Por Luis Manuel Aguana
Hace mucho tiempo atrás un experimentado profesor de
postgrado, nacido y educado en el exterior, nos decía en clase que una de las
cosas que le causaba mas impresión de nuestro país era que sometíamos a
nuestros niños a un ritual agresivo llamado “piñata”, donde se concentraban
todos los antivalores, aquellos de los que precisamente no se le deben enseñar
a una persona a edad temprana, y esperar que de adulto no se comporte como nos
comportamos efectivamente los venezolanos.
Me llamo mucho la atención ese comentario y se me quedó
grabado. Efectivamente, y no sé si por esa razón, los venezolanos solemos meter
cosas consideradas como valiosas en un mismo saco, le damos golpes hasta
tumbarlo, y luego de abierto y destruido, nos lanzamos todos a codazo limpio a
ver quien recoge mas.
Y el que recoge mas no necesariamente es el que logró
hacerlo caer, sino el mas “vivo”, el más fuerte o el más hábil. No se trata de
un reparto justo de algo que teóricamente es de todos, sino de ver quién se
queda con la mejor tajada al momento de que caiga. Y ciertamente lo que se
comenta después del ritual, es quien se llevo la mejor parte. No hay nada más
injusto que una piñata y efectivamente, como nos indicaba el profesor, envía un
mensaje muy dañino: en nuestra cultura el más pendejo se queda afuera.
En este momento estoy visualizando un enorme muñeco-piñata
con forma de Nicolás Maduro guindando, y
cada venezolano tiene un palo para tumbarla. Dentro de él se halla nuestro país
roto en pedazos, y a golpes todos luchamos por recobrar ese contenido. El mismo
Maduro se colocó en esa situación y veo muy difícil que pueda bajarse de ese
alambre del que cuelga. La mayoría de los venezolanos queremos que se vaya y el
palazo menos imaginado hará que se caiga la piñata de Maduro.
Estoy seguro que como cualquier piñata, palos más o palos
menos, terminará cayendo. Igualmente estoy
convencido que aun cuando logre imponer ese fraude constituyente, caerá igual
pero será más sangriento que ahora. Lo que quiero comentar aquí es quien se
quedará con los pedazos de lo que hay dentro –nuestro país- porque mucha gente
cree que al momento de caer la piñata a cada uno le tocará en justicia “su parte”
equitativamente de acuerdo a los golpes que le dio a la piñata, y eso no es así
porque precisamente las piñatas no funcionan de esa manera.
Algunos quisimos que el sistema para deponer al régimen no
pasara por una piñata sino por algo ordenado y pensado. Pero los venezolanos
tenemos la piñata metida en nuestra estructura congénita y queríamos resultados
inmediatos, aunque la realidad nos indicara ir lento aunque estuviéramos
apurados. Hemos llegado a un punto donde, o le das a la piñata o no estás en la
fiesta. Maduro tratándose de bajar del alambre ha invocado a un proceso fraudulento
que lo que ha hecho es darle motivos a que otros, esta vez de su mismo partido,
hayan también agarrado su palo, exacerbando los gritos de todos: “¡dale!, ¡dale!,
¡dale a la piñata!”.
Como en este momento es difícil –por no decir imposible- convencer
a quien tiene un palo en la mano y ansioso de ver caer a la piñata para que firme
y se encause un proceso constituyente originario de la mano del pueblo para que
este disponga de una “caída” ordenada del régimen –o de la piñata-; esto es,
todo lo opuesto a lo que está pasando ahora, los venezolanos deberíamos
disponernos a pensar y accionar en que
es lo que deberá pasar una vez que esa piñata caiga al piso.
Algunos me dirán ¡eso es lo de menos!, ahora lo que tenemos
que hacer es seguirle dando palos a la piñata y lograr que se caiga. Tal vez
tengan razón porque el pueblo ya no aguanta más. Pero eso en el fondo sería
como estar de acuerdo en llevar a una persona que se desangra en la calle a una
sala de emergencias porque ya no hay tiempo y se muere. Pero una vez que sea
tratada de los primeros auxilios, tenemos que acordar su tratamiento de mediano
y largo plazo para evitar que de nuevo la vuelvan a atropellar. Y ese es el
caso de Venezuela.
Algunos de los factores que se disputarán la piñata caída en
el piso desearán que en una nueva estructura y balance del poder las cosas se
queden como están pero con nuevos jefes, o tal vez una combinación acordada de
lo viejo con lo nuevo, mezclado con lo que algunos llaman “justicia
transicional”, para darle los primeros auxilios al paciente grave que llegó a
la sala de emergencias. El problema estará en cómo se tratará el caso y quien
lo hará. ¡Pero de eso se tratan precisamente las piñatas! Los mas “vivos”, los más
fuertes, los más hábiles se quedarán la mejor parte, dejando fuera a quienes en
su globalidad “tumbamos” la piñata, incluso sobre aquellos que pusieron su sangre
en el proceso.
Entonces, sigue siendo pertinente hablar de una
Constituyente Originaria, aun cuando esta ya no sea para salir ordenadamente del
régimen oprobioso de Maduro, sino para organizar posteriormente de una manera institucional
al país, con la participación de todos los que le dieron con el palo a la
piñata para que se cayera.
Todos podremos seguir tratando de dar el último palazo que
haga que la piñata se caiga, pero por más que se desee ser justos después que
eso pase, muchos se quedarán afuera de ese reparto porque así funciona ese
proceso. La única manera de darle continuidad al país roto que está dentro de
la piñata y que cada cual se lleve lo que le corresponde es reconstruirlo con
reconciliación, a través de un proceso constituyente originario que traiga
justicia y participación a todo el mundo, en especial a aquellos que se
creyeron reivindicados con este fraude “revolucionario” que lleva casi 20 años
arruinando a Venezuela.
Si luego de caída la piñata de Maduro, los más “vivos”, los más
fuertes, los más hábiles, que son los que históricamente han dejado al pueblo
afuera en todos los procesos definitorios de la República, se salen con la suya
y no comparten como debe ser, nunca habrá paz en Venezuela, ni mucho menos
desarrollo. Espero que esos “vivos”, fuertes y hábiles hayan aprendido la
lección de 1999. Que no se es “vivo”, ni fuerte, ni hábil quedándose con la
mejor parte, sino muy estúpido y criminal, y que les den la oportunidad a todos
los que participamos en la piñata para construir una nueva Venezuela…
Caracas,
3 de Junio de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana