Por Luis Manuel Aguana
En algún momento de nuestras vidas nos hemos hecho la siguiente reflexión: “tantas cosas por hacer y tan poco tiempo para hacerlas”, y en el medio de eso nos hemos frustrado al ver que solo existe un recurso que no se puede comprar ni sustituir por ningún otro: el tiempo. Para nosotros, los venezolanos, que estamos estructuralmente hechos para el disfrute instantáneo, es muy difícil y hasta imposible digerir que existen cosas que solo se pueden obtener si se les dedica tiempo y esfuerzo.
Esa característica especial de nuestra gente, en sí misma, no es ni buena ni mala. Simplemente es. Por el lado negativo, ha producido los corruptos más abyectos de la historia contemporánea del mundo, que han robado las arcas de este país hasta lo inimaginable, haciéndose de una fortuna instantánea. Y por el lado positivo, ha producido héroes de una talla que no es posible explicar, sino por la vocación de obtener inmediatamente lo que sería imposible realizar para cualquier ser humano racional, como por ejemplo, la independencia de 5 naciones, en el menor periodo de tiempo en la historia del mundo.
Sin embargo, esta característica nos frustra como pueblo cuando se nos presenta un problema que de por sí solo tiene solución en el largo plazo, siendo nosotros individuos construidos para disfrutar logros y satisfacciones instantáneas. Los venezolanos fuimos felices muchos años cuando por el simple hecho de disfrutar una fortuna no trabajada, sino extraída del subsuelo, la aplicábamos para resolver a punta de dinero hasta el más mínimo problema, aunque derrocháramos el dinero y no se resolviera.
Los venezolanos no concebimos el largo plazo. Estamos y esperamos resultados en el corto plazo de cualquier problema que se nos presente, o cualquier asunto que emprendamos. Y eso también lo trasladamos al campo político. Es imposible para un político que pretenda los votos de alguien de este país, no ofrecer algo que no de resultados inmediatamente: “… Arreglaré la salud y la educación si votan por mí”, aunque todos sepamos desde muy adentro, que eso es imposible, prefiriendo autoengañarnos, a aceptar que ese problema requiere trabajo, planes y dedicación constantes por mucho más tiempo del que ese político dispone. En otras palabras, preferimos dejarnos engañar conscientemente, que aceptar que es necesario cambiar nuestra manera de ser para lograr la solución del problema.
Conociendo ese contexto, la idiosincrasia de este noble pueblo, cualquiera que pretenda una solución al problema político más importante que se nos ha planteado como país después de la guerra de independencia de Venezuela, deberá lograr la cuadratura del círculo. Esto es, hacer compatible la solución de un problema que de por sí se ha conformado como uno de largo plazo –la tiranía de Nicolás Maduro Moros- con un pueblo que espera una solución de corto plazo. El resultado de todo lo que se ha intentado hasta ahora, en soluciones de corto plazo, ha sido frustración, desesperanza, éxodo, y paralización.
Y si a todo esto le sumamos un régimen que está en perfecto conocimiento de su contexto, es claro que sacárnoslo de encima se hará cada vez más difícil. La desaparecida Dra. Rosa María Zulueta, extraordinaria psicólogo social venezolana (ver Rosa María Zulueta, en https://ticsddhh.blogspot.com/2017/03/rosa-maria-zulueta-ciudadana-integral.html) indicaba que esa estrategia de dominación nos había producido “quiebres de lógica, desesperanza, inermidad, incertidumbre, frustración, resentimiento, rabia tóxica, paranoia y reactividad”.
Y como una consecuencia de todo lo anterior, los venezolanos enfermos sentíamos los efectos más perversos: “evasión, postergación, habituación, resignación y paralización”. Todo eso hacía que nosotros mismos nos saboteáramos con estas tres armas, que yo llamaría ahora de destrucción masiva: “El miedo, la resistencia psicológica al cambio y la desconfianza”. Estas tres cosas pueden resumir lo que los venezolanos estamos sintiendo a fines de este año 2022.
Cuando en mis notas anteriores recordé el planteamiento de una Huelga Electoral Indefinida, que fuera aplicada por los venezolanos a cualquiera que viniera ofrecernos utilizar el sagrado instrumento de la democracia, que es el voto, para contraponerlo a una asquerosa tiranía, y realizar unas elecciones primarias que decidieran un “candidato” para ir a unas nuevas elecciones con el régimen en el poder, no lo hice con la intención de que esa forma de lucha “sacara al régimen” mañana, que es lo que naturalmente esperan los venezolanos, dada su manera natural de ser, como ya hemos señalado.
Lo hice porque esa es una de las muchas formas no violentas de resistir y sabotear todo intento de NORMALIZAR A LA TIRANÍA. Si aquí va a extenderse el régimen en el poder porque la oposición se entregó por mil razones, ya sea porque cobraron por eso, o bien porque desean cohabitar en el poder con ellos, que eso no tenga el respaldo de los votos de los venezolanos. Léase bien esto: si usted va a votar por un candidato de la supuesta oposición en esas primarias, usted está aceptando desde ese mismo instante que ese supuesto candidato irá a medirse con el régimen en el momento que Maduro lo decida, y en las condiciones que imponga.
Si usted cree que ese candidato, salido de un grupo de partidos, que sin representar a nadie, fueron a negociar nuestro futuro en México, en un diálogo que ya el régimen dio por cancelado porque consiguieron lo que buscaban, va a restearse a pelear con nosotros en una lucha de largo plazo que esa misma oposición ha dado por perdida, porque precisamente pretenden medirse electoralmente con quien tiene el control de las máquinas de contar los votos, usted no ha visualizado el panorama completo, y está cayendo en la trampa que el régimen y su oposición esperan que caiga, dada su natural inclinación estructural de esperar una solución de corto plazo.
Entiéndase bien esta proposición: no existe una solución de corto plazo para el problema de Venezuela. Debemos entender e interiorizar que se han destruido todos los resortes conocidos y se requieren soluciones inéditas que debemos parir entre todos, y tejerlas un paso a la vez, con una dirección definida, constante y persistente. Y la primera idea que nos debemos meter todos a la cabeza es que no es posible utilizar los mecanismos de la democracia para deshacernos de una tiranía.
Cualquier cosa que hagamos a partir de ahora deberá estar dirigida a demostrar, sin posibilidad de duda, que los venezolanos, sin la intermediación de ninguna fuerza entregada al régimen, está resteada a seguir resistiendo, hasta que el régimen caiga. Eso requiere organización y dirección genuinas, pero sobre todo constancia. Que es posible que eso suceda si nos adaptamos con mucho esfuerzo a controlar nuestra tendencia natural de esperar resultados a corto plazo por una recompensa de mucho mayor valor a largo plazo: la libertad. Eso es en definitiva un reto para los venezolanos conscientes de esta realidad, si nos tomamos la lucha cívica en ese nuevo marco de tiempo. Solo así tendremos la oportunidad de alcanzar el éxito.
Caracas, 14 de Diciembre de 2022
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