Por Luis Manuel Aguana
“La voz del pueblo
es la voz de Dios”…
Dedicado a los
caídos del 11 de Abril de 2002
No
cometo ninguna indiscreción al contar que una vez el Dr. Enrique Tejera París
me dijo en una reunión, en tono de fuerte reclamo: “¡Jovencito! ¡Yo he estado en tres golpes, dos buenos y uno malo, y en
todos la constituyente se hizo después que estás en el gobierno!”. Y digo
que no la cometo porque el mismo Dr. Tejera declaró su participación en esos
tres golpes a la prensa ucevista (ver Homenaje a Enrique Tejera París, en http://univnoticias.com/wp/index.php/2015/11/14/la-energia-de-un-polivalente-homenaje-a-enrique-tejera-paris/).
Con mucho respeto le contesté, “será entonces esta la primera vez”, poniéndome
a contravía en esa oportunidad de lo que todo el mundo pensaba y todavía piensa
del curso histórico que debe llevar ese proceso.
Y no
era la altanería de un “jovencito”, que por lo demás yo era –y todavía soy- en
comparación con el recorrido histórico de ese bastión de la historia
contemporánea de Venezuela que fue el Dr. Tejera París, sino del razonamiento
que en esa ocasión le di, y todavía le doy, a aquellos que piensan que esa es
una suerte de designio histórico inevitable, que se debe repetir como un mantra
una y otra vez en Venezuela, sugiriendo que la historia debe volver a repetirse
para la desgracia de todos los venezolanos.
Venezuela
está pasando por un proceso de destrucción nunca antes visto, semejante al de
una guerra, con muertos incluidos. No tenemos en nuestros anales históricos
alguna referencia con la que comparar esta plaga que ha descendido sobre
nosotros. Podemos efectivamente analizar todas las causas por la cuales caímos
en esta desgracia pero de ninguna manera la historia pasada nos sirve como
orientación para estudiar qué es lo que debemos hacer para salir de ella.
¡Debemos innovar! “O inventamos o
erramos” decía el Maestro del Libertador, Don Simón Rodríguez…
La
solución que indicaba el Dr. Tejera París y aun sugieren tercamente algunos
lideres políticos opositores, a los que se suman connotados formadores de
opinión pública, es que debe ocurrir primero la “caída del régimen”, y que de
la mano de un “gobierno de transición cívico-militar” se convoque posteriormente
a un proceso Constituyente. Esa es, de acuerdo con ellos, la receta histórica que
debe aplicarse en Venezuela. O mejor, debo decir, la aplicación de la manida foto
amarillenta de la historia de los cambios bruscos de gobierno en Venezuela.
Pero
esa foto amarillenta debe ahora actualizarse a una película digital de alta
resolución y trasladarse a las condiciones del presente, tomando en consideración
ahora a unas Fuerzas Armadas completamente desmanteladas y secuestradas por el
narcotráfico, prácticamente dueñas del negocio de la comida en el país, un
sistema de inteligencia del régimen, entrenado por quienes fueron formados en la
Stazi de la Alemania comunista, que conoce quien, cuando y donde se mueve algún
componente militar a cualquier hora, una oposición oficial completamente desarticulada
y ansiosa de poder y dinero, sin ningún plan coordinado adonde conducir el país.
Ese panorama lamentable hace extremadamente difícil que se repita la receta
histórica del golpe “bueno” que algunos aspiran que se produzca en Venezuela.
Tengo
la teoría de que la situación trágica de Venezuela se ha alargado innecesariamente
porque precisamente mucha gente de la oposición formal, conjunta o
separadamente, se han dedicado a esperar que esa foto amarillenta se repita; y
en el medio de esa desesperación, que es también la de todos, están perdiendo
el control, y cualquiera que diga “¡calle!” puede ocasionar un descalabro
trágico, esperando que el gobierno caiga debido a la violencia generalizada.
