viernes, 28 de noviembre de 2014

De Pueblo a Ciudadanos



Por Luis Manuel Aguana

La tercera acepción de la palabra CIUDADANO del Diccionario de la Real Academia Española nos indica: “3.m. Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”. Y refiriéndose a la palabra PUEBLO, en relación a quienes habitan una ciudad, indica: “3.m. Conjunto de personas de un lugar, región o país” y“4.m. Gente común y humilde de una población”.

Deseaba establecer esa diferencia por aquello del famoso dicho generalizante que indica que “en Venezuela no hay ciudadanos sino habitantes” y que muchos de nuestros males pasan primero por resolver este problema que hace que a un país, en su conjunto, pase de ser un país atrasado y subdesarrollado a uno moderno y desarrollado.

De mis años juveniles recuerdo las cuñas que hacía Renny Ottolina tratando de hacernos ver esa diferencia, que no era solo para comportarnos civilizadamente en el día a día sino para cumplir con nuestros DEBERES  para poder EJERCER plenamente nuestros derechos como ciudadanos.

Y traigo el tema a colación en esta breve introducción porque el fundamento básico de lo que se trata al explicar el Proyecto País Venezuela es que para empoderar a los venezolanos de su soberanía del cual somos depositarios, de acuerdo al Art. 5 de la Constitución de 1999, todos aquellos quienes tenemos esta nacionalidad requerimos de CIUDADANOS, donde cada uno sea un “sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país” tal y como lo define el DRAE. Pareciera de Perogrullo pero no lo es…

¿Y porque digo esto? Porque cuando indicamos que NOSOTROS, EL PUEBLO DE VENEZUELA, nos proponemos recoger unas voluntades para contraponer y-porque no decirlo-, demandar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, lo hacemos ejercitando nuestro derecho soberano a hacerlo sin pedirle permiso a ningún órgano del Poder Público. Es por eso que cuando me preguntan que como es eso que no les voy a llevar las firmas al CNE para que me las “valide”, insisto que hay una contradicción intrínseca en quien es el que le tiene que rendir cuentas a quien.

¿Es el Depositario de la Soberanía quien le debe rendir cuentas al Poder Electoral, órgano del Poder Constituido? ¿No será más bien al revés? Si los CIUDADANOS como tales, siendo conscientes de sus derechos políticos se organizan debidamente y los ejercitan, guardando los principios fundamentales de transparencia, equidad y racionalidad, la validación de esas voluntades estaría a cargo del mismo Soberano quien las recoja, haciendo lo necesario para garantizar que la persona que firme sea realmente la que dice ser y constatando en un procedimiento establecido para ello, que realmente es un elector inscrito en el Registro Civil y Electoral, tal y como lo establece el Art. 348 de la Constitución de 1999.

Esa es la respuesta a quienes nos preguntan “¿y quién validará esas firmas?”. Es obvio que quienes lo haremos debemos establecer un mecanismo para que ese proceso sea auto contenido y completamente comprobable a los ojos de todos los venezolanos y toda la comunidad internacional. Y lo más importante, también es la respuesta del porqué esas voluntades de cambio las conservará la sociedad civil organizada, sin la intervención de NINGUN PODER CONSTITUIDO. Hasta allá deberá llegar la plena conciencia ciudadana que debe tener el Soberano, como le decía el Comandante Eterno a los depositarios de la Soberanía.

Pero esto de la conciencia ciudadana y del poder de quienes ejerciendo su ciudadanía pueden realizar cambios extraordinarios, no es nada fácil de entender y mucho menos de despertar, particularmente en aquellos que estando en la base de la pirámide de Maslow siempre han visto como los gobernantes han destrozado sus vidas sin poder hacer nada.

Es más, algunos que no están en esa base creen que tienen esa conciencia y realmente no la comprenden a cabalidad. Cuando los norteamericanos encabezaron su Constitución con aquel famoso “We the People” (Nosotros, el Pueblo), si sabían a cabalidad y a conciencia lo que estaban escribiendo. Ellos EL PUEBLO decidían gobiernos y le ponían reglas a sus gobernantes. Ese desarrollo lo hicieron Madison, Hamilton y Jay en los artículos del Federalista (ver El Federalista en http://goo.gl/LsgP8x). Debemos y tenemos que llegar a eso si queremos salir de este atolladero.

El desarrollo del Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) necesariamente pasa por convertir habitantes en ciudadanos porque esto no se puede hacer sin ciudadanos. Esa es la razón por la cual uno no puede emprender un proceso de recolección de firmas sin gente que no esté empoderada de ese concepto y les explique a cabalidad a las personas las verdaderas implicaciones de un proceso constituyente más allá de sacar a alguien de la cárcel o deshacerse de un mal gobierno.

Y esa es la parte difícil de este emprendimiento. Reunir gente, explicar que podemos ser mejores cambiándole el modelo al país, explicar con detalle ese modelo y sus implicaciones, establecer diferencias de lo que hay con lo que podemos tener. Y hacer eso en cada parte de toda la geografía nacional, implicando a muchísima gente en el proceso, y empoderándola de esa idea ciudadana porque esa es la única manera de lograr que alguien defienda en la calle el cambio profundo que necesitamos en el país.

Los venezolanos no somos estúpidos, podemos entender claramente, como ya lo han entendido muchas personas en más de 10 Estados del país, que eso es posible. Y como por arte de magia ese pueblo se convierte en ciudadanos militantes de esta idea. Aquí no se trata de seguir “hombres a caballo” como ya lo mencioné en la nota pasada (ver El siguiente hombre a caballo http://ticsddhh.blogspot.com/2014/11/el-siguiente-hombre-caballo.html) sino seguir ideas, compartirlas y ponerlas en práctica. Eso es lo que genera la esperanza de un futuro mejor.

Pero todo eso no es fácil, es del tamaño de la crisis de valores, de conciencia y de ideas que padecemos ahora los venezolanos. Pero creemos que se puede hacer y por eso estamos en esto. Aquiles Nazoa, “El poeta del Pueblo”, lo expuso magistralmente en las últimas estrofas de su Credo: “creo en los poderes creadores del pueblo, / creo en la poesía, y en fin, / creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama…”. Creemos que el pueblo de Venezuela el del tamaño de ese compromiso…


Caracas, 28 de Noviembre de 2014

Twitter:@laguana

Fe de Erratas: El Sr. Paul Creston, lector agudo, me hizo una observación válida al texto original:

¿Es el Poder Electoral, órgano del Poder Constituido, quien le debe rendir cuentas al Depositario de la Soberanía? ¿No será más bien al revés?

Cuando debe decir:

¿Es el Depositario de la Soberanía quien le debe rendir cuentas al Poder Electoral, órgano del Poder Constituido? ¿No será más bien al revés?

viernes, 21 de noviembre de 2014

El siguiente hombre a caballo


Por Luis Manuel Aguana

Contaban los viejos que en las guerras que sufrió Venezuela en el Siglo XIX, siendo la principal la Guerra Federal, el mecanismo que comúnmente utilizaban los caudillos para reclutar “soldados” combatientes era buscarlos en las aldeas de la geografía venezolana. El caudillo venía a caballo y los hombres tomaban lo que tenían para ir a la guerra y lo seguían a pie corriendo, detrás del hombre a caballo, dejando atrás mujer, hijos y familia.

En el Palabreo de la Loca Luz Caraballo, Andrés Eloy Blanco destaca esa situación: “Tu hija está en un serrallo / dos hijos se te murieron / los otros dos se te fueron / detrás de un hombre a caballo /…”. Esa costumbre está profundamente arraigada en la mente del venezolano. Aún esperamos “el hombre a caballo” que será al sigamos para ganar esa siguiente “batalla”.

Y lo que pasa es lo que siempre ha ocurrido en todos los tiempos: quienes siguen a ese “hombre a caballo” son los primeros muertos. Y esto ocurre porque quienes siguen de esa manera al jinete generalmente lo hacen en las peores condiciones para ir a una guerra: descalzos, semidesnudos, desarmados y sin ningún conocimiento para el compromiso al que se les está convocando. Solo tienen la esperanza lejana que ese “hombre a caballo” gane y ellos estén allí para cuando eso pase. La esperanza de un mundo mejor en las manos del “hombre a caballo”, a quien suponen que sabe adónde va y que es lo que hará cuando llegue, pagando con justicia el esfuerzo para ganar la guerra de ese hombre descalzo.

A algunos jinetes les ha ido bien, pero otros- la mayoría-, salen muy malogrados de la experiencia, como a todos los que van detrás y a aquellos que se quedaron esperando el éxito de ese “hombre a caballo”. Esos “combatientes” descalzos, ese noble pueblo venezolano, no ha dejado de ser convocado una y otra vez para seguir a “hombres a caballo”-y ahora también a “mujeres a caballo”-, no a ideas; no a proyectos, sino a carismas; no a mensajes de fondo, sino a slogans. Es condición indispensable educar a la gente para que piense y discierna que hay que dejar atrás esa costumbre atávica. Ya es hora de dejar detrás al Siglo XIX.

Recuerdo ese pasaje de la historia venezolana al ver muchachos recogiendo las firmas para la convocatoria constituyente que auspicia el partido Voluntad Popular, donde sin mayores explicaciones les solicitan la firma y los datos a las personas en las plazas, indicando que así se saldrá del régimen, liberarán a Leopoldo, haciéndolo Presidente de la República. Respetando las distancias y a quienes lo hacen, resulta el mismo cuadro donde se continúa con la misma costumbre de seguir al “hombre a caballo”.

Todas las encuestas sitúan a Leopoldo López en el primer lugar en la preferencia de voto, muy por encima de Henrique Capriles. Y creo que Leopoldo, tarde o temprano, será Presidente de la República. De igual manera pienso que María Corina Machado tarde o temprano también lo será, así como los nuevos liderazgos que se han destacado en la lucha en contra de este régimen que caerá irremediablemente. Lo que no creo es que puedan resolver los problemas de los venezolanos con la presente estructura institucional, ¡y eso es al final lo que todos queremos!

Elegiremos, una vez más, pero en un nuevo escenario, a otro conductor para que trate de manejar un autobús que ya no sirve, con la consecuente nueva decepción para los venezolanos, que terminarán desconfiando otra vez en la democracia cuando el problema no es ese (ver la comparación del carro accidentado en Doce Ejes y un Destino http://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/doce-ejes-y-un-destino.html).

Desde el Movimiento Constituyente que auspicia el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) insistimos que el problema NO ES EL CHOFER y así se los vuelvo a indicar a los dirigentes y la militancia de Voluntad Popular. Hay que reparar el autobús primero para luego buscar al mejor chofer. No dudo que Leopoldo tenga los méritos para ser el primer Presidente de la democracia por venir. Es más, espero que lo sea. Pero siguiendo a un nuevo “hombre a caballo” no lo lograremos y Leopoldo no debería ser el siguiente.

Debemos reparar el autobús PRIMERO y eso se logra cambiando las estructuras de poder para reconstruir el sistema político, apuntando a dejar en el pasado el sistema presidencialista, el del “hombre a caballo”, construyendo de la nada un nuevo sistema que controle al poder y que todos los países que se han desarrollado y tienen las mejores calidades de vida han logrado: un sistema Parlamentario.

Queremos hacer una Constituyente para construir un nuevo autobús, edificando desde cero las bases institucionales del país, con un Presidente que podamos CONTROLAR institucionalmente desde un Congreso, y que no sea el dueño de nuestra renta petrolera ni de ningún otro ingreso derivado de la productividad de los venezolanos. Que las regiones sean polos de desarrollo y generen los recursos para mantener un gobierno federal; y que se decida en un pacto institucional del mismo nombre cual será el presupuesto con el que funcionará ese gobierno federal, dejando a los Estados la autonomía para decidir su destino y su desarrollo de acuerdo a sus propias potencialidades.

Estamos sentados sobre una mina de oro-y no me refiero al petróleo-, nos estamos muriendo de hambre y todavía en el Siglo XXI pensamos que un “hombre a caballo” es la solución. El principal problema que tenemos los venezolanos no es que el régimen nos j… cada vez que le de la gana. Es romper las barreras mentales que nos separan del pasado y aquellas que nos impiden acceder al futuro.

Una Constituyente no es más que la vía para lograr construir ese andamiaje, para no solo montar encima de él a cualquier personaje que los venezolanos crean que debe conducir los destinos del Estado, se llame como se llame, sino para darles cabida a muchos personajes que serán los constructores de una Nación. Pero no a un Presidente que se adueñe de nuestro autobús. Es más, que podamos despedirlo desde un Parlamento si vemos que nos conduce a un barranco.

Esa es la diferencia principalísima de nuestro planteamiento constituyente con el de nuestros amigos de Voluntad Popular y que muchos, espero que hasta ahora, no han entendido todavía. En ese nuevo escenario las cosas serían diferentes: los políticos no manejarían nuestra vida, ni los venezolanos buscarían nunca más el siguiente “hombre a caballo” para que nos la resuelva…

Caracas, 21 de Noviembre de 2014

Twitter:@laguana