Por Luis Manuel Aguana
Si para algo han servido estos
días sin electricidad, cortesía del régimen por acción, omisión, corrupción y
caos deliberado, han sido para dejar de leer un buen rato en electrónico
(Twitter, WhatsApp, sitios de noticias y artículos en la web) obligándome a
regresar al método tradicional de lectura en libros de papel. Y como “no hay
mal que por bien no venga”, como reza el dicho popular, releyendo la obra del
maestro Manuel Caballero “Rómulo
Betancourt, político de nación”, me encontré con esta perla que antes había
pasado por alto porque no estábamos en la situación en la que ahora estamos:
“Pero sobre todo hay una lección que de una manera u otra tiene que
impresionarlo (refiriéndose a Betancourt), tanto ella es evidente: el pueblo
venezolano puede detestar al régimen gomecista, pero antes y por sobre todo detesta
la guerra civil. Junto con sus lecturas marxistas, al llegar a Costa Rica, lo
dijo muchas veces, Betancourt dedicará su escaso tiempo libre a leerse la
aburridísima y gigantesca Historia contemporánea de Venezuela de Francisco
González Guinán. Recorrer estas
páginas es darse cuenta de por qué el pueblo venezolano prefiere la tiranía a
la anarquía, el despotismo a la guerra. Y se acentúa la relevancia para
la historia del país del movimiento del 28 del grupo de jóvenes que se rebeló
en la calle y no en los campamentos…” (1) (resaltado nuestro)
Esa cita me dio como un martillo
en la cabeza. Y fui volando a la Historia
Contemporánea de Venezuela de González Guinán –que a mi juicio no tiene nada de
aburrida- y rescaté la siguiente cita que corresponde a la descripción del
periodo de José Tadeo y José Gregorio Monagas en el siglo XIX, que bien puede
aplicarse a toda la sangrienta historia de ese siglo, incluida la Guerra
Federal:
“…fue de agitaciones políticas, de guerras civiles, de conmociones
sociales, de faltas, de conquistas liberales, de reformas de instituciones, de
nepotismo, y de usurpación del poder público. En su principio, la exaltación de
las pasiones de los partidos comunicó a la política un extraordinario calor:
los hombres se olvidaron de la patria; los partidos se combatieron con
encarnizamiento; el odio animó los corazones; la calumnia se introdujo airada
en las filas de los adversarios; las represalias fueron crueles, y habiéndose
tomado el estrado de los legisladores como triste arena de gladiadores para
comenzar la lucha armada, el templo de la ley quedó profanado y abierto el
sombrío palenque de las guerras intestinas” (2)
Ese texto es una descripción
precisa de lo que sucede hoy en Venezuela. La historia se repite y la diferencia
es que aun no comienza la guerra. Demasiada sangre se ha derramado en nuestro
país y de acuerdo a la cita de la vida de Betancourt descrita por Manuel
Caballero, esa violencia quedó grabada en los genes de los venezolanos al punto
de preferir “la tiranía a la anarquía, el
despotismo a la guerra”, y de allí que, de acuerdo al historiador, para
luchar en contra de la tiranía, Betancourt escogiera un partido leninista forjado
para las luchas civiles que irse a la confrontación armada. Pero ¿es esto lo
que aplicaría hoy? Me atrevería a afirmar que esa apreciación no es aplicable
como lo fue en esa época. No estamos enfrentando una tiranía común. Estamos
enfrentando un cartel internacional de delincuentes.
Entonces pensar en herramientas
políticas para enfrentar una situación que es de naturaleza criminal pone las cosas
en una perspectiva diferente; y donde definitivamente se requiere del uso de la
violencia legítima del Estado, solo que en este caso esta violencia se
encuentra secuestrada por los delincuentes.
Pero queda la cita pendiente para
la historia y pareciera que efectivamente estamos dispuestos a calarnos una
tiranía prefiriendo el despotismo a la guerra. Es duro decirlo pero hasta este
momento eso es lo que ha ocurrido. Pero ha ocurrido porque los factores
políticos que conducen el proceso no se han atrevido a establecer las
condiciones para que esa decisión la enfrente el mismo pueblo. De allí que una
conducción política timorata haga que el carro de la historia no avance porque ella
ha decidido manejar con un pie en el acelerador y el otro en el freno al mismo
tiempo, debido a los más abyectos intereses que favorecen la politiquería
interna de los partidos opositores al bienestar de la población.
