Por Luis Manuel Aguana
Uno de los miedos más comunes que nos quieren infundir aquellos
quienes se oponen a la tesis de la descentralización del poder político, es que
se resucitara el caudillismo regional cuya muerte aseguro la "paz de los
cementerios" de la República de Juan Vicente Gómez.
En efecto, Venezuela era un caos a principios del siglo XX. Los caudillismos habían hecho su trabajo de
mantener la Republica separada y desconectada, en manos de los herederos de la
Guerra Federal del siglo XIX.
Cada provincia era una suerte de territorio feudal, propiedad de
personajes cuyo generalato no provenía de ninguna academia militar sino que se había
peleado y reclamado desde la Guerra de Independencia.
La prioridad de Juan Vicente de Gómez al acceder el poder fue acabar
con cada uno de ellos y centralizar el poder en un solo lugar, sus propias
manos, convirtiendo a Venezuela en un único feudo bajo su control, más
manejable, creando en el camino las instituciones de alcance nacional
necesarias para controlar el territorio, utilizando gobiernos locales impuestos desde el centro
del poder. Nacieron desde allí unas Fuerzas Armadas Nacionales, un sistema de
hacienda pública, y en general todas aquellas instituciones que identifican
ahora un Estado moderno.
Llegado el dinero del petróleo, se consolido ese modelo de control político
del país desde un centro, con las ventajas y desventajas que eso conlleva, al
punto que todavía existen defensores de ese modelo que funciona en tanto y en
cuanto existan los recursos para mantenerlo.
Todavía existen personas que recuerdan esa época de la barbarie
gomecista. Y aquellos que no la conozcan, basta que se lean la obra de Rómulo
Gallegos y Arturo Uslar Pietri. Es por eso que se preguntan ¿Volver a eso? ¿Una
constituyente para entregarles el poder a 24 caudillos regionales para que de nuevo
hagan sus feudos, sin ningún control? ¿Entrar en una escalada separatista? ¿Retrotraernos
al siglo XIX y principios del XX?
Veamos con calma como se come eso. Aunque el detalle lo pueden
encontrar en el texto del Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/),
intentare en este corto espacio, no de convencer a quienes no quieren ser
convencidos, sino a ilustrar a quienes entran por primera vez en esta discusión,
de nuestra visión acerca de la necesidad-más actual que nunca-, de un cambio
del modelo político, precisamente porque este, que medianamente nos funciono
hasta ahora, no servirá para enfrentar los retos y vencer las complejidades
futuras requeridas para conseguir bienestar en un mundo cada vez mas dinámico.
El modelo centralizado de distribución de riqueza basado en que unas
pocas -o únicas- manos decidan qué hacer con los ingresos de los venezolanos,
se encuentra desde hace bastante tiempo en vías de agotamiento, y se acelera en
la medida en que disminuyen cada vez más los ingresos del país.
Si vemos el modelo centralizado de administración como una pirámide en
cuya punta se encuentran aquellos que controlan el ingreso y en la base
aquellos que esperan de la repartición, cuando hay mucho en el tope de la pirámide,
algo siempre le “chorreará” a la base por muy mal que se administre.
Aunque este sea un modelo que de algún modo reparte pero de una manera
ineficiente, su sostenibilidad en el tiempo se basa en que siempre haya algo para
repartir. Y cuando los ingresos que se reparten no tienen como base el trabajo
productivo de la población, como ocurre en el caso venezolano, la situación se
hace más comprometida, al quedar las entradas del país al arbitrio de los precios
de un bien-el único- cuyo valor de cambio en el mercado internacional no
controlamos. Es hora de revisar un modelo político cuya fundamentación
distorsiona el alcance de lo económico.
Obviamente si llega menos a la punta de la pirámide, quienes se
encuentren más abajo en la base sufrirán más. Sin importar quien administre el
modelo-el gobierno-, o qué ideología maneje (hemos comprobado que los
comunistas son los peores), si llega menos habrá menos para todos. Y si a eso
le añadimos la corrupción de los administradores, entonces el modelo se hace
inviable por la voraz depredación, y a nadie, salvo a los administradores, le
llegara nada. Ya estamos viviendo eso.
Esta es la situación en la que nos encontramos ahora. Una pirámide-un
modelo de administración- que no funciona. Aunque sigamos teniendo los ingresos
que el petróleo todavía nos garantiza, poco a poco el petróleo dejará de ser el
paradigma sobre el cual sostenerse. El mundo encontrará cada vez más la manera
de sustituirlo como alguna vez sustituyo la lana con material sintético.
Posiblemente eso no ocurra inmediatamente pero nos dará el tiempo suficiente para
desarrollar una alternativa económica pero eso no será posible con un modelo político
que se fundamenta en un reparto de lo que no se produce.
Nuestra propuesta no es cambiar de manos la administración del actual
modelo, que es la propuesta política de prácticamente todos los partidos
opositores, cuya principal promesa es
que su opción hará mejor el reparto (entre otras cosas porque habrá poco que
repartir luego de esta debacle), sino cambiar el modelo, llevando esa pirámide
de una sola punta a un polígono de 24 puntas, con un pacto claro entre ellos de
funcionamiento federal.
Los partidos que han propuesto una Constituyente para lo que ellos
llaman “un cambio de modelo” no están hablando de este alcance. Desean, como
todos nosotros, el cambio de la ideología del gobierno pero no del cambio de la
pirámide de distribución. Ellos y nosotros estamos hablando de dos cosas
completamente diferentes. Queremos una Constituyente para discutir un nuevo
modelo de desarrollo político y económico en los términos del Proyecto País
Venezuela.
Llevar de 1 a 24 los centros de poder político tendrá consecuencias inmediatas.
Cada Estado manejara sus propios recursos y se regirá por su propia Constitución
que devendrá de una Constituyente Regional, donde cada Estado decidirá su propio
modelo de desarrollo, cuantos municipios deben atender, así como sus
instituciones de control. Los recursos generados por su actividad económica se
quedaran donde se produzcan. Decidirán sobre su educación, su sistema de salud,
su sistema de justicia y seguridad, su economía.
No estamos hablando de fundar 24 repúblicas nuevas, sino de
restablecer la autonomía regional que nunca se hizo efectiva desde la fundación
de la Republica, ahora utilizando las ventajas que proveen las comunicaciones, el
transporte y demás medios que no existían en los siglos XVIII, XIX y la casi
totalidad del XX, y que todavía hay que fortalecer y desarrollar. En manos del
Estado Federal quedaran las Fuerzas Armadas, el control de la moneda, con un
Banco Central verdaderamente fuerte e independiente, la industria petrolera (o
lo que quede de ella), y un Congreso con un sistema parlamentario que contaría
con una autentica representación del pueblo y los Estados para el debido
control del Presidente de la Republica y las instituciones de alcance federal.
Al elegirse los Senadores y Diputados en sus propias regiones en un
sistema organizado de esta manera, ellos vendrían al parlamento en Caracas a
luchar por los intereses de sus regiones, no a “conchuparse” y agavillarse con
sus partidos en detrimento de sus mandantes ya que tendrían que rendir cuenta
de sus acciones en sus propios Estados.
El ingreso mínimo del Estado Federal se establecerá al inicio de la construcción
del nuevo modelo, formando parte de la nueva Constitución discutida en una
Asamblea Nacional Constituyente. Pero serán los parlamentarios quienes decidan
en un Congreso Federal el presupuesto federal. No seria, ni el partido del
gobierno, ni el Presidente de la Republica sino las genuinas representaciones
de los Estados, con una sanción final del Senado, máxima representación federal
en el parlamento.
Entonces cada Gobernador y el resto de los cargos de representación
popular serian controlados por su propio parlamento regional y sus
instituciones. Sería un simplismo decir que este sería un caudillo inamovible
como los que tuvo que liquidar Juan Vicente Gómez. Además sería sumamente difícil
que estos dispongan de los recursos a su antojo como ahora prevalece en el
actual modelo piramidal simplón, agotado y atrasado. Y menos aun que los 24 se
compongan para entregarlos a otros países o robarse lo que es de todos los
venezolanos de un solo viaje, como lo han hecho quienes hasta ahora han
administrado la pirámide. Lo cerca que estarían de cada región no se los permitiría.
Ha sido sumamente fácil ponerle la mano al dinero del país cuando este se
encuentra bajo un solo control. Es por eso que nadie quiere cambiar el modelo.
Es demasiado apetecible hacerse rico y hacer rico a los allegados solo por
acceder al poder y más aun cuando se hace en condiciones absolutas.
Cada región entonces tendría la responsabilidad de aportar al común a través
de un pacto federal, y de producir de acuerdo a sus potencialidades. No serian expectantes
de una renta sino aportantes al común de un país. Cada Estado se desarrollaría
y competiría con los demás por el mejor recurso humano. Se desarrollarían nuevas
universidades y centros de conocimiento y se mejorarían los que existen para
hacer de cada región un emporio de riqueza y calidad de vida. Venezuela seria
como un todo, mejor que cada una de sus partes.
Es indudable que afinar un modelo como el propuesto tardara su tiempo
y requerirá de ajustes en el proceso para encontrar el entonamiento que
corresponda a nuestra idiosincrasia, pero definitivamente estamos convencidos
de que hay que intentarlo. Venezuela tiene el material necesario para hacerlo.
De esta discusión debe quedar claro que el problema no es de administración
sino del modelo que sustenta esa administración, y que deberemos enfrentar un
cambio de mayor envergadura para salir de esta crisis y cauterizar lo podrido
del sistema que tenemos. No existe en el mundo un modelo perfecto pero el que
tenemos actualmente lo tienen los países más atrasados del planeta. Ya es hora
de dar ese paso trascendental. Los venezolanos de ahora y de las próximas generaciones
lo están esperando.
Caracas,
1 de Agosto de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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