Por Luis Manuel Aguana
“Ningún congreso salvo jamás una república”, le dijo Manuela Sáenz a Bolívar, luego que una delegación
oficial le informara al Libertador de la decisión unánime del Congreso de
Colombia de nombrar a Don Joaquín Mosquera, Presidente de Colombia en mayo de 1830.
Así nos relata Gabriel García Márquez ese momento de la vida del Libertador en
una de sus obras más insignes (1).
Y parece que Manuelita va a
tener la razón de nuevo. Esta Asamblea Nacional como que parece no tener
tampoco ganas de salvarla. Han recibido múltiples comunicaciones de importantes
personajes de la vida nacional solicitándole destituir al Ilegitimo, por
razones que van desde abandono del cargo, al hecho no cumplir con los
requisitos constitucionales mínimos para desempeñarse como Presidente de la
República. Y no pasa nada…
Los venezolanos nos
preguntamos el porqué de tal actitud de los jefes políticos de la oposición en
la Asamblea Nacional, que optaron por restearse con la carta del Referendo Revocatorio,
con todo el camino empedrado y tramposo del régimen que ello implica, que ir de
frente hacia una solución frontal y final.
Y la razón no es otra que la que
hemos señalado muchas veces en este blog y que al parecer el común de las
personas no quiere o se niega a ver: supervivencia política, al más crudo
estilo del “realpolitik”. De tomar una decisión que pare frontalmente al
régimen en sus desafueros en contra de la población, obligarían al Poder
Ejecutivo a cerrar la Asamblea Nacional, y a perfeccionar un “fujimorazo” en
contra del Poder Legislativo y sus dirigentes principales.
Con ello se irían por el caño
las aspiraciones de todos esos partidos de participar con éxito en las
elecciones de Gobernadores de diciembre. Y mientras tanto el pueblo venezolano pasando
hambre y muriéndose en los hospitales y en sus casas por falta de medicamentos.
Simplemente no les importa. Si les importara, reventarían el país hasta sus
cimientos dejándose poner presos por el régimen “pa’que se acabe la vaina”,
como rezaba la famosa canción del duelo colombiano de Carlos Vives. Pero no lo
hacen…
Es por eso que recordé a García
Márquez y la razón de tomar prestado de su libro el titulo de esta nota para la
Asamblea Nacional. Un Bolívar en sus cavilaciones finales, y prácticamente
fuera de sus cabales, tal vez por la enfermedad o la derrota política a manos
de sus detractores (al punto de decir de sí mismo “ya no soy yo”) espera íntimamente
que el Congreso de Colombia desestime su renuncia y lo ratifique como
Presidente. Sus propios le dan la espalda en el Congreso y dan voto unánime
para nombrar a alguien propuesto por él mismo y que creía que no aceptaría,
pero aceptó.
En esta derrota política, la
última de su vida, el Libertador esperaba algo que no iba a ocurrir nunca.
Sentía en los huesos el odio de todos a pesar del infinito respeto a su obra
libertadora. ¿Mal cálculo político? ¿O la última esperanza de alguien que se
sabe de salida?
Así se encuentran nuestros políticos
de la oposición oficial. Saben que todo el sistema que han sostenido, incluso
sus sueños de retorno al “puntofijismo”, esta indefectiblemente atado al
régimen, que no es más que la expresión más degenerada de lo que ellos mismos
fueron en el gobierno y la razón fundamental de todo esto que nos pasa. Si el
régimen cae, ellos también.
Es por esa razón que lo
sostendrán a toda costa porque en ello les va la supervivencia como sistema. ¿Les
parece duro? Estamos a las puertas de un cambio muy importante que implicará un
reordenamiento de todo el tablero político del país pero que pasa por el
derrumbe del presente y del pasado, juntos… ¿Y porque me atrevo a decir esto?
Porque la oposición oficial,
cuya única respuesta a los problemas del país es electorera, apuesta por llevar
a los venezolanos a diciembre, intentando, sin lograrlo, un revocatorio que el
régimen llevará hasta el año que viene, pero que la situación del país, cual
espada apuntándoles al pecho- tanto a ellos como al régimen-, no dejará que
ocurra. La gravedad del país es tal que nadie apuesta un bolívar devaluado a
que esto pase de este mes sin una explosión social que se lleve por delante al
régimen y a su oposición.
A pesar de la censura en los
medios de comunicación masivos, no pasa un día sin que se conozca en todo el
país de un saqueo a un centro de expendio de alimentos, o a un camión de víveres,
o disturbios en las colas porque no llega la comida. Ya el régimen no tiene
manera de sostener la falta de alimentos a la población. La hiperinflación ha
llegado a unos niveles tan exorbitantes que así el gobierno suba los sueldos un
100%, no alcanza para comprar comida. Eso es el presagio de un terremoto político
inmediato de amplias proporciones. No hace falta tener las habilidades de Reinaldo
Dos Santos para saber eso.
Así pues, si la oposición
oficial pretende sobrevivir a ese sismo que vendrá en cualquier momento, más les
vale trancar el juego ahora, y aparecer forzando una situación de la cual el
régimen difícilmente sobrevivirá. ¡Déjense poner presos, carajo! ¡Destituyan a
Maduro desde la Asamblea Nacional! ¡Provoquen el fujimorazo! Tienen la
legitimidad y las razones jurídicas y políticas para hacerlo. Pero no lo harán…
Están a la espera de algo que no ocurrirá nunca: llegar a diciembre y revocar a
Maduro, todo al mismo tiempo. De esos errores está llena la historia política de
Venezuela. Manuelita Sáenz y García Márquez tenían razón, jamás salvarán a la
república, están en su laberinto…
Caracas, 20 de Mayo de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(1) Gabriel
García Márquez, El General en su laberinto, pág. 36, Ed. Oveja Negra, 1989,
ISBN 958-06-0006-6