Por Luis Manuel Aguana
“…Es
importante que la gente vea coherencia entre las opiniones de carácter teórico
y singular y las acciones pragmáticas y concretas que muestran eso. En eso los políticos
han sido un fracaso. Dic-1990”
A la memoria
de Antonio Cova
Es impresionante como los venezolanos nos metemos en nuestra
cotidianidad desde nuestro amargo día a día, mirando los árboles, perdiendo de
vista el panorama-el bosque. Pero está bien que lo hagamos nosotros, tristes
mortales, a los que nos toca vivir todos los días tratando de sacar adelante
una familia y lo único que nos queda es quejarnos y aguantar. Bien decía aquel
sabio, sin pelarse ni un milímetro, “hombre casado no puede luchar por la
justicia”…
Pero que la
dirigencia no vea el bosque, eso sí es grave. Está bien que a nosotros nos
quedemos en los árboles, pero aquellos a quienes por su posición de liderazgo
les toca guiar nuestro destino no tienen el derecho de no saber para donde nos
conducen. Su propia condición no les da ese derecho. Es por eso que cuando los
pueblos se equivocan escogiendo a sus liderazgos, terminan ahogándose porque el
Capitán estrelló el barco contra un arrecife porque no sabía para donde
llevarlo.
Hace poco oí la frase “hay que pensar al país” y me
gustó. Porque alguien se tiene que detener en el camino, bajarse de la locura y
pensar. Pero eso no nos está dado a quienes no conducimos el barco. Eso le está
asignado al Capitán y a sus oficiales más cercanos. Son ellos los que deben
tener las más sofisticadas herramientas para saber si habrá tormentas al
frente, si vamos por el rumbo correcto o modificar ese rumbo si este se desvía
de aquel trazado con anticipación, de acuerdo a un Plan. Siguiendo con nuestra
metáfora marina y citando a Seneca (4 a. C. - 65 d. C.),
“No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va”.
En 1931 doce hombres se sentaron en Barranquilla y
pensaron el país que querían. Fijaron un rumbo y redactaron UN PLAN. Independientemente
de su orientación ideológica, esbozaron ese Plan y se dispusieron a ejecutarlo.
Un camino, una hoja de ruta. Un plan deseado, en términos de nuestra metáfora,
un rumbo para el barco.
De acuerdo a las referencias
históricas, “… el Plan de Barranquilla
representa la primera expresión de un análisis estructural de la sociedad
venezolana y de su proceso histórico, vinculado a un proyecto político y a un
programa de acción que planteaba la lucha contra el régimen de Juan Vicente
Gómez como una revolución de las estructuras políticas y económicas del país.”
(ver http://www.venezuelatuya.com/historia/plan_barranquilla.htm).
Venezuela no vio resultados de ese planteamiento político
sino hasta mucho tiempo después, ya fundada Acción Democrática, siendo algunos
de sus fundadores los mismos firmantes de ese Plan, cuyo programa de alguna
manera se expresó en acción concreta con la Constitución de 1961. Ejemplo de
ello fue la primera frase categórica de ese Plan: “Hombres civiles al manejo de
la cosa pública”.
Fuera de la tesis conspirativa de Hugo Chávez Frías,
nadie ha expresado un Plan que se haya convertido en realidad desde 1931.
Chávez conspiro 20 años en el seno de las Fuerzas Armadas, de acuerdo a sus
propias palabras, y ejecutó un intento de golpe de estado en 1992, que sin
resultar exitoso, encarnó las ansias de cambio de la sociedad venezolana y que
se tradujo en un movimiento que terminó (o comenzó) con el planteamiento de una
Asamblea Nacional Constituyente en 1999.
La promesa fundamental de Chávez en su campaña electoral
fue la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para refundar el
país. Las ansias de cambio de un pueblo desilusionado, luego de su histórico
“Por Ahora”, aunado a esa oferta electoral que no tenía ningún contenido mas
allá de prometer un nuevo país que él ni siquiera tenía claro-salvo aquellos
que indican que ya tenía el proyecto castro-comunista escondido-, le dieron la
fórmula perfecta para arrasar en las elecciones de 1998.
Así como los firmantes del Plan de Barranquilla, Chávez
TENIA UN PLAN. Pero el Plan de Chávez no era para refundar el país, como fue el
de los firmantes de Barranquilla. Era para quedarse con el país y entregarlo.
Para desmontar todo el aparato institucional del Estado venezolano. Y lo más brillante
de ese Plan fue que usó las mejores mentes para convencer a los venezolanos de
que la Constitución de 1961 era la culpable de todos los males, aunque ellos luego
le dieran la espalda.
¿Cambió el país para mejor después de la nueva
Constitución de 1999, como lo prometió el candidato Chávez en 1998? ¿Los
Constituyentes de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 PENSARON AL PAIS y
lo sustentaron sobre bases diferentes que garantizaran que se resolverían los
problemas que llevaron a la mayoría de los venezolanos a elegir a Chávez en
1998? Esas pueden ser algunas preguntas que deben hacerse los venezolanos ante
el descalabro moral y material sufrido en Venezuela después de 14 años de
vigencia de la Constitución de 1999.
Chávez utilizó el expediente de la Asamblea Nacional
Constituyente para convencer a los venezolanos de 1998 que él refundaría al
país Y NOS MINTIÓ. Hizo al Estado más débil desde el punto de vista
institucional y socavó las bases de la democracia venezolana. De haber existido
un Congreso Bicameral con representación igualitaria de los Estados y una representación
proporcional de las minorías, se hubieran controlado en mucho los excesos de un
Poder Ejecutivo que revirtió un proceso natural de descentralización.
Al no existir un verdadero Plan más allá de llevarnos de
brazos a la dominación de un país extranjero, estamos en la presencia del
No-Plan o Plan Como-vaya-viniendo-vamos-viendo, del famoso Eudomar Santos, y en
consecuencia el barco esta al garete y sin rumbo. Se murió el Capitán y el
Primer Oficial designado y su tripulación no tienen ni idea de cómo se maneja
un barco. En cualquier momento huirán tomando los botes salvavidas antes o en
el medio de una muy esperable tormenta.
Doce hombres pensaron al país en 1931, 4 años antes de
morirse un dictador. Necesitamos visiones así. Nunca como ahora hace falta un
nuevo Plan. Salvo el Plan castro-comunista de Chávez, no existe otro Plan que
ofrezca la oposición salvo el no hacer nada, o el Plan Como-vaya-viniendo-vamos-viendo,
y que el barco se lo lleve la corriente o el viento, a la espera que encuentre
tierra por casualidad. ¿Cómo es posible que aceptemos eso?
El liderazgo político venezolano serio, no estos mamarrachos
y malandros que nos desgobiernan, tienen una tarea pendiente con Venezuela, después
del engaño Constituyente de Chávez de 1999, y que se hace perentoria con un
país destruido e invadido. Retomar el camino constituyente para esta vez refundar
el país de verdad-verdad como se debió haber hecho desde un principio en 1999,
es una tarea ineludible de la que todos somos responsables, independientemente
que la oposición crea que no hacer nada es un Plan, o independientemente de que
no sean ellos quienes lo tengan y lo lleven a cabo.
Caracas, 16 de Mayo de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana