domingo, 24 de abril de 2022

El reto de enhebrar el tejido social venezolano

Por Luis Manuel Aguana

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Difícilmente puede decirse que el país está en calma como nos lo pretende vender el régimen. A pesar de la pandemia del COVID-19 en el año 2020 se registraron 9.633 protestas y 6.560 en el año 2021 Esa disminución se explica por la grave situación sanitaria y el temor al contagio de una enfermedad que el régimen no ha podido controlar (ver cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en https://www.observatoriodeconflictos.org.ve/el-conflicto-de-la-semana/10-anos-de-protestas).

Sectores de distinta naturaleza protestan en Venezuela. Los trabajadores de los diferentes gremios protestan por sus condiciones de trabajo y sus miserables salarios en bolívares hiperdevaluados, los jubilados y pensionados de la Administración Pública, que suman millones de venezolanos pasando hambre con asignaciones miserables que son una fracción mínima de la canasta básica que ahora se mide en dólares. Ellos no pueden ir a los bodegones y demás exquisiteces que el régimen muestra afuera como mejoras en la economía del país. Esa es la población que no encuentra salidas está huyendo del país, y la cuenta ya asciende en alrededor de 6 Millones de personas (ver ACNUR-Situación Venezuela, en https://www.acnur.org/situacion-en-venezuela.html).

La pandemia ha sido un factor paralizante para que la población se inhiba de salir a las calles para conformar muchedumbres en contra de lo que pasa en Venezuela. Sin embargo, poco a poco hasta a eso se le está perdiendo el miedo, porque si te has de morir de hambre en tu casa, al menos lo haces contagiado de COVID-19 protestando por tus condiciones de vida. Lo que está pasando en Venezuela es un asesinato masivo en cámara lenta a la mayoría de la población, en el medio de un renovado capitalismo salvaje.

Esta gravísima situación creada, no por una tragedia natural o una guerra, sino por el gobierno de unos delincuentes, ha quebrado el tejido social de Venezuela en múltiples partes. Veamos eso con más detalle. De acuerdo con la ONG mexicana Habitat para la Humanidad, el tejido social “lo conforma un grupo de personas que se unen para satisfacer necesidades humanas elementales o superiores, como son: alimento, salud, educación, seguridad social, cultura, deporte, servicios públicos, transporte y todo lo que represente mejor calidad de vida” (ver Tejido Social, en https://www.habitatmexico.org/article/el-tejido-social). En otras palabras, estamos hablando del conjunto de la sociedad y que de una manera u otra está protestando para recuperar esas necesidades humanas que en este momento no están siendo satisfechas por el que tiene la responsabilidad directa de hacerlo, que no es otro que el que gobierna, sea legítima o ilegítimamente.

Al quebrarse el tejido social en un montón de pedazos, cada uno de ellos lucha por una parte de la necesidad global. Esto es, los maestros y profesores luchan por sus reivindicaciones y las mejoras necesarias en la educación básica y media, los profesores universitarios luchan por su cuenta por su supervivencia y por la recuperación de lo que una vez fue una educación superior en Venezuela y la recuperación de la planta física de las universidades, los médicos –los que quedan- y las enfermeras luchan por mejores condiciones de vida y salarios, así como la recuperación del desastre sanitario en los hospitales, los pensionados y jubilados luchan por mejorar el monto de sus pírricos ingresos, y que no decir de la población que en su conjunto se encuentra en permanente lucha y se echan a las calles a trancar el tráfico por falta de agua, luz o cualquier servicio público que a nivel nacional no funciona, y así sucesivamente. Esas son las protestas atomizadas y aisladas que reporta el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.

¿Qué nos falta en Venezuela para unir las partes de ese tejido social quebrado? Un hilo conductor que de la suficiente confianza y legitimidad a esa sociedad decepcionada para unirse en una protesta nacional que reclame con una sola voz lo insostenible de esta situación. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué el liderazgo político ya no está cumpliendo esa función? Porque su credibilidad se deshizo y ya sus liderazgos no son válidos para poder unir ese tejido social.

La desconfianza alcanza a tal nivel que en una reciente encuesta de Meganálisis (una de las pocas encuestadoras confiables del país) apunta que el 82,3% de la población desconfía de los políticos de la oposición. Y peor aún, que un 78,1 de los encuestados “cree que son ciertas las acusaciones de que los partidos de oposición «están vendidos al gobierno de Nicolás Maduro y trabajan para el gobierno»” (ver El Nacional, Encuesta Meganálisis: el 78% de los venezolanos cree que partidos de oposición trabajan para el chavismo, en  https://www.elnacional.com/venezuela/encuesta-meganalisis-78-de-venezolanos-cree-que-partidos-de-oposicion-trabajan-para-el-chavismo/).

¿Qué nos queda por hacer? Enhebrar el tejido social venezolano. Del Diccionario de la Real Academia Española, extraemos la primera acepción del verbo Enhebrar: “1. Tr. Pasar la hebra por el ojo de la aguja o por el agujero de las cuentas, perlas, etc.” (ver DRAE, en  https://dle.rae.es/enhebrar?m=form). Nos queda a la sociedad civil enfrentar el reto de convertirnos en tejedores expertos y pasar una hebra de confianza a través de cada uno de esos pedazos, con un discurso único y creíble que satisfaga a cada parte de ese importante tejido y convertirlo en uno solo. ¡Menudo reto!

Pero creo que ese reto es posible. En la comunicación encabezada por el ex Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, dirigida al Presidente de los EEUU, como respuesta a la famosa carta de los 25, que solicitaron el alivio de las sanciones a los delincuentes que gobiernan Venezuela, confluyeron mayoritariamente las más distintas personalidades de la sociedad civil en una sola idea fuerza: no se puede aceptar bajo ningún respecto la narrativa de que estamos encaminados hacia una “normalidad” y menos aún que se requiera para eso el ablandamiento de las sanciones que se le han impuesto a los delincuentes que usurpan el poder en Venezuela. Esta carta llegó a ser firmada en tiempo récord por más de 10.000 personas dentro y fuera de Venezuela (ver Norbey Marin, ¡¡¡Arrasamos!!! Eran 10.000 firmas pero la gente nos sorprendió, en https://youtu.be/pDtSFPNBeMk).

Si esto fue posible, bien pudiera la sociedad civil venezolana y sus liderazgos naturales en ese tejido social coincidir en un discurso político focalizado en el que todos estemos de acuerdo, liderado y sostenido por cada uno de los liderazgos de ese tejido social quebrado en pedazos, solicitando la movilización de todos los venezolanos. De ser así, podría replicarse la misma –o quizá mayor- fuerza que se tuvo el 11 de abril de 2002 para sacudirnos el tirano. Lo que habría que evitar con antelación es que si se tiene éxito en ese esfuerzo, se desaten las pasiones de poder que hicieron fracasar al pueblo en la calle esa histórica fecha. De ser posible desatar esa fuerza que ya existe desde adentro, por el grave descontento de todos los venezolanos, será imposible parar la libertad de Venezuela.

Caracas, 23 de Abril de 2022

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jueves, 21 de abril de 2022

Breves notas acerca del “cómo” constituyente

Por Luis Manuel Aguana

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No hay reunión a la que se me invite donde alguien, conocido o no, te diga “¿Constituyente? ¡Eso toma mucho tiempo y el régimen la impediría!”. He decidido ya no contestar algo a lo que me he dedicado a responder por escrito de múltiples formas y en diferentes oportunidades y medios. Tal vez esta sea una más, pero las respuestas como las realidades se transforman con el tiempo. Si alguien me diera un bolívar devaluado por el tiempo que ha pasado, cada vez que me han hecho esa pregunta, hubiéramos hecho esa constituyente al menos unas 10 veces y yo fuera millonario en dólares.

Creo muy importante para todos nosotros actualizar la respuesta a ese “cómo” constituyente, no solo porque las condiciones políticas del país cambiaron sino porque ahora el régimen y su oposición sumisa se han montado en una estrategia de “normalización”, que aunque difícilmente la población les compre porque todavía se está pasando hambre y miseria por todo lo que ya sabemos, y en especial los compatriotas que NO viven en Caracas, se pretende vender al exterior y al interior del país, la percepción de que los venezolanos ya pasamos la etapa de confrontación con estos delincuentes y nos disponemos a convivir con ellos, por lo que debemos movernos hacia una etapa de coexistencia. Si esto es reforzado por una sociedad civil firmante de cartas al mundo pidiendo el ablandamiento de las sanciones, seremos nosotros mismos quienes estaremos clavando los clavos del ataúd donde nos enterrará el régimen.

En primer lugar, debo aquí darle un énfasis especial a que el proceso constituyente en sí ya ha sido comprado por la mayoría de los venezolanos, al menos por aquellos que tienen de manera genuina un amor por este país y creen que es necesaria la reconstrucción (o construcción) de una nueva institucionalidad para la República. Que si bien es cierto, algunos difieren de nuestro proyecto de descentralización y federación, si opinan necesario e importante discutir un país para las nuevas generaciones después de la destrucción que se ha hecho. Donde existen las diferencias es en el cómo llegamos a él. Y esto ha sido la piedra de tranca en las discusiones de nuestro proyecto en ANCO.

En este punto debemos diferenciar dos cosas: si aquí estamos hablando de hacer una Constituyente para salir del régimen, o si estamos hablando de una constituyente para Refundar la Nación. Porque aunque ambas cosas no son excluyentes, pero si son dos conceptos que aplicados juntos, le restan fuerza a lo que fundamentalmente fue el planteamiento original de ANCO, que nos es otro que lograr el cambio del paradigma del poder en Venezuela.

Debo establecer que yo no fui ganado a este proyecto hace años con el fin conceptual de “salir del régimen de Chávez”. Eso debía producirse como una consecuencia de que se entendiera a cabalidad el objetivo superior de discutir las bases institucionales del país. Que para hacer eso era indispensable que el régimen fuera depuesto antes de comenzar a establecer las nuevas bases fundacionales de Venezuela y para eso nosotros proponíamos un proyecto que ahora llamamos El Gran Cambio.

Sin embargo, en algún momento del recorrido de este camino, se confundió la chicha con la limonada, y la gente pensó que la Constituyente era una suerte de veneno para matar el régimen autoritario que nos oprime. Y eso podía ser así si se entendiera que si eso es lo que el pueblo venezolano desea, entonces al convocar al Constituyente, sea ese mismo pueblo el que decida hacer eso a través de su representación legítima.

Pero lamentablemente la historia Constitucional de Venezuela nos refiere a que eso no se ha hecho nunca de esa manera en nuestro país. Que las Constituyentes han salido como el resultado de los deseos de un gobernante que llega nuevo al poder y convoca al constituyente, como lo hizo Hugo Chávez Frías en 1999. Esa manera de hacerlo le da a ese gobernante la posibilidad de manufacturar una constitución a su medida –como la hizo Chávez- para mantenerse en el poder. Es por eso que es muy importante que los venezolanos entendamos, que salvo que convoquemos previamente al Constituyente, esto es, con el gobernante actual en funciones, el próximo que venga puede perfectamente impedir la iniciativa o convocarlo a su medida.

De allí que nuestra primera opción sea convocar al proceso constituyente ANTES que exista un nuevo gobernante y que el pueblo decida a través de su representación legítima qué hacer con el ocupante ilegítimo de Miraflores, establecer un nuevo gobierno transitorio, discutir un nuevo Pacto Social que se refleje en una nueva Constitución, para luego convocar unas elecciones basadas en las reglas de una nueva Carta Magna.

Estas explicaciones no son simples de hacer en el medio de un café. Proponer un camino inédito siempre ha sido muy cuesta arriba para los proponentes. De allí que todo el mundo nos diga “¿Constituyente? Muy bien, ¡pero eso hay que hacerlo después!”. Pero luego no se hará o se hará a la medida de quienes ocupen el poder en ese momento posterior. Entonces deberemos garantizar que en caso de realizarse una Constituyente posterior a la salida del régimen seamos los suficientes en el país con la conciencia clara para impedir una desviación semejante a la de Chávez en 1999.

Esto último nos lleva a la siguiente conclusión: ¿Podremos convencer un país que lo único en lo que piensa es en poder salir de esta tragedia primero, antes de pensar en otra cosa? Tal vez podamos hacerlo, pero el tiempo nos consume. La Constituyente no es un fin en sí mismo. Es un medio para discutir un proyecto de país, y que requiere previamente haber resuelto el tema de un gobierno legítimo y estable. Y aunque eso es responsabilidad de quienes en el sector político han olvidado sus obligaciones para con los venezolanos, alguien debe reflexionarlo para que podamos creer en un futuro mejor para nuestros hijos y nietos en este país.

El planteamiento que estamos haciendo ahora pasa porque todos los protagonistas de esta tragedia nos sentemos a discutir el país a través de una Constituyente. Creo que no es un mal planteamiento, aunque suene utópico. ¿Y quiénes son esos protagonistas? La Comunidad Internacional (encabezada por los EEUU), la oposición reconocida por esa Comunidad Internacional, los venezolanos organizados a través de sus organizaciones de la sociedad civil que no se siente representada por nadie por un sinfín de válidas razones, y finalmente el régimen. Ese es el verdadero diálogo. TODOS los involucrados. Ese es nuestro “cómo constituyente”. Esa es la manera en como el régimen permitiría hacer una Constituyente, y la manera en que ese mismo régimen estaría obligado a cumplir el mandato que salga del pueblo venezolano, al salir de un verdadero acuerdo donde una Comunidad Internacional participe y obligue al régimen a cumplir con las obligaciones que salgan de ese diálogo entre 4 partes. De esta forma no existiría vencido y vencedor.

Si se desea una paz real en este país, deberemos construirla entre todos. Un diálogo entre dos partes que no representan al pueblo venezolano no tiene ningún valor. Y si la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU, creen que tendrán estabilidad en Venezuela y en la región por cualquier cosa que salga de México, no han entendido a los venezolanos. Mientras tanto, los venezolanos seguiremos evaluando nuestras opciones, cualquiera que estas sean…

Caracas, 21 de Abril de 2022

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sábado, 16 de abril de 2022

Sociedad civil interpuesta

Por Luis Manuel Aguana

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No suelo publicar tan seguido pero sin haber terminado de darle “enviar” a mis redes sociales la nota más reciente, donde trato precisamente un fenómeno  que al parecer ya se está convirtiendo en una modalidad política, acerca de la sociedad civil que le hace el juego al régimen (ver ¿Existe una sociedad civil alacrán?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/04/existe-una-sociedad-civil-alacran.html), aparece una nueva e importante carta firmada por otro grupo muy distinto de conocidos ciudadanos de la sociedad civil solicitando al Presidente de los EEUU e importantes representantes del Congreso y de la política norteamericana, la eliminación de las sanciones que pesan sobre los delincuentes que usurpan el poder en Venezuela (ver la carta publicada por AlbertoNews en https://b1tly4n3s.com/nacionales/ultma-hora-estos-son-los-opositores-que-le-pidieron-a-biden-aliviar-las-sanciones-contra-la-dictadura-de-maduro-lista/).

En este caso muy particular, y a contravía de la fuerte corriente que estalló en las redes sociales que saltaron sobre el cuello de los personajes que firman esa comunicación sometiéndolos al escarnio público por alacranes, hay que detenerse a pensar. ¿Porqué un grupo muy particular de ciudadanos, economistas y dirigentes sociales, en algunos casos reconocidos públicamente en sus distintos campos de actividad solicitan lo mismo que exigió Maduro a los EEUU en su reunión con representantes del Gobierno de ese país en su visita a Miraflores?

En esa lista de firmantes hay personajes que no firmarían solos ni en su propia cédula de identidad, sin el consentimiento y el aval de los jefes políticos de los partidos de la MUD/ G4, y mucho menos una carta dirigida al Presidente de los EEUU. No es necesario señalar nombres porque el problema no son los pecadores firmantes, sino el pecado mortal en su esencia cometido. No estamos en presencia de una sociedad civil alacrán que firma algo “para favorecer a Maduro y su régimen, consciente o inconscientemente” a cambio de algo, en el estricto sentido, como lo definí en mi nota anterior. Estamos aquí ante una operación de mucho mayor nivel.

El Diccionario Panhispánico del español jurídico define el término “persona interpuesta” como: “Pen. En los delitos contra la Administración pública, persona que actúa en favor de otra con conocimiento y voluntad. En los delitos de cohecho, negociación prohibida y actividad prohibida a los funcionarios públicos, persona que es utilizada por el autor para que actúe en su lugar ocultando su participación en un hecho” (ver Persona Interpuesta, DEJ Panhispánico, en https://dpej.rae.es/lema/persona-interpuesta).

Voy a sugerirles aquí manejar una teoría que solo podrá ser comprobada con los hechos futuros cuando se presenten: estos personajes actuando como “persona interpuesta” están siendo utilizados  “en favor de otra con conocimiento y voluntad”, presentándose como actores independientes, cuando en realidad son representantes de los principales factores políticos de la oposición oficial, y actúan “en su lugar ocultando su participación en un hecho”. ¿Y cuál es el hecho? Aparecer al frente de algo que ellos no pueden hacer públicamente, que es abogar a favor del régimen de Maduro para poder llegar a un acuerdo que favorezca los intereses de los mandantes de esa comunicación.

Y no es que estos personajes firmantes sean marionetas huecas al servicio ciego de una mediocre dirigencia política opositora –todo lo contrario-, sino que algunos de ellos han sido los autores intelectuales detrás de muchas de las políticas económicas, políticas y sociales que esa oposición terrible ha planteado (¿para salir del régimen?) y puestas en práctica en los últimos años, con los resultados catastróficos que han impedido la salida de Maduro y sus ladrones. Eso lo hace absolutamente mucho más macabro que un simple apoyo al régimen, proveniente de una oposición oficial que con esta movida no tendría ningún capital político que arriesgar al enviar una carta pidiendo lo que se pide allí.

Aunque eso no sea un delito, como si lo describe en su definición el DEJ Panhispánico, tanto de quienes aparecen firmando como los que se ocultan, los venezolanos podríamos perfectamente considerarlo como tal, ya que constituye una traición por la calle del medio y un crimen por intento de perpetuación de los crímenes de Lesa Humanidad que está cometiendo el régimen, por parte de quienes todavía dicen representar políticamente a los venezolanos.

Invito a los venezolanos a analizar esa carta bajo esa nueva perspectiva, mirando con lupa los argumentos dirigidos a los EEUU por estos agentes encubiertos de la MUD/G4. Lo primero que piden es retomar el diálogo en México, cosa que había comenzado después de la visita de los representantes norteamericanos a Maduro, pero que se detuvo cuando el régimen decidió ignorarlos y plantearse un nuevo dialogo pero no con ellos sino con la “clase política de los alacranes”, suerte de unión de políticos y sociedad civil dispuestos a convivir con Maduro, como certeramente la definió uno de mis asiduos lectores después de leer mi reciente nota. Eso definitivamente los preocupó, surgiendo este intento desesperado de reencausar el dialogo hacia ellos.

La piedra angular de lo que se trata de fundamentar es que “Las sanciones económicas y la política de máxima presión no lograron sus objetivos”. Pero ¡por favor! ¿Eso es en realidad así? Es como si se le dijera a los EEUU que tienen que levantarle las sanciones aplicadas a Rusia porque no han producido la terminación de la guerra y Putín no ha retirado sus tropas. Ese argumento fatuo olvida que son precisamente las sanciones las que están poniendo a negociar a unos delincuentes que de otra manera se orinarían de la risa de todos los venezolanos, en especial de ellos.

Indicar que las sanciones “han exacerbado gravemente las condiciones de vida del venezolano promedio” es ignorar abiertamente que quienes han destruido el aparato productivo del país, comenzando por la industria petrolera, y los responsables de todos los males que allí se mencionan, ha sido precisamente este régimen impuesto hace mas de 20 años y que las sanciones han venido después de que se le diera la oportunidad a unos políticos amateurs en el 2019 para dirigir la oposición oficial a partir del reconocimiento a Juan Guaidó Márquez como Presidente Encargado, y han fracasado con todas sus letras. ¿Qué clase de burda manipulación es esa? ¿Qué se le está pretendiendo decir a los norteamericanos?

¿De donde salen esos números mágicos que indican que “El 75% de los venezolanos rechaza contundentemente las sanciones sectoriales y apenas el 10% quiere que se mantengan”? ¿De los laboratorios estadísticos de la encuestadora devaluada propiedad de uno de los firmantes? ¡Por favor! Al menos podían pedirles a los norteamericanos que hicieran su propia medición objetiva para constatar si eso se corresponde con la realidad. ¡Esa es una afirmación caza pendejos! Lo que no ha “beneficiado a los venezolanos”, como dice la carta no son las sanciones sino las propuestas opositoras para salir del régimen, razón por la cual muchos venezolanos exigimos un cambio inmediato de la conducción política opositora del país.

Por otro lado, no se les puede pedir a los norteamericanos negociar posiciones para el mejor interés del pueblo venezolano y que supere las presiones políticas internas en EE. UU., que, hasta ahora lamentablemente, han obstaculizado el avance de las negociaciones”. Eso no les corresponde a ellos. Es una manera sutil de pedir que los norteamericanos actúen a favor de lograr que Maduro abandone la “clase política de los alacranes” por presión de los EEUU, sin ver que ese es precisamente el juego de negociación que utilizan los delincuentes de Miraflores para sentarse con ventaja en este nuevo ciclo de México.

Pero lo que más llama la atención es el fondo económico de la misiva: el petróleo. Exhortamos a llegar a acuerdos que permitan el regreso de las empresas petroleras occidentales y otras empresas privadas para rejuvenecer el sector petrolero venezolano, lo cual generará empleo y promoverá la producción local”. Esto revela mucho de lo que está detrás de esta carta firmada igualmente por una representación mixta encubierta de otros intereses importantes para que se reactive la producción petrolera. Interés que no solo es del régimen sino también de la oposición oficial, confirmando la preocupación que expresé en una nota pasada al coincidir en una misma dirección los intereses del régimen y los de su oposición (ver Venezuela, un barco en una tormenta perfecta, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/03/venezuela-un-barco-en-una-tormenta.html).

La carta finaliza con votos para Poner fin a la crisis en Venezuela y ayudar a construir el nuevo futuro del país, con pleno respeto al estado de derecho, las libertades económicas y la vigencia de los derechos humanos, nos compete -y nos beneficiará –a todos”. Si el gobierno norteamericano en un arranque de locura les presta atención a esta suerte de representantes de una sociedad civil que actúa como persona interpuesta de una mezcla de intereses explosivos, no se terminará la crisis en Venezuela. Ni siquiera en la región latinoamericana. Se profundizará. Imagínense un régimen atornillado con más dinero del que jamás soñó Chávez, producto de una guerra que luce interminable, exportando su modelo con renovado éxito al resto del continente. Y los venezolanos sometidos y jodidos con unas migajas un poco más grandes pero sin libertad. Ciertamente eso les beneficiará, como bien termina la carta, pero no a nosotros sino a ellos y sus mandantes. Menudo negocio para todos. Con una oposición así no necesitamos a Maduro…

Caracas, 16 de Abril de 2022

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viernes, 15 de abril de 2022

¿Existe una sociedad civil alacrán?

Por Luis Manuel Aguana

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Dice un viejo dicho jurídico que la buena fe se presume y la mala hay que probarla. Bajo esa misma premisa comienzo llamando la atención sobre la reunión sostenida por varios factores de la sociedad civil con el usurpador de Miraflores, Nicolás Maduro Moros, pertenecientes al movimiento Foro Cívico, quienes se definen como “un movimiento de articulación y coordinación que desde 2021 ha desarrollado mecanismos de interlocución con todos los sectores sociales y políticos con el objeto de revalorizar las capacidades de exigencia y negociación de la sociedad frente al poder, enfatizando la recuperación de los derechos civiles y de los derechos humanos como fundamento de su acción” (ver Diversos sectores sociales, del Foro Cívico, presentaron en Miraflores la agenda de demandas urgentes de los ciudadanos, en https://cepaz.org/documentos_informes/diversos-sectores-sociales-del-foro-civico-presentaron-en-miraflores-la-agenda-de-demandas-urgentes-de-los-ciudadanos/).

Que conozcamos los venezolanos, la primera acción importante de este grupo de organizaciones de la sociedad civil agrupadas bajo el nombre de Foro Cívico se realizó en ocasión a la designación de los Rectores del CNE, convocados por la Asamblea Nacional ilegítima del régimen electa el 6D-2020, como “sociedad civil”, intentando dar ahora los pasos necesarios para participar en la designación de los nuevos Magistrados del TSJ después de la modificación de la Ley Orgánica del TSJ en enero de 2022: “Así como en 2021 organizaciones de la sociedad civil agrupadas bajo el Foro Cívico llevaron a cabo un proceso de diálogo y negociación con distintos sectores políticos para acordar, dentro de los estrechos límites de las condiciones políticas que hoy tenemos, un directorio para el CNE que, como lo hizo, ofreciera alguna confianza en que podía desarrollarse un proceso electoral bajo mejores condiciones institucionales y políticas. En 2022, estas mismas organizaciones, se han activado para continuar ejerciendo ese papel en otros ámbitos. El proceso de reforma judicial es uno de ellos(resaltado nuestro).

En resumen, ¿qué es lo que los venezolanos estamos contemplando aquí? ¿Es que acaso una parte de aquellos que nos llamamos sociedad civil estamos comenzando a claudicar a la tragedia que nos sucede, y ahora tratamos de “convivir” para sobrevivir a esta tragedia? ¿O tal vez el régimen, en su infinita capacidad para comprar voluntades, está “convenciendo” factores de esa sociedad civil para dar la percepción de que ya los venezolanos estamos obstinados de tanta controversia y queremos a gritos una normalidad que no existe? Lo que contemplamos aquí puede ser una parte o una mezcla de todo eso, o simplemente ninguna de ellas. Y eso amerita un poco de atención por parte de todos los que de alguna manera nos atañe el tema de la sociedad civil, al preguntarnos si existe una sociedad civil alacrán.

Lo cierto es que la sociedad civil en cualquier parte del mundo no es homogénea. Pueden existir factores de ella que por una u otra razón estén abiertamente a favor del régimen –y eso sería perfectamente válido- pero también pueden existir organizaciones y personas respetables que, aún estando en desacuerdo con el régimen, creen de buena fe que intentando convivir con esos delincuentes pueden ser mejoradas algunas de las condiciones del secuestro donde vivimos para que existan algunos derechos humanos para los venezolanos. La percepción que los venezolanos tengan de ese fenómeno es crucial. Veamos eso último con más detalle.

Si efectivamente hay personas que de buena fe –que siempre se presume- están dispuestas a reunirse con Maduro con ese fin, la pregunta correcta allí sería, ¿es válido todavía pensar que eso sea posible después de todo lo que hemos vivido? A mi juicio dejó de ser posible cuando el régimen decidió criminalizar a la oposición y perseguir, torturar y asesinar personas, al margen de nuestros Derechos Humanos y el Estado de Derecho. Y eso no lo digo yo, sino Informes fundamentados de organizaciones de Derechos Humanos alrededor del mundo y un proceso abierto a los principales responsables, comenzando por Maduro, por crímenes de Lesa Humanidad en la Corte Penal Internacional.

Ahora bien, de la Declaración de Principios del movimiento Foro Cívico, leemos: “Es en nuestra condición de ciudadanos que exigimos a quienes detentan el poder la atención urgente de los males que nos afectan como nación, siempre en el estricto cumplimiento de la Constitución vigente y de los pactos internacionales sobre derechos humanos suscritos por el Estado venezolano. Es en ese marco que planteamos el desarrollo de los canales de comunicación necesarios para rediseñar un mecanismo de negociación que encamine al país hacia un porvenir de paz, bienestar y progreso para todos. Y como decía el maestro Pedro Nikken: la negociación no es el mejor camino, es el único camino.” (resaltado nuestro). Si eso realmente es así, están cayendo abiertamente en una contradicción.

No existe desde hace mucho tiempo en Venezuela “estricto cumplimiento de la Constitución vigente y de los pactos internacionales sobre derechos humanos suscritos por el Estado venezolano”, como ya se ha comprobado, por lo que en consecuencia son imposibles, si nos atenemos a esa Declaración, los canales de comunicación “para encaminar al país hacia un porvenir de paz y progreso para todos”. Entonces mal podría ese grupo de ciudadanos reunirse de buena fe con los principales protagonistas del régimen y esperar de ellos el cumplimiento cabal de la Constitución y los Derechos Humanos, sin estar conscientes que el régimen los está usando, con su consentimiento o no, para sus propósitos, cualquiera que estos sean. En inferencia lógica existirían serias dudas que estén obrando de buena fe de cara a los venezolanos.

Eso no quiere decir que Pedro Nikken no haya tenido razón. Pero hay diferentes formas de interpretar la declaración de este recordado jurista venezolano. Uno negocia con los delincuentes que tienen secuestrada a una nación, no para que permanezcan indefinidamente en el secuestro, sino para terminar definitivamente con él (ver Negociación de un país secuestrado, en https://ticsddhh.blogspot.com/2018/10/la-negociacion-de-un-pais-secuestrado.html).

En el medio de esa contradicción, estos integrantes del llamado Foro Cívico se presentan como una cara de la sociedad civil comprometida con el bienestar de los ciudadanos, cuando en realidad están en la práctica siendo usados, deliberadamente o no, como catalizadores de las políticas que requiere el régimen para perpetuarse en el poder. Si esto lo hacen de una manera inconsciente, quedará para el juicio que la posteridad haga de cada uno de ellos, la gravedad de su participación para la perpetuación del régimen. Pero el fenómeno sigue estando allí, distorsionando la percepción de la realidad.

De la carta dirigida por estos ciudadanos a Nicolás Maduro Moros (ver Carta de personalidades del Foro Cívico a Nicolás Maduro Moros, en https://twitter.com/Dale_Letra/status/1511521775208837126), donde destacan que como ya “…llevaron a cabo un proceso de diálogo y negociación con distintos sectores políticos, de la oposición y del gobierno, para acordar, dentro de los estrechos límites de las condiciones políticas que hoy tenemos, un directorio para el CNE que ofreciera, como lo hizo, alguna confianza de que podía desarrollarse un proceso electoral…”, ahora el Foro Cívico nominó a “11 candidatos que modelan las características que querríamos ver en todos los magistrados”, rematando que “con el realismo radical que nos inspira, nos preocupan que no fuesen las calificaciones de los candidatos las que decidan la selección, pero no creemos que sea posible pedir rendición de cuentas y de gestión si no se participa y se sigue de cerca el proceso de nominación, haciendo oír la voz de la institucionalidad y el espíritu de la Constitución”.

El solo hecho de haber contribuido con una Asamblea Nacional espuria, declarada ilegítima, no solo por la Comunidad Internacional sino por el mandato del pueblo venezolano en la Consulta Popular celebrada del 7 al 12 de diciembre de 2020, para la selección de los Rectores del CNE y ahora para la selección de los nuevos Magistrados del TSJ, pone de manifiesto su reconocimiento abierto al régimen como poder legítimo de la República, a contra vía del mandato expresado en dos consultas populares por el pueblo venezolano. ¿Qué derecho tienen estos ciudadanos para ignorar abiertamente eso? Y esto es un hecho, no una especulación nuestra.

Ese “realismo radical” que mencionan para justificar la participación en el proceso de designación de los nuevos Magistrados fue el mismo que utilizó Henrique Capriles para justificar la participación de la oposición oficial en las elecciones regionales del 21 noviembre de 2021 (ver Capriles “Falta una dosis de realismo radical” en la oposición, en https://www.lavozdefalcon.info.ve/capriles-falta-una-dosis-de-realismo-radical-en-la-oposicion/). En ambos casos, el mensaje de un realismo que acepta convivir con un régimen que ignora la voluntad popular ha sido rechazado por los venezolanos en dos consultas populares.

No podríamos conocer las “características” que el Foro Cívico querría ver para los nuevos  Magistrados, pero sería impensable pretender en una situación de secuestro de todos los poderes públicos, que esa agrupación aspire poder pedir cuentas posteriores a la tiranía de Nicolás Maduro Moros, tanto por las actuaciones de los Rectores del CNE, como por la de los Magistrados que termine negociando el régimen para el TSJ en una Asamblea Nacional ilegítima, solo por participar en ese sainete que les están proporcionando. La experiencia con el régimen ha demostrado que desprecian abiertamente cualquier aporte de la sociedad civil, y menos aún la de aquellos que provengan, de manera deliberada o no, a favor de los fines del régimen.

Entonces, a la pregunta del título, ¿existe una sociedad civil alacrán? Lamentablemente debemos aceptar que si existen organizaciones y personalidades que están haciéndole el juego perverso al régimen coadyuvando para su continuidad. Es una existencia que debemos admitir como se admite que existen en el país la corrupción de los partidos, los alacranes de “la mesita” y la desaparición del Estado de Derecho en Venezuela. Pero así como esa realidad es palpable a los venezolanos también lo es la existencia de alacranes disfrazados de sociedad civil que el régimen utiliza para sus fines, pero que afortunadamente se pueden detectar por esas contradicciones, y que no es algo que no pueda ser percibido como el resto de nuestros males, solo que este es más perverso porque se esconde bajo el manto de “ayudarnos” a tolerar la permanencia de la tiranía cuando la realidad demuestra todo lo contrario.

Por más argumentos que esgriman quienes trabajen, se reúnan o firmen a favor de colaborar con los secuestradores para supuestamente “mejorar” las condiciones de los secuestrados y sometidos por la fuerza de las armas, no podrán eludir el juicio de la historia, que ha confirmado una y otra vez que quienes toman ese camino terminan siendo notoria y socialmente despreciados a consecuencia de los acontecimientos futuros. Finalmente, terminan entendiendo por las malas que el camino no es colaborar con los secuestradores, sino hacerles la resistencia civil correspondiente hasta lograr expulsarlos del poder.

Este régimen castrador de nuestras libertades indefectiblemente caerá más temprano que tarde, y aquellos que los ayudaron directa o indirectamente, ingenua o deliberadamente, serán sometidos al escrutinio y juicio público de la población. La historia de Venezuela y del mundo tiene muchos ejemplos de eso. No serán recordados porque intentaron “apaciguar el sufrimiento” sino porque colaboraron para la permanencia de quienes nos pisotearon. Ese será un triste, pero muy merecido final para quienes malinterpretan el rol de la sociedad civil en la grandeza de sus naciones.

Caracas, 15 de Abril de 2022

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lunes, 11 de abril de 2022

A los 20 años del 11 de abril

Por Luis Manuel Aguana

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Dedicado a las víctimas del 11 de abril de 2002

Difícilmente el pueblo venezolano puede dejar de lado los 20 años del 11 de abril de 2002. No solo porque esa fecha partió en dos la historia política contemporánea de Venezuela, sino porque a partir de ese momento la tiranía le demostró su verdadera cara a los venezolanos, probándoles que no les importaría llegar al sacrificio de vidas y destrucción del país con tal de mantenerse en el poder. 

Después del brutal asesinato en la Av. Baralt de Caracas de 21 personas inocentes, la institución militar que hasta ese momento apoyó al Presidente de la República, decidió removerlo del poder, atendiendo la voz de más de un millón de venezolanos que se echaron a las calles exigiendo su renuncia. Hasta ese momento existieron las Fuerzas Armadas tal y como la conocimos: una institución garante de la Constitución que depuso a un Presidente por criminal al haber ordenado una masacre.

A partir de ese momento y a los ojos de todos los venezolanos, una serie de errores en la conducción política del proceso tuvo como resultado el regreso de Chávez al poder. Desde su renuncia comunicada a todos los venezolanos por el entonces Inspector General de las Fuerzas Armadas, General Lucas Rincón, hasta su regreso triunfante, el país contempló atónito cómo era posible que se perdiera en horas la histórica protesta masiva de más de un millón de venezolanos, y el sacrificio de las vidas de 21, que exigieron la salida de Chávez del poder ese 11 de abril.

Pero todos también nos asombramos de que un alto Mando Militar no esperara otra cosa que no fuera una venganza en contra de todos aquellos involucrados por parte de quien había sido removido del poder por unas horas. Ni siquiera se pusieron de acuerdo para constituirse ellos en una Junta Militar que llevara al país a una transición política. A partir de ese momento comenzó la degollina de la institución armada en Venezuela, convirtiéndola finalmente en una milicia al servicio del régimen y sus aliados extranjeros. Todo esto sin contar con la arremetida criminal posterior en contra de quienes defendieron a los civiles inocentes de la marcha, encerrados toda una vida en las mazmorras del régimen a través de procesos judiciales amañados. Ellos fueron las víctimas vivientes que utilizó el régimen como chivos expiatorios de los asesinatos que cometió ese día.

El 11 de abril de 2002 funcionó como una especie de calibración de todos los actores políticos y militares de Venezuela, y fue la demostración más fehaciente de lo podrido de las bases sobre las que se sostenía el país: un régimen asesino en el poder, una conducción opositora  torpe y voraz, y unas Fuerzas Armadas desconocedoras de su propia historia. Estos elementos conjugados dieron como resultado que en Venezuela se profundizara una tiranía que comenzó a abrirse paso con la promulgación de la Constitución de 1999.

Tan consciente estaba Chávez de los delitos que había cometido el 11A, que lo primero que hizo fue aceptar abandonar el país ante la propuesta que le llevaba el General Manuel Rosendo por parte del Ejército (ver declaración del General Rosendo, Radiografía de una Mentira, La renuncia, en https://youtu.be/GrLz05KHVAw, min 57:45). Otra historia le hubiera tocado a Venezuela de haber habido uniformidad en las Fuerzas Armadas acerca del destino de Chávez, ya que algunas Fuerzas exigían que fuera juzgado en el país.

Por otro lado, la voracidad de poder y la torpeza de quienes llegaron a Miraflores en los hombros de ese millón de venezolanos con los muertos de ese día, dio como resultado un decreto que disolvía los poderes constituidos, sin ningún asidero constitucional, y peor aún, sin contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Todo parecía una operación conducida por una pandilla de arribistas y aprendices de brujería política. Eso no podía tener otro resultado que la “renuncia” a instancias de los militares de quien se había auto juramentado pocas horas antes, Pedro Carmona Estanga. La correlación de fuerzas a lo interno de las Fuerzas Armadas de ese momento decidió nuestro destino con el regreso de Hugo Chávez al poder.

Nunca antes estuvo Venezuela más cerca de resolver este problema que ese día. De allí que podamos sacar algunas conclusiones. Ni siquiera los militares que tuvieron en sus manos la renuncia de Chávez y su decisión de largarse de Venezuela, supieron que hacer con el poder. ¿Cuándo había ocurrido eso antes en Venezuela? ¡Nunca! Tampoco los civiles que llegaron a Miraflores tuvieron la sagacidad política de lograr un equilibrio cívico-militar que respetara un mínimo de constitucionalidad para salvaguardar el poder que les había caído en las manos a consecuencia de la reacción de un bravo pueblo. ¡Lo quisieron todo y no tuvieron nada! ¿Perdieron ellos? No, perdimos todos los venezolanos.

A partir de ese momento el régimen aprendió y se protegió. Profundizó el modelo que había iniciado con los Castro de Cuba e hizo imposible que ocurriera otra sublevación militar. Les ha llevado 20 años sofisticar sus sistemas de información con sapos y espías en los cuarteles, y poner la Fuerza Armada a las órdenes de oficiales extranjeros que cuidan los intereses políticos y económicos de sus países en Venezuela. Hoy es imposible que nadie mueva una hojilla en un cuartel sin que el régimen se entere. En ese escenario es virtualmente imposible un alzamiento militar. De allí que vean ustedes las cárceles militares llenas de oficiales que han intentado un cambio sin éxito. Aun así sigue vigente lo que aprendí de mi padre, los militares están con un gobierno hasta que se alzan, como lo vimos hoy hace 20 años.

¿Qué pasó con la oposición política? El régimen aprendió también. Después del desastre que vivieron amargamente el 11A, se dieron cuenta de que esa voracidad podía ser comprada y castrada a través de negociaciones. Y aquellos que se negaran debían ser perseguidos y encarcelados. Después del año 2002, el siguiente episodio político en Venezuela fue el Referendo Revocatorio, que surgió luego de una negociación con la Comunidad Internacional. ¿Recuerdan la Mesa de Negociación y Acuerdos 2002-2003 y el proceso de facilitación de la OEA y el Centro Carter? Chávez retrasó hasta la saciedad desde el CNE  ese Referendo Revocatorio hasta el año 2004 (¿recuerdan el Firmazo, el Reafirmazo y los Reparos?) e hizo un fraude con unas máquinas nuevas aceptadas por la oposición, con el visto bueno de la Comunidad Internacional.

El camino de allí en adelante ha sido “electoral”. ¿Recuerdan el año 2006 y la candidatura presidencial de Manuel Rosales, y luego en el 2012 la de Henrique Capriles? De nuevo otro fraude del CNE, con la venia de la oposición (ver Eric Ekvall – Elecciones Presidenciales 2012 http://www.youtube.com/watch?v=nSa0kgHgcjs). Y sería a partir de este proceso de continuas elecciones controladas por un poder electoral viciado, que aún no salimos de este hueco donde nos metimos –o nos metieron- a los venezolanos. Y todavía a estas alturas, después de todo lo que nos ha pasado, esa sigue siendo la mejor oferta que nos plantea un sector opositor comprado y huérfano de ideas.

Hoy se cumplen 20 años del comienzo real de esta desgracia. Tal vez los jóvenes que están al frente de la oposición política desde el Gobierno Interino no lo sientan tanto como aquellos que lo vivimos, y en algunos casos protagonizamos, porque para ese año algunos no habían salido de la adolescencia. Saben la historia porque la han leído o se la han contado, pero no es lo mismo el cuento que haberlo vivido.

Muchos venezolanos, en especial los que participaron en esa marcha histórica del 11A, siente esta fecha como una herida en carne propia, y continúa a la espera de un cambio que aún no llega, y su posibilidad está en manos de un liderazgo que ha demostrado ser tan torpe como aquel que condujo los sucesos del 11 de abril. Y si no te duele la necesidad de un cambio con la profundidad debida, no existirá la fuerza necesaria para hacer lo que hay que hacer.

20 años son suficientes. Ya es hora de otro liderazgo capaz de hacer lo necesario para llevar al país a ese cambio. Venezuela puede tener otra oportunidad porque fue el mismo pueblo quien se la dio a ese liderazgo fatuo el 11 de abril. Encontremos entonces a los conductores apropiados y construyamos de nuevo las condiciones para lograr con éxito el cambio que todavía gritan los venezolanos. Aprendamos algo de estos 20 años…

Caracas, 11 de Abril de 2022

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jueves, 7 de abril de 2022

19 de abril, una Constituyente desde el Zulia

Por Luis Manuel Aguana

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En mi casa desarrollamos un respeto especial por la fecha 19 de abril, no solo porque fuera la fecha patria que en realidad es, sino porque era el cumpleaños de mi padre. Como profesor de Ciencias Sociales (ver la vida del Dr. Raúl Aguana Figuera, en http://universidadculturaycivilizacion.blogspot.com/p/biografia.html), mi padre estaba muy consustanciado con el significado civil de esa fecha particular para su vida y así se los hacía ver a sus estudiantes cadetes de la Escuela Militar de Venezuela y EFOFAC (antigua Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación).

Ese significado histórico del 19 de abril apuntaba hacia el desconocimiento civil de una autoridad que los venezolanos de ese entonces consideraron irrita y usurpadora. Lamentablemente, de esos oficiales que fueron alumnos de mi padre, no queda ninguno activo (todos están retirados o fallecidos), y los que existen ahora no tienen la convicción por la formación impartida en su propia Escuela, de que los militares deben estar siempre sometidos al poder y la autoridad civil. El tiempo ha disuelto esa convicción, dejando a los venezolanos a merced de una soldadesca al estilo de la milicia del siglo XIX, sin formación acerca del rol que deben jugar frente a los ciudadanos. De no ser así, no existiera un régimen cuartelario que oprime las libertades y suprime la democracia en Venezuela.

El 19 de abril de 1810 marcó el inicio formal e histórico de la Independencia de Venezuela. No había estudiante de primaria en este país que no conociera la historia de aquel Jueves Santo cuando se reunió el Cabildo de Caracas que desconoció la autoridad del nuevo mandatario español Don Vicente de Emparan, constituyéndose en Junta Suprema de Caracas, hasta la instalación del Primer Congreso Constituyente el 2 de marzo de 1811.

Estos antecedentes nos dan la suficiente justificación para: a) considerar que esta es una fecha profundamente civil y que conmemora la primera vez que la sociedad civil venezolana se impuso sobre un gobernante usurpador; y b) establecer por parte de los ciudadanos un gobierno de transición hasta la convocatoria de un Congreso Constituyente que definiría el destino de la República. Luego la historia hizo el resto.

El significado Constituyente de esta fecha es inequívoco, y aunque forme parte de nuestro calendario histórico, pocas personas lo ven más allá del cuento de aquel gobernante español que dijo una vez “yo tampoco quiero mando” un 19 de abril, a instancias de un cura de apellido Madariaga y a partir de allí Venezuela se declaró independiente, siendo el acontecimiento algo mucho más profundo que eso.

De la misma manera nos ocurre con el planteamiento y la propuesta Constituyente. El carácter simplista con el que generalmente abordamos los temas, hacen que tomemos decisiones de rechazo de buenas a primeras sin esperar a conocer el fondo del asunto. Y mucha de esa responsabilidad tal vez tiene su razón de ser en que no es sencillo comparar planteamientos complejos como este frente a la simplicidad con que se puede entender una elección presidencial o parlamentaria.

En diversas intervenciones y entrevistas a través de las redes sociales he planteado que para poder realizar el proceso Constituyente en esta hora histórica que vive Venezuela, donde se agotaron las opciones –incluyendo la electoral-  para que los venezolanos podamos salir de esta crisis, se requiere de urgencia entrar en un proceso de negociación política que incluya a TODOS los involucrados en la tragedia venezolana: la Comunidad Internacional, la oposición oficial, el régimen, pero sobre todo, una representación calificada de la sociedad civil, esto es, aquellos que somos en última instancia los dolientes principales de esta tragedia. Para eso es un requisito fundamental tener a la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU, trabajando a favor de esta iniciativa, porque son los únicos capaces de sentar al régimen a negociar esta solución. De otra manera, a mi juicio es ilusorio plantear esta solución a los venezolanos.

Algunos han reaccionado de una manera virulenta a propuesta de incluir al régimen en esa negociación, y yo podría darles la razón. Pero si somos realistas tenemos que sentarnos a negociar con los secuestradores para que suelten a los rehenes, que somos todos los venezolanos. Por otro lado, un proceso CONSTITUYENTE, conceptualmente solo tiene sentido si están incluidos todos los venezolanos, sin distingo de parcialidad política. Y eso incluye a quienes aún creen en los que detentan el poder, que son igualmente venezolanos. No puede existir algo como una Constituyente únicamente “de la oposición”, así como tampoco puede existir una Constituyente solamente “del gobierno”.

Aquellos que crean que el país será estable haciendo una constituyente “de la oposición” están montados en una fantasía. Chávez hizo una constituyente solamente “del gobierno” en 1999, dejando explícitamente a la oposición fuera del proceso con unas Bases Comiciales parcializadas. A partir de allí el país nunca fue estable y los sucesos del 11A-2002 fueron la prueba fehaciente de ello. Y aún no existe paz social, sino la paz de los cuarteles y los cementerios, como ocurrió durante la tiranía de Juan Vicente Gómez. Esto sin contar con la otra “del gobierno” realizada por Maduro en julio de 2017, con peores consecuencias.

Y volviendo al requisito, como lo es el apoyo fundamental a esta iniciativa de la Comunidad Internacional –los EEUU-, ha sido algo muy difícil de lograr. Entre otras razones porque aquellos que deberían impulsar ese apoyo están en contra de una constituyente, ya que ellos serían los primeros en ser puestos a juicio y rechazados en el proceso. La oposición oficial nunca dio el visto bueno a la convocatoria del Constituyente, aun cuando tuvo la oportunidad de oro para hacerlo y resolver así la crisis del país. La primera acción de la Asamblea Nacional, electa en diciembre de 2015, no ha debido ser bajar los cuadros de Chávez de las paredes del Parlamento, sino convocar con los 2/3 de sus integrantes a un proceso Constituyente y establecer las reglas para hacerlo (Artículo 348 Constitucional). El régimen inmediatamente les quitó esa posibilidad al removerles la mayoría calificada.

La Comunidad Internacional nunca ha estado debida y eficientemente informada de esta iniciativa. ANCO ha hecho esfuerzos importantes de comunicar a los países acerca de esta posibilidad como una alternativa seria, constitucional, pacífica y electoral. Sin embargo, la oposición ha avanzado mucho en convencer a esa Comunidad Internacional que haciendo unas elecciones con el régimen en el poder se resolverá el problema venezolano y lamentablemente están equivocados. Remover al Poder Ejecutivo con unas elecciones–en el hipotético caso de que eso llegara a suceder- no sustituirá el resto de la institucionalidad corrupta del régimen y profundizará la crisis haciendo ingobernable al país.

Hemos insistido en que no es posible una elección justa, transparente y verificable estando el régimen en control del Poder Electoral, por la designación de Rectores provenientes de un Poder Legislativo ilegítimo. Es por ello que hemos propuesto la discusión de una elección Constituyente negociada con el auxilio de la Comunidad Internacional, como árbitro directo del proceso electoral, en una suerte de Intervención Humanitaria Electoral, con un Tribunal Electoral “ad-hoc” para Venezuela. Esta es una solución donde cabemos todos y podemos negociar como se realizaría entre los cuatro participantes.

Creemos que el 19 de abril de 2022 pueda ser una fecha que ponga de nuevo sobre el tapete de la opinión pública nacional e internacional esta iniciativa al país, en especial si se da el impulso desde el Estado Zulia, un Estado que ha alzado históricamente las banderas de la autonomía y la descentralización política y administrativa, principios fundamentales sobre los que se sustenta la propuesta de cambio constitucional de ANCO, en su proyecto de El Gran Cambio (ver El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela, en https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html).

Si el país se contagia de esta propuesta, es posible que también pueda atraer a la Comunidad Internacional a que esta es la salida política más ajustada a la realidad de los venezolanos, para vivir en paz y en democracia. Que sea del empuje del Zulia desde donde partan las esperanzas de cambio para este país destruido, no solo es un aval extraordinario para rescatar lo que para Venezuela significó el 19 de abril de 1810, sino un buen augurio para la Refundación de una República que inició su viaje hacia la libertad destituyendo a un usurpador en el Cabildo de Caracas. Abriguemos la esperanza que el Teatro Baralt de Maracaibo se convierta en ese Cabildo en este año 2022, dando inicio al proceso de transformación de Venezuela.

Caracas, 7 de Abril de 2022

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