Por Luis Manuel Aguana
Hubo una época en que la gente confiaba en las otras personas, al punto que con su sola firma cualquiera podía retirar el dinero de los bancos. Es decir que un papel sin valor se convertía en uno con el valor que anotaba el dueño de la firma y éste era capaz de pagar con ese papel porque las personas eran honorables y tenían credibilidad.
Con el tiempo, los estafadores acabaron con eso. Suplantaron las firmas de las personas honorables y cobraban su dinero. Entonces empezaron los controles. No era suficiente la sola firma, había que demostrar que quien firmaba, no sólo era el dueño de ese papel, sino que también debía demostrar que había “fondos” detrás de esa firma. Y se construyó, sobre algo que debía ser sencillo que era la confianza y la honorabilidad de una persona, toda una plataforma técnica complicadísima dirigida a sustituir lo que es humanamente insustituible: una persona honesta y honorable.
De ésa misma época salieron los contratos de palabra. Si alguien decía que cumpliría con alguna obligación o acuerdo, no era necesario que se hiciera ningún contrato. Bastaba la palabra. De allí el término “hombre de palabra” que se le acuñaba a alguien que cumplía lo que decía, sin más. La vida se tornaba así sencilla y más humana. Pero como con el tiempo estas personas se hicieron cada vez más escasas, la gente se vio en la necesidad de sustituir “la palabra” por la garantía de cumplimiento. Y surgieron los abogados cuyo trabajo consistía en redactar documentos que sustituían la honorabilidad y la palabra de una persona, porque así se “garantizaba” el cumplimento de los acuerdos.
Parecía que antes las cosas eran más sencillas cuando la gente tenía credibilidad y cumplía. Se usaba la expresión “dar un cheque en blanco” cuando por la confianza que se le tenía a la persona, se le extendía ese papel firmado sin colocar nada en él para sólo ser llenado posteriormente con el monto y el beneficiario. Ahora los bancos están matando a los cheques como reliquia del pasado, en beneficio de las tarjetas electrónicas. Ya la confianza quedó como una característica más propia de los sistemas tecnológicos que como una cualificación moral de las personas.
Cuando mencioné en mi nota anterior en este blog (ver “El otro Foro” http://ticsddhh.blogspot.com/2012/06/el-otro-foro.html) que me había sentido bien satisfecho con la explicación técnica de cómo se asegura con el nuevo SAI el secreto del voto y que no tenía razones para dudar de quienes dijeron allí haber visto el código de esos programas, lo hice basado en esa confianza que se daba cuando en la antigüedad se cerraba un trato con un apretón de manos, de buena fe. Yo no he visto esos programas, ni necesito verlos si existe esa confianza. Y es así, como todos los venezolanos lo estamos haciendo, confiando en que se están haciendo todas las cosas bien para que nuestros votos sean cuidados como corresponde. Pero la gran pregunta que muchos de nosotros nos hacemos todavía es: ¿es suficiente lo que se está haciendo? La respuesta es una sola: nunca es suficiente con este gobierno delincuente.
Abierta la discusión pública acerca de las condiciones electorales, es un hecho que le estamos dando al Comando Venezuela y a sus técnicos electorales un cheque en blanco. Estamos confiando que los procedimientos que están adoptando para defender el voto, son suficientes. Y allí es donde se plantea la discusión.
No es que el Comando Venezuela y sus técnicos nos estén embaucando y estén vendidos. Si pensáramos eso, entonces abandonemos esta discusión y sigamos otro camino. Muchos de nosotros nos hemos paseado por esa posibilidad en algún momento. El gobierno está lleno de dinero para comprar a quien sea, a cualquier costo. Y ciertamente hay personas dentro de ese grupo técnico que bien valdría la pena de investigar para ver si han cambiado sus condiciones de vida, y que ciertamente no deberían estar allí, pero están. Pero esa, aunque importante, no es la discusión aquí.
La discusión aquí, a mi modo de ver, no es si el gobierno a través de su Ministerio de Elecciones-CNE, nos vaya a hacer trampas. Lo van a intentar, no me cabe duda. El solo hecho de haberse gastado 45 millones de dólares en equipo electoral innecesario nos da cuenta de esto. Y habrán comprado las voluntades técnicas y no técnicas necesarias para intentar un fraude. La discusión aquí es si hemos peleado los suficientes controles técnicos y procedimentales para detectar los comportamientos fraudulentos que sabemos que se presentarán en el proceso del 7 de Octubre y aplicar con fuerza los que se han conseguido.
Ya nos pasaron el “strike” de las captahuellas pegadas a la máquina electoral. Eso, de suyo, generará una desconfianza a votar de los empleados públicos, aunque los técnicos digamos una y mil veces que se protegerá el secreto del voto. Han logrado, hasta ahora, lo mismo que logró Jorge Rodríguez cuando las introdujo por primera vez en el Revocatorio, quebrar la confianza. Y además, esos aparatos innecesarios provocarán un colapso en las colas similar al del año 2004.
Una de las propuestas hechas el 23 de Mayo por las ONGs en materia electoral en el Foro de El Nacional fue precintar las botellas de tinta. ¿Qué pasó con eso? También se sugirió una auditoría rápida al RE de un pequeño subconjunto, estadísticamente seleccionado, para detectar las fallas denunciadas. Asimismo hubo otra hecha desde este blog en relación a las claves de acceso de los datos encriptados de la data de transmisión a la finalización del proceso, para evitar interferencia extraña. Muchas sugerencias de parte de la sociedad civil y de nada de eso se ha sabido que hayan hecho algo, por lo menos solicitarlo e informarlo públicamente.
Es increíble lo que ha hecho el candidato en tan poco tiempo en la calle. En la marcha de presentación ante el CNE se pudo constatar lo que ha calado esa candidatura en la gente como una promesa de un futuro mejor. Capriles se ha engrandecido, mucho más allá que cualquier otra opción que hayamos tenido en el pasado. Sólo esperamos que ese cheque en blanco dado por este pueblo noble a los técnicos para cuidarle los votos, en una confianza que solo asemeja a aquella que se daba en el pasado a la gente honorable, no sea cobrado por manos inescrupulosas, escamoteando esa genuina alegría de esperanza que ha contagiado el candidato a todos los venezolanos. Y si eso pasa, todos sabremos a quien ir a buscar…
Caracas, 15 de Junio de 2012
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