Por Luis Manuel Aguana
Intervención en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV el 21-11-2023, “El Esequibo: ¿una pelea ganada o perdida?
Buenos días,
Como siempre, en primer lugar, deseo agradecer a la Cátedra Pío Tamayo y al Prof. Agustín Blanco Muñoz, la gentil invitación a debatir sobre los temas de importancia que atañen a los venezolanos. Nunca como ahora, Venezuela necesita que los temas se traten con la necesaria profundidad y seriedad, y en especial en las universidades y centros de investigación. Esta Cátedra de la UCV ha sido ejemplo de esa conducta por 40 años. Valgan mis felicitaciones al Prof. Blanco Muñoz y a todos los que lo han hecho posible.
El tema de la Cátedra que nos reúne hoy es uno de los pocos que unifican a todos los venezolanos de todas las tendencias, razón por la cual debe ser tratado con la mayor seriedad y rigurosidad. La pregunta de la Cátedra, “El Esequibo: ¿una pelea ganada o perdida?”, nos enfrenta, sin lugar a dudas en el análisis político, a una grave situación que puede afectar el futuro de las próximas generaciones de venezolanos.
Una advertencia antes de continuar. No pretendo de ninguna manera presentarme aquí como un experto en el tema de delimitación de fronteras, y en especial el que nos ocupa hoy, del diferendo con la República Cooperativa de Guyana. Mi interés, y razón por la cual creo que se podría justificar mi presencia el día de hoy para aportar algo en una discusión sobre esta materia, tiene que ver con el cómo se ha tratado este particular tema en el ámbito político desde sus inicios, y que de una discusión que se originó en la pretensión expansionista del imperio británico de una de sus colonias en América, termino siendo la excusa de un régimen autoritario para permanecer en el poder.
¿Cómo pudo pasar eso? Mi tesis es que la respuesta puede estar en algo que no ha cambiado desde que somos país: la manera en que los políticos venezolanos han conducido las decisiones relativas a lo que en Venezuela llamamos, desde el principio de los tiempos, “el sagrado suelo de la patria”, concepto que no tiene nada que ver con realidades sino con un sentimiento común de los venezolanos, y que ha sido –y todavía sigue siendo- manipulado de manera persistente por los gobernantes desde nuestra fundación. Y el caso del Esequibo no escapa a esa realidad.
Hagamos un breve viaje al pasado de la mano de Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), periodista, narrador y ensayista, quien llegara a ser Cronista Oficial de Caracas en 1945. Núñez fue, y cito, “uno de los escritores venezolanos más importantes y menos conocidos de todos los tiempos” fin de la cita, dicho esto en conmemoración de los 45 años de su fallecimiento en el año 2009 (ver Fuentes Documentales para el Estudio de la Vida y Obra de Enrique Bernardo Núñez, Serie Catálogos de Biblioteca Nacional, en https://tinyurl.com/yd8ytdxp).
Núñez relató en detalle para las futuras generaciones, en un ensayo publicado en 1945, titulado “Tres Momentos en la controversia de límites de Guayana – Cleveland y la Doctrina de Monroe” (ver Enrique Bernardo Núñez, Tres Momentos en la controversia de límites de Guayana – Cleveland y la Doctrina de Monroe, Capítulo I, El Doctor Fortique y Lord Aberdeen - La Carta Shomburgk (1841-1845), Editorial Elite, Caracas, 1945, descargar en https://tinyurl.com/2ujbtsdt), las peripecias del Dr. Alejo Fortique, diputado al Constituyente de 1830, ex ministro de la Corte Suprema de Justicia y Ministro Plenipotenciario de Venezuela frente al Gobierno de su Majestad Británica, y venezolano de excepción, que tuvo la responsabilidad de representar por primera vez a Venezuela frente a la Gran Bretaña, en la demarcación de límites con su colonia, la Guayana Británica.