Eso puede, como puede no pasar. Y dependerá de hasta donde decida el régimen
aplicar la represión. Cuba ya lleva más de 50 años en eso, llevando la
represión a extremos inimaginables, como ya estamos empezando a experimentar
aquí, al ver el ejemplo de la Guardia Nacional y la PNB disparar sobre los
manifestantes, dejando caer bombas lacrimógenas desde helicópteros sobre la
multitud, disparando gas toxico dentro de los centros comerciales y de salud, persiguiendo
venezolanos.
En
otras palabras, la estrategia que percibimos de la oposición oficial es salir
del régimen a como de lugar, con toda la gente que se pueda reunir en la calle,
sin importar quien salga herido, muerto o desaparecido, sin un horizonte claro
de quien o que vendrá luego, después que hipotéticamente el gobierno caiga por
crisis, para ver después lo que hacemos. Esa es la versión clásica del “como
vaya viniendo vamos viendo” de Eudomar Santos. Al menos cuando teníamos la
fotografía vieja y amarillenta, “alguien” sabía lo que vendría y estaba en
control. ¿Es ese el mismo caso de ahora? Viendo en retrospectiva a los actuales
personajes opositores, lo dudo mucho. Entonces, algunos de ellos están
apostando que de ese caos salga la libertad. Mala apuesta porque eso, mis
queridos amigos, no existe.
Y de
paso algunos indican que del gobierno que salga de ese caos, alguien se
“comprometerá” a garantizarnos a los venezolanos un proceso constituyente limpio
para reconstruir institucionalmente al país. Después que me cuenten una de
vaqueros. Es eso precisamente lo que han hecho los gobernantes desde hace más
de 180 años en Venezuela después de acceder al gobierno por la vía rápida:
acomodar la constitución como un traje a la medida para su permanencia en el
poder. De ocurrir eso prefiero defender la maltrecha Constitución de 1999 y
seguir en la lucha por el cambio político de la mano del Poder Originario.
Me preguntarán
¿y cuál es tu planteamiento entonces? Innovar. Desde la ANC le planteamos al
país un procedimiento inédito, constitucional, pacifico y electoral, pero sobre
todo controlado para solucionar la crisis, que recorre un camino
difícil pero posible, sobre la base del ejercicio del derecho ciudadano de los
venezolanos a la participación política; y que de acuerdo al Artículo 347, al
ser depositarios del Poder Constituyente Originario, podemos convocar a una
Asamblea Nacional Constituyente. Lo llamamos “Bases Constituyentes, Propuesta
de los Ciudadanos para la Reconciliación y el Cambio” (verlo en http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html).
En ese procedimiento se ejecutan todos los artículos del
Titulo IX, De la Reforma Constitucional, Capítulo III, De la Asamblea Nacional
Constituyente, de la Constitución, haciendo efectivos los Artículos 347, 348,
349 y 350, concretando así el desconocimiento a la autoridad constituida a
favor de los ciudadanos.
De esta
manera seguimos una ruta apegada estrictamente a la Constitución comenzando por
la organización ciudadana para recoger las manifestaciones de voluntad
necesarias, establecidas en el Artículo 348 (15% del Registro Civil y
Electoral) para convocar al Poder Constituyente Originario y elegir a una
Asamblea Nacional Constituyente, sin intervención de los Poderes Constituidos
(Presidente de la República, TSJ, CNE, AN, y Poder Moral). Es allí donde contestamos
“como se come” el desconocimiento establecido en el Artículo 350, dándole curso a lo he hemos
llamado una Insurrección Civil Constitucional (ver http://ticsddhh.blogspot.com/2017/02/insurreccion-civil-constitucional.html),
canalizada de una manera ordenada y organizada.
Una vez
reunidas esas voluntades, acto seguido, una entidad establecida por el mismo
pueblo al firmar la convocatoria, el Consejo Nacional Constituyente,
tomará el control de la administración del proceso constituyente hasta la
elección final de los Constituyentes. A partir de su instalación, la Asamblea
Nacional Constituyente tiene la potestad de hacerse cargo de la remoción de los
Poderes Públicos que considere convenientes, y proceder a la designación de un
gobierno de transición hasta la aprobación de una nueva Constitución, con la
subsecuente elección de los nuevos Poderes Públicos. De acuerdo al Artículo
349, “los poderes constituidos no podrán
en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente”.
