Por Luis Manuel
Aguana
“La
Federación encierra en el seno de su poder
el
remedio de todos los males de la patria.
No,
no es que los remedia; es que los hará imposibles”
Gral.
Ezequiel Zamora
Como profesor de
la vieja guardia en Ciencias Sociales del Pedagógico de Caracas de los años 40,
mi padre era un empedernido de la historia y la geografía de Venezuela.
Siempre me llamó la atención cuando afirmaba sin asomo de dudas que los
venezolanos habíamos resuelto el problema de la igualdad social con nuestra
Guerra Federal en el Siglo XIX, al punto que a partir de ese momento nadie se
consideró menos socialmente, y que desde allí en adelante nadie llamó más nunca
a nadie “su merced”, esa odiosa forma del lenguaje colonial heredada de los
españoles, cuyo uso denotaba sumisión en aquellos socialmente menos
privilegiados, para dirigirse a aquellos que se consideraban superiores.
Y remataba
afirmando que eso, a estas alturas del Siglo XXI, aun no se ha resuelto en
Colombia, explicando a su manera, el motivo por el cual consideraba que sería
muy difícil que ese país consiguiera la paz, porque los colombianos todavía no
habían resuelto el igualitarismo en su sociedad, como si lo hicimos nosotros en
la Guerra Federal. En otras palabras, de acuerdo con su teoría no
particularmente comprobada, Colombia está viviendo socialmente un retraso de
dos siglos con respecto a nosotros, dando como ejemplo que sería impensable
allá un Presidente de extracción popular como todos los que hemos tenido en
Venezuela. Me hubiera encantado que papá hubiera hurgado más y escrito acerca
de ese fascinante tema, como sí lo hizo con la universidad en el contexto de la
civilización occidental (http://universidadculturaycivilizacion.blogspot.com/).
¿Eso es malo o es
bueno? Imposible decirlo. El desarrollo de la sociedad colombiana ha sido muy
diferente del nuestro a partir de nuestra separación en 1830. Los Presidentes y
en general la clase gobernante de Colombia son una élite. Provienen de las
familias más educadas del país. Recuerden a Bolívar: “Ecuador es un convento,
Colombia es una universidad, y Venezuela es un cuartel”. Y los países deben ser
conducidos por personas educadas, muy educadas…De allí tal vez el comienzo de
nuestras diferencias fundamentales con nuestros hermanos colombianos.
Pero ese
igualitarismo se perseguía mucho antes de la Guerra Federal. Indicaba Leoncio
Martínez, que ya en la Independencia, “Se ha culpado a los
“agitadores” de todos los movimientos populares y se esgrime el argumento aquel
de que las
mismas masas que siguieron a Boves fueron las aliadas de Bolívar, esto
como prueba de la irresponsabilidad de conciencia de las masas” (Subrayado
nuestro) (Leoncio Martínez, El Significado de las Masas Populares, en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/06/el-significado-de-las-masas-populares.html).
¿Qué más preludio
igualitario el de un pueblo que peleó en ambos bandos de una misma guerra? En
la tesis de su curso de la Escuela Superior del Ejército de 1973, el entonces
Teniente Coronel Jacinto Pérez Arcay, titulada “La Guerra Federal,
Consecuencias, (Tiempo de Geopolítica)” (1) señalaba que las causas de
la guerra se situaban en dos factores precipitantes: “uno interno, la
causa: las contradicciones de orden socioeconómico; y otro que aflora, el
efecto: la subversión psicológica política desencadenada con los medios de
comunicación existentes”. Esto último lo indicaba por el estímulo que
brindaban los “polémicos
volantes tales como El Venezolano donde se explota muy inteligentemente la
situación social y se indica en lenguaje claro y sencillo un mensaje distinto a
las capas medias urbanas y rurales principalmente a las clases desposeídas”.
Perez Arcay responsabilizaba en la misma magnitud a los medios de entonces,
como ahora lo hace el régimen con los actuales. Esto, de acuerdo a J.M. Siso
Martínez (2), citado en la obra, despertaba “un sentimiento que
la independencia había arraigado profundamente en el corazón del pueblo: el
sentimiento igualitario…”
Decía Pérez Arcay
que “…tanto se
agrandaron las desigualdades políticas, económicas y sociales que se puso en
tela de juicio la razón misma de la Guerra de la Independencia y, por tanto, se
echaban las bases de una Guerra Civil que muy pronto llegó a ser inexorable”.
Pero llama poderosamente la atención que el ahora General en Jefe Perez Arcay
sea el mismo que haya escrito en su tesis “Desafortunadamente
el igualitarismo venezolano cristalizó por descenso: el poder cayó en manos de
una clase –los caudillos- de inferior capacidad que la desplazada por lo cual
la pirámide civilizatoria de país llegaría a ser una de las más bajas de
América”. Y luego da una explicación que nos deja petrificados: “Para contrarrestar
tales fallas el país necesita más y mejor educación que ciencia o tecnología;
necesita magistrados que sean entre otras cosas, científicos sociales que puedan
llevar nuestro igualitarismo a niveles superiores de cultura. Venezuela
requiere salir con urgencia del atolladero de la incivilización, necesita
gobernantes corajudos, intelectuales y probos. Quien asuma el
poder sin poseer tales virtudes está condenado a dañar al país”.
(Subrayado nuestro).
Esta última cita
fue premonitoria. Este personaje fue el principal mentor político de quien
dañara al país de una manera determinante, como nadie que haya asumido el Poder
en más de 200 años de historia republicana (ver http://www.el-nacional.com/politica/Jacinto-Perez-Arcay_0_439756275.html).
Chávez era lo más lejano de ser corajudo (recuerden el 4F-1992 y el 11A-2002),
ni intelectual, ni probo. El saqueo y la destrucción del país en 18 años lo
confirman. Pero sí confirma la tesis de Jacinto Pérez Arcay de 1973: “Quien
asuma el poder sin poseer tales virtudes está condenado a dañar al país”.
Debemos entonces hacer un buen escrutinio de quienes están compitiendo por el
Poder después de este desastre.
Mucho de los que
somos ahora es consecuencia de lo que hemos sido. El igualitarismo es un rasgo
esencial del venezolano. Nuestra sociedad le concede el mismo valor al que sabe
como al que no sabe. El mas “vivo” tiene la admiración del conjunto social, no
el más trabajador, el más justo, el más decente, el más educado. Llevar ese
igualitarismo a “niveles superiores de cultura” requerirá como ya lo hemos
indicado en nuestro Proyecto País Venezuela, además de “más y mejor educación”
(ver Doce Ejes y un Destino: 7) Educación para el Desarrollo, http://ticsddhh.blogspot.com/2013/09/doce-ejes-y-un-destino-7-educacion-para.html),
una conciencia ciudadana para ejecutar ese cambio. El primer paso para curarse
es aceptar que se está enfermo, dicen los médicos.
Estamos muy cerca
de reproducir las mismas condiciones que se dieron el Siglo XIX con la Guerra
Federal y este régimen nos puso en esa vía de exacerbación del igualitarismo
que llevamos en la sangre desde la Guerra de Independencia y que se consolidó
con la Guerra Federal, pero que ahora está sazonado con un tinte ideológico
foráneo.
El odio social que
fomentó la mal llamada “revolución” chavista igualó por abajo, tal y como se
manifestó después de la Guerra Federal y “el poder cayó en
manos de una clase –los caudillos- de inferior capacidad que la desplazada”
como sugiere Perez Arcay en su tesis. No es posible entonces ninguna
posibilidad de entendimiento entre ambas clases, lo que derivaría eventualmente
en un conflicto. Solo que ese conflicto en pleno Siglo XXI, difícilmente sería
sostenible para una clase de inferior capacidad.
Muchos dicen que
no será posible resolver este grave dilema en que nos encontramos sin
derramamiento de sangre. Incluso ya el enviado del Vaticano nos advierte que
“Si fracasa el diálogo nacional, el camino podría ser la sangre” (ver
declaraciones de Monseñor Claudio María Celli en El Nacional en http://www.el-nacional.com/GDA/Enviado-Vaticano-Venezuela-dialogo-nacional_0_952704730.html).
Con el mayor respeto, esa opinión solo sería válida si y solo si, las salidas
que se le hacen ver a los mediadores solamente se circunscriben a los intereses
de quienes están enfrentados en esa Mesa de Dialogo, y no a los intereses del
país.
Venezuela, precisamente
por su condición igualitaria, entrará en ese conflicto sangriento si en ese
Dialogo, la negociación no se dirige para mejorar las condiciones del
venezolano, y solamente se centra en como quedarán para después la elites
políticas. Una mega elección para el 2017, un cambio simple de gobierno o las
elecciones regionales que deberían realizarse en diciembre 2016, no son de
forma alguna la solución a los problemas de los venezolanos. Es la solución de
la clase política –los unos y los otros- para conservar espacios de Poder en el
medio de la más espantosa crisis humanitaria que haya vivido el país. Se impone
pues una solución fuera del cuadro (ver Comunicado de la ANC a la MUD y a los
venezolanos http://ancoficial.blogspot.com/2016/10/la-alianza-nacional-constituyente-la.html),
que no es otra que el Dialogo entre mismos los venezolanos, en una Asamblea
Nacional Constituyente. Más igualitario que eso, imposible…
Caracas, 5 de
Noviembre de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(1) Jacinto Perez Arcay, La Guerra Federal,
Consecuencias (Tiempo de Geopolítica), Serie Ezequiel Zamora y su tiempo, No.
11, Oficina Central de Información, 1981, Págs. 48-52.
(2) J.M. Siso Martínez, 150 años de Vida
Republicana, Pág. 134.