En el primero de esos tres momentos, Núñez nos cuenta, como solo lo puede describir un cronista de ciudad, el relato de la primera aproximación al problema, que comienza con la demarcación unilateral realizada por el Comisionado de la corona británica y agrimensor, Robert Shomburgk, y cito, “encargado del estudio de la Colonia inglesa de Guayana (quien) ha procedido a plantar postes y señales en las mismas bocas del Orinoco…”… “La sorpresa es tanto mayor en Caracas cuanto unos meses antes, al saberse el nombramiento de Shomburgk, el gobierno de Venezuela ha propuesto por medio del Cónsul Interino de Gran Bretaña, Daniel F. O’Leary, la celebración de un tratado de límites por medio de Plenipotenciarios especiales, y luego ambas partes nombrarían comisionados para fijar de común acuerdo los límites de Venezuela y la Guayana Británica” fin de la cita (Núñez, Pág.11).
Desde ese mismo momento se podría considerar que Gran Bretaña, a través de su colonia, no actuó de buena fe con su vecino al ignorar el nombramiento conjunto acordado previamente de comisionados para la fijación de límites.
Al conocerse públicamente estos hechos en Venezuela, y cito, “la opinión popular…señala el abandono de nuestras fronteras y una destrucción festinada de nuestras fortalezas”… “A Cagigal (refiriéndose al experto de la época Juan Manuel Cagigal, que en ese momento se encontraba en Francia “a fin de perfeccionar sus conocimientos en las ciencias exactas”) lo han enviado “a un honorífico ostracismo” en vez de comisionarlo para levantar el plano de Guayana como han hecho en Inglaterra con Shomburgk”. La crítica, y cito, “recuerda el faro de Barima que no se ha construido en más de trescientos años. “Es lástima, concluye, la ignorancia que en todo lo que está afuera de Caracas, demuestran ciertos hombres”, fin de la cita, en una clara alusión a la desidia demostrada de los gobernantes de turno ante el paso dado por Gran Bretaña (Núñez, Pág. 12).
Esto significaba que luego de haber acordado con los británicos la celebración de un tratado de límites, Venezuela no se preparo adecuadamente para afrontar la tarea y la Gran Bretaña se aprovechó de eso.
Fortique, luego de un titánico trabajo diplomático, logra que la colonia británica, a través de su Ministro de Colonias, removiera los postes de demarcación de Shomburgk en 1842. Y cito, “El 31 de enero Lord Aberdeen (Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña) informa a Fortique que con el fin de satisfacer los deseos del Gobierno de Venezuela se enviarán instrucciones al Gobernador de la Guayana Británica, Henry Leight, para quitar los postes colocados por Shomburgk en el Orinoco, pero eso no significa, declara, “que el Gobierno de Su Majestad abandona ninguna porción de los derechos de Gran Bretaña sobre el territorio que fue anteriormente poseído por los holandeses en Guayana” fin de la cita (Núñez, Pag. 15).
Propuesta de Arbitraje
El 29 de julio de 1843, Alejo Fortique y Lord Aberdeen se reúnen de nuevo. Núñez reseña, y cito, “En esa entrevista Lord Aberdeen propone someter en último caso el asunto a la decisión de una tercera potencia que fije como árbitro la línea divisoria” fin de la cita (Núñez, Pág. 17).
Fortique, el hombre que Venezuela tiene al frente en el campo, y cito, “decide que no conviene aceptar la proposición de discutir a base de la carta de Shomburgk, pues sería exponerse a que se justifique de algún modo esa demarcación” fin de la cita. Sin embargo, el Secretario de Relaciones Exteriores de Venezuela, o lo que ahora se llamaría el entonces ministro del gabinete, Francisco Aranda, encuentra, por el contrario, conveniente la proposición de arbitraje, autorizando a Fortique para aceptarla en caso de ser imposible un arreglo amistoso. Y aquí se demuestra el poco valor que consistentemente le han dado los políticos a sus representantes diplomáticos y técnicos.
Núñez apunta lo siguiente, y cito,“Fortique no es partidario del arbitraje. Conviene meditar si un soberano extranjero acordaría las Bocas del Orinoco, empeñada como está Inglaterra en poseerlas, y si concedidas estas no las compensaría en el interior con una gran parte de lo que pertenece a Venezuela” fin de la cita (Núñez, Pág.18). Nótese aquí las diferencias que Fortique tiene con su superior en este delicado tema. Años después, en 1899, se demostraría con el Laudo Arbitral de París que Fortique estaba en lo cierto. En Venezuela ya se culpa a Fortique, y cito, “de falta de diligencia y de no haber dirigido bien las negociaciones” fin de la cita (Núñez, Pág. 19).
¿Y cuál fue el origen de tales acusaciones? Fortique paga los platos rotos de la falta de resultados como consecuencia de la poca o ninguna disposición política de destinar recursos para resolver un asunto de trascendencia nacional. Fortique se encontraba solo en Londres, y la poca ayuda para la investigación requerida, donde debió trabajar un equipo especializado, lo realizaba en Madrid únicamente Rafael María Baralt, el insigne escritor y poeta zuliano. Baralt, y cito, “ha extractado todo el expediente relativo a los limites de Guayana. Trabaja en la Biblioteca Real de Madrid y en el Archivo de Indias, en Sevilla… “Baralt explica que trabaja desde las doce hasta las cinco, las horas hábiles del archivo, y desde las nueve hasta las doce en el Instituto de Cartas Hidrográficas. Además dedica parte de la noche a redactar sus informes para Fortique”… “En otra ocasión informa que lo extenso de los estudios emprendidos lo han privado de la salud y se encuentra enfermo”… “Manifiesta una y otra vez su deseo de regresar a Venezuela a reunirse con su familia” fin de la cita. Pero el Gobierno, y cito, “ha decidido eliminar el cargo (de Baralt) a fin de hacer las necesarias economías e instruye a Fortique que le fije término a su trabajo” fin de la cita (Núñez, Pág. 19).
Y yo me pregunto, ¿cómo es posible una política reduccionista en una materia de semejante importancia? Es realmente impresionante comprender que hayamos llegado hasta aquí solo por el esfuerzo de venezolanos ilustres que lo han dado todo por Venezuela, y no por una legítima voluntad de ningún gobierno para resolver asuntos de la importancia descrita. Este relato demuestra cómo han sido las cosas desde nuestra misma fundación, sin que eso haya cambiado un ápice desde ese entonces.
La propuesta de Venezuela
El Subsecretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, el vizconde Canning, propone a Fortique, y cito, “que dé principio a la negociación por medio de una nota en la cual exponga algunas de las razones que apoyan el derecho de Venezuela. Podría entonces el Gobierno de Su Majestad reducir en la contestación la esfera de sus pretensiones con algún viso de fundamento” fin de la cita (Núñez, Pág. 18).
El 31 de enero de 1844, Fortique presenta su nota al Gobierno de Gran Bretaña, en los siguientes términos, y cito, “Después de un largo recuento de los derechos que asisten a Venezuela como sucesora de España, establece como base de un arreglo fijar en el Esequibo, la línea divisoria entre los dos países. “No hay duda, concluye, que el Esequibo es el río formado como al intento por la naturaleza; y pues nada o casi nada ocupan hoy los colonos británicos entre él y el Orinoco, estando sus plantaciones del otro lado, un arreglo bajo esta base llenaría el objeto, y aseguraría a la Gran Bretaña aun los más remotos derechos que pudieran corresponderle como sucesora de Holanda” fin de la cita (Núñez, Pág. 20).
Respuesta de la Gran Bretaña
La nota de Lord Aberdeen fechada 30 de marzo de 1844 concluye de la siguiente manera, y cito, “Persuadido, pues, de que el objeto más importante para los intereses de Venezuela es la posesión exclusiva del Orinoco, el Gobierno de Su Majestad esta pronto a ceder a la República una parte de la costa suficiente para asegurarle el libre dominio de la boca de este su río principal, e impedir que esté al mando de una potencia extranjera. Con esta mira, y en la persuasión de que hace a Venezuela una concesión de la mayor importancia, el Gobierno de Su Majestad está dispuesto a prescindir de su derecho sobre el Amacuro como el límite occidental del territorio británico y a considerar la boca del río Guaima como término de la posesión de Su Majestad por el lado de la costa. Consentirá además, que se fije el límite en el interior trazando una línea desde la boca del Moroco al punto en que se une el río Barama con el Guaima: de allí por el Barama aguas arriba, hasta el Aunama, por el cual se ascenderá hasta el lugar en que este arroyo se acerca más al Acarabisi hasta su confluencia con el Cuyuní, seguirá por este último río aguas arriba hasta llegar a las tierras altas a inmediaciones del monte Roraima, en que se dividen las aguas que afluyen del Esequibo de las que corren hacia el río Branco” fin de la cita (Núñez, Pág. 22).
¿Cuál fue la reacción de Fortique a esta nota? Lord Aberdeen al reunirse con él le pregunta y cito, “¿Qué le ha parecido la nota? No tan buena como antes de recibirla, responde Fortique. Se me había dicho que la línea sería el Moroco. Si es así, responde Aberdeen, haga usted otra proposición y la línea se fijará en el Moroco, más a condición de que el territorio entre el Orinoco y el Moroco no sea luego cedido a nación alguna… “En la entrevista del 16 de abril Aberdeen se encuentra dispuesto a acceder en los términos propuestos anteriormente” fin de la cita (Núñez, Pág. 22).
Efectivamente, Fortique hace las modificaciones pertinentes a favor de la proposición venezolana porque, y cito, “la promesa de no enajenar el territorio intermedio no le parece costosa. Las Bocas del Orinoco quedan libres. El Gobierno inglés renuncia al Amacuro, Barima y Guaima hasta el Moroco” fin de la cita (Núñez, Pág.23).
Respuesta del gobierno venezolano
Acordada ya con el gobierno de Gran Bretaña una propuesta acorde con nuestra reclamación, y cito, “La nota de Aberdeen y la correspondencia de Fortique son pasadas al Consejo de Gobierno. Este cuerpo encuentra deprimente para la dignidad nacional el compromiso de no enajenar el territorio a potencia alguna extranjera”…. “Fortique aduce las razones por las cuales encuentra nada humillante la clausula dicha...” y “Hace ver que se trata de una transacción amistosa. No de una discusión en derecho” fin de la cita (Núñez, Pág.23) (resaltado nuestro).
Pero ganó la “dignidad nacional”, esa tara política que nos acompaña desde nuestra fundación. Desde Madrid Fortique en 1845, y cito, “comunica a Soublette (Carlos Soublette, Presidente de la República en ese entonces) sus temores “de que perdamos soga y cabra”. No hay enemigo mayor de lo bueno que lo mejor, añade, y por desecharlo se dejan de hacer cosas que después sentimos haber perdido” fin de la cita (Núñez, Pág. 24).
Un trabajo increíble, titánico e impecable, realizado sin recursos y por lo más brillante del servicio civil venezolano de la época, fue perdido por un gabinete de políticos desconocedores del tema, que se aferraron a lo único que si entendían: la dignidad nacional. De haber confiado al menos un poco en el esfuerzo de quienes lo llevaron a cabo, no estuviera hoy esta generación lidiando con este problema.
Efectivamente, como dijo Alejo Fortique, perdimos “soga y cabra” en ese primer momento de esta larga historia, y vaya que hemos sentido haber perdido en esa oportunidad, y no por no haber tenido razón. ¿Volveremos a perder ahora? A la pregunta de la Cátedra respondo que seguramente perderemos esa pelea si insistimos en ese patrioterismo paralizante de 1845, sin colocar todos los recursos humanos y técnicos necesarios en esa tarea, sumado a la vergonzante ignorancia culposa en el tema que han tenido nuestros sucesivos gobernantes, y que perdura hasta nuestros días.
Muchísimas gracias…
Caracas, 21 de Noviembre de 2023
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