Por Luis Manuel Aguana
A mi padre
Podría
decirse que no hay un suceso histórico en la vida política venezolana que se
asemeje más al proceso de reconstrucción la República que les estamos
planteando a los venezolanos, a través de la convocatoria al Poder
Constituyente Originario, que aquel que sucedió el Jueves Santo del día 19 de
abril de 1810 en Caracas.
En
efecto, el 19 de abril de 1810, un grupo
de ciudadanos sin más autoridad de la que tenemos usted y yo, desconocieron al
Poder Constituido (Articulo 350), representado en la persona del Capitán
General de Venezuela, Don Vicente de Emparan, constituyéndose en Junta Suprema
de Caracas (Junta Activadora del Poder Constituyente Originario) hasta la
instalación del Primer Congreso Constituyente el 2 de marzo de 1811 (Asamblea Nacional
Constituyente). Pongo dentro de paréntesis lo que ahora sería nuestro
fundamento en este siglo para hacer exactamente lo mismo que hicieron los
venezolanos en 1810.
El
porque fuera desconocido el Poder Constituido de la época obedeció a la
situación política del mundo. Venezuela formaba parte del reino de España y la
Capitanía General de Venezuela era la estructura político territorial de ese
reino para gobernarnos. Al caer España en las manos de un gobernante francés,
Napoleón Bonaparte, su Capitán General, Don Vicente de Emparan, fue designado
por el rey impuesto de esa situación política, José I de España, hermano de
Napoleón. Los venezolanos de la época no aceptaron esa imposición, asumiendo
ellos las riendas de su propio destino.
Los
ciudadanos pudieron aceptar al Poder Constituido y no lo hicieron. Las reglas
de la guerra hacían que España pasara a ser parte de las propiedades del nuevo
emperador conquistador. Sin embargo, los venezolanos tenían razones para pensar
que sus derechos podrían ser conculcados por el nuevo gobernante y decidieron
que el “status quo” debía ser preservado hasta una nueva decisión, estableciendo
en el Cabildo de Caracas lo que llamaron la Junta Suprema conservadora de los
Derechos de Fernando VII.
Ustedes
dirán que de no haber ocurrido esos sucesos en esa Europa en guerra, la
situación en Venezuela posiblemente no hubiera cambiado. Sin embargo el
movimiento independentista ya había comenzado algunos años antes. La rebelión de
José Leonardo Chirinos en 1795, y la conspiración de Manuel Gual y José María
España en 1797, por el lado popular, sin contar con los intentos independentistas
de Francisco de Miranda en 1806, dan cuenta de que existían precedentes
importantes de cambiar la situación política en Venezuela. Pero en 1810 la
situación sufrió un giro importante para todo el mundo –ricos y pobres- y logró
la cohesión social suficiente para un fervor unánime de cambio.
Pues
una situación muy semejante está ocurriendo ahora. Indudablemente todos estamos
siendo afectados por una situación de crisis generalizada y no basta con
pedirle al Poder Constituido que no haga lo que por naturaleza una tiranía hace,
que no es otra cosa que sojuzgar y reprimir a los ciudadanos. Exigirle al
régimen elecciones generales o de cualquier otro tipo con todos los poderes
secuestrados, o que deje de violentar la Constitución o los Derechos Humanos es
tan disparatado o ingenuo como haber dejado que Vicente de Emparan en uso de
sus atribuciones como Capitán General, hubiera ejecutado los designios del
hermano de Napoleón Bonaparte en Venezuela. Terminó el tiempo de exigirle nada
a una dictadura, ya hay que actuar en consecuencia.
Al
pueblo venezolano no le queda otra solución que desconocer al Poder
Constituido, y hacerlo con bases solidas y sustentables como ya se hizo en
1810. Ese desconocimiento lo hemos declarado al proponer unas Bases Constituyentes
para la convocatoria del Poder Constituyente Originario establecido en nuestra Constitución,
definiendo en ellas entidades que solo puedan ser aprobadas por el pueblo para
que conduzcan ese proceso, una vez alcanzada la cantidad mínima de manifestaciones
de voluntad establecidas en la Constitución (Bases Constituyentes, Propuesta de
los Ciudadanos para la Reconciliación y el Cambio, en http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html).
Así es como desconocemos en la práctica al Poder Constituido, y ese proceder tuvo
su origen por primera vez en nuestro país cuando el pueblo desconoció la
autoridad constituida de Don Vicente de Emparan.
El
Cabildo de Caracas asume el control de la Capitanía General de Venezuela basado
en “…el derecho natural y todos los demás (que) dictan la necesidad de
procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo
de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas,
ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en
el pueblo…” (ver Acta del 19 de Abril de 1810 en https://es.wikisource.org/wiki/Acta_del_19_de_abril_de_1810).
Sin
embargo es importante indicar que en 1810, la Junta Suprema de Caracas asumió el
gobierno luego de desconocer a la autoridad constituida con
posterior llamado a un Congreso Constituyente. Es importante esa precisión
histórica. Luego de los sucesos del 19 de abril, “posteriormente
comienzan a tomar control de los cuarteles de la ciudad y a asegurar el apoyo
de las provincias a la junta. Tras haber asegurado el apoyo militar con la
designación de comandantes favorables a la Junta, designa el 25 de abril la
Junta Suprema de Gobierno…” (ver Junta Suprema de Caracas, en https://es.wikipedia.org/wiki/Junta_Suprema_de_Caracas).
Al llamar
de este modo al Poder Constituyente Originario, convocamos al pueblo para que
se pronuncie en un desconocimiento abierto a la autoridad constituida, ejerciendo
de hecho su soberanía, convocando al mismo tiempo al Constituyente. En 1810 el
pueblo convocado al Cabildo asume el control. Y eso es, en una clara
comparación, lo que estaríamos haciendo ahora aterrizando los usos y costumbres
de la época a la realidad de este siglo, “convocando a Cabildo” al pueblo y que
este decida. En 1810 el acto fue único, convocatoria y decisión de gobierno al
mismo tiempo. El resto fue asegurar el apoyo de los militares a una decisión
que los civiles ya habían tomado, para luego ir a un Congreso Constituyente en
1811. Parece distinto pero no lo es.
Es así
como el 19 de abril tiene para nosotros un significado Constituyente
trascendental. Los venezolanos lo hicimos una vez, y podemos repetirlo ahora en
un acto de rebeldía ciudadana, convirtiendo la energía de esta convocatoria del
19 de abril de 2017 en una protesta cívica con un propósito claro, que no sería
otro que el de llamar al pueblo “a Cabildo”, en una Asamblea Nacional Constituyente
Originaria, en lugar de un simple llamado a las calles más de una oposición sin
rumbo.
Caracas,
19 de Abril de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana