PRÓLOGO
(Reivindicando la CUENCA DEL ORINOCO)
Recuerdo el momento cuando estreché,
por primera vez, la mano del autor de este libro. Incursionaba en el mundo de
la creatividad publicitaria y ambos solíamos hablar, por horas, de las
características del mercado, de la oferta y la demanda y de cómo formar
criterio en el consumidor, para alentarle a tener éxito en su decisión final
para la selección de un producto acorde con sus necesidades. Desde el primer
contacto, me impresionó, muy favorablemente, la visión adelantada del amigo
“Tuto” Calvo sobre la relación de la política y la economía, dentro del
contexto cultural. Para él, hace más de cuarenta años, ya el mundo andaba
asumiendo, sin vacilaciones, el hondo alcance de transformaciones en sus
valoraciones humanísticas, como para desterrar de su cuerpo histórico todo lo
que no le fuese realmente conveniente. Por eso no me sorprendí cuando lo
escuché hablando un lenguaje que me era familiar. “Por el camino que vamos,
inevitablemente, caeremos en el abismo”. Y sin desconocer que vivíamos en una
sociedad con una democracia bien formada, al menos en cuanto a su perfil
político, me habló, insistentemente, de que estábamos presenciando los últimos avatares
de la Primera República Civil de Venezuela, insistiendo en cuanto a que todo el
pasado, todo lo anteriormente vivido por los venezolanos, desde la
Independencia, había sido una desorganizada prolongación de la cultura colonial,
eminentemente episódica, repitiendo, una y otra vez, la aparición casi
fantasmal del monarca absoluto y de una corte de interesados, graduados en las
artes de la adulancia y la inmoralidad. Decía “Tuto” que esa Primera República Civil
–implantada en 1945, tras la llamada “Revolución de Octubre” y consolidada
luego del 23 de Enero de 1958, a la caída del Dictador-- tenía la obligación de evolucionar en
relación con las nuevas tendencias federativas del mundo y de no hacerlo,
caería en una debacle decadente, lo que
exigiría su suplantación histórica por un proceso más acorde con la realidad
mundial. Son los prolegómenos de su propuesta, formalizada en este libro, para
la fundación de la Segunda República Civil de Venezuela, como escenario capaz
de admitir la conveniencia de incorporar al país al nuevo idioma de los nuevos
tiempos: la sociedad de los productos; la sociedad cliente; la sociedad de la
eficiencia y el rasgo federativo fundamental de la organización territorial,
abriendo desde ya las puertas al futuro.
¿Conocemos los venezolanos el potencial verdadero de la
Cuenca del Orinoco? Mucho más allá de la Faja Bituminosa o Faja Petrolera, de
costosa explotación, ¿sabemos cómo establecer al Gran Río, el segundo en caudal
de aguas en el mundo, como sustento esencial para un desarrollo
macro-industrial que nos permita generar una Renta Externa sustitutiva a la
esclavizante del Petróleo? Hay que leer
las reflexiones contenidas en este libro-propuesta, para entender hasta qué
punto nos hemos olvidado, despreciándolo, de nuestro propio país. Hasta qué
punto una cultura imitativa nos ha obligado a permanecer como una colonia, casi
miserable, del mundo desarrollado y sumirnos, por contrario imperio, en el más
lamentable subdesarrollo funcional. Calvo retrata a Venezuela desde su óptica
reflexiva y nos invita a preguntarnos cómo es que hemos dejado a nuestra Nación
perecer en manos de un decadente centralismo colonial, esencialmente
militarista y no civil. Nos habla de lo que fue, en su momento, el anhelo de la
Guerra Federal del Siglo XIX, la Autonomía de los Estados, su cualidad
productiva y auto-gestionaria y, a
propósito, la necesidad imperiosa de establecer en Venezuela un nuevo régimen, con una Democracia Parlamentaria que haga vibrar de
entusiasmo a todo el país, convirtiéndolo en una gran unidad económica,
participativa del Primer Mundo desarrollado. De cómo es que tenemos que
enseriarnos en la producción de “Constituciones”, hasta ahora surgidas, casi
siempre, del capricho personal de los autollamados “revolucionarios” en función
de poder, más que de un propósito de
cambio histórico en un país que nació para ser faro de luz y no rincón de
tinieblas en el nuevo Continente. Todo ello para convencernos de que no es
posible que aceptemos, sin rebelarnos, el inconveniente mandato de una pésima
Constitución Monopólica, que nos obliga a depender de factores extraños a
nuestra realidad nacional. El autor se pregunta, ¿Venezuela tiene marcas y
patentes de inventos y productos propios? ¿Podemos hablar de que tenemos acceso
a los mercados del mundo? ¿O es que estamos destinados a ser simples
ensambladores de bienes finales fabricados en el exterior y consumidores de sus
desperdicios? ¿Tenemos que seguir esclavizados a una política distraccionista,
sin objetivos económicos liberadores, heroicista y ambigua, ocupada
continuamente en repetir fracasos enterrados por la historia?
¿Qué es el Socialismo? ¿Qué es el Capitalismo? ¿Qué es ser de derecha o de
izquierda? ¿Qué son tantos slogans inútiles utilizados para defender e
identificar falsamente la insurgencia de movimientos y gobiernos primitivos? Un
verdadero compendio de ideas que “Tuto” Calvo pone a disposición de nuestra
capacidad reflexiva, como una contribución de primer orden para la generación
de una nueva cultura que inspire al venezolano a buscar vías inéditas para
encontrar a la Venezuela históricamente legítima, hoy perdida y minimizada y
que nació para ser grande.
Cuando retrata al país político, Calvo
denuncia lo que no son pocos los que lo ignoran. En Venezuela no hay
democracia, al menos en cuanto al
ejercicio de las libertades esenciales que la caracterizan. Los operadores
políticos, los clásicos Partidos, intérpretes de ideologías importadas,
prácticamente coinciden en un pacto tácito para engañar al país. De hecho, no
hay pluralismo y a través de una opinión abiertamente manipulada, se hace ver
una contienda que sólo existe en los juegos de palabras, más o menos elegantes.
Nadie propone nada. Se auto-acusan de promover “modelos” cuyos protocolos son
inexistentes. Unos y otros, al supuestamente enfrentarse, se suman, en un todo
de ignorancia y de incongruencia que a todos perjudica. Las elecciones, casi
anuales, son, todas, una farsa, con un mega-registro de votantes imposible de
convalidar. Una maquinaria sofisticada, precisamente concebida para esconder el
fraude y un código de normas abiertamente favorables al régimen, para su
perpetuación indefinida. La “Oposición” brilla por su ausencia y la libre
opinión está limitada por unos medios de expresión que aceptaron la
auto-censura para ganar indulgencias con el “dueño del país”. ¿Se puede avanzar
sin libertad? ¿Sin debate de ideas? ¿Sin opinión pública democrática? ¿Qué es
Venezuela sino otra Cuba, con distinto disfraz? Calvo llama la atención sobre
lo que podría suceder, en breve, en otros países de Iberoamérica, si no se
descubre con firmeza lo que está ocurriendo en Venezuela. Mucho más, en tanto
que el verdadero soporte de esta realidad criminal, el petróleo, sigue y seguirá
encandilando los ojos de los principales líderes de los grupos con opción de
poder en los países vecinos al nuestro. ¡Tremenda advertencia cuando todos
aplaudimos la caída del prestigio de la OEA y los bolivarianos asoman, en su
lugar, un peligroso CELAC que puede resultarnos un verdadero “Caballo de Troya”
para atosigarnos de imposiciones atrasadas!
En su parte final, “Tuto” Calvo
desarrolla sus puntos de vista concernientes a una educación y a una política
de salud y sanidad públicas, concordantes con las nuevas tendencias del mundo
desarrollado. Nos habla de la Universidad Corporativa, concepto que involucra
una asociación del Estado y la sociedad, para promover una educación promotora
del avance hacia nuevas tecnologías, hacia la innovación en el conocimiento y
hacia la expansión de las ciencias para cambiar radicalmente la cultura del
venezolano, sobre todo, el de las nuevas generaciones. Una Universidad
pragmática y productiva, sin dejar de ser científica y capaz de generar renta
pública, a través de su inmersión en el mundo del desarrollo. La otra idea que
Calvo nos coloca en la parte final del libro que prologamos, es la relativa a
un cambio sustantivo de la salud, vinculada a la investigación científica a
partir de la atención de los pacientes. Las mismas Universidades aún en
funcionamiento, las públicas principalmente, concibieron Hospitales Clínicos
dentro de sus “campus”, como obligada herramienta para sus Escuelas de
medicina. Pero “Tuto” sugiere la promoción de los Hospitales Científicos,
centros de primer orden para revolucionar el mundo de la investigación y dar
nuevas e importantes revelaciones para el oficio de la medicina moderna. ¡Todo
un programa que justificaría cualquier pretensión de acceso al control completo
de una Nación!.
Restituto Calvo Fuentes, “Tuto” para
todo el mundo, escribió otros trabajos que parecen anticiparse al presente. Los
recuerdo: “Generadores de Opinión en una Campaña Electoral”; “Lanzamiento de
Productos al Mercado”; “El Marketing y el Cuento”; “Las Clases Dominantes” y,
el más impactante ensayo de su autoría: “La Psicología Social y la Sociología,
¿para qué sirven?”. Cuando se adentren en los Nueve Capítulos de esta obra que
prologo con orgullo y adhesión, los lectores serán a cada rato sorprendidos por
verdades que no les costará comprobar, al pasear su mirada por el medio
ambiente, físico y humano, en el cual se mueven. Por eso, concluyo afirmando
que, sin duda alguna, este es un libro sorpresa, orientador para quienes
quisieran organizar un nivel, una instancia hasta ahora ignorada o desconocida,
para las tomas de aquellas decisiones impostergables que la política, la mala
política, ha dejado afuera. Por lo menos, en el caso específico de Venezuela.
Rafael
Grooscors Caballero
Caracas,
febrero del 2015
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