Por Luis Manuel Aguana
Todo el mundo lo dice: “aquí
viene una explosión social”. Lo siente. La agudización de la escasez de
alimentos ha prendido un sinfín de “candelitas” de aquellas que Maduro apagaría
cuando se prendieran (ver Maduro: Candelita que se prenda, candelita que se
apaga https://youtu.be/NZzfVjoVDEc).
Pero a pesar que se han prendido múltiples candelitas en todo el país, vemos
que no se enciende la pradera.
La pregunta obligada que
nos hacemos es obvia: ¿Por qué no ha pasado? ¿Porqué a pesar de que existen las
condiciones, no para un Caracazo, sino para 1000 Caracazos en todo el país, aun
el régimen no experimenta una “explosión social”? Es como si la pradera aun
estando seca y le está cayendo gasolina matizada con candela ¡todavía no se prende!
Cualquiera se preguntaría el por qué.
Lo primero que tendríamos
que saber para un análisis como este es que nada bajo este cielo pasa solo. Ni
siquiera las cosas que por su naturaleza parecieran ser espontaneas. Lo que
paso en 1989 no obedeció a razones fortuitas. Si bien es cierto habían las
condiciones de malestar social -la pradera estaba seca- hubo su “empujoncito”,
tal y como lo confesó el mismo Chávez (ver Chávez, autor material e intelectual
del Caracazo, en https://youtu.be/RL7roZt-Plw)
e investigaciones posteriores (ver obligatoriamente la investigación de Milagros Socorro: ¿El
Caracazo, ¿conspiración de Hugo Chávez?, en http://elestimulo.com/climax/el-caracazo-conspiracion-de-hugo-chavez/).
Muchos de los que ahora son gobierno tuvieron su mano peluda metida en esa “explosión
social” de 1989.
El pánico terrible que
ahora tiene el régimen es que otro les haga lo mismo que ellos le hicieron al
gobierno de Pérez en 1989; y la prueba más fehaciente de que no hay nadie
aprovechando esas “candelitas” que se están dando espontáneamente -y con toda razón-,
a lo largo y ancho de todo el país, es que no se ha encendido la pradera. Pero
¡ojo!, eso no necesariamente implica que alguien no lo esté haciendo ahora
mismo.
Pero si hay algo a lo que
ambos temen, gobierno y oposición oficial, es precisamente a esa explosión
social. Significa, no solo la materialización formal del un fracaso mayúsculo
en el manejo del país –de los unos y de los otros-, sino que ese tsunami de
violencia y muerte se los llevaría a ambos por el medio, cual rito purificador
y limpiador de tanta pudrición y colaboracionismo entre todos ellos. No en
balde las declaraciones de los principales lideres opositores y del régimen de
alejarse a como de lugar de esa posibilidad, incluida la de un Golpe de Estado
bueno (ver Jesús Petit Da Costa “El primer golpe bueno” en http://jesuspetitdacosta.blogspot.com/2016/02/el-primer-golpe-bueno.html).
Entonces esa explosión
social es el coco de ambos, del gobierno y de su oposición. Es claro que nadie
en su sano juicio podría desear que nos matemos en las calles pero hay que
escarbar a fondo en esto de la tan mentada explosión social, porque a la luz de
lo que está sucediendo ahora en las calles en todas partes, si esto que pasa no
se llama “explosión social”, no sé entonces lo que está sucediendo todos los
días en el país. ¡Por Dios! ¡Ya hay una explosión social en Venezuela!
Si lo que teme
el régimen es a su remoción por las vías constitucionales, entonces veremos
agravar aún más la situación política y económica, porque esa opción no es
negociable, como así se lo hizo saber Leopoldo López a José Luis Rodríguez
Zapatero, en su reciente visita al preso político más importante del país.
Entonces su huída será hacia delante, evitando a todo trance y al costo que sea,
su salida del poder por esa vía. Zapatero hasta se dio el lujo de pedirle a la
oposición oficial que se olvidara del Referendo Revocatorio (http://www.el-nacional.com/politica/Rodriguez-Zapatero-MUD-olvidar-revocatorio_0_862114158.html),
en un claro grito por mampuesto del régimen. Dada esta situación, la explosión
social que ya estamos viviendo será peor en días, por no decir en horas.
Pero si lo que teme
realmente el régimen y su oposición oficial es a un movimiento masivo y
coordinado de la población que no se pueda detener, al punto que sea necesaria
la intervención de las Fuerzas Armadas, que deba deponer al régimen y sacudirse
a los políticos electoreros de la oposición oficial, e imponer una Junta
Cívico-Militar, sin que estos últimos tengan participación, tienen razón
Nicolás Maduro y Henry Ramos. Tienen que detener eso a como de lugar porque serían
arrasados los primeros y no irían nunca para ese baile los segundos, así como
se verían arruinadas sus aspiraciones de seguir en este tango pegado hasta el
2019 y más allá.
La única manera entonces que
tiene el régimen de zafarse del agravamiento de esa explosión social en curso, es
bajando la presión de las candelitas en las calles, consiguiendo que la
oposición oficial acceda llevar el Referendo Revocatorio al 2017, a cambio de
aceptar la ayuda internacional, en especial la financiera, soltando a Leopoldo López
para que incluso sea candidato en una posible futura elección. De allí nuestra
tesis de que el régimen tiene al país de rehén cobrando rescate (ver Un país de
rehén, en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/06/un-pais-de-rehen.html).
La posición irreductible de Leopoldo ha sido el freno de esas pretensiones.
Pero el
régimen se encuentra atrapado y en tal condición son peligrosísimos. Apelarán a
mostrarle a su oposición oficial que de no aceptar ese “dialogo” perverso,
quedarán tan afuera como ellos si ocurriera ese Golpe de Estado donde ambos terminan como
la guayabera. A mucha gente dentro de esa oposición oficial le encantaría que
Leopoldo se quedara donde está, con lo que no me extrañaría que procediera esa
negociación, pero esta vez sin él. Y es claro que eso no sería de una manera
abierta, haciéndole creer a la gente que no negociarán cuando en realidad lo
están haciendo, y el tiempo juega en contra.
Entonces,
paradójicamente, la explosión social estaría funcionando como un catalizador
para salir del régimen y su oposición al mismo tiempo, pero de una manera que
nadie quiere, y que luciría como el hito fundamental para el inicio de algo
nuevo en Venezuela. Es duro decirlo, pero sería como el parto doloroso, pero
necesario, para evitar que el país se siga desangrando por mucho más tiempo en
las manos de quienes han sido los causantes históricos y actuales del desastre,
aunque ello conlleve una circunstancia trágica.
La manera de
evitar que ese episodio destructivo se materialice sería la convocatoria del
Poder Originario, fuera de los Poderes Constituidos, por parte de todos los
factores democráticos del país, tal y como lo hemos planteado en la Alianza
Nacional Constituyente (http://ancoficial.blogspot.com/),
eligiendo a una Asamblea Nacional Constituyente, que reconcilie y reconstruya
al país. Esa sería la manera constitucional, pacífica y electoral, capaz de
indicarle a la población un camino pacífico para resolver nuestras diferencias,
generando una nueva institucionalidad en el país.
¿Serán los
factores opositores lo suficientemente maduros para intentar ese camino inédito?
¿Seguirán insistiendo en un Revocatorio que saben que el régimen evadirá a todo
trance aun a pesar del empeoramiento de la explosión social? Pero lo más
importante: ¿porque la oposición oficial no convoca a una Asamblea Nacional Constituyente
sin los Poderes Constituidos, a sabiendas que no lograrán con un Referendo
Revocatorio lo que si conseguirían con una Constituyente Originaria?
En lo personal
no creo que lo hagan, aun teniendo todo en sus manos para hacerlo, comenzando
por la capacidad de levantar en horas las 3 millones de firmas necesarias del
15% constitucional requerido para ello. Sin embargo hay que conceder siempre el
beneficio de la duda. Lo otro sería esperar que una explosión social defina el destino
de Venezuela…
Caracas,
10 de Junio de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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