Por Luis Manuel Aguana
Ya se está esclareciendo poco a poco el panorama político de la oposición venezolana. Las principales tendencias y partidos políticos han abierto su juego y han decidido sus preferencias en lo electoral apoyando a los precandidatos de su preferencia para la contienda del 12 de Febrero de 2012. Al volver de nuevo al tema de las primarias, de las que ya había manifestado mi desacuerdo en el pasado (“Las Primarias: ¿Suicidio en Primavera de la Oposición?” publicado en febrero, http://www.facebook.com/note.php?note_id=191604047530382), se configuran de nuevo las razones que esgrimí cuando escribí ese artículo pero con la diferencia de que ahora hay nombres y apellidos en el escenario, con sus correspondientes intereses. Al correr los meses y al configurarse ya el cuadro opositor, claramente hay dos tendencias que destacan en el escenario.
En primer lugar una candidatura apoyada por las principales corrientes que fueron gobierno en la Venezuela pre-Chávez, encarnada por el pre candidato Pablo Perez y la otra, apoyada por un partido que trata de deslindarse de lo que ellos llaman las practicas de la vieja política y que encabeza el pre candidato Enrique Capriles. Existen cuatro precandidatos adicionales de los que no nos ocuparemos aquí porque no creemos que entre ellos se defina la candidatura definitiva de la oposición.
Como indiqué en el artículo mencionado, cada tolda política tiene sus intereses, sus financistas y una manera de operar. Al conocerse los precandidatos, inmediatamente se identificaron los financistas y los intereses. Esos siempre estuvieron allí, antes de los precandidatos. Lo que hizo el juego político fue identificar a los candidatos y como consecuencia los intereses que se configuraron detrás de ellos. Eso no es malo en sí y así ocurre en cualquier parte del mundo donde existan candidatos en una carrera como esta. Lo malo será la guerra que se desatará entre esas corrientes contrapuestas y lo que cada una de ellas dice representar. Ya Capriles en las primeras de cambio, declaró que es el precandidato de la “nueva forma de hacer política” dando a entender que el otro representa el pasado, dejando a la imaginación de quienes le oyeron que los partidos que apoyaron a Pablo Perez representan a ese pasado del cual desea desmarcarse. Por otro lado, Pablo Perez dio a entender que en el país nadie es químicamente puro y que todos provenimos de ese pasado del cual el otro pretende escapar.
Lo lamentable de esa discusión es que ambos tienen razón. No existe ningún político en Venezuela que haya venido de otro planeta, incluso Chávez. Todos han sido producto de un doloroso proceso político que se está gestando en la Venezuela de hoy y cuyo resultado solo verán las próximas generaciones. Pero de esa discusión sacará mucho partido Hugo Chávez porque lo cierto es que se está pariendo una Venezuela nueva en la cual deberá haber una mezcla política de ese pasado que conquisto la democracia a comienzos del Siglo XX y una nueva que nació en los años en que se estaba construyendo, y que fue interrumpida por la bota militar de Chávez, que representa el obscurantismo y las tendencias más retrogradas de la humanidad.
Capriles utilizara ese discurso de olvidar “el pasado” para tratar de conquistar el voto chavista, ya que ese fue el mismo discurso que utilizó Hugo Chávez para acabar con los viejos partidos, además de intentar mostrarse como el candidato anti sistema del pasado (AD-Copei) y que piensa le atraerá el voto de la juventud. ¡Lo nuevo versus lo viejo! Por su parte Perez intentará retomar la base popular que en el pasado representaron AD y Copei y el resto de los partidos de su coalición, tratando de remover la fibra de la base popular con la eficiente ayuda de las famosas “maquinarias” de esos partidos.
Creo que la oposición integrada en la Mesa de la Unidad está muy clara que lo más eficiente para la derrota del chavismo en Octubre de 2012 es una combinación de ambos enfoques, pero después de las primarias de Febrero. Se nos está empujando a decidir en febrero entre dos maneras de ver la política, sobre las cuales los venezolanos estamos estructuralmente de acuerdo. Estamos de acuerdo que no se puede continuar con la vieja política que produjo el engendro llamado Hugo Chávez, pero también estamos de acuerdo que debemos levantar las bases políticas del país que incluyan el remozamiento de los viejos partidos y de sus bases populares, encauzando toda esa energía en beneficio de la eliminación de la pobreza. El enfoque no puede ser maniqueo, lo nuevo si y lo viejo no. No puede plantearse a los venezolanos que Capriles sea “lo nuevo” y Perez represente “lo viejo”. Eso no es aceptable. Nadie puede negar que la Venezuela de hoy es el resultado de la modernidad política que introdujeron los viejos partidos así como nadie puede negar que los jóvenes que fundaron nuevos partidos en esa época tenían todo el derecho de rebelarse ante una forma de hacer política que nos trajo los lodos de Hugo Chávez.
Ahora bien, algunos dirán eso no es problema! En febrero de 2012 el que tenga más votos será nuestro candidato y todos los demás automáticamente, porque firmaron un acuerdo, deberán apoyarlo en contra del candidato del oficialismo. Pero eso no será verdad. Esa Unidad será en la práctica una colcha de retazos porque ni Capriles, ni su partido creerán de veras que el país mejorará con Perez-AD-Copei-Otros en el gobierno, pensando que sería una vuelta al pasado oprobioso pre-Chavez, ni Perez-AD-Copei-Otros creerán que una opción como la de Capriles pueda hacer un gobierno de Unidad nacional porque los consideran excluyentes y sectarios. Estas diferencias se están empezando a ver con las discusiones iniciales que han tenido las dos precandidaturas y las estrategias de campaña que se están empezando a vislumbrar en la prensa, en donde se tratará de descalificar “lo viejo”, despertando el miedo al pasado de los famosos 40 años y a descalificar “lo nuevo” por inexperto o sectario. Esa es una batalla en el que el único ganador será Hugo Chávez y las empresas encuestadoras. ¿Quién en la oposición puede estar de acuerdo con eso?
¿Tenemos entonces dos Venezuelas irreconciliables? No en realidad, tenemos la misma pero con enfoques diferentes. Pero que deben entenderse y salir de esas diferencias a través de la conciliación y la discusión de las ideas. Si los obligamos a contarse será como si le pasáramos una aplanadora a la idea del contrario y debemos ir juntos a la confrontación más importante de la Venezuela moderna. No hay peor manera de resolver los problemas de grupos que deben trabajar juntos que hacer que se resuelvan las cosas por la vía de levantar las manos para saber quién tiene más votos, como si eso le diera la razón al ganador. Aquellos quienes han trabajado en organizaciones grandes saben de lo que hablo. Los problemas se agravan porque el grupo que “perdió” se dedica a sabotear permanentemente al que “ganó” y al final pierde la organización, y en este caso perderá el país. La única manera de resolverlos es discutir las diferencias y llegar a un acuerdo beneficioso para las partes, donde todos ganen.
Pero no estamos en una organización, estamos en un país y lo que se está jugando aquí es la suerte de las siguientes generaciones. Y si esos grupos llegan a confrontarse para saber con votos “quien tiene la razón” no creo que el resultado sea que quien gane tenga la razón. La solución son los dos grupos ahora, entendiéndose y saliendo con una solución acordada en beneficio del país. Ya conocemos entre quienes se estará disputando la candidatura de la oposición. ¿No sería ideal que uno de ellos, y los demás precandidatos por añadidura, tuviera el desprendimiento a favor del país, de declinar a favor de uno solo, sin que pasemos por un traumático proceso electoral de precandidaturas en febrero de 2012?
Los entendidos del tema militar me indican que los uniformados tienen una manera de resolver sus diferencias para evitar ir a una guerra y no matarse entre sí. Cuentan sus cañones y tropa previamente y gana el que tenga más soldados y esté mejor apertrechado. Es una manera simple de resolver diferencias, una metodología. Los grupos en pugna y con diferencias deben aplicar alguna metodología. Esta es una de ellas, pero no es la única. Luego de acordar, vienen los acuerdos de ganar-ganar. También la Iglesia tiene un mecanismo para elegir a los Papas, como mencione en mi anterior artículo. Y les ha funcionado muy bien por más de 2000 años. Los Príncipes de la Iglesia son encerrados en un sitio y no se les permite salir hasta que hayan llegado a una solución. ¡Qué interesante sería que se encerraran todos los precandidatos y no saliera nadie hasta que hubiera el famoso humo blanco con el elegido entre todos! Allí no mediarían acuerdos de cogollos ni nada por el estilo. Solo ellos con su sola conciencia indicarían quien es el elegido.
¿Qué ventajas se tendría en un escenario de desprendimiento como ese, donde todos o uno de los precandidatos declinan a favor de uno solo? La ventaja más obvia sería que en lugar de tener precandidatos, tendríamos un solo candidato de la oposición democrática desde ya en el ruedo, varios meses antes de las primarias y no habría heridas que cerrar después de un traumático proceso electoral. Otra ventaja es que todos los partidos estarían planificando desde ahora y llegando a acuerdos de Unidad para un futuro gobierno. Aquí el tiempo juega en contra y hay que empezar con eso lo antes posible, dada la multiplicidad de organizaciones políticas e intereses. Y lo mejor de todo es que no llegaría una Venezuela opositora dividida y en retazos a jugarse el país contra el gobierno en Octubre de 2012; sería una oposición fluida, coherente y con una visión común y de conjunto del país.
Tal vez sea utópico pensar que un desprendimiento de esa envergadura sea posible en la Venezuela de hoy. Sin embargo, en el pasado, existieron casos de desprendimiento político. ¿Recuerdan aquel histórico desprendimiento del Diputado de Fermín Toro?: “... Decidle al General Monagas que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín Toro no se prostituye...”, o mejor, el del Libertador en el Discurso al Congreso de Angostura en 1819: “¡Legisladores! Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República; en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestra gloria; ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad. En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte…”. Sin lugar a dudas, El Libertador era un individuo fuera de serie y ejemplo inigualable para cualquiera que desee la política como modo de vida.
Si llegara a concretarse un sueño como ese, los dos enfoques del país que tienen los grupos más importantes que pugnan por la candidatura de la oposición serían la mayor garantía de un triunfo contundente en contra del oscurantismo y el atraso; y Venezuela ganaría lo mejor de ambas visiones. ¿Acaso no está la situación de Venezuela como para que exista un caso de desprendimiento heroico como en el pasado? Les dejo allí esa reflexión. Soñar no cuesta nada…
Caracas, 6 de Noviembre de 2011
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