Por Luis Manuel Aguana
Nos
dicen divisionistas, no es la primera vez. Que no “entendemos” el momento
político del país, proponiendo una constituyente, que lo que hace es poner más
confusión de la que hay en el ambiente y en la discusión política, impidiendo
de alguna manera la solución que buscan los venezolanos al problema. Que hay
que “simplificar” el mensaje porque, ¿quien entiende eso de “constituyente” en
este momento? Que lo que hay es salir ya del régimen y rescatar la democracia
por la vía que sea como lo dicen claramente algunas voces políticas. Alguna vez
un amigo me dijo con toda la razón que nadie dijo que la vida era fácil. Y
ciertamente no lo ha sido para cualquiera que nade a contracorriente de una
marea de opinión pública que clama cambios a costa de lo que sea.
Aunque
repita como un loro que lo que proponemos no es una constituyente sino un
escenario donde todos los venezolanos podamos reconciliarnos en paz en las
proporciones legítimas que a cada uno le corresponde, discutiendo en ese espacio
un nuevo Proyecto de País para una nación sumida en el mayor de los caos, completamente
desencuadernada y destruida.
¿Estamos
los venezolanos dispuestos a eso? Esa es la gran pregunta. La constituyente de
1999 fue la imposición de un país sobre otro de manera fraudulenta. Un 52% de
los votos se alzó con el 98% de los asambleístas constituyentes, dejando al 48%
restante sin voz ni voto. Eso no podía ser estable en el largo plazo creando
las condiciones para los sucesos de Abril de 2002. ¿Qué es lo que estamos
planteando? Resolver el problema creado en 1999 de raíz, restituyéndole al
pueblo su derecho a tener el país que él mismo diseñe en el marco de una Constituyente
legitima, resolviendo en el camino el grave problema de quien debe estar en el
gobierno.
Es
claro que de 1999 a esta parte ha pasado mucha agua por debajo del puente,
incluyendo la invasión cubana respaldada por un traidor como Presidente de la República,
con la imposición de un modelo que no se corresponde con lo que culturalmente
es el pueblo venezolano, ni tampoco desea para su futuro. Eso complicó y
distorsionó dramáticamente más el cuadro, al punto que no se está viendo
correctamente que solución aplicar a este fenómeno.
Y si eso
lo condimentamos con los intereses de otros países, creados como consecuencia
del desastre inicial, como los de los chinos, rusos, iraníes, y pare usted de
contar, aunado a la confrontación histórica de los bloques e intereses de las
potencias extranjeras del oriente y occidente del mundo, ya ustedes me dirán quien
está en control de la situación de Venezuela.
Pero
volviendo al inicio del porqué del planteamiento y su pertinencia, con el
estado de confusión actual se perdieron todos los referentes iniciales y de
principios. La voz de todo el mundo ahora está en el “hay que salir del régimen
ya, y a como de lugar”, y existe mucha razón en eso. La gente se muere como
moscas en los hospitales, no hay medicinas, come de la basura, los salarios no
alcanzan para vivir, con una economía y un parque industrial y comercial
completamente destruidos.
Todo el
que se monte en una tarima a decir esto convencería a cualquiera para sumarse a
trabajar en cualquier locura que cambie como sea el estado de cosas, que al
final no es más que una consecuencia de algo que se originó mucho antes de 1999
cuando el país comenzaba a boquear producto de las inconsecuencias de la clase
política de entonces, que ahora con la cara más lavada que nunca clama por
tener la “solución” en las manos, como si ellos no fueran los responsables
primarios del desastre. Y díganme de aquellos que estuvieron y administraron el
desastre mismo al comienzo y que ahora se dicen “opositores light” del régimen
poniendo “el caldo morado”. Mayor descaro imposible. ¡Y todavía nos dicen que
somos nosotros quienes confundimos al país! Hay que recordar…
Y
cuando uno se pone a trabajar en solucionar las consecuencias de un desastre y
no en las causas que lo originaron, invariablemente termina volviendo a
empezar. Eso pasa hasta en las cosas más sencillas, como por ejemplo cuando
usted tiene una filtración que le está comiendo una pared de la casa y se ocupa
de arreglar solamente la pared sin resolver el escape de agua de agua de la
tubería que es la causa verdadera. Si quiere solucionar de verdad el problema tiene
que romper la pared primero, buscar la tubería donde está el escape de agua,
repararlo y luego volver a construir la pared. Pues bien, a los venezolanos se
nos está vendiendo todos los días tirar la pared solamente sin reparar la
tubería. Funcionará un rato pero invariablemente tendremos que tirar la pared
de nuevo, con todo lo que ello implica, con el riesgo de que nos caiga encima.
Pero
más allá de eso está algo que se ha quedado en el camino que pocos ven y que es
crucial para resolver el grave problema político del país y es la división que
se ha hecho de los venezolanos. Nunca hubo en nuestro país diferencias y odios
entre nosotros, independientemente de nuestra condición. Las diferencias entre
“ricos y pobres”, “empresarios y trabajadores”, incluso diferencias de raza,
fueron artificialmente creadas deliberadamente como un recurso para acentuar un
odio inexistente entre los venezolanos para imponer una filosofía e ideología
extraña para hacerse con el poder. Eso no lo va a resolver “un cambio de
gobierno”. Eso más bien se exacerbará al haber ese cambio, si se hace sin
reconciliar esas diferencias en el proceso.
Cuando
hablamos de una solución no podemos quedarnos en el simple “cambio de
gobierno”. El problema es más profundo que eso. Debemos plantearnos el comienzo
del cambio de lo que nos han hecho en casi 20 años de “revolución” extraña, y
que comienza por hacer una mirada introspectiva de quiénes somos y porque hemos
llegado hasta aquí. No basta orquestar “salir de Maduro”, hay que salir de todo
aquello que lo originó, sentando las bases para una nueva manera de hacer
política en Venezuela.
¿Por
qué creen ustedes que cuando nos planteamos hacer una consulta popular no
hablamos inicialmente de salir del régimen sino de una reconciliación? Porque
no existe una manera de reconstruir a Venezuela sin contar con absolutamente
todos los venezolanos, no solo una parte de ellos, que deseen realmente volver
al esquema cuando no teníamos diferencias y actuábamos como un solo país. Eso
no puede ser solo retórica, debe ser una realidad, si de verdad queremos ser
una nación unida con propósitos comunes, no que una parte se imponga sobre la
otra. ¿Y cuáles propósitos son esos? ¡Los que definamos juntos! Para eso
debemos reunirnos en paz en un espacio legítimo construido para eso. Eso es una
Asamblea Nacional Constituyente legítima.
¿Le
parece muy comeflor? Les invito a reflexionar en esto: ¿Qué hubiera
ocurrido si no hubiera habido 16J? Tal vez nos estuviéramos matando en las
calles en el medio de una guerra civil. Pero un grupo de comeflores de la
Alianza Nacional Constituyente encabezados por Enrique Colmenares Finol se
opusieron a ese estado de cosas que todo el mundo opositor quería (calle, calle
y mas calle) y le propusieron una ruta diferente a la MUD, convenciéndolos –muy
a pesar de ellos, porque eso no estaba en sus planes- de ir a una
consulta pacifica donde participaran todos los venezolanos como una solución
política al problema. Se las tiramos para que la batearan de jonrón y ellos
decidieron poncharse desconociendo el mandato directo del pueblo. Ahora el 16J
es un referente político para Venezuela y para el mundo. Sin embargo,
paradójicamente, muchos grupos opositores ahora usan la gesta cívica del 16J como
bandera política para mover sus propias aspiraciones, ¿quién lo hubiera
pensado?
Pues bien, proponemos de nuevo que el pueblo se pronuncie,
esta vez de una manera política determinante, como alternativa para resolver de
raíz un problema que ningún grupo político esta –ni estará- en capacidad de
resolver. Las ideas no tienen que salir de grupos con dinero o posición
política relevante, siempre y cuando sean pertinentes y vayan dirigidas a
resolver un problema que es de todos, sin más interés que el del país. Eso fue
lo que hicimos un grupo de venezolanos preocupados el jueves 22 de Febrero de
2018, con el Manifiesto “Gran Alianza por la Consulta Popular, la Unidad y
Reconciliación” (leerlo en http://ancoficial.blogspot.com/2018/02/manifiesto-gran-alianza-por-la-consulta.html).
Tal vez, solo tal vez haya una lejana posibilidad en Venezuela de hacer las
cosas bien sin que la pared no nos caiga encima…
Caracas,
24 de Febrero de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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