Y en ese sentido el dedo en esa
llaga lo pone el Director del Interamerican Institute for Democracy, Carlos
Sánchez Berzaín, al indicar en un reciente artículo: “Hoy en Venezuela hay solo dos entidades que no reconocen a Juan Guaidó
como Presidente Encargado y son la dictadura de Maduro y la Asamblea Nacional
que se supone quiere terminar la dictadura. Guaidó es preso de la suma
de minorías que hacen la mayoría opositora, que impide que el Presidente
forme gobierno pues ha impuesto en los artículos 7, 25 y 26 del Estatuto, que
habrá gobierno de transición solo “una vez cesada la usurpación de la
Presidencia de la Republica de Venezuela por Nicolás Maduro Moros”. Y más
abajo remata: “El tiempo corre a favor de
la dictadura que aplica la estrategia de asfixiar a Guaidó, desgastando su
elevadísimo respaldo popular y usándolo como su mayor debilidad política.
Tan grande respaldo popular es usado por la dictadura para que Guaidó no tenga
el respaldo real de los líderes de los partidos políticos que se dicen de
oposición, porque si logra retirar a la dictadura y convocar a elecciones,
Guaidó podría ser fácilmente elegido y estaría superando tres generaciones de
candidatos que hoy están en control de la Asamblea Nacional” (recomiendo
leer Carlos Sánchez Berzaín, Gobierno de transición para terminar la dictadura
en Venezuela, en http://www.carlossanchezberzain.com/2019/03/11/gobierno-de-transicion-para-terminar-la-dictadura-en-venezuela/).
Hemos repetido en reiteradas
oportunidades de la inconstitucionalidad del mencionado Estatuto para la
Transición, que secuestra las atribuciones constitucionales del Presidente a favor
de una coalición de partidos. Si Guaidó sigue prisionero de ese Estatuto difícilmente
tendrá las manos libres para realizar lo que tenga que hacer para salir
definitivamente de Maduro, siendo que ya ha sido declarado Presidente legítimo
como primer paso fundamental, con todo el apoyo que la Comunidad Internacional y
los venezolanos le hemos dado.
Si la misma Asamblea Nacional no
reconoce a Juan Guaidó con todos los símbolos del poder correspondientes y se
le impide formar gobierno inmediatamente, la Comunidad Internacional se verá
atada de manos para actuar a favor de los venezolanos, evitando que el pueblo
de Venezuela decida entre tiranía y anarquía, o entre despotismo y guerra si es
necesario. Esa es la razón por la cual la Asamblea Nacional se niega a aprobar
la autorización del Artículo 187.11 para la custodia militar internacional de
la Ayuda Humanitaria. La mezquindad y la ambición de la dirigencia política de
los partidos del G4 es tal que sus líderes y candidatos permitirán primero que
se pierda la oportunidad de éxito de este nuevo ciclo opositor con Juan Guaidó
y los venezolanos a la cabeza antes que ceder a sus ambiciones de poder. ¡Eso es
criminal y hay que denunciarlo!
Los venezolanos debemos exigir que
Guaidó termine de ser reconocido formalmente por los diputados de la Asamblea
Nacional como Presidente Constitucional Encargado de la República, como
nuestros mandantes que son, para que este proceda a formar gobierno e
inmediatamente convoque a los venezolanos a cerrar filas detrás de su liderazgo.
Estoy que seguro que con esa oportunidad abierta, y ante la gravísima y
excepcional situación de Venezuela, los venezolanos demostrarán que no tienen
ningún problema en decidir en contra de la tiranía y el despotismo, así
tengamos que pelear una guerra para salir de la anarquía.
Caracas,
11 de Marzo de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(1) Manuel Caballero, “Rómulo
Betancourt, político de nación, ISBN: 978-980-354-246-7, Pág. 352-353, Caracas-Venezuela,
Editorial Alfa, 2008.
(2) Francisco González Guinán, Historia
Contemporánea de Venezuela, Tomo I, Prólogo, Págs. XIII-XIV, Ediciones de la
Presidencia de la República, 1954.
Sólo un comentario muy personal, los delincuentes no están sólo en el gobierno usurpador, tambien están en la AN, y como ya sabemos, delincuentes de esa calaña no negocian, ni se rinden, hay que sacarlos ya sabemos como. Eso es lo difícil mas no imposible. Dios nos ayude.
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