Por Luis Manuel Aguana
Trato siempre de no reaccionar de
manera inmediata ante las situaciones que se presentan, porque los seres
humanos siempre tendemos a equivocarnos cuando lo hacemos. De allí que lo primero
que recomiendo, aunque confieso que a veces falto a ese principio, es esperar.
Sin embargo las cosas en política tienen que ver con el momento y la
oportunidad, además que lo que lo que sucede todos los días en Venezuela escapa
a cualquier razonamiento lógico y no podemos esperar.
Hay tres maneras de reaccionar ante
lo que ocurrió el pasado lunes 16 de Septiembre con el régimen y un grupo
minoritario de supuestos opositores. La primera es con el estómago, como bien
lo expresa la caricatura de Rayma, “Sentimiento Nacional” (ver https://twitter.com/raymacaricatura/status/1173664599381614592).
Venezuela realmente vomitó frente a eso por lo asqueante y nauseabundo que
significó tanto colaboracionismo junto ante un pueblo asombrado. La segunda
manera es con el corazón, con la emoción. Se puede hacer catarsis agrediendo
por las redes sociales a los participantes de esa “oposición” minoritaria de
los partidos Cambiemos, Soluciones para Venezuela, MAS y Avanzada Progresista de
Timoteo Zambrano, Claudio Fermín, Felipe Mujica y Henry Falcón que representan
solo 9 curules en la Asamblea Nacional. Y la tercera es con la cabeza. Esto es,
analizar fríamente que fue lo que sucedió y actuar en consecuencia. Me inscribo
en esta última manera de encarar el problema, comenzando por reconocer que el
movimiento del régimen fue una extraordinaria jugada de laboratorio de la cual
la oposición oficial debe comenzar por aprender lecciones de estrategia
política.
Lo que paso ayer fue la
presentación en sociedad de uno de los movimientos mejor logrados del régimen
para apoderarse de la Asamblea Nacional, el único poder legitimo sobre el cual
descansa la mejor estructura que se ha organizado desde la oposición para salir
del régimen castro-chavista-comunista de Nicolás Maduro, que es lo único que ha
podido hacerles daño nacional e internacionalmente.
Para eso se ha valido del
empecinamiento de la oposición oficial de seguirle el juego a un diálogo que
nunca entendieron -ni quisieron entender- como una de las mejores herramientas
de ganar tiempo para tomar fuerzas y arremeter con mayor poder en contra de los
venezolanos, y especialmente en contra de quienes todavía ingenuamente creen
que estos delincuentes respetarán alguna negociación. Y además se ha valido de
lo más arrastrado de la dirigencia política opositora que reaparece después de
su debut el 20 de Mayo de 2018, acompañando de nuevo al régimen para garantizar
su permanencia en el poder a cambio de favores políticos y económicos. No se
asombren entonces del talante de estos títeres.
De acuerdo a las declaraciones del
mismo Timoteo Zambrano, “las
conversaciones entre esta minoría opositora y el Ejecutivo se mantenían desde
hace dos o tres meses, tiempo en el que también se desarrollaron las
conversaciones con la representación de Guaidó” (ver El Carabobeño, https://www.el-carabobeno.com/maduro-celebra-que-timoteo-zambrano-claudio-fermin-y-felipe-mujica-pactaran-con-el-gobierno/).
En otras palabras, tres meses antes, mientras todo el mundo le decía a Guaidó y
al gobierno interino, el error que significaba negociar con Maduro, el régimen
negociaba con Zambrano a espaldas de esa mesa de diálogo para dinamitarle el
piso a la Asamblea Nacional y sus negociadores. ¿Pensaba realmente Guaido y su
gente que Maduro tendría la intención dejar el gobierno para llegar a un
acuerdo con él, tal y como declaró ante las cámaras un ingenuo Guaidó
sorprendido fuera de base? Nunca tuvieron esa intención. Y yo me pregunto,
¿quién es culpable de esa falta de previsión?
Trabajar por el levantamiento del
“desacato” de la Asamblea Nacional, la reincorporación de los diputados del
PSUV y retomar los diálogos con Noruega, pero esta vez con los opositores
convenientes (si es que alguna vez no los hubo) no es más que el abrebocas a
una nueva conformación parlamentaria el año entrante, donde el régimen, ya en
funciones en la Asamblea Nacional, imponga a punta de billetes verdes una nueva
estructura de poder dentro de la Asamblea Nacional. ¿Dónde quedarán Guaidó y el
Acuerdo de la Transición? ¿Qué posición tomará, por ejemplo, Acción Democrática
o mejor dicho Henry Ramos Allup y UNT –que son lo mismo pero con diferente
cacique-, cuando el régimen les ofrezca una posición conveniente para sus
intereses comunes? ¿Dejarán colgado de la brocha a Guaidó? Piense mal y
acertará…
No habrá partidarios suficientes de
Guaidó en esa Asamblea Nacional cuando llegue el régimen con un saco de dólares
para comprar conciencias para la nueva legislatura que comienza el 5 de enero
del 2020. Cuando ellos entren, el “desacato” desaparecerá por arte de la magia
de los leguleyos del TSJ de la Av. Baralt. Zambrano, Fermín y el resto no son más
que payasos en este macabro circo de quitarnos de las manos el poder
legislativo por la terquedad e impreparación de quienes lo conducen.
Juan Guaidó deberá entonces
comenzar a entender que los únicos que le acompañamos ahora para lograr el Cese
de la Usurpación de manera inmediata (si es que todavía piensan en eso) no es
otro que el pueblo de Venezuela que le aclamó el 23 de Enero. Y desde esta
fecha hasta fin de año contemplará, como el resto de los venezolanos, la
perdida acelerada de la legitimidad del poder que alguna vez representó la
Asamblea Nacional como esperanza de salir de la tiranía de Nicolás Maduro.
Y cuando el régimen haya
desaparecido el último vestigio de la institucionalidad en Venezuela, la única
manera de darle reinicio a este país será convocando a la Soberanía Popular.¿Por
qué tenemos que llegar hasta allá para que Guaidó y el resto de quienes le
acompañan terminen de entender que la Constitución de 1999 esta construida
deliberadamente como participativa y no solamente como representativa, como
ocurría con la Constitución de 1961? Que el Artículo 5 de la Constitución le
permite ahora al pueblo ejercer DIRECTAMENTE su soberanía “en la forma prevista
en esta Constitución y en la Ley” y que el Artículo 70 establece los mecanismos
para hacerlo. No esperemos llegar hasta el punto para convocar al pueblo
soberano.
Si alguna
oportunidad nos deja esta redefinición del régimen de quienes son ahora “sus
opositores” es que se acortaron las opciones del Gobierno Interino de Juan
Guaidó e indirectamente también las opciones de los aliados de la Comunidad
Internacional, comenzando por los Estados Unidos. Ahora el gobierno de Trump
deberá tomar acciones, como bien cierra Roger Noriega un reciente artículo en
el Washington Examiner (ver Roger Noriega, No culpes a John Bolton por
Venezuela, en https://www.aei.org/publication/no-culpes-a-john-bolton-por-venezuela/): “Durante la última década, la diplomacia convencional no pudo
evaluar la naturaleza del narcoestado venezolano, la importancia de la invasión
cubana y el interés de Rusia y China en desafiar a Trump en las Américas. Los diplomáticos no pudieron actuar de
manera efectiva cuando Maduro robó una serie de elecciones, cuando los líderes
de la oposición cínicos vendieron la democracia, los narcotraficantes
secuestraron un gobierno y la destrucción económica y la represión brutal
obligaron a 4 millones de refugiados a salir de Venezuela. Ahora que
Bolton ha sido dejado de lado, Trump tendrá que empoderar a otro líder para
enfrentar a un narcoestado bien financiado que está desestabilizando a las
Américas con drogas, terroristas, corrupción y refugiados. Enfrentar esta amenaza,
con fuerza es la única opción razonable”.
(Resaltado nuestro)
Pero la fuerza que entendemos que debe ser aplicada
a este narcoestado es la de la Constitución y la autodeterminación del pueblo
venezolano. Juan Guaidó debe convocar al pueblo como instancia definitiva que
lo reconoció como Presidente legítimo, a una Consulta Popular Plebiscitaria
manejada por la sociedad civil para resolver en definitiva la usurpación de
Maduro y convocar a un Gobierno de Transición, como lo ha planteado ANCO y un
distinguido grupo de venezolanos, y que de allí se deriven las decisiones que
correspondan. Así debe plantearlo a la Comunidad Internacional en su viaje a la
ONU, ante la inminente desaparición de la única instancia legítima del país. El
Plebiscito se convirtió en un día, por obra y gracia del régimen y sus títeres,
en la única opción sobre la mesa…
Caracas, 18 de Septiembre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
El Pueblo venezolano esta solo, empobrecido y cansado. Cansado del cinismo, vanidad y prepotencia de una casta política alienada y autoreferenciada que le convoca para legitimarse y luego lo desecha como basura. Estamos cansados de esa elite carente de visión, estrategia, responsabilidad y patriotismo. Cuya única ambición es el poder como fin personal, único y último. Intuyo que hemos entrado en la ultima fase del "proceso" cuyos objetivos siempre han estado claros para todos menos la "oposición oficial". Mientras montan la escenificación del próximo "burlesque" electorero, nadie menciona la inminente muerte de la Banca Privada como siguiente paso para el control definitivo de los extintos ciudadanos que aun permanezcan en el país. No se están entregando tarjetas de crédito, no hay plástico para tarjetas de debito, no hay efectivo y se están cerrando las cuentas de muchos clientes bajo argumentaciones inverosímiles. Pero claro, las miserias del lumpen no interesan a los iluminados. Solo les interesa la próxima elección porque...el show debe continuar. "Bring in the clowns!"
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