Por Luis Manuel Aguana
Los venezolanos debemos entender que estamos ante un fuerte
predicamento, aunque eso no sea del todo percibido por la juventud: no podemos
regresar al pasado, esto es al sistema político prevaleciente hasta 1999, pero tampoco
podemos quedarnos en el presente sistema socialista-comunista del Siglo XXI. Y
tal vez esa sea la razón principal por la cual ha sido muy difícil empujar una
solución nueva porque los jóvenes no tienen precisamente claro que es lo nuevo,
o percibir lo que significa un verdadero cambio de sistema.
El tiempo es una variable que pasa desapercibida. Cuando Einstein introdujo
la variable tiempo en la mecánica del movimiento de los cuerpos celestes, hizo
obsoleta la teoría de Newton que regía hasta ese entonces, creando una nueva
teoría, la Relatividad. Pareciera que sucede lo mismo en política.
Han pasado más de 15 años de régimen chavista-madurista, que relativos
a personas que tienen 30 años, corresponden a la mitad de su vida y que en 1998
eran solo unos adolescentes. Y ni hablar de aquellas que tienen ahora 18, que
comenzarán pronto a votar y que eran solo unos bebes en ese entonces. Todos
ellos tomarán decisiones sin tener una idea de donde vino este desastre.
Esa inmensa cantidad de personas sin capacidad de discernimiento político
en 1998 -simplemente porque eran niños en esa época- NO PUEDEN PERCIBIR que es
nuevo o viejo en todo este entramado fatal que sufre el país. Cualquier cosa
que le diga una oposición interesada lo aceptarán porque nunca han sabido de
otra cosa que no sea el socialismo-comunismo del chavismo-madurismo.
En consecuencia esas mentes jóvenes son un papel en blanco para
aquellos quienes desde la llamada “oposición” fueron los reales artífices del
comienzo de esta tragedia comunista. De ese tamaño puede llegar a ser el nivel
de manipulación de aquella clase política que fue desplazada por Chávez con tal
de regresar a disfrutar del poder.
No voy a dedicar mucho espacio en un tema de historia política contemporánea
pero es muy importante que los jóvenes entiendan que el sistema de partidos
colapsó en 1998, no solo por las malas ejecutorias y corrupción del sistema
fundado en 1959, después de la última dictadura, sino porque era inviable.
No se podía seguir entregando a NINGUN gobernante la administración de
la riqueza de todos-que no era otra, y sigue siendo, la renta petrolera- sin
esperar que se la metiera en el bolsillo. Eso era lo que habían hecho todos los
gobiernos desde la primera subida de los precios del petróleo a principio de
los 70s, aunque podamos convenir que esta es una necesaria sobre simplificación del problema con motivos
didácticos.
A pesar de las innumerables advertencias de la sociedad civil de ese
tiempo de construir un sistema político y económico que fuera capaz de auto
sustentarse, pero usando la renta petrolera como sostén inicial (la famosa
frase atribuida a Arturo Uslar Pietri “la siembra del petróleo”), los
gobernantes de turno prefirieron disfrutar del Kino que significaba ganarse las
elecciones cada 5 años, sin cambiar un ápice la forma de administrar el poder.
Chávez fue el producto natural de ese descalabro. Las instituciones
creadas a partir de la Constitución de 1961 se sostuvieron en tanto y en cuanto
hubo dinero para eso. El sistema tocó fondo en 1998 con un golpista diciéndole
a un país hastiado que él era la solución. Y no fue. Una vez más el pueblo de
Venezuela confió y fue de nuevo engañado.
Pero la clase política derrotada, la mal llamada 4ta Republica por el
dictador, se desapareció esperando mejores tiempos para volver. Sus principales
y más importantes exponentes ahora son quienes tienen a su cargo la franquicia
de la oposición oficial. Aquellos que le enseñaron al chavismo -que nunca había
sido gobierno-, como manipular jueces,
como movilizar dólares de un sistema de control de cambios, como usar el poder
para enriquecerse.
Esa gente no llego "sabida" al gobierno. Tuvo socios y cómplices,
y el desastre que vemos ahora no es más que la combinación macabra de ambas tecnologías
de la corrupción, elevado a niveles inimaginables. Si pudiera meter a la
juventud en una máquina del tiempo y llevarla a un paseo por los últimos 10
años antes de 1998, se darían cuenta inmediata de a quienes me estoy
refiriendo, ubicando en catadura y moralidad quienes ahora dicen que nos
llevarán a una “democracia” con “cambio de sistema”.
Entonces, la vaina no es tan simple, como decir "saquemos a los
comunistas" y se acabo el problema. Aquellas personas que si vivimos eso tenemos
la responsabilidad y la obligación moral de aclararles a los jóvenes que
cambiar el sistema NO ES CAMBIAR SOLAMENTE A LOS COMUNISTAS. Que eso que dicen de
"cambiar el modelo" no puede ser solo referido a cambiar comunistas
por capitalistas. Eso es demasiado simplón y maniqueo. ¡Y peligrosísimo!
El cambio requerido tiene unas dimensiones mucho más profundas que el
signo ideológico de lo que venga y que no pasan precisamente por volver a traer
las sanguijuelas que fueron responsables de que el fenómeno Chávez apareciera
en la escena política venezolana un aciago 4 de febrero de 1992.
Entonces el famoso "cambio de modelo" debe interpretarse de otra manera. Por ejemplo, un próximo
Presidente no puede tener el poder que ahora tiene el actual, que es capaz de
provocar una razzia fascista en la frontera con Colombia. El Presidente no
puede ser constitucionalmente el único a cargo de la economía porque una sola
persona es capaz de llevarnos a un barranco. El Presidente no puede ser el
único responsable de nuestra política exterior y de fronteras, porque entonces
nos encontramos que un ignorante incapaz entrega nuestro territorio. Estas y un
sinfín de reformas estructurales más necesita ANTES nuestro sistema de gobierno
para que podamos recuperar al país, no un simple “Maduro vete ya”.
Los
venezolanos deberemos discutir a fondo el sistema que hemos tenido antes y después
de 1998 y que nos ha llevado hasta el peor abismo de nuestra historia política,
económica y social desde nuestra fundación como nación. Y la única forma
establecida en la Constitución para esa discusión es convocar al Constituyente
y definir un nuevo sistema y un verdadero nuevo modelo que evite que otro grupo
de delincuentes, independiente de su signo ideológico, le arruine de nuevo el
futuro a otra generación.
Podemos
evitarlo, y eso pasa por una reconstrucción institucional del país. Lo hemos propuesto
y lo seguiremos proponiendo a los venezolanos desde el Proyecto País Venezuela
Reconciliada (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/).
Solo de esa forma, no regresaremos a lo que hubo en el pasado, ni nos
quedaremos en el presente. Estaremos condenados al futuro.
Caracas,
7 de Septiembre de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana