Por Luis Manuel Aguana
¿O de injerencia?
Ambos términos han sido utilizados como sinónimos
por la dirigencia política opositora para significar lo mismo: como no existe
posibilidad democrática para desplazar del gobierno a unos delincuentes que han
secuestrado la institucionalidad del país, entonces es necesaria la ayuda
extranjera para hacerlo.
A
simple vista luce fácil, así como nos gusta culturalmente a los venezolanos
resolver los problemas. Un día llega alguien, que obviamente no somos nosotros,
y lo resuelve todo. Y por eso también resulta muy fácil vendérselo a los
venezolanos. Pero es muy difícil venderlo a la comunidad internacional, donde
uno de los pilares de la convivencia pacífica mundial es precisamente el
principio de la no intervención de los pueblos. Esto es, que el resto de los
países no se mete en los problemas de ninguno.
Ese
principio ha sido ciertamente revisado a instancias de lo que ahora se denomina
el Derecho Internacional Humanitario donde las barreras de la intervención de
unos países en otros dependen del respeto que debe tener cada pueblo a los
Derechos Humanos de sus ciudadanos. La humanidad tampoco puede dar la espalda
cuando dentro de unas fronteras se masacran personas aduciendo en su defensa otro
principio fundamental, el de la soberanía.
El
recorrido que ahora hace la oposición por el mundo está basado fundamentalmente
en que se está masacrando al pueblo venezolano, y al no tener manera de evitar
eso democráticamente -léase votos- se requiere de una intervención (o
injerencia) humanitaria de la comunidad internacional. Y cuando se sientan a
explicar eso, la cosa se pone muy difícil porque las preguntas surgen de
inmediato: ¿Cómo es eso que el sistema electoral está secuestrado cuando
ustedes participaron con ese mismo sistema hace menos de un año? ¿Cómo es eso
que el gobierno de Maduro mata a la gente de hambre cuando hemos visto que
entregan cajas de comida a la población más necesitada? ¿Cómo es eso que sus Fuerzas Armadas aun no han
intervenido y porque debemos hacerlo nosotros? ¿Cómo es eso que hay algunos de
ustedes en la oposición que si acudieron al llamado a elecciones con ese
gobierno que al mismo tiempo dicen que es una dictadura? Ante semejante mar de
contradicciones ¿quién de afuera va a sacrificar algo por nosotros?
Y
aunque cada una de esas preguntas tiene una respuesta –donde por cierto la
oposición queda muy mal parada- explicarle a alguien que no es venezolano
siglos de nuestras contradicciones históricas en el marco de la urgencia de
muerte que tenemos, es de cierto sumamente desesperante y difícil. Pero esa es
la solución que nos está dando la única oposición que finalmente entendió que
Maduro no sale con votos. Pero es todavía una solución incompleta porque aun
entendiendo que parte de esa solución debe venir de afuera, se promete al
venezolano como única e instantánea salida al problema, generando una esperanza
de difícil materialización, y con una alta probabilidad de frustración y
fracaso, porque entre otras razones no depende de nosotros; y mientras más
tiempo pasa, el régimen gana tiempo para consolidarse, buscando bloquear esa
estrategia con sus aliados internacionales, cosa que hasta ahora han logrado.
Cuando
estaban exterminando a los musulmanes en Srebrenica, Bosnia Herzegovina, a los
ojos de todo el mundo, la comunidad internacional no se movió un milímetro, ni aun
después de un informe de quien fuera Presidente de Consejo de Seguridad de la
ONU, Diego Arria, quien bautizó eso como un “Genocidio en cámara lenta” (ver Diego
Arria, En camino a Srebrenica, en https://diariodecaracas.com/blog/diego-arria/en-camino-srebrenica).
Ni siquiera la humanidad se conmovió de las miles de personas masacradas posteriormente
allí. Saquen ustedes sus propias conclusiones y piensen seriamente si se moverán
por los que han muerto en Venezuela en comparación con eso.
Más
recientemente, el caso de Siria con el régimen de Bashar Al-Assad nos demuestra
que años de exterminio y muerte dentro de unas fronteras, independientemente por
las razones que sean, y aun con ataques abiertos en contra de la población
civil, no han determinado una intervención activa de la comunidad internacional
mas allá del repudio global. Es ahora cuando el gobierno norteamericano está
“considerando” una intervención militar en Siria después del ataque químico
ocurrido hace pocos días en la ciudad de Duma, que deja más de 150 muertos y
más de 1000 heridos. Así es que se mueven estas cosas en la comunidad
internacional.
Hemos
argumentado en favor de esa intervención que este régimen es un cáncer viviente
para la democracia en Latinoamérica y debe ser atendido, so pena de que se
extienda como un incendio sobre toda la región. Esa es la metástasis escondida
de algo que no se terminó de caer por estos lados acompañando al Muro de
Berlín, y que fue alimentado por décadas de olvido a nuestras incipientes
democracias; y que ahora hay que extirpar cual tumor sin matar al paciente. Pero
es claro que eso no lo podemos hacer solos ni tampoco se puede realizar sin
nuestra participación. De allí que el planteamiento debe ser el correcto.
Nuestro
problema efectivamente está siendo considerado en los escenarios
internacionales, y como se ha visto se están tomando medidas indirectas para
sancionar a quienes han causado la ruina de Venezuela. Pero en lo que no
podemos equivocarnos como venezolanos es en que la solución total de este grave
problema que tenemos no saldrá de una oficina en Washington o en cualquier otra
parte fuera del país. Una parte de esa solución tendrá que salir -así no lo
queramos ver ahora- primero de Venezuela. Y eso es lo que precisamente están
esperando los países de la comunidad internacional para que efectivamente la
puedan respaldar. Esa parte venezolana no es visualizada por aquellos a quien
solicitamos su apoyo, y lo único que han visto hasta ahora es la participación
en un fraude electoral con el régimen. Creo que los venezolanos podemos hacer
algo mucho mejor que eso.
La
estrategia opositora basada en la intervención internacional para sustituir el
régimen de Maduro debe ser revisada y corregida. La intervención debe y tiene
que ser una variable importante de la fórmula para salir del régimen pero no la
única, con una combinación de acciones dentro de un todo global estratégico que
obligue al régimen a ver que no existe otra solución que su salida negociada
del poder.
El
planteamiento basado en que Venezuela se ha convertido en un problema
geopolítico para nuestros vecinos y para Latinoamérica en general, hace más probable
para la comunidad de naciones, en especial para el gobierno de Donald Trump, la
toma de decisiones directas en contra del régimen, más allá de lo que han hecho
hasta ahora. Pero la oposición debe presentar una estrategia cuyo desarrollo sea
primero dentro de Venezuela; y lo que se haga aquí sea lo
suficientemente contundente en lo político para que el mundo lo apoye.
En
la Alianza Nacional Constituyente
creemos que un paso fundamental dentro de ese cuadro estratégico de acciones en
Venezuela pasa por consultarle al pueblo venezolano los términos en que desea
un cambio para el país. Hemos propuesto unos términos que perfectamente pueden
ser revisados por todos y que con ello se logre el respaldo fundamental del
soberano para cualquier accionar que se realice desde fuera del país. Un
pronunciamiento definitivo del pueblo venezolano que indique sin asomo de duda
la ruta de salida del régimen puede ser la pieza que esté esperando la
comunidad internacional, no para intervenir y sacarnos de encima un gobierno
ilegitimo, sino para ayudar a que definitivamente seamos nosotros quienes lo
saquemos.
Caracas, 10 de Abril de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana