Por Luis Manuel Aguana
Como nuestro idioma es en realidad
complicado, es posible que el titulo de esta nota se confunda con alguna suerte
de conejos subdesarrollados. Para nada. Se trata más bien de una variante del
subdesarrollo mental de la cual ha hecho gala recientemente el régimen de Nicolás
Maduro como su respuesta a la crisis alimentaria que azota nuestro país precisamente
por culpa de ellos mismos, quienes redujeron a cenizas el aparato productivo de
Venezuela, y ahora se sacan de la chistera un conejo, cuales magos de un circo,
pero sin pan (ver El “Plan Conejo”: la insólita medida de Nicolás Maduro para
enfrentar el hambre en Venezuela, en https://www.lapatilla.com/site/2017/09/13/el-plan-conejo-la-insolita-medida-de-nicolas-maduro-para-enfrentar-el-hambre-en-venezuela/).
Resulta impresionante que todas
las “soluciones” que el madurismo, y el propio chavismo en su oportunidad, le dieran
a los problemas de nuestra economía, o cualquier otra área compleja del sector
público, sea enfrentándolos con medidas que se corresponden a lo que informalmente
llamamos los venezolanos, “un rancho en la cabeza”, muy propio de aquellos que
sin tener ni idea de lo que hay que hacer, improvisan soluciones insólitas una
y otra vez, sin más referencia que aquella que proviene de la marginalidad donde
han vivido y que se han traído en la cabeza en el ejercicio de funciones de
gobierno.
La implementación a juro de los famosos
“gallineros verticales” para proveer alimento en los hogares venezolanos,
suprimir de la noche a la mañana los billetes de 100 una semana antes del 24 de
diciembre de 2016, esconder el efectivo “para evitar la inflación”, insistir y
profundizar la política de congelación de precios de los productos de primera
necesidad, a sabiendas de que desaparecerán y se comenzarán a mover en el
mercado negro (por supuesto a través de sus propias mafias de bachaqueros,
principalmente de militares) solo demuestran que cada experimento sale de esa
misma forma improvisada producto de una mentalidad “rancho” para resolver los problemas
que cada vez aumentan en gravedad y complejidad. Y
ahora, son los conejos de Bernal ante la hambruna del país. Daría risa si no
fuera tan patético.
Ese “rancho en la cabeza” no se puede
corregir: “La condición nada tiene que ver con niveles
económicos o educativos. Incluye a muchos nuevos ricos, y a quienes transitan
universidades sin lograr verdadera educación. Son la antítesis de tantos pobres
dignos, repletos de autoestima. Está bien comprobado que se puede ser general,
ministro o presidente y mantener la más profunda marginalidad mental…” (ver
Antonio A. Herrera-Vaillant, Rancho en la cabeza, en http://www.eluniversal.com/opinion/141002/rancho-en-la-cabeza).
Quise precisar el adjetivo
“conejil” al subdesarrollo mostrado con esa nueva medida (conejil, 1. Adj. Perteneciente o relativo al conejo,
DRAE) porque quienes nos desgobiernan son el caso más patético de
subdesarrollo mental gobernando a un país, que aunque no lo parezca, es lo
verdaderamente grave, y lo más peligroso de la larga lista criminal de lo que
estamos enfrentando los venezolanos. Ya los analistas internacionales mencionan
esta nueva “ocurrencia” del régimen rebautizando al Ilegitimo como Nicolás “Deja que coman conejos” Maduro
(Nicolas “Let Them Eat Rabbits” Maduro) (Ver Trump voters, Venezuela’s rabbits,
and human rights goes to the movies, en https://medium.com/signal-geopolitics-made-simple/trump-voters-venezuelas-rabbits-and-human-rights-goes-to-the-movies-38410461e785).
Medidas como esta no pueden llamar
a risa sino a mucha preocupación. No es un nuevo “gallinero vertical” más, sino
una manera consistente de entender y enfrentar la realidad, y que sin importar los
resultados, define con precisión como conciben el ejercicio del gobierno y su
trato a los gobernados, más allá de lo que hemos visto hasta ahora.
En 1985, Lawrence Harrison, un profesor de la Universidad de Harvard, publico
una investigación bajo el título “Underdevelopment is a state of mind: The
Latin American case” (El subdesarrollo es estado mental: el caso
latinoamericano). En este trabajo Harrison llega a conclusiones como estas: “La razón del desarrollo está en la
capacidad humana.” “La causa del bienestar radica en las habilidades de los
humanos, habilidades para imaginar, inventar, investigar, solucionar, realizar
y hacer mil cosas que constituyen el bienestar.” “Cierto, hay otras variables
que influyen en el logro del bienestar. Está el clima, la geografía, la
historia, las leyes. Pero la variable
clave es el talento de los hombres.” (ver resumen en Subdesarrollo
mental, en http://contrapeso.info/1999/subdesarrollo_mental/).
(resaltado nuestro).
A esa misma conclusión había llegado nuestro Arturo Uslar
Pietri en “La cárcel del subdesarrollo”
(Arturo Uslar Pietri, artículo publicado en Periódico El Tiempo de Bogotá el 28
de Mayo de 1985, http://tinyurl.com/y7e5joxa) pero
agregaba que con esa mentalidad subdesarrollada venia incluida la “noción de repudio a la excelencia, que a
veces lleva a una conformidad casi jactanciosa con la medianía y con el mínimo
esfuerzo, casi como inconsciente respuesta del favorecido ante el
privilegiado.”. Ese es el odio mediocre y resentido, que va con la
resistencia de esta gente a hacer las cosas bien porque de otra manera serían
“capitalistas”, haciendo de la misma condición de subdesarrollo una “afirmación
de identidad” como lo indicaba Uslar, generándose una dinámica permanente de
cosas mal hechas y decisiones mediocres, que es precisamente donde nos
encontramos atrapados.
Había una claridad meridiana de
Uslar en ese concepto: “…La excelencia no
es un privilegio de las naciones prósperas,
sino un estado de ánimo que todos los hombres pueden llegar a alcanzar.
Se trata de llegar a comprender que todos los seres humanos, en todos los
quehaceres de la vida, pueden aspirar y alcanzar la excelencia. Todo hombre
puede dar más de sí de lo que ordinariamente da, sobrepasar el nivel de
rendimiento con el que podía contentarse, fijarse metas más altas y exigir más
de sí mismo. No contentarse con lo fácil, lo a medio hacer, lo fallo, lo
suficiente para salir del paso…”. Yo añadiría que la excelencia, además, es
una actitud ante la vida.
El subdesarrollo conejil de Maduro
y Bernal, así como la mediocridad de ese pobre planteamiento de recuperación de
nuestra independencia alimentaria, producto de su “rancho en la cabeza”, es
todo lo contrario a la esencia misma del venezolano, quien ha demostrado una conducta diferente en el
transcurso de su historia. Tengan la seguridad que un pueblo que salió a dar
–no a recibir- libertad fuera de sus fronteras no cría conejos para sobrevivir.
Eso es una demostración de que solo un accidente fatídico en nuestro devenir
histórico, del cual saldremos más temprano que tarde…
Caracas,
15 de Septiembre de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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