El
Consejo Nacional Constituyente no gobernará al país, ni le dará un golpe de
Estado al gobierno. Su misión es conducir el proceso constituyente originario
hasta la elección de la Asamblea Nacional Constituyente. El gobierno deberá
permanecer en su lugar hasta que la Asamblea sea electa y decida su destino.
Aquí no hay “golpe de Estado”.
Y algunos
me dirán, ¿y ustedes creen que el gobierno lo va a aceptar? No, no lo creemos.
Sin embargo, está en la obligación de hacerlo y quien lo debe garantizar es la
Fuerza Armada Nacional, a tenor de lo siguiente: Artículo 5: “La soberanía reside intransferiblemente en
el pueblo…Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están
sometidos”; Articulo 7: “La
constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico.
Todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a
esta constitución”; Articulo 347: “El
pueblo de Venezuela es el depositario del Poder Constituyente Originario…”;
Artículo 328: “La Fuerza Armada Nacional
constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política,
organizada por el Estado para garantizar la independencia y la soberanía de la
Nación…”.
Entonces, la Fuerza Armada Nacional estará en la obligación
de garantizar y hacer cumplir la voluntad del pueblo de Venezuela expresada en
sus manifestaciones de voluntad, al alcanzarse el mínimo requerido del 15% establecido
en el Registro Civil y Electoral, de acuerdo al Artículo 348 de la
Constitución.
Pero, ¿será
eso posible en el estado ya descrito de las Fuerzas Armadas? Pienso que no les
quedará otro camino como un todo institucional si no desean, como estamos
seguros que no desean, salir a matar gente en las calles. De hecho creo que esperan
una solución como esta. Sería la puerta franca, abierta y civilizada que les estaría
brindando el pueblo venezolano para canalizar constitucionalmente la crisis y
re institucionalizar al país. Sería la presión correcta, precisa e
institucional que no implicaría el ya manoseado “golpe cívico-militar” salido
de las componendas por el poder, marcado por intereses inconfesables, sino la
subordinación a las que se deben como militares a un gobierno de civiles, en el
acatamiento de la decisión del Soberano.
El
pueblo venezolano tiene el legítimo derecho de echarse a las calles a protestar
por una situación que ya es intolerable, pero la dirigencia política tiene
concomitantemente la altísima responsabilidad de conducir esa protesta de una
manera clara y efectiva que la conduzca al éxito de sus reivindicaciones. De otra
manera, seguiremos viendo a un pueblo frustrado y hambriento muriendo en las
calles a manos de una dictadura genocida.
La
Constituyente Originaria no está reñida con la protesta cívica, todo lo
contrario. Será producto de ella si entendemos que debemos ganarnos ese derecho
en la calle si se canaliza correctamente la energía popular en esa dirección,
por parte de una dirigencia responsable. ¿Será posible que la sindéresis y la
racionalidad de la dirigencia política venezolana priven sobre ese designio
histórico que me martillaba el Dr. Enrique Tejera París, como curso inevitable
de la situación política de Venezuela? No lo creo, pero les doy el beneficio de
la duda. Al menos no será por falta de propuestas y voluntad de cambio de la
gente. Al final la decisión será siempre del Soberano pueblo de Venezuela: Vox populi, vox Dei…
Caracas,
11 de Abril de 2017
PD. Hoy se cumplen 15 años de los trágicos
sucesos del 11 de Abril del año 2002. Un homenaje a los caídos en la histórica
marcha y una oración por el descanso eterno de sus almas. Sus vidas no se habrán
perdido en vano si los que quedamos vivos seguimos luchando por hacerles
justicia, recuperando la libertad por la que ellos murieron…LMA
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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