
Si el régimen
hubiera respetado como está el espíritu mismo del Articulo 72 constitucional,
Chávez hubiera sido revocado desde la primera recolección de firmas, antes
siquiera de El Firmazo y El Reafirmazo, y estuviéramos muy pero muy lejos de la
tragedia que hoy padecemos. Por supuesto que nuestro catedrático de marras
tiene razón. Pero vamos presos igual.
Entonces ¿porque
algunos todavía pensamos que si no cambiamos la Carta Magna seguiremos
entrampados con el régimen y no saldremos de este estado de postración y
retroceso económico y político? Porque el tema no está en
simplemente cambiar una Constitución por otra, sino el fondo mismo de lo que
ello implica. Va en el origen del porqué hacemos Constituciones para regular el
comportamiento de una sociedad y en el porqué, luego de hacerlas, los pueblos
no las respetan. Y en el caso venezolano, ¿porqué habríamos de respetar algo
donde no hemos nunca, como sociedad, tenido arte ni parte en su conformación ni
discusión? ¿Porque tendríamos que respetar un contrato en el que no nos vemos
reflejados como sociedad, y que de paso no esta firmado por alguien que
sintamos que legítimamente representa nuestros intereses? Difícilmente lo
haríamos, ¿verdad?
Siempre he
pensado que la constitución es algo demasiado serio para dejársela a los
abogados. Por razones obvias esto no lo puede decir un abogado. Se echaría
encima a sus colegas. Y es exactamente el mismo principio que una vez se aplicó
a los militares con relación a la guerra: es demasiado seria para dejársela
solo a ellos.
La Constitución
es un texto que debe ser comprendido, estudiado y discutido a fondo por todos
los habitantes de un país. No es solo materia de abogados, ni debe serlo. Es el
contrato base que se hace para regular la vida de los ciudadanos y establece
las reglas y los limites entre quienes gobiernan y quienes somos gobernados. Es
en esencia un Pacto que si no se cumple hay como consecuencia anarquía y caos
en una sociedad. ¿Les parece conocido?
La Constitución
no es un mero librito para estudiantes de Derecho, es mas que eso. Cuando los
habitantes de un país entienden el sustrato fundamental y la trascendencia de
ese contrato, en ese mismo instante se convierten en ciudadanos. ¿Entienden
ahora porque antes se les daba a los muchachos en el primer año de educación
media una materia dedicada a la Constitución denominada "Moral y
Cívica"? La sociedad venezolana olvidó los principios morales y ciudadanos
sobre los que se sustentaba ese concepto.
Pero una
sociedad a la que le impongan unas reglas, y menos aun a los venezolanos, cuyos
ancestros atravesaron el continente a caballo para libertar cinco naciones,
difícilmente cumplirá algo que no siente suyo ni que provino del fondo mismo de
su sociedad.
La Constitución
de 1999 fue el producto de la imposición de un vencedor, como lo han sido casi
todas las Constituciones que hemos tenido en Venezuela, excepción hecha de la
de nuestra fundación en 1811, producto de las mentes mas lúcidas y estudiadas
de la época. Tal vez por eso nunca hemos tenido la estabilidad de muchas
naciones y hemos saltado de Constitución en Constitución buscando algo que
nunca encontraremos si esa Carta Magna no sale del seno mismo de una discusión
a fondo de lo que somos como venezolanos y esta responda a los deseos y
aspiraciones de los ciudadanos de todos y cada uno de los rincones de los
cuatro puntos cardinales de este espectacular país.
La clave
entonces es que ese Pacto se dé, y al darse cualquier texto constitucional que
salga de él se respetará como una consecuencia natural. Y si ahora no se
respeta es porque el Pacto fue malo, o no hubo tal Pacto como efectivamente
ocurrió en 1999.
La situación del
país trasciende de largo lo jurídico, y discúlpenme en la apreciación los
distinguidos Magistrados y profesionales del Derecho. La institucionalidad se
disolvió. Ya no hay Derecho ni reglas a las cuales seguir porque todas están
destruidas. Hay que ir a los fundamentos mismos del porqué, cómo y para qué
hacemos Constituciones. Estamos en la inviabilidad y la anarquía.
Es en estos
momentos que la sociedad venezolana clama, necesita, requiere verdaderos
conductores políticos, Estadistas, constructores de sociedad, con ideas
precisas de qué hacer en estos momentos llenos de incertidumbre y desaliento.
No es el momento elecciones, ni de reparto de cargos, ni de aspiraciones
políticas, ni especialmente de administradores, que los hay de sobra en
Venezuela. Venezuela necesita ahora constructores, los administradores vienen
después. Por eso es que el momento es duro porque no hay manuales que digan
como saldrán las personas que hacen falta. Es el momento Constituyente, como
bien lo definiera Donnedieu de
Vabres, en su obra L'Etat (París, 1971).
El problema,
aparte de eliminar el tumor maligno que representa para nuestra sociedad un
régimen como el de Nicolás Maduro, es ir a los fundamentos mismos del mal que
nos aqueja desde hace siglos. Y la propuesta que algunos venezolanos hacemos es
realizar la discusión del país que somos ahora y el que podemos ser, reuniendo
a quienes nos representen legítimamente en el sentir de ese pueblo, pero fuera
de la institucionalidad destruida del país, en una Asamblea Nacional
Constituyente de carácter Originario.
El hecho mismo
de reencontrarnos todos, revisar propuestas, volviendo al origen de nuestra
nacionalidad, y decidiendo el país que queremos para nuestras próximas
generaciones, hace inmediata una reconciliación, y por lo tanto logrará otro
Pacto que esté verdaderamente consustanciado con ese país. Es en el seno de esa
reunión donde queremos plantear nuestro Proyecto País Venezuela.
Creemos que
solamente así podremos tener un Pacto sólido que tenga un sello de
perdurabilidad, estampado en un texto que respetemos todos los que vivimos en
esta Tierra de Gracia, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Habremos
construido, por fin, el milagro de tener desde nuestra fundación como pueblo,
una Constitución para todos.
Caracas, 16 de Noviembre de 2016
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